“ El conocimiento exacto del pasado es la mejor ayuda para comprender el futuro” (Tucídides)

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Cataluña

Cadáver de Francisco Sabater Llopart "Quico", muerto en Sant Celoni, 5 de enero de 1960.

Alberto Bru Lista GCE

 

 

La guerrilla antifranquista catalana

La Cataluña Norte, Gerona y Lérida, fue siempre camino de paso tanto para las partidas que entraban como para las que salían. No se puede hablar de guerrillas organizadas en los montes como las de Andalucía , Asturias, Galicia, León o Cantabria y tantas otras repartidas por nuestra geografía y que hemos ido desgranando en las distintas secciones de esta web, pues en este caso no hubo embolsamiento ni cerco alguno, todo lo contrario, el éxodo del final de la guerra tuvo como salida la frontera francesa. En general, en las montañas de Cataluña, no hubieron agrupaciones guerrilleras permanentes como ocurrió en otros lugares de la península, excepto los intentos de crear una en la zona sudoeste de Tarragona, en conexión con la guerrilla valenciana y aragonesa (AGLA).

Nuestros guerrilleros trabajaron en el oscuro anonimato de una negra y triste posguerra y contra la feroz represión franquista que no dio cuartel y aplicó despiadado la „ley de fugas‰. Nadie reconoció el mérito de su lucha que se estrelló contra la incomprensión de todos. Fueron abandonados, relegados y hasta repudiados por los suyos. Les fue arrebatada la gloria por el olvido.

Las nuevas generaciones deben conocer una historia que se les ha hurtado, la historia de los guerrilleros y su lucha, que no está en los libros de texto porque muchos creen que es un peso que deben aligerar. Nuestro compromiso es hacerles comprender, a las nuevas generaciones que pronto nos revelarán, que la historia de esos hombres no es un lastre, hemos de descubrirles el orgullo de este pasado.

Aquellos hombres, los guerrilleros, eran anarquistas, nunca renunciaron a sus ideas ni rectificaron nada de lo que era consubstancial con el ideal que habían abrazado. Lucharon en la guerra abierta y cuando ya no habían frentes de batalla ellos los crearon sin más cobertura que su valor y arrojo. Hombres solos y solitarios, no fueron ilustrados, no dejaron diarios que pudiera recoger sus pensamientos la posteridad. Dejaron sus cuerpos rotos por los montes y vaguadas del país que amaban.

Todos estos guerrilleros ejercían de héroes sin siquiera proponérselo, sin saberlo, sin menosprecio de la vida, pero también sin preocupaciones de ascenso, ni de pagas extraordinarias, ni de desfiles con charanga, ni de elogiosas citaciones, ni aparato publicitario. No tenían otro norte ni guía que luchar, virilmente, por un pueblo tiranizado por la dictadura franquista.

¿Héroes o bandidos? Esta es la pregunta que se hacen todos. La creencia de que eran bandidos es la que nos ha querido dejar la represión para borrar cualquier buen recuerdo. Yashal Kemal, escritor turco, afirma que los bandidos viven del amor y del miedo, si no más que inspirasen miedo, nadie les daría soporte. Nuestros guerrilleros no hubieran durando tantos años en aquella lucha sin cuartel y al final sin esperanza, si no hubieran contado con el amor de muchos compatriotas que les dieron cobijo y soporte.

 

Un poco de historia

El éxodo de la derrota republicana se convirtió en diáspora y se fueron repartiendo por todos los rincones del Mundo, pero antes tuvieron que pasar por el suplicio de improvisados campos de concentración en las playas como el de Argelés-sur-Mer, sin más protección del inhóspito clima de aquella región francesa en el mes de marzo, que las alambradas con espinos que rodeaban aquel campo de “acogida”. Llegaron a convivir en aquel recinto hasta 80.000 republicanos, vigilados (y humillados) por la Garde Mobile Républicaine (GMR) y tropas coloniales como los tiradores senegaleses y los spaliis marroquíes. El destino juega, a veces, cruelmente con los humanos: Aquellos hombres que venían huyendo de los moros de Franco, se encontraron con los moros de los franceses.

A los españoles que traspasaron la frontera camino del exilio, se les obligó a dejar el armamento bélico, no así el político del que cada uno fue fiel guardián y también las querellas partidistas de la guerra viajaron a Francia, reproduciéndose los esquemas que habían presidido la vida republicana y en los campos de concentración abandonaron cualquiera de los proyectos unitarios que se hubieran concebido y que eran de desear. Se transformaron de nuevo en comunistas, socialistas o libertarios y para su desgracia, esto seguiría ocurriendo durante todo el franquismo. Fueron los comunistas los primeros en organizarse. En agosto de 1940 ya existía en el campo de Argelés un comité del PCE integrado por Sixto Agudo “Blanco” y Antonio Rosel, que empezaron a coordinarse con otros campos de refugiados.
Los acontecimientos internacionales a los que se abocó el Mundo a los pocos meses, no fueron propicios para tomar ninguna acción efectiva contra el régimen de Franco, al contrario muchos de nuestros exiliados con significación política, bastante tuvieron con huir de las garras de la GESTAPO o de sus auxiliares franceses de Vichy.

Queda claro, por tanto, que hasta 1943 ó 1944, la región se mantuvo todo lo tranquila que podía estar bajo la vigilancia atenta y represora de la Policía y de la Guardia Civil. Una de las mayores actividades fue pasar por los Pirineos huidos de la represión nazi o personal militar aliado, pilotos mayormente, camino de Portugal, para su repatriación, con la mayor o menor benevolencia de las autoridades españolas.

