23. Teo. sacramentos iniciación. Introducción a los sacramentos de iniciación.
23. Teo. sacramentos iniciación  

INTRODUCCIÓN A LOS SACRAMENTOS DE INICIACIÓN.

Los sacramentos de iniciación responden, al igual que en otras religiones, a la necesidad pedagógica de acercarse al misterio de la fe, y hacerlo en progresión paralela con la madurez de esta misma fe. Estos ritos son acciones del mismo Cristo que invita al camino de salvación insertando en la comunidad a los nuevos miembros.

Los sacramentos de iniciación son una invitación simbólica y sacramental el proceso inacabado de la conversión. Implican a la persona totalmente y a la comunidad eclesial. El proceso de asimilación de los hombres a la persona de Cristo se produce desde el Bautismo, donde nos insertamos en la Iglesia, Cuerpo de Cristo; por la Confirmación somos robustecidos por el Espíritu Santo y nos hacemos carne de su carne y sangre de su sangre en la Eucaristía. La unidad de estos tres sacramentos radica en el dinamismo de la conversión. En griego el término empleado para "conversión" es "metanous", significa cambio de mentalidad, de pensamiento y de vida. No es simplemente un cambio ideológico, un barniz exterior, sino que implica la radicación de la vida y la existencia en unas pautas distintas de vivir y de ser persona.

Por tanto, no se nace cristiano, sino que la vida cristiana se hace y se inicia, y ésto requiere un proceso de conversión y de formación. El paso de una fe sociológica a una fe auténtica se realiza por el encuentro con el Señor. Hoy nos encontramos con muchas personas que han sido educadas en una fe, bautizadas de pequeñas y catequizadas, pero que no se han encontrado con Cristo. El cristianismo es así un barniz externo, un acervo cultural con unas prácticas tradicionales o un conjunto ideológico de dogmas, pero no es verdaderamente una vida enraizada con el Señor. Esta es también una tentación para el creyente, convertir la fe en una rutina antes que en un encuentro, por eso la iniciación cristiana no termina nunca, precisamente porque nuestra conversión es imperfecta, siempre estamos necesitados de la misericordia y de la renovación constante.

La iniciación se produce siempre desde la Iglesia, la comunidad cristiana es la que invita y nos abre al encuentro con el Señor, a través de personas concretas, o de momentos, lecturas,... es un don de Dios, y la decisión del tiempo y el lugar corresponde misteriosamente a su voluntad. El iniciado desde un proceso transformará todas las dimensiones de su vida, aunque su vida sea la misma, porque es toda la persona la que se ve afectada por la gracia de Dios, que todo lo llena y todo lo renueva. Es toda la comunidad cristiana la que desea renovar su fe, por eso cuando dejamos de iniciarnos retrocedemos en la vida cristiana.

Desde la iniciación se vive la llamada al seguimiento de Jesús. La invitación primera conduce al discernimiento del carisma, desde el Espíritu Santo. La llamada al seguimiento es común en todas las vocaciones, pero la llamada a un seguimiento específico, en la vida laical, religiosa o sacerdotal, deriva de la primera invitación. El Bautismo y la Confirmación no pierden su vigor, no se anulan con el tiempo, sino que imprimen carácter, al igual que el Orden Sacerdotal, que configura a la persona con el ministerio apostólico. Los sacramentos de iniciación son por eso para todos los cristianos, porque se realizan en el seguimiento general de todo cristiano al Señor, en concreto el Bautismo y la Confirmación son para toda la vida, nos introducen de una vez por todas, con determinación y decisión en la vida cristiana, son un don y una tarea a la vez.

El catecúmeno necesita tiempo y formación, es imprescindible madurar y crecer en el Espíritu. Un proceso que está salpicado de dudas, de crisis y oscuridades y de momentos gozosos. Aunque hablamos de tres sacramentos de iniciación, para recoger tres momentos específicos concretos de la salvación de las personas, la iniciación como tal es una, la conversión es una. De modo que es posible, que en el proceso de conversión, una persona reciba los tres sacramentos en una misma celebración. De hecho, durante mucho tiempo la Confirmación y el Bautismo se hicieron en una misma celebración. Hoy sería posible que un adulto recibiera el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía en una misma celebración, siempre que mediara la preparación necesaria.

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