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  ¿Discernimos hoy la voluntad de Dios respecto a nuestra misión de evangelizar a los pobres o simplemente seguimos haciendo por inercia lo que estamos acostumbrados a hacer?. ¡Nuestros propios santos nos enseñarán el buen camino! Cuando se trata de la solidaridad con los pobres, tenemos muchos mártires de la caridad e incluso de sangre entre nuestros compañeros, teniendo todos ellos en común que han amado a los pobres con el corazón de Dios. Habrá en ello un beneficio personal y comunitario para nuestra conversión. Informe del Superior General al 35º Capítulo General, pág 35.  
 
Diferentes ministerios han sido desarrollados y en nuestras misiones. Hemos trabajado en diferentes campos, algunos de ellos pioneros.

Ministerio con los indígenas, con los jóvenes. Ministerio con los marginados, con los matrimonios, con las familias, en el Servicio de preparacion al matrimonio, en las diferentes etapas de la formación: catequesis de comunion, catequesis de confirmacion, formación de adultos.

Hemos trabajado principalmente en parroquias, pero no solo. Cualquier ministerio que la Iglesia nos ha propuesto, lo hemos desarrollado, sabiendo que con ellos contribuimos de una manera comprometida a llevar a cabo la evangelizacion que la sociedad y la Iglesia necesita.

"Me ha enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva". "Se anuncia a los pobres la Buena Nueva" (Lc 4, 18; Mt 11, 5). Esta doble expresión evangélica forma el lema inscrito en el escudo de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y de su fundador, Eugenio de Mazenod. Ella indica el carácter misionero del carisma oblato y su actividad prioritaria. Los oblatos coinciden ahí, a pesar de la diversidad de sus ministerios.

La palabra misión se ha hecho quizás más corriente aún en el Instituto. De hecho, remite al nombre mismo y al doble ministerio sancionado por las Constituciones: las misiones populares y las misiones extranjeras.

Nuestro estudio comprende dos partes: la primera versa sobre la época del fundador; la segunda, sobre el período que siguió a su muerte.

Varias son las preocupaciones que hoy en día nos acucian.

Una de la preocupaciones recae sobre el problema creciente de la indiferencia religiosa, de la increencia y del ateísmo. He aquí cómo el P. Jetté se expresaba sobre el tema ante los provinciales oblatos, el 10 de mayo de 1984: "Globalmente, diría, el conjunto de nuestro ministerio responde a esta llamada: suscitar o despertar la fe de aquellos a quienes somos enviados. Por otra parte, si restringimos la cuestión al problema preciso de la indiferencia religiosa, de la increencia o del ateísmo, tenemos a muy pocos oblatos dedicados directamente a este apostolado, y pocas provincias, si hay alguna, orientada en esa dirección. En el mundo occidental que se ha vuelto en parte no practicante e incluso indiferente en materia religiosa ¿no debería hacer más una Congregación como la nuestra?

Tengo a menudo la impresión de que ya no somos suficientemente sensibles a esta llamada, si viene sola, si no viene acompañada de una situación material de pobreza"

Otro problema complejo por otra parte

El otro problema es muy complejo y presenta un gran desafío: se trata de la necesidad de evangelizar las culturas. También en esto el P. Jetté expresa su preocupación: "Mi impresión, sin embargo es ésta: avanzamos mucho más de prisa en la caridad que nos hace defender al hombre, que en el estudio que nos ayuda a penetrar en las culturas nuevas". En su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi Pablo VI había lanzado ya un llamamiento profético: "La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo […] De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva" .

Por que consideramos importante esta realidad

¿Por qué es tan importante y tan urgente? Es que nosotros nos damos ahora cuenta de que, para tener éxito, la evangelización debe dirigirse no solo a las personas tomadas individualmente, sino también a todo el patrimonio o a toda la cultura de la que viven esas personas. La dialéctica entre la fe y la cultura es una cuestión muy delicada que, sin embargo, no puede ya ser ignorada por mucho tiempo. En este contexto es donde la evangelización intenta alcanzar el corazón mismo de una cultura, el campo de sus valores fundamentales, sean los que sean, para aportar los cambios que servirán de base y de garantía a una transformación de sus estructuras y de su clima social.

Una nota del Retiro de 1814 del Fundador servirá para profundizar en lo que nosotros como religiosos y como misioneros deberíamos tener en cuenta

Pero para trabajar por la salvación de las almas, hace falta que yo sea santo, muy santo:

1º porque sin eso sería inútil intentar la conversión de nadie ¿Cómo dar lo que no se tiene? Hay que dar de la sobreabundancia; 2º una virtud mediocre no aguantaría en medio del mundo, incluso viviendo como yo lo hago. Es de absoluta necesidad que el brillo de las virtudes de un sacerdote sea tan vivo que disipe todos los vapores que se levantan a su alrededor, que atraviese las nubes más espesas.

¿No es eso lo que me he dicho al entrar en el estado eclesiástico, al acercarme a ese sacerdocio que yo hubiera debido mirar solo de lejos, de muy lejos? No lo olvidemos, pues. Sirvámonos de todos los medios que Dios nos proporciona para alcanzar ese fin del sacerdocio, la perfección.