Techo
Mientras los cuerpos yacen
el maderamen vigila.
Sus ojos reinan.
Nudos pequeños marrones aureolados
funden la oscuridad
con el río de savia de sus nervios.
Arbol que fue
ahora cuida sus durmientes animales
sus marinos regresados del incierto.
La noche es pulso abrazado
y la madera también
late.
La balsa de la medusa
Las casas navegan
perdemos pie boyamos.
El amanecer nos despierta amontonados.
Bailotea el pavor en los ojos.
Flotan puertas mechones en la almohada.
Es alta la mar y quieta.
Si viniera esa tormenta de una vez:
hundirse será más dulce
y todo volverá a ser más bello sin nosotros.