Saturno es el planeta más lejano de los conocidos en tiempos antiguos, ya que es el último de los visibles sin instrumentos ópticos. Más allá de Saturno no se conocían otros astros que las estrellas, hasta que en 1781 William Herschel descubrió casualmente Urano. Para Galileo, el primer hombre que lo contempló a través de un telescopio, Saturno era triple: creyó ver en él a tres astros juntos, falsa interpretación de la imagen imperfecta del planeta rodeado de sus anillos.
Reconocerlo en el firmamento resulta fácil. Saturno
tiene una luminosidad que oscila entre la magnitud cero y la primera, con lo
cual se sitúa entre las estrellas más brillantes; tan solo Sirius y Canopus lo
superan en brillo. A través de unos prismáticos se advierte ya que está rodeado
por los anillos o, cuando menos, se ve con un aspecto ovalado, siendo precisa
muy poca potencia más para distinguir la sombra que proyectan los anillos sobre
el globo del planeta y la sombra de este sobre aquellos. Asimismo, su satélite
principal, Titán, es también visible con cualquier telescopio, aunque sea
modesto.
Saturno orbita en torno al Sol cada 29 años a una
distancia media de más de 1 400 millones de kilómetros. Como Júpiter, su
hermano mayor, tiene una rotación muy rápida, del orden de las 10 horas y media.
Características:
La
atmósfera nubosa de Saturno es similar a la de Júpiter, aunque más fría, con formaciones
paralelas al ecuador. Sin embargo, en Saturno se contrastan mucho menos que en Júpiter,
de modo que su visión resulta a veces difícil con telescopios de tipo medio.
Tampoco se producen fenómenos espectaculares como la Mancha Roja u otras
manchas o derivaciones de las bandas que son habituales en Júpiter; tan sólo de
vez en cuando hay en Saturno algunas manchas oscuras o claras que permanecen
visibles durante una temporada y que parecen ser fenómenos ciclónicos. Ocasionalmente
aparece una de estas manchas, de cierta relevancia, alcanzando una brillantez
que sobresale del tono promedio del globo; se expande rápidamente al tiempo que
se desplaza en sentido paralelo al ecuador para disgregarse a continuación. Cerca
del ecuador, la velocidad del viento alcanza los 1 800 km/h, siendo mayor que
en ningún otro planeta.
Bajo las nubes hay un interior de hidrógeno y helio
líquidos, así como otros compuestos en menor proporción (amoniaco, metano,
etano, acetileno, metilacetileno, propano, etc.). Posee un núcleo rocoso. La densidad
media de Saturno es apenas un 70 % de la del agua, la más baja de todos los planetas.
Combinada con su rápida rotación, esta baja densidad le da una forma altamente
elíptica, siendo su diámetro ecuatorial 12 000 km mayor que su diámetro polar. Mide
120 536 km de diámetro ecuatorial (108 000 km de diámetro polar, debido al
achatamiento).
Sin duda el extraordinario sistema de anillos es lo que ha dado a Saturno su popularidad. Cualquier persona, por desvinculada que esté de la astronomía, sabe que hay un planeta con anillos. Y cualquier persona que haya tenido ocasión de ver diversos astros a través de un telescopio, recordará indefectiblemente la imagen de Saturno.
Los
anillos son acumulaciones de partículas que giran en torno al planeta ocupando
una amplia zona en el plano ecuatorial. Cada partícula, independientemente, se
mueve por el espacio como si se tratara de un satélite, siendo la suma de
partículas la que ofrece la apariencia de todo un cuerpo solidario y uniforme,
con zonas de diferente densidad que suelen ser designadas como anillos
indistintos. Globalmente, el conjunto de anillos llega hasta 275 000 kilómetros
del centro de Saturno y tiene un espesor máximo de sólo 15-20 kilómetros.
Durante muchos años se creyó que Saturno tenía tres
anillos, todos ellos concéntricos y situados en un mismo plano. Esta
diferenciación venía dada por las distintas intensidades con que se observan.
El anillo denominado A, el más externo, tiene una pequeña división en su
interior, que recibe el nombre de su descubridor: Encke. El anillo B, o
interior, es el más brillante y ancho; entre ese y el anillo A está la división
de Cassini que, con sus 4 500 km de anchura, es bien perceptible con
telescopios de aficionado. Y en el interior, se encuentra el tercer anillo, el
anillo C o “de crespón”, más tenue que los otros, tanto, que se transparenta el
globo del planeta.
