"Ella mantiene la frescura, la diligencia de la vida, por cuya justificación
nos dejamos tentar, hierros de tristeza y de habilidad vergonzosa. Invita
a los hombres, a quienes sabe posibles no por el memorial de sus servicios
sino por la suma de su condición, a un juego de alta conciencia y de
contumacia en el extremo de los enigmas. Ha conseguido así formar una
tribu dispersa por el mundo, cuyos miembros se ignoran mutuamente y, sin embargo,
reparan en común los hilos rotos de una gran red de belleza."
Raúl Gustavo Aguirre de Alguna Memoria.
En la introducción al libro El movimiento poesía Buenos Aires
(1950- 1960), Raúl Gustavo Aguirre califica como "un hermoso tiempo"
a la época en que fueron escritos los poemas que brillan en sus páginas.
Y aclara "hermoso no quiere decir fácil, ni feliz, ni siquiera
tranquilo. Fue un tiempo de fervor, fue un tiempo de amistad, de búsqueda
y de intemperie. Fue un tiempo de amor."
La revista Poesía Buenos Aires llegó a 30 números. Incluía
el trabajo de nuevos poetas argentinos (Mario Trejo, Alberto Vanasco, Francisco
Urondo, Rubén Vela, Ramiro De Casasbellas, Hugo Gola, Francisco Madariaga,
Clara Fernández Moreno, Miguel Brascó, Jorge Carrol, Elizabeth
Azcona Cronwell, Alejandra Pizarnik). Y de otros poetas de diferentes épocas
y latitudes: Vicente Huidobro, César Vallejo, René Char, Henry
Michaud. También, editoriales, artículos, ensayos o notas para
trasmitir perspectivas e interrogantes.
Dice Jorge B. Rivera en El periodismo cultural (Paidós, Buenos Aires,
1995, p.79): "realizó en sus entregas una constante reivindicación
de la calidad y el rigor poéticos y, en este sentido, se puede hablar
precisamente de su defensa de una actitud y, en cierta forma, de una ética
de la modernidad literaria, con vastas proyecciones en estilo vital y en la
estética de los poetas que comenzaron a publicar en sus páginas,
no enroladas, en definitiva, pero en el fondo fuertemente enrolantes"
Sus hacedores decían: "Ninguna intención periodística.
Cada poeta con su voz y con su voluntad" y "Creemos en una poesía
que, partiendo de cualquier lugar de la tierra, pueda ser vivida en Buenos
Aires".
Así define Aguirre la poesía: "La poesía... No espera
tras la puerta el regreso de nadie. No se acompaña en bosques petrificados,
ni una lluvia le cae porque sí en cada otoño... No mira el fuego
secular, lo tiene adentro."
El número 1 apareció en la primavera de 1960. Raúl Gustavo
Aguirre fue acompañado -en diferentes etapas- por Jorge Enrique Móbili,
Volf Roitman, Nicolás Espiro, Rodolfo Alonso y Edgard Bayley.
En sus primeros 20 números tuvo un formato de 27 por 36 cm, diagramada
por Fedullo y Sosa. Integraron el grupo, además de los mencionados,
Rodolfo Alonso, Ramiro e Casasbellas, Omar Rubén Aracama, Luis Ladarola,
Natalio Hocsman, Juan Carlos Paz y otros.
Dice Raúl Gustavo Aguirre, "el poeta busca la verdad como el hombre
de ciencia, pero no la verdad como 'adecuación del intelecto con la
cosa', sino la verdad de la palabra, lo que los cristianos denominan la Revelación
o, mejor aún, la Develación". (Raúl Gustavo Aguirre
en Carta a Julío Forcat, Buenos Aires, 9 de abril de 1980.)
Los poetas que publicaban en Poesía Buenos Aires fueron clasificados
como "invencionistas". Sin embargo, ellos afirman: "Este movimiento
no lo realizará una generación ni puede ser designado con un
nombre especial (...) tales como vanguardismo, surrealismo, creacionismo,
invencionismo, etc. (...) Hemos querido trabajar por la poesía"
Entre sus influencias más destacadas se encuentra Aldo Pellegrini.
A Pellegrini, además de su poesía, se le deben su Antología
de la poesía surrealista de lengua francesa, la traducción de
las obras completas del conde de Lautréamont, la dirección de
la colección Los Poetas de editorial Fabril donde se dio a conocer
por primera vez en América Latina la poesía de Fernando Pessoa.
Pellegrini proclamaba cierto "misticismo de la nada, recorrido y documentado
en La valija de fuego, se desarrolló virtuosamente en la historia de
la poesía argentina siendo motivo y respaldo de algunas de sus emergencias
más notables: el invencionismo de Edgar Bayley, el movimiento que en
los 50 se desarrolló alrededor de la revista Poesía Buenos Aires,
la obra de Enrique Molina, Olga Orozco y, en menor medida, Alejandra Pizarnik.",
como dice Martín Prieto en el número 259 de la revista 3 puntos.
