AMULETOS



DÍAS
PARA
SUPERSTICIÓN

 

 

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Supersticiones

El gato negro

    En la edad Media este animal simbolizaba el demonio, que acompañaba siempre a las brujas para recordarles su pacto con  las fuerzas del mal. La tradición asegura que ver un gato negro trae muy mala suerte, sobre todo se nos cruza de derecha a izquierda. Pero es positivo si nos adelanta o tiene la más mínima mancha blanca.
    También se cree que este animal es el único capaz de detectar a los fantasmas y espíritus que puedan habitar en una casa.
    Esto no lo piensan los aficionados a la lotería. Muchos de ellos suelen pasar su billete por el lomo de un gato negro para atraer la buena suerte . Por ello son muchas las administraciones de este país que cuentan con la compañía de este oscuro animal.

El pan boca abajo

    Representa un malísimo augurio, al significar una ofensa a la dignidad del cuerpo de Cristo. Asimismo, cuando éste cae al suelo es costumbre besarlo y hacerle tres cruces con el fin de alejar las desgracias.

Pasar bajo una escalera

    Esta superstición proviene del triángulo mortal que formaba la escalera que bajó a Jesucristo de la cruz y el muro donde se apoyaba.Otra hipótesis es que antiguamente debido a la altura que solía tener el patíbulo, había que usar una escalera de mano para colocar la soga en la posición correcta, así como para retirar después el cadáver del reo. Cualquiera que pasara por debajo de la escalera corría el peligro de encontrarse con el muerto. Hay que evitar formar ese triangulo porque allí habitarán el demonio y la muerte. Pasar por debajo de una escalera da mala suerte: elimina toda la posibilidad de casarse durante ese año.
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
    Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero.

Verter la sal

    La sal simboliza la alianza del hombre con la divinidad. Por ello verterla es señal de malos augurios, acto que realizó Judas el apóstol durante la Ultima Cena. La desgracia puede neutralizarse, arrojando tres veces unas pizcas de sal por encima del hombro izquierdo.

Encender tres cigarrillos

    Se dice que da muy mala suerte encender tres cigarrillos con la misma llama. Esta creencia nación en las trincheras, cuando el enemigo podía ver la llama en la noche: el primer cigarrillo alertaba al tirador, con el segundo apuntaba y al tercero disparaba.
    También acarrea mala fortuna encender un cigarrillo por el lado equivocado.

Romper un espejo

   Romper un espejo da 7 años de mala suerte. Esta creencia es común en todo Occidente cristiano, se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte.  Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
    El arte de la adivinación por medio del espejo se llama catoptromancia y se realiza mediante una persona  que se mira fijamente hasta quedar hipnotizada, momento en el cual se le hacen todo tipo de preguntas.  Originario de Persia es uno de los sistemas de adivinación más antiguos.

Numero trece

    La maldad del número trece está ligada al Nuevo Testamento: fueron trece los comensales de la Última Cena, cuando Cristo fue traicionado.
   El temor que suscita este número hace que en numerosos hoteles no exista este número de habitación. En Inglaterra hay calles que carecen de éste número.
    El origen del martes como día fatídico se debe a su asociación  con el Dios de la Guerra que implica muerte. En los países latinos, el día de la mala suerte es el martes y trece, mientras que en los anglosajones y eslavos lo es el viernes y  trece. Francia también teme a los viernes y trece. 
    El viernes es el día de la crucifixión y de Venus,  la Diosa del Amor que incita al pecado y a la tentación desenfrenada. En viernes murió Jesucristo y también se ahorcó Judas.