Así como en toda España, la lucha armada estuvo liderada y dirigida por el PCE, al cual se tuvieron que unir socialistas y libertarios, abandonados por sus dirigentes que no aprobaban aquellos métodos, en Cataluña, la resistencia armada estuvo en manos de los anarquistas, quienes la desarrollaron e impulsaron en su totalidad.

Los comunistas, lo intentaron en un principio aprovechando el intento de ocupación del Valle de Arán. Comenzaron a introducirse por los pasos fronterizos, y al igual que otros grupos, en la capital barcelonesa partidas comunistas en agosto de 1944 asalta la fábrica de cervezas Moritz y el 14 de octubre ya se enfrentaban ante un consejo de guerra.

L´Agrupació Guerrillera de Catalunya, tomó el relevo, y a los pocos meses de actuación ya fueron detenidos y desarticulados.
El PSUC, partido comunista de Cataluña, en 1946 comenzó a actuar como lucha guerrillera urbana. Entre 1946 y 1947 es el periodo de actividad importante. Se cuentan numerosos atentados, vías férreas, voladura del monumento de la Victoria y tal vez el más importante: el 29 de Noviembre de 1946 volaron una parte del edificio de los talleres del periódico del Movimiento Solidaridad Nacional (antes Solidaridad Obrera), se supone que aparto de la gran alarma, con el fin de acabar con el director Luys Santamarina, pues su despacho desapareció, junto con otras partes del edificio, en la voladura, no consiguieron su propósito pues dicho Sr. se retrasó lo suficiente como para salvar su vida, no así el jefe de rotativa, un operario de la misma y una muchacha de servicio domestico que pasaba en el momento del atentado. Este segundo intento también fue desarticulado y en octubre de 1948 ya estaban frente a un consejo de guerra.

Los fracasos ante la represión, por la rapidez y cantidad de elementos que eran detenidos y las fricciones entre el PCE y el PSUC que se fueron acentuando hasta llegar a una crisis orgánica ya que el PCE, centralista y unificador, no podía consentir aquella rama nacionalista y en su intento de absorberla, dedicaron sus esfuerzos en estos intentos cuando mejor hubieran servido para la lucha armada. Todo esto afectó a la guerrilla urbana comunista que en 1947 había desaparecido prácticamente. A partir de ese momento el movimiento anarquista fue el preponderante en la lucha armada antifranquista en Cataluña y principalmente en Barcelona.

La acción, desde Francia del intento fracasado de invasión del Valle de Arán, provocará que varias divisiones del ejercito se aposenten y patrullen con intensidad todo el territorio de Cataluña Norte (Lérida y Gerona) con lo cual queda desbaratada cualquier acción conjunta y coordinada con significativo personal, pues son de fácil localización ante el dispositivo desplegado. Serán siempre, los que se muevan por territorio enemigo, pequeñas partidas u hombres solos, normalmente conocedores de todos los senderos, caminos y vericuetos que conducían desde Francia hasta cualquier punto de Cataluña y éste no podía ser otro que Barcelona una capital de densa población donde se podían ocultar con facilidad y desde el cual sus golpes tenían mayor eco popular y repercusión internacional

Fue en la Ciudad Condal, y por extensión en Cataluña—en particular las zonas que separan Barcelona de la frontera francesa—, desde Andorra al Cabo de Creus, donde más duración tuvo y donde mayor intensidad alcanzó la acción guerrillera. Se podría también haber hablado de la guerrilla urbana de Madrid, de Valencia, de Sevilla, de Málaga, de Granada, de Zaragoza, de La Coruña, de Asturias o del País Vasco. Pero, pese a la existencia de grupos con denominaciones tales como “Grupos de Caza de la Ciudad”, “Grupo los Dinamiteros”, “Grupos de Guerrilleros del Llano” y otros, sus acciones fueron esporádicas y sin gran impacto.

Curiosamente las organizaciones políticas y sindicales —socialistas, anarquistas y republicanas— estaban en contra de la lucha armada.

Además sospechaban de las ambiciones políticas del PCE y temían su capacidad de captación. Para descolocarse de los comunistas y desvincularse de los que abogaban por la lucha armada, remitieron una carta a la Embajada americana para dejar claro que no compartían los métodos del PCE. Lo mismo ocurría con los socialistas de Indalecio Prieto. Los dirigentes del PSOE se encontraron, sin pretenderlo, con dos importantes núcleos guerrilleros en Asturias y León, como ya hemos visto, y sólo tuvieron como objetivo que no llevaran a cabo acciones armadas, y la forma de sacarlos de España. El pleno socialista de septiembre de 1945 desautorizó la organización de "revueltas e incidentes". Los anarquistas también estaban frontalmente contra la resistencia armada, y los guerrilleros de filiación libertaria que operaron en Cataluña desde los años cuarenta a los sesenta, lo hicieron con el recelo o contra la opinión de la organización confederal.
En consecuencia, los combatientes anarquistas no solamente tenían que luchar contra las fuerzas de represión de la dictadura, sino también contra la incomprensión e indiferencia de su propia organización.

Es de suponer que era una actitud meramente hipócrita y política, pues sin ayuda por la “puerta trasera” es poco imaginable que carentes de apoyo moral y material, no hubieran podido prolongarse sus actuaciones tantos años.
El MLE se limitó, por tanto, hasta 1953 a “entregar armas, documentación y explosivos” a los grupos de acción. No existía una cobertura orgánica y tampoco respaldo teórico para las acciones de sus militantes que, en la mejor tradición anarquista, practicaban el libre albedrío armado: grupos como los "Maños", «Los Anónimos» o «Talión» empezaron a actuar en la ciudad de Barcelona
Acorralados por las fuerzas de represión, abandonados por sus organizaciones se habían convertido en un problema para los enlaces, el año de 1949 marcó el fin de la resistencia organizada aunque los coletazos continuaron hasta 1952, fecha que fija oficialmente el final de la resistencia armada.

