GLORIA ARCUSCHIN

Es docente y escritora. En 1984 publicó el libro de poesía "El árbol trun-
cado". En 1992 "Llovizna en parque lezama" obtiene mención especial
en el concurso nacional del libro de cuento de Ediciones del Dock, pu-
blicado ese año. En el 2000 publica "Canciones impunes , Ave del para-
íso" libro de poemas.
Coordina talleres literarios para la Dirección de Arte y Cultura de Morón.

[email protected]
te: 4659-2227

    

   

            "CANCIONES IMPUNES; AVE DEL PARAÍSO"

CANCIONES IMPUNES

Hueco
silencio
redondez
del péndulo
auscultando
síncopas
corazón.



ambages ámbar anecdótico
brutal
Intuiciones funestas
Intuiciones vacías.
Lo violáceo, lo selvático
lo atroz.
El encanto de las márgenes
discretas.
Acotaciones al margen.
Aberturas en la corteza
y el río blanquecino.



La angustia engendra álamos celestes.
El Angel Exterminador elimina bosques, eternos,
vuelca sustancias químicas en el vientre del agua,
distorsiona el mal, elabora clarividentes mensajes al futuro,
"volver sobre sus pasos"
Refugios nucleares, con cielos pintados, árboles,
ventanas...
Somos una especie maligna.



Postergación del sueño infinito.
Hasta anular cada dedo de hacer cosas.
Hasta que cada proyecto se diseque ...
paisajes intimidatorios
pero allí, mudos, de no hablarnos...
y todo derecho a la alegría
nos fue negado.



Violaciones
campanarios azules
pocas cosas comprensibles
el niño se repliega en la noche
intuye la amenaza
canibalismo dominación
masacres ancestrales
llora y medita
posibilidades




A. I. Beola

Es de esta forma como
toda el alma
se va escurriendo
por simétricas rejillas.
Es de esta forma, Ignacio
como tus "montones llenos de
montones vacíos"
se van acumulando, uno tras otro,
y en esa nada, siempre se unen
las partes de un rostro.



Invento una filosofía mínima,
aplicable a mí y a todo lo que amo.
Esperamos todos,
acariciamos las hojas perfumadas,
apenas respiramos, soñamos con permanecer.



Grandes volúmenes
de agua
invaden los espacios claros.
Girando la mirada
hay un rostro
y allí está esa ciudad de signos mínimos,
señales, números, palabras...


Es demasiado transparente
el cielo en otoño
hojas secas amarillentas
crujientes
desplazándose en el viento
uniforme
contenido.
Algunos rostros amados
todavía están.



A Antonio Berni
Detrás de esos caballos
hay un basural.
La última estrella chorrea rouge
por un costado de la boca
tacones indiferentes en el barro
cuevas de chapa madera cartón.

Fantasear un collage, buscar una imagen.

Antes que salga el sol, manos percudidas esconderán los niños
muertos.



Fiel Royal principio de siglo, siempre cerca,
y yo cuento la reiterada soledad.
Trato de explicarme, haciendo las mismas
cosas que la gente, para sobrevivir.
Me veo, pagana, huyendo, por un cielo
azul-violáceo, con un hijo en cada brazo.

Ya aparecerá una hembra fantástica,
para fundar la nueva estirpe.



Los movimientos reflejos.
El comportamiento de las aves y las plantas.
células, gametas, bacterias
ecologistas vigilando
cada días,
cada
destrucción.



Ella está sola en una habitación blanca.
Avanza un tren a toda velocidad
ella pone ojos de terror
y se escucha un grito.
Cae un televisor y las esquirlas de los vidrios
se amplían en la imagen.
Dura crítica al sistema.
Ella sufre y entre volutas de humo
imagina a su amante cayendo en el abismo

La canción va en inglés.



Fotos.
Adornos, la paloma
de cerámica rosa,
piedras, caracoles
espejitos, cacharros.
Las plantas tienen sensibilidad,
a mi helecho le gusta cierta música.

Encamino los pasos en dirección
opuesta a la palabra fin.



¿Por qué los traje
a este idiota planeta de los hombres?
Tantas veces maldecirán mi falta
de conciencia.

Veo sombras de palomas
aletear en la tarde.



Recuerdo.
Una niña
mirando empecinadamente el mar,
para no olvidarlo.




A
mi padre

Todos lo síntomas
han desaparecido.
Palidez.
Esto era la muerte
así de simple,
como te veo
extendido
en toda tu soledad.
Esto era la muerte
toda tu soledad.



El gusto por ciertas palabras
Lapizlázuli,
Obsidiana, por ejemplo
el sol quieto, expectante;
diseña la luz, en la siesta
mi mano flota, iluminada.



Territorios blancos
ascendentes
seres amoratados
volando
inasibles
chorros de pintura
roja caen
se desparraman
el cuento de Blancanieves:
un nacimiento
presagiando
una muerte.



Arco superciliar derecho.
Manjares interrumpidos,
sin poder seguir probando bocado.
Falta de oportunidades. Cobardía en el mejor
sentido de una vida burguesa.
Burguesa y no tanto, según desde donde se mire.