Con el
envió de las sonda automáticas (Pionner y Voyager, 1979 y 1980)
los avances en el conocimiento de los anillos de Saturno se sucedieron con
rapidez. Fueron descubiertos los anillos E, F y G aunque, en realidad, debiera
decirse que se hallaron infinidad de anillos, porque las imágenes transmitidas
revelan que cada uno está compuesto por centenares o miles de finos anillos a
los que pueden calificarse de alineaciones orbitales de corpúsculos.
Comparativamente, y de acuerdo con tales datos, los
anillos de Saturno son como una fina lámina de papel que, cuando se sitúa de
canto, resulta imperceptible desde la Tierra. En efecto, ningún telescopio
terrestre es capaz de detectar un grosor de 15 km ubicado a la distancia de
Saturno. Por ello, cada catorce años y medio los anillos desaparecen
literalmente al situarse la Tierra en su mismo plano. En cambio, a los siete
años, los anillos se ven con su máxima abertura, ligeramente mayor que el disco
del planeta. En su inclinación máxima, los anillos están ladeados hacia nosotros
unos 27º.
Satélites de Saturno:
Saturno tiene 21 lunas conocidas.
La mayor es Titán, con 5 150 km de diámetro. Es la
segunda luna por tamaño del Sistema Solar (después de Ganímedes de Júpiter) y
la única con una atmósfera sustancial. Tiene magnitud 8 y es posible verla con
un pequeño telescopio mientras describe su órbita que tarda 16 días en completarse.
Se mueve con cierta rapidez de un lado a otro de Saturno. Es el único satélite
de todo el Sistema Solar que tiene una atmósfera respetable; tan respetable que
incluso es más densa que la Tierra. En su composición, el 90 % es nitrógeno, y
luego hay metano, argón, hidrógeno e hidrocarburos (etano, propano, etileno,
etc). La disposición de estos componentes es tal que a una altitud de 250 km
hay permanentemente un estrato en forma de neblina anaranjada que impide ver lo
que sucede en las capas bajas y en la superficie. Este estrato es el responsable
de la tonalidad rojiza que caracteriza a Titán.
A pesar de ello se sabe –o, al menos, se supone-
que la superficie es un océano de etano (75 %), metano (20 %) y nitrógeno,
elementos todos ellos en estado líquido, con nubes, precipitaciones y fuertes
tormentas eléctricas a una temperatura ambiente de unos –150º C. Dado que también
se han detectado moléculas orgánicas (dióxido y monóxido de carbono), se
establece un cierto paralelismo en las condiciones ambientales que reinan en Titán
y las que existieron en la Tierra en los comienzos de la evolución biológica. Actualmente
viaja hacia Titán la primera sonda automática para explorarlo de cerca.
De todas
las lunas, además de Titan, tan sólo Mimas y Enceladus pueden ser observados
con telescopios de aficionado. Porque del conjunto de satélites conocidos de
Saturno (21 en 1998) sólo nueve son perceptibles con cierta facilidad -Tethys,
Dione, Rhea, Titán, Hyperion, Iapetus (inusual por ser cuatro veces más tenue
cuando está en un lado de Saturno que cuando está en el otro, porque tiene un
hemisferio oscuro y otro claro), Phoebe y los dos mencionados-. Las demás lunas
con nombre propio son Prometeo, Pan, Janus, Pandora, Epimeteo, Atlas, Helena y
Telesto.; los demás son, simplemente, cuerpos sin atmósfera repletos de
cráteres.
Por otro lado, y como se puede comprender después de
todo lo apuntado, las órbitas de las lunas más internas están comprendidas entre
los anillos. Pan describe su órbita en la División Encke, en la parte más
externa del anillo A de Saturno. La siguiente luna, Atlas, describe su órbita
en el borde del anillo A, en tanto que Prometeo y Pandora lo hacen a cada lado
del anillo F. Algunas lunas comparten de hecho la misma órbita.
Asimismo, la zona externa de todo el sistema de
anillos llega mucho más allá que las órbitas de algunos de los satélites de
Saturno. El satélite Mimas se halla entre los anillos G y E, y el satélite
Enceladus está totalmente inmerso en el anillo E. Otros satélites, como Janus y
Epimeteo, se hallan próximos al anillo F, en tanto que otros tres, menores,
prácticamente pueden ser considerados “grandes corpúsculos” del anillo F porque
están junto a él.