A mediados de 1952, Santiago Carrillo realizó una autocrítica sobre las guerrillas y descubre con las primeras huelgas generales las posibilidades del movimiento de masas que pueden ser más efectivas, en el momento, que la lucha armada. Las huelgas que se extendieron a partir de 1951 por las capitales industriales más importantes —Barcelona, Madrid, Pamplona, San Sebastián y Bilbao—, descubría un abanico de muevas posibilidades políticas y convencieron al Partido Comunista de que el tiempo del maquis había pasado.
La década de los cincuenta excluyó cualquier posibilidad de éxito al movimiento subversivo encabezado por el Partido Comunista y, lo más importante, convirtió a la guerrilla en un anacronismo.

Dr. Joaquín Trias Pujol, un prestigioso cirujano barcelonés que intervino clandestinamente a varios guerrilleros

En Cataluña, una vez comprobado que el anarquismo ha conseguido mayor influencia en la región, el P.C.E., consigue en octubre, según nos refiere Guy Hermet que “su filial catalana, el P.S.U.C., haga (con él) pública su decisión de combinar la acción legal e ilegal. Aunque los dos continúan atribuyendo un puesto relativamente importante en su prensa a la acción de los guerrilleros, que de hecho están a punto de ser eliminados totalmente, lo hacen para poner de relieve su oposición al recurso a la O.N.U. y a soluciones “internacionales” para reemplazar el franquismo, preconizadas por los socialistas y moderados”. No obstante la crisis yugoslava, afecta por completo a esta “alianza” entre el P.C.E- y el P.S.U.C. Comorera, es considerado ya “titista” empedernido, en unión de Del Barrio, son expulsados meses más tarde del Partido,

Americanos y europeos dieron un paso más en su estrategia respecto a España y pasaron de tolerar el franquismo a apoyarlo con importantes créditos. La autarquía económica, que había favorecido la permanencia de un movimiento armado, daba paso a un desarrollismo que desarmaba una parte de las bases materiales que habían hecho posible esa resistencia. La paulatina incorporación al mercado laboral de jóvenes que no habían hecho la guerra, y la emigración del mundo rural a las ciudades o al extranjero en busca de mejoras en su vida, y la introducción en la labranza de los primeros métodos mecánicos que llegaban a nuestro país después de la asoladoras guerra civil y mundial, confirmaban la necesidad de una estrategia nueva. Los guerrilleros y sus métodos pertenecían al pasado, desconectados como estaban de los trabajadores de las ciudades, vanguardia de la posible lucha contra el sistema. El modelo a seguir lo proporcionó la huelga de tranvías en Barcelona.

La huelga de los tranvias

La llamada “huelga de los tranvías” se había iniciado el 1 de marzo de 1951 en la capital catalana y, aunque el pretexto fue la subida de un 20 por ciento del precio del billete de los transportes urbanos, el componente político era inequívoco: se boicotearon los transportes públicos y se produjo, por vez primera en una ciudad española desde el final de la guerra, la presencia de piquetes, algo verdaderamente revolucionario. Era impresionante ver, a primeras horas de la mañana, a los obreros andando varios kilómetros para llegar a los lugares de trabajo, despreciando a los tranvías que deambulaban sin otro pasaje que el conductor, cobrador y un “gris” como protección. Este espectáculo se repetía al término de la jornada, sin un desmayo por parte de aquellos extraños huelguistas que mostraban su protesta negándose a utilizar el tranvía para su desplazamiento. Durante diez días, nadie subió a ningún transporte público. Pocas veces se volverá a ver en una comunidad de millón y medio de habitantes una unidad de criterio y tan grande perseverancia, sin un desmayo.

Durante el día, los estudiantes y quienes no lo eran se dedicaron a sabotear a pedradas los tranvías y con toda clase de artimañas, conseguían el descarrilamiento del vehículo. Se arrancaron los adoquines de la calzada y se levantaron barricadas desde las cuales se luchaba contra la fuerza pública. El Gobierno acuarteló las tropas y de Madrid llegaron centenares de policías armados para reforzar el dispositivo represivo de la dictadura en la capital catalana. Las autoridades se vieron obligadas a rebajar el billete a su precio anterior, creyendo que con este gesto el problema estaba solucionado, pero este tenía raíces mucho más profundas. Se equivocaron: creían haber arreglado el asunto pero en realidad se había demostrado, a los ojos de todos, que con la unión era posible alcanzar metas hasta entonces inimaginables. Acabado lo de los tranvías comenzó una huelga general, también de impresionantes proporciones y de cariz revolucionario.

Quico Sabater, en 1958

Ramón Vila Capdevila "Caracremada"

Marcelino Massana

La mecha prendió y se transmitió la huelga general en el País Vasco y Navarra en los días siguientes, y se desplazó incluso, aunque muy débilmente, a los recintos universitarios madrileños.
Aunque parezca un contrasentido, a comienzos de los cincuenta Franco podía sentirse bastante tranquilo. Había sido ilegalizado el PCE en Francia y el Buró Político repartido por el mundo, un Partido Socialista testimonial, los anarquistas en profunda decadencia y divididos entre si, ...y de los republicanos ni se sabía.

