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Momentos de un siglo fenecido: la guerra fría

Derrotado el nazismo, dos de los ganadores se convirtieron en enemigos políticos, un sgemento histórico donde la tensa y frágil paz podría romperse en cualquier momento. A más de dos décadas de finalizada, un análisis permite ver que en la guerra fría no todo fue tan malo, comparado con hoy

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MAYO, 2012. Aún está a discusión acerca de quién acuñó el término guerra fría, aunque se cree que fue el periodista y escritor George Orwell, quien la utilizó en uno de sus textos publicados en el Times de Londres. A partir de entonces Guerra Fría refirió al conflicto entre las dos superpotencias victoriosas en la segunda guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética, las cuales en la superficie mantenían cierto respeto aderezado con declaraciones amenazantes pero bajo la mesa movían sus fichas para conquistar áreas de influencia sin que en ningún momento se enfrentaran directamente. Por ello el fallecido historiador Lawrence Wright la denominó como "un enorme tablero de ajedrez donde las piezas son ojivas nucleares". Afortunadamente en vez de jaque-mate tuvimos un empate técnico, de ahí que el factor clave de la Guerra Fría fuera el equilibrio nuclear obtenido por ambos países y que forzaba a ambos a lo que se llamó "coexistencia pacífica".

Conforme se acercaba la caída del régimen nazi, podía preverse que el siguiente enfrentamiento sería entre norteamericanos y soviéticos los cuales se habían aliado por conveniencia y ante el temor que las tropas de Adolfo Hitler pudieran tomar Moscú. La estrategia funcionó pues el ejército norteamericano abrió dos frentes, uno en Italia y otro en el poniente europeo, los cuales obligaron al dictador alemán a dividir sus fuerzas y, por ende, a retrasar la llegada de su ejército a Moscú para coincidir con el invierno (con todo, y como apunta el historiador británico Norman Davies en su obra Europa en Guerra, los soldados nazis estuvieron a solo seis kilómetros de la capital rusa cuando finalmente fueron repelidos y aniquilados por el ejército soviético).

Cuando Estados Unidos arrojó la primera de dos bombas sobre Japón el 6 de agosto de 1945 parecía quedar en claro su hegemonía mundial. Pero dos meses después los rusos anunciaron que poseían su propia bomba atómica, sospechosamente parecida a la arrojada en Hiroshima. Se supo después que Robert Oppenheimer, encargado del área de investigación científica en Álamogordo, Nuevo México, había sido en realidad agente soviético quien proporcionó a la KGB documentos confidenciales para construir la bomba. La hebra en esta red de espionaje llegó al matrimonio de Ethel y Julius Rosenberg, quienes posteriormente fueron sentenciados a la pena capital. De cualquier manera, la URSS había conseguido información valiosísima --paralela, por cierto, a la que le proporcionaron los científicos alemanes que tomó como prisioneros-- que le permitió erigirse como el principal rival de los Estados Unidos en el mundo.

Gracias a un sistema indudablemente eficaz en el reclutamiento de potenciales espías, la URSS se había convertido en menos de un lustro en potencia atómica pese a que hasta antes de la guerra sus investigaciones en el campo atómico eran mínimas, casi inexistentes. (Los espías en Norteamérica y Europa Occidental siguieron proporcionando información estratégica inclusive días antes que cayera el Muro de Berlín)

Desde 1946 hasta 1953, año de su muerte, Stalin utilizó las armas atómicas como método disuasivo y de negociación, y difícilmente llegó a tener intención de usarlas máxime porque, como dice Davies y en alusión a un alto mando de la jerarquía soviética "sacamos más del enemigo si no las utilizamos", es decir, se confirmaba uno de los efectos que caracterizaron a la Guerra Fría entre ambas potencias.

Tras un breve triunvirato, Nikita Kruschev sucedió a Stalin. No pasaron muchos meses para que este calvo rubicundo e hijo de de campesinos manifestara que utilizaría el armamento nuclear "ante cualquier agresión" de Estados Unidos. Su beligerancia fue tal que, con tal de apaciguarlo, se le invitó a visitar el Medio Oeste norteamericano, en particular el estado de Iowa, el principal productor de granos. Según testigos, el líder ruso se había escandalizado al enterarse que esa región producía más trigo que toda la inmensa URSS y fue a corroborarlo. Obviamente nunca aceptó la realidad pero eso sí, advirtió a periodistas y granjeros "vuestros hijos vivirán bajo el comunismo, no lo olvidéis..." También estuvo en las Naciones Unidas donde hizo un berrinche, se quitó un zapato y lo golpeó con furia contra la mesa. La esperanza, quizá ingenua, de que con Kruschev las cosas cambiarían en la URSS se esfumó cuando el ejército de ese país invadió Hungría y masacró a los manifestantes. Pero el ánimo de la Guerra Fría imperó y el resto del mundo optó por menear la cabeza en desaprobación, pero nada más.