Mal de ojo 

    Consiste en el influjo que una persona malintencionada o envidiosa ejerce sobre otra, de manera que el receptor, o aojado, enferma.
    Posiblemente el origen se remonte a la sospecha de que personas dedicadas a la brujería que tuvieran alguna característica específica en los ojos eran capaces de provocar desgracias, enfermedades, e incluso la muere a aquellos a quienes miraban. En cualquier caso, de todos los órganos del cuerpo, el ojo ha ejercido siempre un poderoso atractivo como fuente de toda especie de supersticiones, tanto por el poder de la mirada, como por poseer alguna malformación, o  debido a su forma o color.
    El mal de ojo se relaciona también con la creencia de que mirar a alguien que tenga lo blanco del ojo muy grande trae mala suerte, así como ser mirado por alguien con nubes, cataratas u opacidades, o simplemente ser motivo de envidia por alguien que mira a su víctima con "malos ojos" o malas intenciones, es motivo de desgracias. 
    Popularmente se considera que las víctimas más propicias del mal de ojo son los niños pequeños, aunque los mayores y adultos no están exentos de padecerlo. En los primeros se manifiesta con llantos prolongados, enfermedades recurrentes o inquietud inexplicable; en los mayores, por una serie de infortunios y desatinos, así como de un desasosiego generalizado.
    Para contrarrestar el mal de ojo, muchas culturas recurren al uso de talismanes o amuletos que pueden ir desde portar medallas con imágenes religiosas, hierbas , semillas ("el ojo de venado" en México) y ajos, hasta trozos de cuerno, objetos de oro y plata , e incluso, herraduras. Entre los conjuros para alejar la maldición se encuentra el acto de cerrar el puño de la mano, colocar el pulgar entre los dedos índice y corazón ( a la manera de las figas brasileñas)y pronunciar las palabras taf tafio anaquendavit.

Gafismo

    La existencia de personas "gafes" (en italiano al gafismo se le denomina jettatura y al individuo gafe jettatore -que echa el mal de ojo-) es, naturalmente, una consecuencia del "mal de ojo".
    El clásico gafe es una persona normal y corriente que, o al menos algunos, lleva consigo la mala suerte, pero no para sí sino para los demás. Cuando un gafe se acerca a una mesa de juego suele haber una desbandada general de los jugadores.
    Todo esto, naturalmente, entra sólo en el terreno de las supersticiones y, sin embargo, cualquiera puede observar, y sin duda conocerá una o varias personas "gafe".
    Si un gafe entra a formar parte de una sociedad, la misma quebrará sin tardar mucho; si viaja en tren, éste descarrilará; si mira un billete de lotería, no saldrá premiado.
Para contrarrestar el gafismo, cosa siempre difícil, es preciso tocar madera o efectuar el signo contra el mal de ojo, siempre que el gafe se acerque a un individuo.
    Es indudable que el gafismo, no es más que una superstición, pero existen tantas pruebas del mismo, son tantos, ya no los ejemplos, sino los casos ocurridos, que cabe preguntarse: ¿es realmente una superstición?
Es posible que un individuo envíe radiaciones "negativas" desde su cerebro, consciente o inconsciente, y esto sería la explicación a su gafismo. También la mala voluntad de una persona hacia otra puede lograr que la primera envíe a la segunda esa clase de radiaciones negativas, con lo que, al menos individualmente, se habrá cumplido el gafismo.
Es decir, el gafismo es lo opuesto a los amuletos y talismanes y, a  veces, según dicen quienes creen en esa superstición, es más fuerte el gafismo que el amuleto que puede servir como antídoto de aquél.

Aguja de coser

   Esta es una superstición curiosa en la que suelen creer y por ello la divulgan, muchas amas de casa. Se trata de hacer que cuando recibes una visita inoportuna, pesada, de esas que no saben o no quieren entender las indirectas para que se vayan; se haría lo siguiente: se intenta colocar una aguja de coser debajo de la silla de la visita. Evidentemente no del modo que pueda pincharse, pero solo con colocarla inofensivamente sobre la superficie del asiento basta para que el invitado pesado o el gorrón que se auto invita empiecen a sentirse incómodos y piensen por fin en marcharse.

Albahaca

    En algunos lugares recibir como regalo una planta de albahaca, se entendía como de mal agüero y se rechazaba, y solo se perdonaba a quien había hecho el regalo, si demostraba que lo hacia sin mala fe. Esto puede que se explique por una antigua tradición que venia a decir: que quien quisiera demostrar o hacer publico su odio hacia otra persona le ofrecía un ramillete de esta planta.