Las potencias europeas y Estados Unidos, comenzaron a distribuir su ayuda a la España de Franco. El régimen, con su primer mandatario a la cabeza se sintió seguro y halagado por el reconocimiento internacional.

No le preocupaban al "Caudillo" en exceso la huelga de los tranvías, los movimientos estudiantiles, las “farsas” monárquicas y la renovación sindical donde los comunistas comenzaban a compartir puestos de enlaces sindicales con los falangistas del Sindicato Vertical, (incipiente nacimiento de CC.OO.) nada de esto, entendió, ponía en peligro la prolongación de su régimen. La intervención de los países democráticos o la guerrilla (o la conjunción de ambas) habrían constituido el único peligro, y éstos ya eran una amenaza del pasado.

Protagonistas principales de esos años de lucha fueron Francisco Sabater Llopart “Quico”, en unión de sus dos hermanos y de Ramón Vila Capdevila “Caraquemada”, José Luis Facerías, Wenceslao Jiménez, el jefe de “Los Maños” y Marcelino Massana.

El enlace con Francia era Francisco Arago, que hacia el mes de junio, introdujo un grupo de seis escogidos activistas para reforzar la denominada Sección de Defensa. Estaban provistos de abundante armamento, con el propósito de extender su acción en el Bajo Llobregat, a donde guiados por Arago, se habían dirigido todos.

Establecidos los correspondientes depósitos de armas en lugares seguros, marcharon a Barcelona, para reorganizar la Sección de Defensa, que estaba prácticamente desaparecida ya que detenido Marcet por la Policía el 8 de agosto como presunto colaborador en el atraco frustrado al Frontón Novedades quedó incautado por la policía un importante alijo de armas y explosivos.

Otra partida anarquista, la del Avellaneda, vuela la línea de alta tensión de Tarrasa y realiza un atraco en Martorell.

MARCELINO MASSANA
Las primeras partidas rurales de obediencia anarquista en Cataluña se acomodaron en el Llobregat alto y medio. La más famosa de los años cuarenta fue la dirigida por Marcelino Massana Balcells “Pancho”, teniente de infantería del Ejército de la República durante la guerra civil. Como la mayoría de los militares republicanos después de la contienda, Massana se convirtió en visitante asiduo de cárceles, tribunales especiales y cuartelillos de la Benemérita. Massana -quien incluso no ha tenido reparos en autocalificarse como “bandido generoso”- decidió enfrentarse al aparato represivo del franquismo en las comarcas de Bergadá, Solsonés y Valles. En agosto de 1945, entró en Cataluña con un grupo de siete hombres. Más realista que los maquis procedentes de Francia y que ignoraban lo que ocurría en el interior de España, Massana y sus amigos no se presentaban como libertadores del país sino como passeurs y contrabandistas. Sabía que, para unos campesinos atenazados por el miedo, los contrabandistas resultaban menos comprometidos que los guerrilleros.

El grupo se especializó en sabotajes contra las torretas metálicas de conducción eléctrica, utilizando para ello explosivo plástico y los correspondientes detonadores que traían de Francia. También inauguró oficialmente una táctica que repetirían después los demás grupos de acción anarquistas, y que consistía en realizar una serie de acciones subversivas y repasar la frontera. Acompañado de Antonio Torres “Gachas”, Jorge Pons “Tarántula”, Jaime Puig “Tallaveneres” y José Pérez Pedrero “Tragapanes”, entre otros, realizó numerosos secuestros, atracos y sabotajes durante varios años.

Evitaron en todo momento causar bajas a la Guardia Civil, salvo cuando el precio era la propia vida así lo exigía, ya que atentar contra guardias civiles no era operativo: el régimen los sustituía sin dificultad y, además, aumentaba la represión. Así, la partida de Massana, asalta las oficinas de la mina de lignitos de Serchs, y se lleva los jornales de una semana, acción esta que repitió en otra ocasión. A principios de 1950 realiza un secuestro en casa Can Xacás, del término de Castellar del Ríu. Consigue 100.000 pesetas por el rescate

En el verano de 1950 Massana efectuó la última incursión en España. En su explicación de por qué abandonó la lucha, ha confesado que lo hizo porque la confederal se desentendió de los maquis y porque había libertarios que no se jugaban la vida desde 1939, pero que iban diciendo “que más que un guerrillero, era un atracador que se estaba haciendo millonario”

Según Téllez, los planteamientos de los dirigentes “fueron actividades estériles que consumieron a los mejores hombres del movimiento libertario, derrocharon los escasos medios existentes e imposibilitaron la creación de organismos eficientes capaces de desarrollar la ofensiva a base de objetivos concretos, inmediatos y escalonados”.

JOSE LUIS FACERIAS “FACE”
Facerías “Face”, quien desde 1939 había sido huésped involuntario de cárceles y campos de concentración, de los que fue liberado en 1945. Camarero de profesión, su fama fue comparable a la de “Quico" Sabaté y ocupó la secretaría general del Movimiento Ibérico de Resistencia (MIR), luego transformado en el Movimiento Libertario de Resistencia (MLR), que tenía como objetivo encuadrar a los grupos de acción libertarios y que fue disuelto en febrero de 1948.José Luís Facerías, separado de Marcelino Massana, en 1947 forma, con otro más, partida independiente y se oculta en la ciudad de Barcelona por algún tiempo. Al principio roban vehículos para trasladarse a los pueblos, con la finalidad de dar atracos para proveerse de la liquidez que cicatera Toulouse les escatimaba. Uno de ellos lo realizan en Granollers y se apoderan de 40,000 pesetas, y otro en la fábrica de máquinas de escribir Hispano-Olivetti, con un botín de 300.000 pesetas de la época.

