A pesar de que Venus es el astro más luminoso del
firmamento, después de la Luna, con una magnitud de -4,4, no ha
comenzado a conocerse hasta hace muy pocos años cuando llegaron allí las sondas
Venera enviadas por Rusia. Las primeras Venera que entraron en su
atmósfera ni siquiera llegaron enteras a la superficie; fue como si se hubieran
ido al infierno, y su señal se apagó antes de que sus restos se estrellaran
contra la superficie.
No dejaba de ser paradójico que el planeta más
cercano a la Tierra fuera absolutamente desconocido cuando el hombre disponía
ya de mucha más información de todo los demás astros de nuestro sistema y de
los más lejanos cuerpos del Universo (anteriormente, en el siglo XVIII, su
estudio se había centrado exclusivamente en determinar la distancia Tierra-Sol
que en aquella época todavía era incierta, cifrándose en 153 303 900 Km -actualmente
se sabe que es de 149 597 870 km-). Gracias a las Venera rusas y a la
sonda Pioneer de Estados Unidos disponemos hoy de una gran parte de la
información existente acerca de Venus.
Características:
Venus tiene un tamaño algo menor al de la Tierra
(12 100 Km frente a 12 756 Km); por otra parte, se halla más cerca del Sol que
nuestro planeta y está constantemente cubierto de nubes. Todos estos elementos
hacen que su poder reflectante de luz solar sea muy elevado (el 76 % de la luz
que recibe). Por otra parte, es el astro que más se acerca a la Tierra después
de la Luna (38 000 000 de Km), y es por tanto, nuestro más inmediato vecino.
La
combinación del movimiento de la Tierra en torno al Sol y el de Venus, en el
que emplea menos días (sólo 225), hacen que veamos a este planeta
alternativamente a un lado y otro del Sol durante un periodo de tiempo de ocho
meses de promedio. En consecuencia, Venus es visible durante bastante tiempo al
atardecer en dirección a poniente o bien, por la madrugada, antes del orto
solar, en dirección a oriente. Tal es el motivo por el que popularmente es
conocido como “estrella de la tarde” o “estrella de la mañana”. Incluso en los
días de su máxima luminosidad, Venus puede verse a simple vista a pleno Sol si
se conoce su posición.
Por su carácter de planeta interior, Venus también
tiene fases como Mercurio, fases que ya pueden distinguirse con unos
prismáticos. Naturalmente, las mayores dificultades en su observación se dan
cuando está en su menor elongación, ya que la proximidad del Sol nos deslumbra.
Precisamente cuando Venus está en fase de “lleno” (disco totalmente iluminado),
que es cuando mejor lo estudiaríamos, se encuentra a la máxima lejanía de la
Tierra, con el Sol de por medio, de modo similar a como ocurre con Mercurio; en
estas circunstancias, el diámetro aparente de Venus es de sólo 10”. Sin
embargo, cuando más próximo está de nosotros, con un diámetro aparente
considerable (66”), es cuando se encuentra en fase de “nuevo”, es decir, a
contraluz del Sol. En consecuencia, podemos deducir de esto, que las mejores
épocas para su visión telescópica son los cuartos que se corresponden,
aproximadamente, con sus mayores elongaciones, presentando un diámetro aparente
de unos 24”.
Si el plano de la órbita de Venus fuera igual que
el de la Tierra, en cada conjunción inferior (cuando el planeta coincide
con el Sol, estando cerca de la Tierra), lo veríamos pasar ante el disco solar.
Pero, al igual que Mercurio, Venus tiene una órbita con un plano ligeramente
inclinado con respecto al nuestro, siendo esta la causa de que sólo de vez en
cuando la Tierra, Venus y el Sol formen una línea recta. Debido a la mayor
amplitud del movimiento orbital, los pasos de Venus ante el Sol son menos
frecuentes que los de Mercurio, haciéndolo cada 8, 121.5, 8 y 105.5 años. Su
próximo paso será el 7 de junio del año 2002 y el 5 de junio del 2012.
A través
del telescopio, Venus no ofrece muchos más detalles que Mercurio. Su superficie
aparece blanca, con sólo unas ligerísimas sombras en forma de Y horizontal, con
respecto al ecuador. Esta carencia de detalles visibles, a pesar de ser un
astro tan próximo, se debe a que en torno al planeta hay una atmósfera con una
permanente presencia de nubes. Tanto es así que hasta hace muy poco tiempo no
se ha conocido el verdadero periodo de rotación del planeta, en cuya valoración
los astrónomos no se ponían de acuerdo. Hoy se sabe que la alta atmósfera de
Venus gira en sentido contrario al de la Tierra –sentido retrógrado- a
razón de una vuelta cada cuatro días y que la superficie lo hace cada 243 días.
Esta enorme diferencia es la causa por la que permanentemente se producen en
Venus fortísimos vientos, con velocidades del orden de 100 m por segundo a una
altitud de 50 Km y de entre cinco y diez metros por segundo en la superficie. Como
el propio planeta las nubes giran de este a oeste.
Venus, por tanto, está envuelta en nubes de ácido
sulfúrico que se encuentran a 50-70 km por encima de su superficie. Bajo las
nubes, la atmósfera se compone en un 96 % de dióxido de carbono; el 4 %
restante se reparte entre nitrógeno, monóxido de carbono, oxígeno molecular y
otros elementos, entre los que se encuentran el ácido sulfúrico y el agua en
una ínfima cantidad. Esta proporción tan dispar genera un espectacular efecto
invernadero. La luz visible del Sol atraviesa la atmósfera del planeta y
calienta su superficie. Acto seguido, la superficie emite el calor como radiación
infrarroja invisible, pero los gases de la atmósfera, el CO2, evitan
que parte de esta radiación escape directamente hacia el espacio, causando un
aumento de la temperatura. En el caso de la Tierra, donde el CO2 apenas
supone una pequeña fracción de la atmósfera, el efecto invernadero incrementa
la temperatura en unos 35º C. En Venus, como ya se ha comentado, con una atmósfera
formada casi exclusivamente por CO2, el aumento de temperatura
causado por dicho efecto es de nada menos que 500º C, lo que da como resultado
464º C de temperatura media. Asimismo y contrariamente a la Tierra, la temperatura
de Venus difiere apenas en unos pocos grados entre el ecuador y los polos.
Las pocas imágenes que nos han llegado de su
paisaje revelan un aspecto desértico. La mayor parte de la superficie de Venus está
cubierta de llanuras onduladas que están salpicadas de montañas y cráteres
formados por la acción volcánica y los impactos de meteoritos, de hasta 300 km
de diámetro. También hay dos regiones principales de tierras altas: Aphrodite Terra
cerca del ecuador, que tiene más de la mitad de la superficie de África; e
Ishtar Terra en el extremo norte con el tamaño aproximado de Australia. Ishtar
contiene el punto más alto de Venus, en los montes Maxwell, con sus 11 Km. También
se conocen signos de coladas de lava recientes, lo que indica que Venus puede
ser volcánicamente activo. Debido a su elevada temperatura superficial, toda su
agua se ha evaporado.
Venus no tiene lunas conocidas.