Arañas

     Se ha tejido un autentico entramado de supersticiones en torno a la araña, todo esto ha dado lugar incluso a un refrán que dice así: "vista por la mañana mala semana; a medio día alegría" hace referencia al dicho al encontrar una araña según la hora del día seria el augurio. Encontrarse con una araña en el momento en el que teje su tela, debe ser visto como un aviso de que alguien urde algún plan, trampa o engaño contra el. Así, también, si se las descubre hilando hacia abajo, hacia el suelo, podrá entenderse que anuncia una cantidad de dinero en las arcas propias. También, y citando un refrán castellano, "araña que por su hilo hacia ti cae bien te trae". Y se refiere a que si se ve una araña que desciende por su hilo hacia alguien será aviso de gran fortuna económica. 

El búho

     Es un ave benigna pues se alimenta de roedores pero quiere la superstición atribuirles un carácter negativo por el simple hecho de hacer su vida de noche, en las horas oscuras, las mas propicias para la propagación del mal. El búho también es el eterno acompañante de magas y brujos; dicen que su pico pulverizado y amasado o disuelto en determinados líquidos formaba parte de numerosos bebedizos  y pócimas para uso en hechizos o encantamientos. Si el búho entra en la casa por la chimenea anuncia la llegada de desgracias.

Calcetines

     Quien se calce calcetines de distinto par sufrirá una sorpresa desagradable a lo largo del día y aquel que al descalzarse descubra en sus calcetines un agujero deberá temer también la mala suerte esta vez en forma económica. 

El color amarillo

    La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla.
   En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios. A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos.
    El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.
    Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abominan también el color amarillo. Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
   Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Jockey masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color.

El Alfiler

    Llevar clavado en la chaqueta o en el pantalón un alfiler da buena suerte al jugador y el que quita el primer alfiler del velo de una novia se casará pronto. 
    Para hacer desaparecer las verrugas, hay que tocarlas nueve veces con alfiler nuevo y después tirarlo por encima del hombro izquierdo, o bien poner en tierra un alfiler y esperar a que se oxide. Entonces la verruga desaparece. 
    Si al andar por casa se ve un alfiler en el suelo, no hay que recogerlo en el caso de que su punta se dirija hacia uno, porque da mala suerte. Cuando es la cabeza del alfiler la que nos apunta, la buena suerte nos sonreirá.    Como en todos los objetos con punta, hay que pinchar levemente al que recibe un alfiler para que no se pierda la amistad. Si se ponen alfileres en los zapatos y se pisan al andar, se olvidan los amores desgraciados. Una de las formas de convertirse en bruja era recibir de otra un objeto, que solía ser un alfiletero.
    De un regreso de un funeral, hay que clavar un alfiler en la puerta por la que se ha sacado el cadáver para protegerse del diablo. Durante mucho tiempo se creyó también que para que un difunto no viniera a turbar a los vivos, había que prenderle un alfiler en el sudario. Ese alfiler tenía el poder de proteger contra el miedo, pero si se usaba para trabajos de costura, atraía a la huesuda con su guadaña.
Siempre hay que cobrar un precio simbólico cuando se regala un objeto que lleve incorporado un alfiler, de este modo se contrarresta la mala suerte. 
    Los alfileres son una protección eficaz contra las brujas cuando están pinchadas en las jambas de las puertas o metidas en una botella escondida bajo el umbral.
    Existe una tradición muy extendida de echar alfileres a los pozos de las fuentes al mismo tiempo que se pide un deseo. A veces se pinchan también las imágenes de los santos a los que se pide su intercesión. La corona de la novia iba fijada  con una serie de alfileres, que al final de la boda eran distribuidas entre las solteras y permitían que contrajeran matrimonio durante ese año. 
    En un barco, nadie puede llevar un alfiler porque su presencia provoca una vía de agua o desgarra las redes de pesca. 
    n la festividad de San Antonio de Padua (13 de Junio), las jóvenes casaderas y creyentes han de ir a la iglesia y cambiar un alfiler nuevo por otro clavado entre las ropas del santo para encontrar marido en el plazo de un año.