Facerías atraca una panadería en Sardañola, pero tropieza con la Guardia Civil de Moncada y pierde el “Tonón” y el “Niño”. Nuevos actos de sabotaje sufren las líneas de alta tensión de Riegos y Fuerzas del Ebro, la línea férrea de los Ferrocarriles Catalanes, en el término de San Vicente y la de alta tensión de Gerona a Manresa, en el término de Serchs

.He aquí la reseña de más actuaciones de Facerías: El 30 de abril, un grupo de cinco guerrilleros, armados con metralletas, se apoderan de 100,000 pesetas en la sucursal del Banco de Vizcaya, sito en la calle Rocafort; el 11 de junio, nuevamente en la sucursal del Banco de Bilbao de la calle Mallorca, se apropian de 163.000 pesetas; el primero de agosto en una fábrica de tableros ubicada en la carretera del Port, se llevan 125.000 pesetas. En estos avatares la Guardia Civil detuvo a dos de sus componentes, Feliciano Pernigna y Alberto Santaolaria “Castelló”.

Base en el Pirineo, 1947: De izquierda a derecha, Jose Luis Facerías, Enrique Martínez y Celedonio García

Sigue la actividad de Facerías durante el mes de septiembre. El 24, se consiguen 700.000 pesetas del Banco Hispano Colonial, sito en la entonces avenida del Generalísimo (hoy, Diagonal); al día siguiente otro de un millón en la sucursal de la calle Muntaner, de la misma entidad; otro de 250.000 pesetas a la Banca Pérez López de Hospitalet y por último, un cuarto golpe de 400.000 pesetas en la sucursal, también de Banco Hispano Colonial de la calle Mayor de Gracia

El 2 de julio de 1949 Facerías y su grupo, provistos de pistolas y algunas granadas de mano, irrumpen en la fábrica ICANSA, en la calle Pedro IV, de donde se llevan 37.000 pesetas; otro grupo, se presenta en el Hotel Pedralbes, en la calle Miret y Sans, se apropian 4.000 pesetas de la caja, más 7.000 y algunas alhajas de los huéspedes. Para poder huir utilizan hasta dos coches que al efecto tenían preparados. Dos asaltos durante los dias 13 y 17 a una empresa de automóviles y a las oficinas de los Ferrocarriles Catalanes consiguen un botín de 100.000 pesetas.

En agosto de ese año, Facerías atracó dos meublés con el fin de conseguir la documentación de los alojados que luego servía para la falsificación de otros documentos que ayudaban a la lucha.

Un golpe importante es el del 12 de Julio, Facerías logra un botín de 600.000 pesetas mediante el atraco a la joyería Rudolf Bauer y a la fábrica de automóviles Eucort. Para completar la operación, llevaron a cabo diversos tiroteos contra comisarías, policías y todo tipo de objetivos sensibles del franquismo.

La intención era “mantener el clima de inseguridad” y Barcelona, en efecto, parecía recuperar una nueva fase del “pueblo en armas”, expresión muy querida de los anarquistas. Durante varios meses, la capital catalana respiró un clima de intranquilidad motivada por las acciones subversivas de los libertarios. Todos estos incidentes provocaron la destitución del jefe superior de Policía, Manuel Chinchilla, relevado por José María Rodríguez Albert.

El 9 de octubre, 11 guerrilleros se presentan en el meublé “Casita Blanca”, cortan el hilo telefónico y se apropian de 37.000 pesetas, totalidad del dinero que encima llevaban los clientes, sorprendidos en tan inesperado momento. Con el atraco a una joyería de la Vía Layetana, donde se apoderan de joyas y metálico por valor de 115.000 pesetas. Se dan por finalizadas las “expropiaciones anarquistas”, por algún tiempo en la ciudad de Barcelona, expropiaciones que se destinaban a la compra de armamento, munición y atender a los gastos que ocasionaba una red de buena cobertura, que los pusiera a salvo de la policía y ayudar a los presos y sus familias, cosa que le hubiera correspondido hacer a la Organización de Toulousse. Se hubiera evitado esta extensa lista de atracos que distorsionaban a la opinión pública sobre el verdadero fin de los guerrilleros.

El 19 de marzo de 1950 el grupo de Facerías resultó detectado por la Guardia Civil en Santa María de Montcada después de un golpe económico, y en el enfrentamiento murió Franquesa. En mayo de 1950, la policía localizó al grupo de Facerías y en una emboscada murió uno de sus integrantes, Guillermo Ganuza Navarro. El día 26 de agosto del mismo año, en otra celada de la Guardia Civil en los límites con la frontera francesa, murieron otros dos miembros del grupo de Facerías, Celedonio García Casino “Celes” y Enrique Martínez Marín “Quique”.

Era el momento de retornar a Francia durante una temporada para reponer fuerzas y ver de captar nuevos componentes que reemplazaran las bajas y rendir cuentas en aquel diálogo de sordos que eran sus relaciones con la Confederal.
En el mes de junio de 1951, Facerías regresó a Barcelona, pese a que los problemas con la organización confederal continuaban acentuándose hasta la ruptura, y el 19 de julio fue eliminado por la policía su compañero Saborit en un trolebús barcelonés. El 21 de octubre de 1951 Facerías asaltó de nuevo otro mueble, el “Pedralbes”, donde, después de un forcejeo, mató a un cliente, Antonio Masana Sanjuán, importante hombre de negocios franquista que se encontraba en compañía de una sobrina menor de edad. Los mueblés (hoteles dedicados al alquiler de habitaciones por varias horas donde dar rienda suelta a Eros) constituían lugares excelentes para conseguir dinero, documentación y evitar los chivatazos a la fuerza pública. Nadie denunciaba una extorsión realizada en una casa de citas.
Aquel suceso llenó de consternación a la ciudad y por ende activó aun más, si cabe, el celo de la represión.