Hubo varios incidentes que amenazaron con calentar la Guerra Fría, entre ellos el piloto Gary Powers cuyo avión fue derribado mientras realizaba labores de espionaje sobre la URSS. Pero la mayor tensión se dio cuando otra nave de reconocimiento detectó la existencia de misiles de mediano alcance en territorio cubano. La primera reunión entre Kruschev y el nuevo presidente John F. Kennedy había tenido una "escandalosa falta de química entre ambos", según su hermano Robert, lo que terminó por desarrollar una mutua antipatía. Con las fotografías en la mano Kennedy anunció en un discurso una "cuarentena" a la isla y que la llegada de cualquier nueva embarcación soviética sería interpretada como acto de guerra. Mientras tanto, las escuelas en todo Estados Unidos instruyeron a sus alumnos a protegerse en refugios y se realizaron varios simulacros. En ningún otro momento estuvo la Guerra Fría de descongelarse. Pero tras varias horas de tensiones Kruschev anunció que retiraría los misiles en intercambio "que se dejara en paz a Cuba y a Fidel Castro".

A partir de entonces la Guerra Fría se abstuvo de más confrontaciones directas. En adelante ambos países se dividieron el planeta como un pastel y en él repartieron sus áreas de influencia. Así, los rusos se enfocaron en África y apoyaron con dinero y armamento a líderes como Nasser en Egipto y compraron la fidelidad de media decena de gobernantes en los recién independizados países africanos aunque también lo hicieron vía Cuba, en Chile y otros movimientos guerrilleros latinoamericanos aunque ahí el éxito fue menor. Por su parte, Estados Unidos acudió más a la política del our son of a bitch, es decir, respaldar y financiar dictadores de derecha en Nicaragua, Ecuador, Panamá, Nicaragua, Guatemala, Paraguay, Chile y Argentina cuyo fin era "detener el avance comunista". Fue una doctrina contraproducente pues los militares cometieron tremendos abusos a los derechos humanos y se ganaron el odio de buena parte de la población. La política del son of a bitch cometió increíbles torpezas, la más grande fue la ejecución del Che Guevara en Bolivia pues con ello se le convirtió en héroe y mártir del comunismo internacional.

La Guerra Fría incluyó varios movimientos de buena voluntad entre los habitantes de ambos países los cuales descubrieron que, pese a la propaganda que habían recibido de sus gobiernos, no se odiaban ni se detestaban y tenían muchas cosas en común. Se realizaron infinidad de intercambios culturales, artísticos, científicos y deportivos, sobre todo en los Juegos Olímpicos, que luego sirvieron de escaparate para presumir la superioridad de unos sobre otros. Así, los rusos manejaron como un "logro histórico" el haber derrotado a la poderosa selección de basquetbol de Estados Unidos en 1972 y más tarde, durante los Juegos de Invierno de Lake Placid en 1980, los norteamericanos convirtieron en héroes nacionales a los jugadores de hockey que inesperadamente derrotaron a los rusos en el partido por las medallas de oro.

Con la llegada de un presidente que había expresado claramente su anticomunismo como Richard Nixon y otro que tenía fama de pragmático, como Leonid Brezhnev, se esperaban malos augurios para la Guerra Fría. Sorprendentemente, los dos lograron un acuerdo en 1972, llamado SALT II, que limitaba el arsenal nuclear de ambas potencias y ordenaba destruir los excedentes. Este hecho dejaba algo en claro: Rusia respetaba al presidente norteamericano que mostraba determinación y se carcajeaba del conciliador. Ello explica que con la mayor desfachatez del mundo las tropas soviéticas invadieran Afganistán una mañana de abril de 1978 y que luego manifestaran, sin tapujos, su apoyo a los sandinistas que buscaban derrocar a Anastasio Somoza en Nicaragua. El presidente James Carter, en efecto no movió un solo dedo y solo reaccionó con prohibir la participación de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Moscú. El Kremlin le regresó la moneda cuatro años más tarde cuando no permitió que ningún país del bloque oriental asistiera a los Juegos de Los Ángeles en represalia por la invasión a la minúscula Grenada. En ambos casos las competencias fueron aburridísimas y carentes de todo interés.

