23. Teo. sacramentos iniciación. Los símbolos de la Eucaristía.
23. Teo. sacramentos iniciación  

LOS SÍMBOLOS DE LA EUCARISTÍA.

Los elementos centrales de la Eucaristía son el pan y el vino. Pertenecen a una realidad humana pero nos llevan a hablar de nuestra cultura Mediterránea. El pan y el vino alimentan al hombre, convierten al hombre en un ser corpóreo. La necesidad del hombre está en el alimento, si quiere seguir viviendo, comer es un gesto imprescindible para vivir. Comer convierte al hombre en un ser más de la naturaleza, nos reconocemos en nuestra necesidad de comer en seres débiles, precarios y mortales.

En las culturas antiguas el pan y el vino, la comida y la bebida eran vistos como fruto de la naturaleza, eran regalo de la naturaleza y lo producido, en su fruto, era alimento para los hombres. La tierra produce fruto, el hombre trabaja la tierra y el grano para elaborar el pan y el vino. No son sólo fruto de la naturaleza, sino que son fruto del trabajo de los hombres, son elementos culturales ineludibles. El fruto de la tierra es el trigo y la uva, son elaborados, segados, recogidos, trabajados, amasados, prensados y fermentados, son activados por la mano del hombre, desde algo recogido por el cosmos, el mundo en el que vivimos, nuestras tierras. En la mesa de la Eucaristía es puesto el trabajo, el esfuerzo y el fruto recibido, a fin de ser transformados en frutos de vida eterna. Esta relación con la naturaleza y lo cultural es celebrado en concreto en el ofertorio de la Eucaristía.

El trigo es considerado en muchas culturas la base de la alimentación, especialmente en el Mediterráneo, es la dieta esencial y la base de la alimentación. El trigo y la uva, fueron considerados alimentos de los dioses, regalos de la divinidad para los hombres. El trigo como un nuevo oro, preciado para el hambriento. El vino era la bebida de la felicidad, que alegra el corazón y recompone al hombre, apagando la sed. Estos dos elementos son empleados en la tradición bíblica por Jesús para expresar su muerte en la cruz, el pan se parte y se reparte, igual que su vida y su cuerpo, que se abre para entregársenos. El vino es líquido que se derrama, igual que la sangre del Mesías en la cruz, de su costado mana sangre y agua, el agua es la vida bautismal, la sangre su entrega eucarística.

La sangre era la vida para la cultura hebrea. Dar la sangre era dar la vida, y los pactos de sangre eran inviolables. No se podía comer la sangre de los animales, porque era el alma misma que corría por su cuerpo. Por eso que Cristo derrame su sangre por nosotros, era una ignominia para el mundo judío, pero un gesto excelente. Cristo muere por nosotros, y se queda en el alimento que da la vida.

Jesús es el pan bajado del cielo, es el alimento de la vida, la guía ante la muerte. La última comunión de los hombres recibe el nombre de "viático", de sendero para llevarnos hasta la resurrección en el Padre. El alimento de la Eucaristía es signo de los bienes y de la comunión de los hombres. Se come junto con alguien, y se comparte así su vida. La Iglesia come conjuntamente, en comunidad, estamos llamados a superar el individualismo y el egoísmo en la celebración eucarística. Si comer es imprescindible para vivir, el alimento del Señor es necesario para el cristiano, a riesgo de desfallecer de hambre.

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