Este suceso, el cansancio de tan ajetreada vida y desengañado de la cúpula anarquista, que los dejaba abandonados a su suerte,Facerías dejó de actuar en 1951 y se trasladó a vivir a partir de 1952 a Italia.

En el año 1956, “Quico” Sabaté consiguió contactar con Facerías, y éste, menos radical que Sabaté, efectuó un último intento de asegurarse el respaldo confederal antes de entrar en España pero sólo recibió buenas palabras. Cuando Sabaté se enteró de esos contactos, ya en la capital catalana, rompió definitivamente con su compañero y lo abandonó a su suerte en Barcelona, una ciudad de la que “Face” llevaba ausente varios años y apenas mantenía enlaces, consecuencia de esta circunstancia hizo que Facerías tomara el camino de vuelta. Logró alcanzar la frontera francesa con dificultad, aunque el 17 de agosto de 1957 regresó de nuevo a Barcelona —el último viaje— acompañado del italiano Goliardo Fiaschi y de Luis Agustín Vicente. “A Facerías sus amigos le habían preparado el embarco hacia América, donde contaba con amistades sólidas que ansiaban abrazarlo. Pero no, España era para Facerías —como para Sabaté— una llamada fascinadora”, escribe Téllez Sola. El 30 de agosto Facerías había concertado un contacto con dos viejos compañeros en las inmediaciones del manicomio de San Andrés. Cuando acudió a la cita, los dos amigos, sin saberlo él, habían sido ya detenidos.

Siguiendo su costumbre, Facerías tomó un taxi y una hora antes de la entrevista, recorrió la zona con el fin de observar si había algo anormal. Pero la policía había organizado el cerco de forma tan discreta que Facerías no advirtió ninguna anomalía. Esta vez, no había escapatoria posible.

Cuando llegó la hora de la cita, se le dio el alto a Facerías; éste sacó su pistola y trató de defenderse. Herido en una pierna se refugió con cierta dificultad en una esquina del paseo de Verdún. Luego se arrojó a un solar para escapar. El golpe fue desde unos cuatro metros de altura. Sin embargo todo fue inútil. Intentó arrojar una granada y un nuevo disparo le causó la muerte. Otras versiones aseguran que ni tiempo tuvo de empuñar la pistola, cayó acribillado por una descarga cerrada de los que estaban apostados esperando el momento que se les diera la señal de disparar.

Wenceslao Giménez Orive, "Wences"

“LOS MAÑOS” Según opinión de Pons Prades “Este grupo —formado por Wenceslao Giménez Orive “Wences” y “Jimeno”, Simón Gracia Fleringan, Ángel Marqués Urdí “Pepito”, Plácido Ortiz, Salgado, D. G. M., “Rodolfo”, César Saborit Carrelero y el traidor del grupo, Aniceto Pardillo Manzanero—, a pesar de todo el respeto, en determinados casos que puedan merecemos los hombres que ofrendan su vida en defensa de unas ideas no puede impedir que califiquemos su periplo activista de como antiguerrillero por excelencia.

En sus idas y venidas —colaboración en el atentado contra un alto funcionario de la policía barcelonesa (Quintela), y sus dos proyectos no natos de atentado contra Franco, primero por tierras zaragozanas y luego en Madrid— no se respetaron nunca las mínimas normas de seguridad, se mezcló la tibieza con la inconsciencia, y se puso en evidencia una peligrosa falta de preparación y la suma imprudencia con que se organizaron algunas acciones: el atentado contra Franco en Madrid, por ejemplo.

En resumen, lo que nunca un grupo guerrillero -ni montañero, ni urbano, ni subterráneo- debe hacer -sobre todo en la España de la posguerra- lo harán “los Maños”: actuar en plan de francotiradores integrales, máxime cuando no disponían ni de recursos adecuados ni de elementos mínimamente preparados para dirigir las acciones”.

Wenceslao, inclinado por idiosincrasia a la acción, se unió a un grupo de guerrilleros y permaneció en la montaña algún tiempo. No obstante, su espíritu inquieto no pudo amoldarse a esta vida, pues, dada la escasez de medios con que contaban, los guerrilleros rurales vivían más bien en plan defensivo, más preocupados en escapar a la incesante persecución de las contrapartidas de la Guardia Civil que en preparar acciones ofensivas.

¡Cuánta sangre generosa derramada! Pero, más que nada, lo que les sacaba de quicio era la impotencia, es decir, la falta de recursos que impedía llevar a la práctica los planes convenidos. Esta carencia de medios fue lo que impidió siempre a los grupos urbanos —o rurales— el poderse dedicar a actividades de mayor cuantía: siempre estuvieron obligados a contar con la peseta.

La ruptura de “Wences” con Facerías, a fines de 1948 —banal e incomprensible en todo punto— ilustra bastante bien el afán de protagonismo que perdió a no pocos jóvenes libertarios, arrastrando con ellos a otros abnegados muchachos. He aquí los hechos que motivaron el distanciamiento entre los dos luchadores: A Barcelona llegó un antiguo compañero de “Wences”, recién salido de la cárcel, quien por cierto se veía permanentemente asediado por la policía, que cada dos por tres lo convocaba para interrogarle. Fichado, vigilado y además constantemente visitado por compañeros que llegaban de Francia, Madrid o Barcelona, sin contar los que salían en libertad y que iban a verle, se encontraba en una situación de compromiso, no sólo para él sino para todos los demás.