Todavía en 1985 nadie podía prever que la Guerra Fría se aproximaba a su fin. Tras varios dirigentes que morían inesperadamente, se escogió a Mijail Gorbachov, un "joven" del gabinete que contaba con 54 años. Y pese a sus credenciales como "duro y pragmático" cuando fue comisariado, Gorbachov sorprendió al mundo al anunciar medidas que anunciaban mayores libertes "sin apartarse nunca del socialismo". Pero tres años más tarde su fracaso era evidente máxime porque a diferencia de sus antecesores, Gorbachov no permitió que la tropa atacara a los civiles. La diferencia de opinión y las fisuras con sus aliados se agudizaron lo cual dividió más al Pacto de Varsovia y sus gobernantes títeres fueron cayendo al no tener ya el respaldo de Moscú. En la mayoría de las veces la transición fue pacífica; en otras como en Rumania, se ejecutó al matrimonio de sátrapas Ceaceuscu y en Yugoslavia resurgieron añejas diferencias raciales y religiosas entre serbios y croatas que desembocaron en una sangrienta guerra civil.

Pero la Guerra Fría llegó formalmente a su fin el 9 de noviembre de 1989 cuando Gorbachov ordenó detener al sátrapa alemán Erich Honecker y de paso abrir el Muro de Berlín. Los acontecimientos siguientes ocurrieron a velocidad vertiginosa: seis meses después la República Democrática Alemana dejaba de existir y tres meses más tarde la bandera de la URSS fue izada por última vez; se retomó el nombre de Rusia, la bandera de la época zarista y los restos de la familia Romanov fueron inhumados con todos los honores. Algunas repúblicas aprovecharon el momento para manifestar su independencia dado que tenían poco o nada en común con la Rusia central. En algunos casos, como Armenia y Chechenia, la disidencia independentista fue acallada con sangre.

                                                                                     ***

A la distancia de los hechos queda claro que la Guerra Fría tuvo algunos puntos positivos. En primer lugar, el enemigo estaba claramente identificado, a diferencia de hoy donde los grupos de choque, ya sean terroristas, redes de narcotráfico o fundamentalistas religiosos son difíciles de detectar y actúan inesperadamente. Ninguno de ellos, por cierto, sería invitado a competencias deportivas o de ajedrez para mostrar la superioridad ni se realizarían trabajos conjuntos en el espacio exterior. Se podía hablar de temas delicados con el enemigo pero jamás se esperaba que hubiera una reacción violenta o que el anfitrión secuestrara al visitante. Como bien dijo el analista John Cormack hace algunos años en un texto publicado en The Wall Street Journal: "Cuando estaba en su momento más álgido la crisis de los misiles solo tuve que mostrar mi identificación y mo boleto para abordar un avión; hoy tengo que quitarme los zapatos y convencer a los agentes que no soy un terrorista. Con todo y que en 1962 estuvimos a centímetros de una guerra nuclear, no éramos tan paranoicos como ahora..."

En 1985 un avión 747 de Korean Air Lines fue derribado por un MiG ruso. El piloto habló con la prensa, lamentó la muerte de los pasajeros y dijo que él sólo "obedecía órdenes". Años más tarde el piloto aceptó que desde entonces no podía quitarse esa culpa de su conciencia. Imposible escuchar algo semejante de un militante de Al Kaheda, por ejemplo. "Puede sonarnos paradójico pero el hecho es que con la Guerra Fría el mundo comenzó a portarse más civilizadamente", escribió el columnista Jonathan Last, "es cierto, hubo mucha brutalidad, murieron muchos inocentes, abundaron las traiciones y el doble discurso. Pero por primera vez se logró un balance entre el arsenal de defensa de las potencias que obligó a todos a no cruzar una peligrosa línea de agresión. La guerra propagandística iba ganando terreno a la guerra por la vía violenta que proponía el Che Guevara al darse la caída del Muro. Cuando existen dos enemigos claros y visibles, te alineas con uno o con el otro, pero ahora en que solo hay una superpotencia, los violentos buscan que todos se unan contra ella".

Algunos expertos en política exterior señalan que en los próximos años será China quien tome el sitio que dejó la URSS como potencia retadora del poderío estadounidense con lo cual podría restablecerse una Guerra Fría de la que ambos puedan sacar provecho. No sería una guerra con ímpetus violentos pero sí una que logre influir y controlar los conflictos que se avecinan este siglo, entre ellos la presencia cada vez mayor de musulmanes en Europa y de la que se pronostica hará que Holanda sea, en el 2025, el primer país con población mayoritariamente musulmán del viejo continente. "La Guerra Fría era una especie de referí invisible. La ausencia de referís o reglas nunca es ni será conveniente o recomendable", concluye Last.

 

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1 comentarios

peke88leo escribe 13.05.12

En momentos parece que el mundo se está olvidando del horror que representó el experimento marcista-soviético en el mundo por ello es importante remarcarlos del mismo que se hace con las aberraciones del nazi fascismo, ninguno de estos sistemas era bueno y cobraron millones de vidas humanas.

 

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