Afirma Pellegrini: "Cuando alguien habla lo hace para introducir incertidumbre
o para pedir comida. Los que hablan con cualquier otro objeto se someten a
este rótulo honorable: LITERATURA. Incertidumbre es la confianza que
se tiene de no ser nada".
Raúl Gustavo Aguirre y Nicolás Espiro decían: "Ponemos
en igualdad de valor la poesía vivida, transitada, y la poesía
escrita (...). Queremos una relación reversible entre poetas y poemas.
Un poema es un acto de jerarquía, entre otros actos distintos, pero
que pueden tener tanta significación. De ahí que el poema no
deba sustituir ningún otro ademán posible de aquel que lo escribe.
La literatura de sustitución es una forma del aislamiento, de la mentira
y de la subordinación a un fin, tres de los peores enemigos de la poesía".
Rodolfo Alonso en un artículo publicado en www.culturamericas.org,
afirma que Poesía Buenos Aires le aportó "Fraternidad y
exigencia. Uno podía ser admitido con los brazos abiertos, pero la
poesía era una cosa seria. Y el contacto directo, vivísimo,
casi cotidiano, con gente por lo general entregada a la poesía 'como
una manera de vivir' (Tristan Tzara), sin solemnidad alguna, sin grandilocuencia,
con un indomable sentido del humor, pero también con una necesidad
de la excelencia más auténtica. A través de ellos, junto
con ellos, entro de lleno en la gran poesía del mundo. Pero a la cual
íbamos descubriendo todos juntos. Como experiencia, insisto. Si ellos
me mostraron las grandes vanguardias, los grandes franceses, yo pude acercarles
a Macedonio Fernández (descubierto también en librerías
de viejo, otro desconocido para la época) y a los grandes modernistas
brasileños."
Rodolfo Alonso, uno de los miembros más jóvenes del grupo, acredita
que "Ellos, y especialmente Raúl Gustavo Aguirre, el auténtico
responsable, se habían propuesto 'no devenir institución'. No
anquilosarse, no 'triunfar'. No se colaboraba en suplementos, ni se participaba
en premios o concursos, ni se editaba en sellos prestigiosos. Y no por obligación,
por dogma, sino por empatía, por ósmosis. Aguirre mismo renunció
a seguir escribiendo en Sur. Aunque originalmente de vanguardia, tampoco fuimos
exactamente una escuela, ni siquiera una tendencia demasiado explícita.
La ruptura con el entorno se produjo por propia decantación, en el
contexto de una poesía argentina todavía asolada por el neoclasicismo
y el neorromanticismo, o por una poesía que se proponía ser
'popular' y que apenas alcanzaba a populista en el momento en que el tango
llegaba a su clímax, y comenzaba a decaer desde un punto de vista creativo.
Es evidente que la poesía argentina cambió a partir de entonces.
Pero me parecen por lo menos exageradas algunas opiniones que le achacan,
incluso, consecuencias de las recientes décadas. Los textos, el lenguaje
mismo, se dan en un contexto, incluso histórico. En tiempos más
auspiciosos, Pedro Henríquez Ureña, el gran humanista dominicano,
dijo que 'Cada generación debe traducir a su Homero'. Acaso no hicimos
más que eso. Pero, también, nada menos que eso. El problema
fue cómo lo vivió el contexto. Pero las consecuencias, y sobre
todo las intenciones, me parecen saludables. La demanda de libertad formal
heredada de las vanguardias no se proponía concluir en un nuevo formalismo.
Todo lo contrario."
El movimiento Poesía Buenos Aires vivía la poesía como
un lenguaje auténtico, la difícil aventura de un entrañable
ahondamiento en la realidad de la existencia. Fuera de este lenguaje, está
la retórica, donde lo falso puede encontrar lugar. También rechazaban
la poesía como un lenguaje llegado de otra parte, ya sea de las normas
de la academia como de la antiacademia, ya de una actividad psíquica,
como el delirio verbal u onírico. "Venir desde el ser quiere decir
moverse el poeta en el fértil e inagotable terreno de la condición
humana, haber tocado fondo en la verdad de su existir. Supone una comunicación,
a veces fácilmente asequible, a veces dolorosamente conquistada, ya
sea por la trascendencia, ya con el mundo y los otros hombres, ya consigo
mismo, en el oscuro interior. En el acto de esta comunicación surge
como un lenguaje revelado". "La poesía aparece, así,
a la manera de una criatura sagrada haciéndonos accesibles a la vez
belleza y conocimiento. Pero una criatura que no se yergue ante nosotros para
dictarnos la ley: ella nos espera, silenciosa y oscura a veces, más
allá de los derrumbes, perdura y reina en íntima complicidad
con nuestra validez de hombres entretejidos en el mundo y honrados por sus
enigmas".
Estos pantanos, estos yermos,
nos pertenecen, son nuestra heredad:
también nuestro destino.
No los maldigas, joven
Laertes. No maldigas
las puertas inseguras,
la indigente morada,
los soles de los tuyos.
¡Ah, sobrevive y desespera!
Sabes
que morirás aquí,
que justamente por tus méritos
no serás relevado.
Raúl Gustavo Aguirre (1982)