Todo cuanto
menoscaba...
(frases borrosas)
Hoy me falta un juguete querido.



sueños donde
nos persigue una
sombra inmensa autoritaria.
Donde no podemos pedir
ni disponer de un espacio cómodo.
oscura y humillada.
La olla de barro
quebrada en añicos.

El violoncelo, en cambio,
tiene una voz que se expande
recorre, libre, el mundo
de los árboles.



A Salvador Galup, pintor.

balcones cubiertos de cenizas
colores inasibles en el espacio
de tus ojos secos árboles luminosos
en un respiro de sauces llorones
"La suerte está en la misma obra de arte" dijiste
y escapabas por lugares solitarios pasillos sin luz
huías de las abejas su canto maligno enturbiaba
se metía en tus recuerdos cristales facetados del
atardecer trastocados un desierto de niebla
tu figura
así te veo
en aquél cuadrito
verde azul cielo mar o tierra
confundidos y tu sombra
casi flotando confundida
pintado sobre una madera
pequeña humilde



Campanarios, fuentes, salas
con luz de atardecer
alguna música, románticos decadentes,
volver sobre los temas, hipocresía absoluta, máscaras
inútiles, máscaras, palabras usadas, gastadas, des-
manteladas, nada de cosas por su nombre, bella imagen,
teórica, estética., el valor del sonido, para los
estructuralistas, lo poético, escribir angosto y hacia
abajo, todas las brujas, invaden la sala, al atardecer,
nada de cosas por su nombre, solo montañas de palabras,
secas, duras, frías... luz, rojiza,



El sol embute los sonidos
toda la tarde escapa
hacia ciudades sin límites
hay esperanza para el género humano,
pero desenvuelvo un manto sagrado con la
fórmula del mal,
al margen del agua cristalina.
Junto a la espada,
reverberan las almas de los peces muertos.



Duke Ellington
sesión en vivo
Indiana
Junio 1945
Local alegre y divertido
(es el tema)
Un poco de buena música
aceita el intelecto
(pienso)
Alguien puede vivir 43
años después de su muerte
gente humo;
el fin de la segunda guerra mundial.
Ahora —jazz, en mi grabador—
modesto y monoaural.



fondo de terciopelo
y el reloj Tissot
plano oscilante
talismán
ejercicios de lógica
sin términos,
Un muro de tierra
cierra los párpados del misterio
lentamente



PARA EL CONTADOR DE CUENTOS
A Lubrano Zas


Una figura blanca asciende en la noche.
perseguía tu tristeza,
te identificaba, te recordaba... prolijamente.
(Un hombre de traje blanco y corbata bordó).
Inclinas tu cabeza rodeada de pájaros,
vislumbras mujeres
corren humilladas, a lo largo
de un túnel se desintegran amenazan.
Una figura blanca asciende...
deja caer la vestimenta del payaso
que llora,
prolijamente, extendida en el andén
tras de sí.




A  James Joyce

Articulaciones
después andar
carne tirada al borde del camino
sexo cartón corrugado
cuestiones estáticas inamovibles
o el sexo ungüento blando
resbaladizo Molly Bloom es
lechosa su cadera
se hunde en la
sábana tibia.




Jean, pullover verde (claro)
medias verde (loro)
botas de gamuza (negra)
Me miro.
Sentada.
Aquí en este miserable
lugarcito del Planeta.
Llena
de preocupaciones burguesas
la gitana de Rousseau presagia
catástrofes. Dormida. Inerme. Luminosa
Empiezan a faltar
muchas cosas esenciales.
Tercer mundo. Mundo. mudo



clausura olvido perdón como si
nosotros pobre horda de monos salvajes atroces
pudiéramos perdonar a nuestros congéneres
tan estigmatizados así en la vida como
en los sueños el oprobio crece humillas despedazas
cometes violaciones es difícil mentirnos los
propios fantasmas
algunos luchamos en nombre del amor y algo logramos
a decir verdad otros monos enredados entre babas
verdes ejercitan lo peor de la especie y le
ponen palabras carcomidas viejas hundieron sus
torpes manos en el caldero de las brujas infernales
transmutaron trastocaron
retorcieron quemaron
amputaron
hablo de un problema antiguo, en algún lugar
y un punto de las coordenadas históricas
que resultan obvias por cansancio por
repetición por no poder extirpar



AVE DEL PARAÍSO

caminos escarpados.
bordes de árboles ansiosos
perdidos en el viento
sin saber
acomodar las señales
del silencio a mi rostro
que sube y pregunta
desde el perfil y el rocío,
el rocío existe, yo sé.



síndrome abarcativo del corazón
no hay alegría ningún vacío
profundo señala felicidad
deslizarse sobre agua tibia, pechos
y pubis flotantes en transparencia
el cordón de luz blanda sobre
las caderas
pequeño oleaje
en expansión.
ahora es la misma filigrana
sin estridencia el encantador de serpientes
y el sonido único
un silbido tenue
me interesa la calma.