El llamamiento de “Wences” le decidió a unirse a él y ponerse inmediatamente al margen de la ley. Facerías se enteró de la entrevista y disgustado al ver que “Wences” había obrado en contra del criterio general del grupo prescindió de él en el atraco al Banco Hispano-Colonial. Cuando “Wences” supo que el grupo había pasado a la acción ignorándole pidió la baja en el mismo y les anunció la inminente constitución de otro, los “Maños” Por suerte, un veterano luchador, Pedro Adrover Font “el Yayo”, sirvió de enlace al grupo de “los Maños” con la organización cenetista en el exilio.

“El Yayo” cayó en octubre de 1949, junto con Luciano Alpuente “Madurga” (que fue abatido en plena calle), José Pérez Pedrero y Jorge Pons Argilés, que serían ejecutados poco después. Muchos eran los que portaban veneno por si eran apresados por la policía, para escapar de los interrogatorios en donde podían delatar a sus compañeros. “Wences” llevaba preparados 20 centígramos de veneno en la parte superior de su pluma estilográfica con idéntico fin.

El 9 de enero de 1950 se produjo un encuentro con la policía en donde cayó herido gravemente “Wences”. Supo ser fiel a su pensamiento y utilizó del veneno que llevaba preparado antes de entregarse. Los otros dos miembros de procedencia aragonesa fueron detenidos el mismo día, así como el que hacía de enlace. Los había delatado el otro del grupo, Niceto Pardillo. Aquí desapareció el grupo “los Maños”

FRANCISCO SABATÉ LLOPART, "QUICO"
Francisco Sabater, nació el 30 de marzo de 1915 en Hospitalet, (Barcelona) segundo de los cinco hijos del guardia municipal Manuel Sabater. A los siete años, su padre vióse obligado a internarlo en el reformatorio de Barcelona. Allí conoce a “Marianet”, que con el tiempo sería secretario general de la C.N.T. durante la guerra civil. “Quico” se fuga del reformatorio y regresa a Hospitalet, prometiendo a sus padres hacerse un hombre de provecho. A los diez años se coloca como aprendiz de fontanero.

Al proclamarse la Segunda República, "Quico" se afilia al Sindicato de Oficios Varios de la C.N.T. de Hospitalet. Es protagonista, aunque no muy destacado por su corta edad, en la revolución anarcosindicalista de la cuenca del Llobregat. En unión de su hermano José, el primogénito y tres más, forman el grupo de acción “Los “Novatos», afecto a la F.A.I.

En 1935, “Quico” fue llamado a filas por su reemplazo, pero no se presentó. Declarado prófugo, atraca un Banco en Gavá, cuyo dinero entrega a la Organización para ayudar a los presos anarquistas.

Después del 18 de julio parten para el frente de Aragón enrolados en la columna “Los Aguiluchos”, organizada por Juan García Oliver. Sabater prestó servicios como maestro armero en la División Ascaso. Quiso Sabater hacerse piloto, pero esta clase privilegiada de combatientes, estaba controlada en su totalidad por el P.C.E., lo que le impidió realizar sus deseos.

Tras la reconquista de Teruel por los nacionalistas, “Quico” y tres compañeros discutieron con el comisario político Ariño y de las palabras pasaron a los hechos y lo mataron de un tiro.

Sabater y sus tres amigos tienen que desertar y se ocultan en Barcelona al amparo del Comité de Defensa de las Juventudes Libertarias. Sabater conoce entonces a un correligionario llamado Jaime Pares “el Abisinio”, con el que realizaría en el futuro no pocas acciones de guerrilla; después marchó al frente integrándose en la División Durruti, con la que luego de combatir en el Montsech, pasa la frontera francesa en 10 de febrero de 1939 por Puigcerdá y es internado en el campo de concentración para peligrosos de Vernet de Ariege.

En diciembre (1939) Sabater es “liberado” por la organización de su partido y destinado como montador en la construcción de una fábrica de pólvoras en Angulema; después pasaría a otra de gasógenos con igual cometido. En 1943 se traslada con su mujer y su hija a Perpignán. El alcalde de Prades, de filiación anarquista, le facilita una documentación en regla y la Organización le concede un préstamo con el que compra los útiles necesarios de fontanería y alquila el «más» Casenove Loubette, en el término de Coustouges, a menos de un kilómetro de la raya fronteriza con la provincia de Gerona. Desde este punto, al parecer sin importancia, Sabater va a elaborar la planificación de los distintos golpes de mano que le harían famoso.

Su nueva ocupación de agricultor le obliga a hacer algunos viajes a Ceret, Saint Laurel, Arlés-sur-Tech y por último Perpignán, donde la Organización, que ya ha pensado seriamente en él, le pone en contacto con un viejo camarada el Roseta, otro anarquista de acción, militante en la División Durruti, Es a partir de este momento, comienzos de 1945, donde va a jugar un papel importante como auxiliar de los que pasan a la acción en el terrorismo barcelonés, donde el “Quico” se convertiría en el guerrillero urbano más audaz de la C.N.T-F.A.I. Su profundo conocimiento del terreno, le proporcionaría la zona de paso ideal para la huida hacía su oculto «Mas» Casenove Loubette, o para la infiltración en la Ciudad Condal, Debido a esta peculiar característica, los grupos de acción y las partidas permanecían el tiempo preciso para descansar en algún punto de apoyo, proveerse de alimentos, dejar o tomar las armas, según les conviniese, o aplastarse en algún seguro escondite, a la espera del momento propicio para saltar bien hacia Francia, bien hacía Barcelona, su campo de acción preferido