Los clavos

    Encontrar un clavo en el camino da buena suerte. Hay que recogerlo y conservarlo. Como todo objeto puntiagudo, contrarresta las fuerzas maléficas y los malos espíritus.  Se puede llevar como amuleto en el bolsillo derecho o clavarlo en el marco de la puerta de la cocina, del lado de la cerradura a la altura de los ojos, observando el rito siguiente: se da un primer golpe de martillo mientras se dice: "Un martillazo para la salud, un martillazo para el amor, un martillazo para el dinero".
    En la antigua Roma, en los idus de septiembre, el más alto magistrado del estado metía un clavo llamado clavo annalis en la pared lateral del templo de Júpiter Capitolino. Este rito servía para poner fin a calamidades, para neutralizar encantamientos y sortilegios, y predeterminar buenos auspicios para el siguiente. 
    Ya en la edad Media, los clavos fijados en la puertas de las casas protegían a sus habitantes y a los animales domésticos.  Colocados en las puertas de las habitaciones, impedían las pesadillas, sobre todo los clavos procedentes de un ataúd. Un clavo, cuanto más herrumbroso, mejor protege. 
    Con ayuda de los clavos se puede hacer también un encantamiento amoroso. Para lograr el amor de una persona, hay que derramar en el vestíbulo de su casa un frasco de aceite en el que haya metido un puñado de sal y tres clavos de hierro atados con un hilo de seda. Si la persona pisa los clavos al entrar, se obtendrá el resultado deseado. 
  

Los clavos eran muy empleados para curar enfermedades y mitigar dolores. Se escribían en un papel el mal que se padecía, se pasaba la nota por la parte del cuerpo afectada y con unos clavos se fijaba a una pared o a un tronco de árbol. Con esta operación se traspasaba el mal del enfermo al papel y del papel, al ladrillo o a la madera.

Los cuchillos

    Da mala suerte regalar cuchillos, como cualquier otro objeto importante, porque quiebran la amistad. Para contrarrestar este efecto, hay que cortar una moneda a cambio o pinchar ligeramente a la persona que lo recibe. 
    El cuchillo, que es un objeto de uso corriente, es asimismo un instrumento de poder. Regalarlo significa algo de poder, a menos que el cuchillo se compre por una moneda, que pasa a tener valor de talismán. 
    Ver o poner dos cuchillos cruzados es de mal augurio. Sin embargo, en pueblos de la provincia de cuenca, cuando hay tormenta, se deben poner dos cuchillos en forma de cruz, para protegerse del rayo. 
    El cuchillo protege de las brujas y de los malos espíritus, propiedad que debe seguramente a la materia de que estaban hechos antiguamente: el hierro. Así, conviene, clavar un cuchillo en la puerta de casa, dejar dos cuchillos en cruz en el umbral de la puerta o esconder uno bajo el alfeizar de la ventana.
    En la mesa, no hay que cruzar sobre el plato el cuchillo y el tenedor porque presagia desgracias ni dejar dos cuchillos cruzados. Es nefasto hacer girar un cuchillo sobre la mesa, porque cuando se detiene, señala con su punta a la primera persona que va a morir de todos los comensales. Tampoco debe dejarse sobre la mesa un cuchillo con el filo hacia arriba. 
    Si un cuchillo se cae al suelo, significa que aparecerá una visita inoportuna que traerá mala suerte o la ruptura de la amistad.  Encontrar un cuchillo es un mal presagio.

