LOS SÍMBOLOS DEL BAUTISMO.

El símbolo central del Bautismo, sin el cual no hay sacramento es el agua sobre la cabeza del bautizado, y la intención de estar haciendo este signo bajo el nombre de Dios, "Yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". El ritual indica que en casos de peligro de muerte para el bautizado basta con realizar este signo, omitiendo los demás para quedar válidamente bautizado. Es decir, los demás gestos, con ser significativos no son imprescindibles. En Bautismo se realiza de manera Trinitaria en todos los casos.

El signo del agua simboliza la limpieza, la pureza y la vida. El nacimiento se realiza "rompiendo aguas", y la inmersión en el bautismo expresa mejor el nacimiento de la muerte a la vida. El hombre surgiendo del agua, naciendo de ella, de un seno acuático es un símbolo hartamente expresado en el arte y la iconografía. El agua es signo de vida, de modo que donde hay agua hay vida; es expresión de la fecundidad y de la regeneración, es medicinal y puede apagar la sed. Donde hubo un desierto, con agua puede haber un oasis.

Es símbolo limpieza, de la purificación, al menos exterior. Los judíos, los musulmanes, los hindúes acostumbran a lavarse antes de la oración, es un signo de pureza. El musulmán realiza sus abluciones antes de la oración del viernes, el hebreo realiza sus practicas de limpieza en varios momentos al día y ante la oración. El cristianismo tiene un gran gesto de limpieza y purificación en el Bautismo, que como sacramento limpia del pecado, incluido el original, e introduce a la persona en la vida con Cristo resucitado.

El Bautismo no se repite, pero es recordado en numerosas ocasiones. Su renovación está acompañada por las palabras del símbolo de la fe, el Credo de la Vigilia Pascual, repetido en los domingos y solemnidades. Por tanto la palabra "creo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo", están en correlación con el que ha sido bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El símbolo del agua es guardado también en otras ocasiones, en Pascua el sacerdote asperja con agua bendecida, recordando el Bautismo. En la entrada de los templos se ofrece el agua bendecida para que los creyentes signen sus cuerpos y recuerden su Bautismo. En las celebraciones de exequias, ante el cadáver, se asperja con agua recordando el paso de la muerte a la vida, haciendo memoria del Bautismo otrora recibido, con semejante sentido, paso de la muerte a la vida.

Hay otros gestos que realizaban los catecúmenos antes del Bautismo y tras bautizarse, propios de la época antigua de la Iglesia y que han quedado en el ritual. Encontramos antes de bautizar una unción pre-bautismal junto con la oración de exorcismo. La unción se hace en el pecho y era signo del inicio de la catequesis, era la entrada en los dominios de la luz y no de las tinieblas, a modo de alianza nupcial con Cristo en su pertenencia. También está la profesión de fe, la Palabra se hace compromiso y renovación. Tras el Bautismo se hace la unción con el crisma, signo de la participación con Cristo en la realeza, sacerdocio y profetismo. Después hay un gesto que consiste en vestir de blanco al bautizado, es expresión de la resurrección y de la pureza recibida por el perdón de los pecados, el vestido es cambiado y renovado como la vida. Se entrega el cirio, que expresa la luz y la resurrección. También hay un pequeño gesto que en ocasiones se omite, se trata del "Effeta", que significa "ábrete", es un gesto que consiste en tocar el oído y la boca del bautizado, igual que hizo Jesús en la curación al sordomudo, es signo de salvación.

El Bautismo es por tanto representación del combate contra el mal y el pecado, supone la liberación de la muerte y la esclavitud del pecado. El hombre es purificado de su pecado, de todo su pecado, incluido aquel que lo domina y esclaviza. También el bautizado se incorpora a Cristo y a la Iglesia, se hace uno en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, y se adhiere indisolublemente a Cristo. El Bautismo es signo de iluminación, se pasa de la tiniebla a la luz, somos restaurados en la imagen fracturada por el pecado original.