el desierto es la paz.
antes en cambio ideología contenido
el rigor de los afectos,
hoy el desierto es la paz.
elefantes desfilan
en cámara lenta
lo onírico cansancio que
el desierto es la paz,



vía crucis del amor
el ascensor cae interminablemente
arranca ecos silencios
lo que queda del alma.
nenas en la siesta
juntan pasto caliente
persignan pájaros
acucian el agua
amamantan médanos.
piernas a contraluz
mensaje grabado.



desde el símbolo hacia atrás
máscara africana
tronco descarnado
penetra distorsiona
centro de gravedad
detrás de la máscara adherida
clavo castigo
estacas invalidadas en sí
tormentas desterrando
dónde fluctúa
barro cáscara
gomosa recurrente.
El viaje se inicia.



en fechas vacías
los hospitales
pasan
luces prendidas en la noche
se llevan todo lo robado.



levitar (es el deseo)
los pies en el pantano
el cuerpo tiende a la
luz
estar constituído
livianamente sobre el
agua
densidad trepando hasta
succionar todo amurallado
Volver a los setenta
Feria de los inventos
Hombre que pelea en la calle
Mata a tu padre este verano
Las causas justas
Yo creía que estaba filmando
una película
¿Quién dijo que está inventado?
Las sombras de la palabra
Titulares, sugerencias
taller literario
Levitar (es el deseo)
los pies en el pantano
todo amurallado.



vidrio empañado
afuera todas las cosas parecidas
a la niebla.
deslizamientos de la piel
ventral
perfil en gris
carencia
mendicidad del gesto.



¿Cuántos árboles habrán
crecido en la vereda
a la hora de la siesta?
El árbol dorado
de la fortuna, de la salud total,
de la eternidad'7

El fin de todo ciclo vital,
de todo ciclo inorgánico,
me contemplo desde la primera estrella
esperando la última glaciación que me sepulte,
y después ¿Cómo recordar el brillo del
sol en cada partícula de arena?



heliotropos tropos tropismos
positivos
hacia la luz
saltos de pasión
en la mañana
ese momento
con el aire encorvado solo
frente al maremagnum
de la noche perdida deambulante
desde una cama.
estática.
hacia la luz
el fuego frío
el fuego fatuo
un muro helado
contra el rostro
el fuego fatuo.
Cuidado hay líneas
filosas que separan
en nombre de,
abominan nuestros nombres.
Escarchan el suelo.
Cuidado yo.



cálculo infinitesimal
el cono de sombra sobre
lo ignorado.
Síntomas de soledad
vuelve a habitar
la imagen de las playas desiertas
castigada o buscando castigo
una boca grande que devore
los
caramelitos juguetes rotos
que me quite todo
desde allí pedir;
pero levanto mi tacita de café
con seguridad y el rouge se marca
en el borde.



Argamasa
de sentimientos y banderas
caídas.
bancos solos eludiendo
el material sonoro
palomas que vienen hacia mí
a vuelo raso el paraguas del
padre de mi amiga las aparta
benefactor
(nos lleva al cine)
un zapato color
suela bien lustrado ese
hombre ya no existe.



Atardece rojo en el
escritorio tierra acumulada
carcome, la tierra carcome
—cuidado
tiempo desasosegado
barcos descienden
del río. Que no hay.
Estos álamos pequeños
esperan el acontecimiento.



Visto el árbol neblinoso
lleno de piel
el vaso al costado
de la cama con algunas gotas
de lo bebido en la noche
el miedo agolpando
sílabas mensajes trastocados
intenta eludir los signos
del amor.



piedras lisas
todo lo fatídico y
el dolor sin soma
soma
pero cuántas veces
tendré que decirme
conmigo alcanza y esos afectos que
te
no, nunca. Vuelvo siempre
y después el dolor sin soma
sin mundo feliz.



Escasos fondos
y el té servido
te dije “esto no va”
vi sal derramada
sobre un mantel rojo
aspiré el humo de tu
cigarrillo
se fue el
cuerpo metiendo lento



Arbitrarios contornos de nubes
desarrapadas esta mañana
caída de historia sin ideología ya
marchita en la no
expansión de sucesos del pasado
hacia flecha delante
¿Qué hay aguardando?
¿Quién me espera con puñales por la espalda?
Manchas de aceite tibio
boca cerrada cuidado no exabruptos
buenos niños sociales los sesenta setenta
manchas de aceite tibio



Filamentos sedosos
conductores de este comienzo
gris del día, cosas en desorden
rebelión de casos
y papeles que desobedecen
este mundo adulto tanto superfluo
estoy sensual quisiera
acurrucarme atardecer
en el desierto de faroles gigantes
como estrellas texturas casi
irreales vos tendido con el
perfil sobre el cielo
violeta con flecos dorados.



el tamaño de la hiedra
oscura humedecida
ojos y miradas recurrentes
la tarde
historias trepan paredes
esperar el desastre
música siempre tibia
latidos cerca de mi ventana
el crecimiento estudiado minuciosamente
ínfima parte de tiempo de piel
el agua empieza a dar señales de
ebullición en la pava.



Algunos pájaros
despliegan un complejo
ritual iridiscente
para continuar su especie
tal vez
para amar
ese ritual
es el acto
que justifica la vida
aunque todo, final y
fatídicamente
se termine.








 

 

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