la tierra era fértil, los hombres cultivaban gustosamente y las mujeres hacían alegres los quehaceres del hogar, las casas estaban bien distribuidas, la gente iba y venía felizmente, tanto los niños como los ancianos.
Al ver al pescador, un anciano que vivía en el jardín de los melocotoneros queda sorprendido y le pregunta de dónde viene. Al oír sus explicaciones, invita al pescador a su casa para darle la bienvenida con carne de pollo y vino sabroso. Los campesinos invitaron al pescador a tomar con ellos algo de licor y a probar unos manjares muy sabrosos. Le contaron que habían venido a vivir allí huyendo de la guerra y que ya llevaban establecidos en el lugar varios cientos de años, por lo que desconocían lo que pasaba en el mundo fuera de la cueva. El pescador pasó algunos días allí, y al despedirse de ellos le pidieron que no dijese nada a nadie de lo que había visto allí.