Osmar Luis Bondoni

 


PAPELES DEL HOMBRE VIEJO 

          

             Selección y comentario de Ilda Delgado 
para Fijando Vértigos
  
                      

                                                                  

  

 -¿El hombre viejo? Ah, sí, era medio raro, vea. Un otoño le pregunté por qué no barría las hojas secas de su jardín y me contestó que para no entorpecer la eternidad. ¿Usted lo entiende?

 
 
Tan pequeña y tan frágil, ratona, tu canto pegado con alfileres al calor del atardecer.


  Esas mañanas brillantes del otoño en que uno mira entre los pastitos y descubre que Dios cabe en un macachín.

 
 Algunas mañanas en que me levanto triste (tristeza de ser, nomás), tomo un trozo de pan, lo desmenuzo, salgo al parquecito de mi casa y les doy de comer a los pájaros.
 Van bajando desde los árboles vecinos y los observo, cada uno fiel a su idiosincrasia: el martilleo tenaz de la torcaza; la rapiña del benteveo, ladrón aún en ámbitos permisivos; los gorriones, armonizando avaricia con cautela; la arrogancia del zorzal, que accede finalmente a tomar una miga, dos a lo sumo; hornero y jilguero no son de la partida: el primero pavonea su marcialidad en el caminito, y el jilguero mira a todos como diciendo “qué saben ustedes lo que es bueno”, y corre tras sus moscas.  
 Cuando se acaban las migas, los pájaros se van. Y también la tristeza.

                                                   A Adriana y Claudio, 
                                                                  con Rocío y Martín

                                                                                                           
SAPUKAY

   Visito a familiares en el campo y salgo a caminar en los atardeceres. Cuando la llana inmensidad me abraza, invariablemente me acuerdo de mis amigos muertos. Mis amigos maravillosos, los cazadores de chispas. Estoy así queriéndolos buen rato, mientras camino. Luego caigo en la cuenta de que yo, a mis setenta y cinco, todavía estoy aquí, que puedo asumir un otoño, una cantata, un verso, una piel, un borgoña. Entonces miro a mi alrededor y, si estoy solo, grito.

 
 Entre las glicinas, dos mariposas copulan para perpetuar la gracia.

 
Había una nube inmensa, gris en el centro; había unas golondrinas suspendidas en el cielo; había sonando un violoncello en rondó; había un aire surero purísimo; había mi árbol y yo a su amparo; había chicharras, margaritas, un zorzal. Y era todo lo mismo.

 


 

       
Carolina Rodríguez y Osmar L. Bondoni

O L Bondoni y Jorge Ariel Madrazo

 

 

Papeles del hombre viejo de Osmar Luis Bondoni  (Buenos Aires, Edic. Cinco, 88 pág. 1ª edición) Mención de Honor del Fondo Nacional de las Artes

Portada: Ilustración  de “La práctica y ciencia del dibujo” de Harold Speed.

Presentación:  Previa: “Grupo Presencias”
                    Oficial: “A. P. O. A.“
Sobre tal: Jorge Ariel Madrazo
Desde la Memoria, con afecto, y la solvencia que lo caracteriza.

Carolina Rodríguez
Desde el estudio minucioso de los textos, su intencionalidad, y el factor que destaca la unión hombre-obra como visión totalizadora.

Daniel Grad
Impecable en la transferencia poética del escrito.  


 

                                       "... Estoy penetrada de rayos, sujeta de grillos y silbos
                                              de pájaros, como un cuarto que se abre a un jardín.”

                                                                                                               Colette

Estos escritos tienen destino de Libro de Cabecera.
Al abrirlo, tal como el Hombre Viejo dispuso en un Prólogo esencial, nuestro entorno se llenará “... de grillos y silbos de pájaros, como un cuarto que se abre a un jardín."
Vergel presente y omnipresente en el decir del hombre que escribe sobre su compromiso de hacerse cargo de la Belleza y del canto que dignifican al Ser que nos trasciende.
“Vivir en Poesía, en la sacralidad de la Poesía”.
Palabras del autor en boca del Maestro que -como tal- cumple su vocación de Faro.
Bondoni ejerce el sentido ético de la Amistad. He aquí un libro donde el agradecimiento es un constante homenaje a los seres que dejaron en él su sello para siempre.
Música. Color. Amorosa poética de la palabra...
El escritor ofrece sus semblanzas y nos brinda la oportunidad de compartir los secretos de las pequeñas y maravillosas verdades de la vida: “Dios cabe en un macachín”.
Epifanías desde los murmullos del jardín. Y ochenta y ocho vuelos de golondrinas sabias.
Goce para nosotros, lectores de un libro de imprescindible pura Poesía.

                                                                                    Ilda Delgado

Desde Santa María de los Buenos Aires, en  el mes de junio del año 2006                                                                         

 

  Ilda Delgado: Nació en Córdoba, y vive en Buenos Aires, Argentina. Ha publicado poemas y cuentos. Forma parte del “Grupo Presencias”, coordinando junto a ellos el Café Literario del mismo nombre.
mipoiesis@hotmail.com

Fotos Víctor N. P. Berbari


 

 

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