LA EUCARISTÍA EN LA IGLESIA CONTEMPORÁNEA.

La Iglesia contemporánea ha buscado durante mucho tiempo la exaltación a la Eucaristía, desde la adoración, perdiendo de vista la riqueza de la celebración o su sentido misionero. Hoy asistimos todavía a que la invitación a salir y evangelizar tiene más que ver con un mero formulismo que con una verdadera intención por parte del que lo escucha. La fe sociológica y la celebración comunitaria del domingo, han restado importancia por una vida cristiana más completa.

Tras el Concilio de Trento y ante las dificultades en el diálogo político o cultural con su tiempo, la Iglesia ha mantenido su propuesta, aprobadas en Trento sobre la Eucaristía. El gran esfuerzo ha estado, sin duda, en catequizar y formar a los niños para la recepción de este sacramento, considerado central e imprescindible para la vida cristiana adulta. La evangelización y expansión del cristianismo por nuevos continentes ha centrado el esfuerzo principal de la Iglesia en el siglo XIX. La construcción de seminarios para la formación de nuevo clero, la catequesis y otras necesidades pastorales hicieron que no hubiera grandes reformas litúrgicas hasta llegado el siglo XX. Estas reformas tienen como principal intención el acercamiento del sacramento al pueblo de Dios, un mayor equilibrio entre la palabra y el gesto de consagración, comprender lo celebrado y vivirlo con más conciencia.

Durante el siglo XX ha habido cuatro grandes documentos sobre la Eucaristía: la primera fue la "Mirae Caritatis" de Leon XIII en el año 1902, la segunda la "Mediator Dei" de Pío XII en el año 47, la tercera la Encíclica de Pablo VI "Mysterium fidei", ya después del Concilio. Lo cierto es que el Concilio Vaticano II llegó con muchas propuestas litúrgicas novedosas y con una reforma medio hecha en gran parte de la comunidad cristiana. La Constitución aprobada en la primera sesión "Sacrosanctum Concilium", estaba enteramente dedicada a las cuestiones litúrgicas. Ahora la propuesta celebrativa volvía a ahondar sus raíces en la Biblia o en los padres de la Iglesia, se trata de vivir la celebración desde las claves que marcaron todo el Concilio, es un sacramento comunitario y eclesial que debe ser enriquecido con la participación activa de los fieles. La Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana, debe anclarse en el corazón de los cristianos, siendo así un impulso de fuerza para la evangelización.

El ultimo documento sobre la Eucaristía, escrito por Juan Pablo II, "Ecclesia de Eucharistía" es del año 2003. En este último documento de nuevo se ratifican las claves conciliares. La Eucaristía es misterio de la fe, la Eucaristía construye la Iglesia, y la Iglesia realiza la Eucaristía. La Eucaristía es Una, Santa, Católica y Apostólica, recogiendo las notas de la Iglesia. El sacramento de la Eucaristía es centro y culmen de la comunión en la Iglesia, por lo que exige la preparación y atención debida por parte de la comunidad cristiana. Se ahonda en la palabra y en el gesto de Cristo "aquella noche bendita de Pascua", se mira el sacrificio de la cruz y se comprende, en la comida con el Señor, la abundante gracia derramada a los hombres. Es un texto que vale la pena leer y conocer.