La cama

    La orientación de la cama es importante para disfrutar de salud y larga vida. La cabecera debe estar orientada hacia el norte o hacia el este. El refrán abunda en esta segunda preferencia: Duerme con la cabeza al naciente y los pies al poniente y vivirás eternamente.
     Dormir con los pies en dirección al puerta es de mal agüero. En los velatorios que se hacen en los domicilios suele colocarse a los muertos en esa dirección con el fin de facilitar el ataúd fuera de la casa.
    La cama es símbolo de la regeneración en el sueño y en el amor, y está asociada a los actos fundamentales de la existencia: el nacimiento, la vida conyugal y la concepción, y la muerte. La cama no debe estar atravesada con respecto a las tablas del suelo porque la persona que duerma así tendrá una muerte lenta.
    Se cree también que las camas no deben estar cruzadas con respecto a las corrientes subterráneas de agua. Da buena suerte levantarse por el lado derecho de la cama y tocar con el pie derecho en primer lugar.
    El dicho levantarse con el pie derecho está plenamente incorporado al lenguaje cotidiano.  El acto de hacer la cama tiene su ritual supersticioso.
    Dejarla sin hacer da mala suerte o atrae maleficios. La persona adicta al orden debe saber, sin embargo, que cuando está haciendo la cama no debe ser interrumpida, no ha de estornudar ni poner las sábanas del revés.  
    No se deben lavar las sábanas los últimos doce días del año, porque provoca enfermedad en la persona que las utiliza, y cambiarlas en Viernes hace que el diablo controle los sueños durante una semana entera.  Tampoco debe darse la vuelta a un colchón en viernes, porque puede originar una semana de pesadillas, una ruptura sentimental o un naufragio. Sería condenar a una muerte inmediata a un enfermo dar la vuelta a un colchón donde descansa o barrer debajo de su cama.  Hacer la cama de un invitado cuando aún no ha pasado una hora de su partida es arriesgarse a recibir una visita inoportuna.
    Es costumbre habitual mirar debajo de la cama para verificar si el diablo está o no agazapado allí, ya que es uno de sus escondrijos predilectos.  Antes de la generalización del colchón moderno, se quemaba la paja de la cama de un difunto. La dirección que tomaba el humo indicaba quién sería el siguiente en morir. Este rito se practicaba en las encrucijadas de los caminos para evitar que el difunto volviera a turbar a sus parientes.  El fin próximo de un enfermo se adivina si coge las sábanas y se cubre con ellas, o pide ser cambiado de cama.
    En pueblos de Levante, el 1 de noviembre, la cama donde ha fallecido recientemente un familiar se cubre con las mejores sábanas, para que su espíritu  descanse confortablemente. Esa misma creencia existe en Cataluña y Galicia: los muertos deciden pasar con sus familiares la festividad de Todos los Santos y debe preparárseles la cama como a cualquier otro vivo.  
    Si dos jóvenes solteras hacen la cama de unos recién casados al día siguiente de la boda, se casarán dentro del año.  En caso de tormenta hay que poner la cama en el centro de la habitación y rezar un padrenuestro para estar protegido del rayo.  Al levantarse de la cama hay que alisar las sábanas para borrar la huella del cuerpo, pues las formas dejadas sobre el lienzo pueden dar pistas al enemigo para realizar maleficios.  
    Cantar o coser sobre la cama, así como dejar encima un sombrero, una escoba o un paraguas da mala suerte. No hay arrodillarse tampoco a los pies de la cama para rezar las oraciones nocturnas. Es obligatorio cumplir este rito en uno de sus costados.  Rasgar una sábana es de mal augurio.
    Dos personas que doblen una sábana conjuntamente pueden formular un deseo y éste se cumplirá si el último pliegue queda hacia arriba.  La aparición de tres puntos negros sobre una sábana o una funda de almohada presagia la muerte.
    Para compensar la electricidad negativa que pueda aparecer alrededor de la cama, conviene colocar a un lado un plato con sal gruesa y al otro, un plato con vinagre de vino. De ese modo siempre se garantiza un sueño plácido y equilibrado.

