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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Cine

Toma chocolate

Johnny Depp como Wonka el chocolatero

 

Charlie and the Chocolate Factory
Johnny Depp, Freddie Highmore, Helena Bonham Carter, Christoper Lee 
Dirigida por Tim Burton 
2005

Sin duda Tim Burton fue de esos niños que cuando veían un payaso se lo imaginaban en actitudes grotescas, digamos, arrojando sangre por la boca. Tampoco pudo haber sido una infancia normal pero en eso ha radicado gran parte de lo que la hecho célebre por todo el planeta; su humor negro no llega a alcanzar los tintes --en lo personal lamentables-- de Tarantino, pero por lo menos es original, tanto así que cuando los estudios le dan banda ancha es capaz de crear obras realmente notables, como El Jinete Sin Cabeza. 

La mención no es casual, claro: El protagonista de aquella cinta es el mismo de Charlie and the Chocolate Factory. Burton y Johnny Depp han compaginado un dueto director-actor de cuyos ejemplos magistrales podríamos sacar a Roman Polanski-Donald Pleasance o Robert Zemeckis-Tom Hanks. Dado el tono de la novela, escrita por Roald Dahl --y que no es para niños-- de la cual se realizó la primera versión fílmica en 1971 estelarizada por el gran Gene Wilder, era inevitable que se encontraran alguna vez en el futuro con Burton y Depp; no se ve en el horizonte otro director quien pudiera haberse hecho cargo de la versión 1995 del famoso chocolatero cuya marca Willie Wonka, realmente existe. 

La historia ronda en torno a Wonka, un ermitaño que decide encerrarse en su fábrica tras enterarse que le robaban sus secretos para fabricar chocolate. La vida de Wonka es un misterio; todos lo imaginan como un personaje de la Inglaterra victoriana, mitad Scrooge mitad personaje de Dickens. De repente Wonka anuncia que cinco afortunados que encuentren el boleto dorado en una barra de golosinas podrán visitar la fábrica acompañados de un adulto. 

Burton se empeña en presentar a los primeros cuatro niños como seres detestables y fáciles de odiar, sobre todo el regordete Augustus y Veruca Salt, quien obliga a su padre, un potentado industrial, a adquirir cajas y cajas de chocolate para así conseguir el boleto dorado. Todo el contraste se va hacia Charlie, el niño bueno de la película, quien casi de milagro consigue el último boleto. Cuando los niños conocen a Wonka empieza lo que será una tunda argumental contra los adultos que en protagonistas, la mayoría de ellos, a excepción de Charlie, reciben todo lo que desean en cantidades excesivas: Augustus quiere comerse todo el chocolate y cae en una laguna, otro niño con un ego descomunal es empequeñecido y Veruca, la que quiere estar por encima de todos, se hunde... ya verán en la cinta. 

Como la versión original, esta cinta se maneja alrededor del odio a los ricos, a quienes pinta como avariciosos e inescrupulosos. Pero Burton agrega otro elemento. En la película original, cada uno de los niños era aconsejado por un misterioso personaje quien promete recompensarlos si logran robarse un nuevo producto que Wonka está a punto de poner en venta. Cuando Charlie le comunica aquello a su abuelo aumenta la tentación por caer en el soborno traicionando la confianza de Wonka. El Willie Wonka de Depp es sobresaliente tiene tras sí un conflicto con su padre que a veces ostenta cierto tufillo freudiano, como si de repente Burton olvidara que se le había encomendado una película para niños que, repetimos, no lo es tanto. No extraña: la versión de 1971 también fue acusada de lo mismo.

Asimismo, esta versión está un tanto "sanitizada" respecto a la original, pero llega el momento en que pensamos que Burton nació para dirigirla. Charlie and the Chocolate Factory no llega a empalagar pero sí a preguntarnos, si ese hombre era enteramente rico, ¿cómo es posible que a sus ayudantes, los loompa oompas, jamás les hubieran armado un sindicato?

 

 

 

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