LA EUCARISTÍA EN EL DERECHO CANÓNICO.

Se encuentra en los cánones 897 y siguientes del código. Lo primero que hace es una definición, indicando lo que es, su sentido y significado. Los primeros cánones hablan del ministro de la Eucaristía, deberá ser siempre un ministro ordenado sacerdote y no impedido. Se indica que se celebre en comunidad teniendo la suficiente preparación anterior al sacramento. Alude también a que la celebración debe hacerse en todo bautizado, y la conveniente formación de los niños para celebrar la Eucaristía en plenitud. Habla también a la adecuada preparación interior para la comunión, la confesión previa ante el pecado grave y antes de comulgar.

Sigue el derecho indicando desde el 924 sobre los ritos y ceremonias de la celebración, las especies y sus características, así como el tiempo y lugares de celebración. Con el conveniente altar y elementos que deben estar limpios y dignos para celebrar.

Otra cuestión que indica el código es sobre la reserva y veneración de la Eucaristía, dejando un último apartado a la cuestión de los estipendios, indicando su sentido pero pidiendo que no se vea la Eucaristía como algo que tenga que ver con la compraventa, el negocio o el lucro, porque no es así. Se trata de aplicar, de orar en concreto en la celebración de la Eucaristía por una intención particular. Tradicionalmente se cobraba una cantidad por esta Misa aplicada a la "intención de", normalmente difuntos. Hoy, tras la reforma del Concilio Vaticano II, los estipendios se mantienen pero su significado es secundario y menor. El sacerdote no está para ganar dinero, sino para servir a la comunidad, el estipendio puede ser una ayuda, pero "lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis". La Eucaristía es además eso precisamente, la acción de la gratuidad del Señor que se nos entrega gratuitamente, por amor y en obediencia al Padre. Sin negar los estipendios hay que evitar que se tuerza en otras interpretaciones, renunciando a ellos antes que escandalizar.