La mesa

    Debemos sentarnos en el mismo sitio de la mesa y en la misma silla porque si cambiamos esta costumbre sólo hará que acarrearnos cambios desagradables en nuestra vida.
    Cuando una mesa tiene el mantel puesto antes de la comida, jamás debe dejarse dinero encima, puesto que los alimentos ingeridos no sentarían bien al estómago. Esto se cree en la España central y en Andalucía.
    El refrán coincidente con la superstición nos recuerda también (El que come y canta un sentido le falta) que, una vez sentados a la mesa, no es aconsejable cantar. Contravenir esta indicación provoca que algunos de los asistentes tenga en el futuro problemas mentales.
    La mesa en torno a la que se come habitualmente dispone de un largo formulario de prácticas, ya que es objeto casi sagrado en tanto que está relacionado con la nutrición , alimentos (la vida) y el propio destino del hombre. Así no hay que apoyar jamás los codos sobre la mesa, ni sentarse encima, ni adormecerse sobre ella o simplemente yacer para otros menesteres.
    Una pareja nunca ha de discutir cuando está sentada a la mesa, pues serán disputas estériles y si cualquier humano se sienta en el preciso instante en que el reloj de pared da las doce campanadas es señal inequívoca de muerte.
    Ni paraguas, ni calzado, ni linternas, ni ropa y, mucho menos una escoba han de colocarse sobre una mesa y si es un bebé al que se deposita sobre ella, se tendrá la garantía de que ese niño nunca llegará a viejo. Trece personas alrededor de una mesa invitan a la muerte y nueve, por el contrario, augura calma .
    En alguna medida la mesa guarda relación con las piedras originarias del sacrificio ofrecido a los dioses. Los cristianos recogen esta representación mediante el altar en que se escenifica, a través de la misa, la pasión y la muerte de Cristo.  Engarzada, pues al culto y al espíritu religioso, la mesa bajo la cual pasa un niño de corta edad, provocará que éste no crezca lo que debiera y, para conjurar ese riesgo, es preciso que haga ese mismo itinerario en el sentido inverso.  
    Dos personas al mismo tiempo no deben retirar la mesa (útiles y accesorios propios de la comida), pues una de ella morirá ese año. En cuanto a la forma, es preferible que sea circular a las cuadradas, pues la primera ahuyenta los poderes maléficos.  
    La costumbre, muy arraigada en España, de situar siempre sobre la mesa un cuenco provisto de diversas frutas, aunque no sean frescas, proviene de la creencia de que ello invoca a la abundancia, por lo que en el hogar en que se respete escrupulosamente este rito, jamás faltará comida.  
    En el lenguaje trivial de los sueños, se entiende que quién imagina una mesa vacía es que está a punto de perder buena parte de su patrimonio, mientras que cuando se sueña con una mesa repleta de comensales, indica que se harán buenos negocios.

Bolsillo agujereado

Es un mal presagio y señal de que aquella persona sufrirá muy pronto una sorpresa desagradable.

Casa en esquina

    Las casas que hacen esquina son temidas por los más supersticiosos que aseguran que más fáciles de ser invadidas por las fuerzas malignas.

Escoba al revés

    Una escoba colocada con el palo sobre el suelo y el cepillo hacia arriba provocará mala suerte a quienes vivan en aquella casa. Asimismo, nos ocurrirá si alguien que está barriendo pasa descuidadamente el cepillo por encima de nuestros pies.

Mover una mecedora vacía

    Si no se halla nadie sentado en ella, mover una mecedora atraerá a esa casa  las fuerzas negativas.

Abrir un paraguas

    Trae mala suerte si se abre bajo cubierto, quien lo haga atraerá consigo toda la mala suerte de los alrededores y más aún si lo hace girar sobre su eje.

Años pares, años impares

    Existe la creencia de que los años positivos y repletos de agradables novedades son los pares (es bueno empezar un negocio o casarse en año par) mientras que los impares están llenos de desgracias y pesares.

Los zapatos

    Al vestirse por la mañana, debe prestarse atención a no calzar en primer lugar el pie izquierdo, porque este hecho coloca bajo malos auspicios toda la jornada.
    Si al caminar se nos sale uno de los zapatos, hay que esperar un revés de fortuna. No se debe andar con un solo zapato puesto, ya que se hace una burda imitación de los andares de los cojos, personajes maléficos desde el punto de vista supersticioso, y ello puede acarrear la muerte de un familiar.
    El zapato, identificado con la persona que lo usa tiene en la tradición occidental una significación funeraria, puesto que el moribundo ya no lo necesita y permanece al lado del lecho. En la Antigüedad, el calzado poseía el simbolismo de dominio sobre la tierra y de derecho de propiedad. La Biblia relata la vieja costumbre de Israel de ratificar un contrato de venta de una tierra con la entrega de la sandalia por parte del antiguo propietario al nuevo, como señal de dominación.
    En el mundo islámico, los huéspedes penetran en la casa de su anfitrión con los pies descalzos como un signo de cortesía que demuestra la renuncia de aquéllos a toda pretensión de propiedad sobre sus bienes. En la mezquita, la casa de Dios y de todos, hay que entrar también descalzos.
    La costumbre de atar unos zapatos viejos a la parte trasera del coche en el que parten los recién casados a su luna de miel tiene su origen en otra más antigua en que se arrojaba un zapato detrás de la pareja como señal de protección, y cuyo significado tenía el abandono por parte de la joven desposada del hogar paterno para pasar al dominio del marido.
     La madre debe evitar que el niño estrene por primera vez zapatos en un martes o un viernes, porque puede quedarse cojo.
Un zapato lanzado al aire es un elemento adivinatorio que en numerosas zonas de España se emplea para averiguar si una soltera conseguirá novio o para conocer el sexo del bebé que va a nacer. Entre los actores, es señal de que tendrán éxito si, al descalzarse, el zapato cae de su lado natural.

La Centaura

    Durante muchos años se ha venido asegurando que la centaura repele a los demonios, favorece el viaje astral y la escisión entre el cuerpo y el alma
    También dicen que tiene la virtud de atraer a los hombres, por lo que han sido muchas las mujeres que han llevado unas hojas de centaura en el sujetador.
    Esta planta debe su nombre a que, según la leyenda, fue descubierta por el centauro Quirón, el único de su especie que practicó la bondad y la sabiduría, a diferencia de sus hermanos que se entregaron a toda suerte de depravaciones.
    En un antiguo grimorio atribuido a Alberto el Grande, se prescribe que si se arroja una pizca de esta planta en el aceite de una lámpara encendida, con un poco de sangre de abubilla o de un búho hembra, trastoca las visiones de las personas de su entorno. También asegura que si se echa un manojo de centaura al fuego, en una noche clara, las estrellas se mueven y caen.
Según otros, esta planta permite comunicarse con los astros.

Las campanas

    Durante siglos se ha creído que las campanas tienen la virtud de ahuyentar al rayo, las tormentas, al granizo, la peste y al demonio, entre otros peligros. Una de las referencias más antiguas que se tienen de las campanas, procede de Egipto, en donde constituían un objeto del culto a Osiris, en la celebración de sus fiestas. La ley mosaica prescribía que, dentro del templo, el gran sacerdote de los hebreos llevase en la parte inferior de su túnica campanillas de oro, porque su sonido se creía era grato a Dios y que, por ende, repelía al diablo.
    El cristianismo, a partir del siglo VI, se encargó de recoger este talismán y de santificarlo para llamar a los fieles a la oración, con lo que convirtió a la campana en un símbolo divino.
En el siglo XII empiezan a aparecer grabados en las campanas, conjuros como éste: "plaño en las exequias, quebranto los rayos, celebro los sábados, excito a los perezosos, disipo tempestades y apaciguo a los violentos", por supuesto en latín.
    Y fue habitual, que ante un nubarrón, se volteasen las campanas para alejar las tormentas, de ahí el nombre que recibieron de "espantanublos".

Al bostezar

    En la Europa medieval se creía que hacer la señal de la cruz delante de la boca al bostezar impedía que el diablo se introdujese en el cuerpo y estableciera en él su morada. Era costumbre que las madres hicieran la señal de la cruz sobre la boca del bebé si lo veían bostezar y se supone que la actual costumbre de taparnos la boca con la mano en el momento de emitir un bostezo, deriva de la antigua superstición.

La corona

La corona circular colocada sobre las tumbas o en la puerta principal de los cementerios tenían la intención de encerrar simbólicamente el espíritu e impedirle volver.

 

Tocar madera


   Durante muchos siglos antes del cristianismo los pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles pues los consideraban representantes de los dioses en la tierra. Se recurría a ellos en caso de enfermedades y dolencias y también si la mala suerte visitaba a un hombre bajo la forma de demonios o si iba a liberarse una batalla. El sacerdote druida celebraba una serie de ritos y ensalmos en las llamadas enramadas sagradas.
    El resultado de estas creencias es nuestra superstición de tocar madera para llamar a la buena suerte, pero no debemos tocar ningún objeto de madera que tenga patas porque la mala suerte se multiplicará.

Al estornudar

    Los egipcios y griegos veían en el estornudo un augurio. Así, era bueno estornudar por la tarde, mientras que hacerlo al saltar de la cama o al levantarse de la mesa podía ser nefasto. Aquel que había estornudado al nacer era tenido por dichoso. El estornudo hacia la izquierda era un signo de mal agüero, pero de bueno, hacia la derecha. En todos los casos, los griegos exclamaban ¡Vivir! ¡Que Zeus te conserve! Por su parte, los romanos empleaban la expresión ¡Salve!, ante tal circunstancia; y serían los primeros cristianos quienes sustituyeron la invocación a dioses paganos por el suyo. Se dice que durante la epidemia de peste que hubo en Roma en el año 591, bajo el pontificado de Gregorio I, los afectados morían estornudando, y que de tal circunstancia proviene el ¡Dios te bendiga!, que más tarde se simplificaría diciendo ¡Salud! ¡Jesús! o expresiones semejantes.

 

El Negro 

    Aunque al principio el blanco y el negro desempeñaban una función simbólica idéntica, con el paso del tiempo el negro fue adquiriendo el sentido de contrablanco y quedó asociado al mundo de lo frío, la pasividad neutra, y el reino de las tinieblas y la noche. Así, aun cuando en los albores de la civilización el color blanco era utilizado con más frecuencia en las situaciones de dolor (funerarias, etc.), costumbre que se ha mantenido en los entierros de monarcas y soberanos hasta épocas recientes, el color negro se ha vinculado finalmente a la idea estricta de impureza, muerte y, por ende, al mal. 
    La contaminación de esta superstición en la cultura española lleva a que persista en zonas de la España neoskin la superstición de que si alguien se encuentra a un hombre negro en la calle, sólo le retornará la buena suerte si toca de inmediato algún objeto de hierro y, acto seguido, algún objeto que sea de color blanco. Sustituto de ambas cosas es el que el hombre negro con el que nos cruzamos sonría: en esa circunstancia podremos verle los dientes (blancos) y quedará neutralizada la perversa consecuencia de haber contemplado el color negro. 
    El perro, el gato, la oveja y el cuervo son, entre todos los animales que pueden ser negros, los que se hayan rodeados de una más intensa aureola maléfica. La gallina negra, que entra dentro de este apartado, es usada como elemento de invocación del diablo. 
    Los abogados, jueces y sacerdotes, que tradicionalmente han ido vestidos de negro, también atraen la mala suerte. Por ello, la ortodoxia de la superstición determina que cuando uno se cruza con cualquiera de estos profesionales citados, hay que santiguarse, cruzar los dedos, derramar sal o trazar un círculo en el suelo para evitar que caiga sobre uno el mal que su indumentaria, derivada de su función, emana. 
    Entre los chinos y los egipcios, sin embargo, el negro fue signo de fertilidad. Entre los primeros, además representaba el yin femenino. Pese a la consideración negativa del negro, la razón por la cual se impuso, sobre todo durante una época, el uso del color negro como singularización de un determinado estatus social, tiene que ver con la protección que este color ejercía contra los movimientos del mal. 
    El uso del negro en los funerales y entierros proviene también de la superstición de que, mediante dicho color, uno se protege del alma del difunto cuyo destino, en el momento de morir, no está claro si es el cielo, el infierno, el purgatorio o simplemente vagar por caminos y montes en tanto no haya resuelto sus cuentas pendientes con la Tierra. Ésa es también la razón del luto prolongado que se guarda en España por un familiar muerto y la causa de la existencia del velo negro, propio de las mujeres, o el casi extinguido luto de solapa, o manga, entre los hombres. En el área mediterránea, todavía se piensa que es preceptivo que una mujer vaya vestida de negro y con velo durante un año tras la muerte de su marido, al objeto de protegerse de su ánima. 
 

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