La primera vez que entró en España después de la contienda, lo hizo para guiar y proteger a una delegación cenetista. Lo acompañaban Jaime Pares Adán “Abisinio” y Juan Salas Millón “Roget”, responsable este último de que Sabaté retomara el camino de la lucha antifranquista. Llegaron hasta Hospitalet, contactaron con los grupos libertarios y , efectuaron los primeros golpes económicos. En uno de ellos, dejaron escrito su mensaje: “No somos atracadores, somos resistentes libertarios. Lo que nos llevamos servirá para dar de comer a los hijos de los antifascistas que habéis fusilado y que se encuentran abandonados y sufren hambre. Somos los que no hemos claudicado, ni claudicaremos y seguiremos luchando por la libertad del pueblo español mientras tengamos un soplo de vida.” También se dedicaron a reconstruir puntos de apoyo, tanto en Barcelona como en el campo, y a distribuir depósitos de armas. Alcanzados los objetivos, regresaron a Francia.

De vuelta a Barcelona Quico decide hacer acopio de fondos pues estaba falto de medios económicos y la Organización no estaba muy holgada de efectivo. En compañía de “el Abisinio” se presenta en Hospitalet, donde dan dos atracos donde obtienen 90.000 pesetas, además de una máquina de escribir, a continuación reciben el encargo del Comité de Resistencia de la C.N.T., de “liberar” a tres correligionarios que habían sido detenidos. El 20 de octubre, cuando eran trasladados a la cárcel, Sabater y “Roset”, atacan a la pareja de Policía Armada que los custodiaba, mientras “el Abisinio” permanecía al volante de un coche para facilitar la huida.
A continuación se presentó en Toulouse, donde el Comité Nacional en el exilio, exigía su presencia. La misión que le acaban de encomendar, es la de introducir en España una importante cantidad de armas para incrementar los grupos terroristas. Esta vez le auxiliaría como segundo “Caraquemada”, residente en Francia desde hacía algunas semanas.

Posteriormente se produce la detención en Gerona de un importante enlace. Por los interrogatorios la policía se entera que el grupo de Sabater, tenía un punto de apoyo en Barcelona en una lechería de la calle Santa Teresa. “Quico” que había hecho el viaje a pie desde Gerona a Barcelona donde llegó el 2 de mayo, ignoraba que la lechería estaba vigilada. Detenido el dueño por la Policía pudo saberse la situación de los escondites de “el Abisinio”, de “Roset” y de “Quico”, El 9 de mayo, Jaime Pares Adán “el Abisinio”, al entrar en casa de su hermana, en la calle Travesera de Gracia, era muerto por la Policía; un segundo anarquista era detenido al entrar en la lechería de la calle Santa Teresa. “Quico” y “Roset”, se ocultaron por algún tiempo. El primero fue a Hospitalet donde le aguardaba su hermano José, puesto en libertad condicional en el campo de Albatera. Pasados unos días “Roset” fue también detenido en su domicilio.

La muerte de “Abisinio”, acribillado a tiros el 8 de mayo de 1946 cuando entraba en su casa barcelonesa, inició simbólicamente el importante listado de muertos confederales. En las bajas libertarias influyeron sobremanera las actividades de los confidentes policiales al servicio del jefe de la BPS, el comisario Eduardo Quíntela Bóveda, que había conseguido atraerse a dos anarquistas relevantes, Eliseo Melis Díaz y Antonio Seba Amores. En la posguerra, Melis, auxiliado por Seba, había logrado dominar el comité regional de Cataluña de acuerdo con el comisario Quíntela, el máximo responsable de la lucha antiguerríllera en Barcelona junto con Pedro Polo Borreguero, que estaba al frente de la Brigada de Servicios Especiales de la policía. El corolario de esas infiltraciones fueron las detenciones continuadas de militantes anarquistas, incluidos comités en pleno. Como consecuencia de las sucesivas caídas, los confidentes se convirtieron en un objetivo prioritario de los resistentes confederales.

Los hermanos Sabater (José y Francisco), se reúnen más tarde en el Monte, regresando por fin a Francia. La plana mayor anarquista estudia a fondo las causas del fracaso de su mejor grupo de acción y descubre que han sido posiblemente traicionados por un viejo anarquista llamado Elíseo Melís Díaz, al que deciden eliminar. Se comisiona para ello a Manuel Pareja quien entra en España con un nutrido grupo hacia el mes de febrero de 1947. La infiltración la hacen ahora desde Prats de Molló, en San Pablo de Seguríes la Guardia Civil mantiene una refriega con ellos. Cae muerto uno y apresan heridos a dos. Pero Pareja y Antonio Gil, consiguen escapar. El 26 de abril, la Policía, continuando las investigaciones derivadas de la detención del enlace de Gerona, descubre en Servia del Ter un arsenal consistente en 100 cartuchos de dinamita, varios revólveres, lápices explosivos, 15 escopetas, un fusil, una metralleta, un teléfono de campaña, una emisora, un catalejo y varios sellos de caucho de la Organización.

La eliminación de Melís habíase preparado minuciosamente. El 12 de julio. Pareja y Gil acuden a unos salones de billar en la plaza Buensuceso. Invitan a Melís a que les acompañe. Este les sigue. Cuando se dirigen a la calle Montealegre, al grupo se unen “El Yago” y Ramón González que moriría meses más tarde, en 13 de junio (1948) en Barcelona en un tiroteo con la Policía. En la calle Montealegre, Melís decide sacudirse la escolta. Da un empujón a Pareja y se mete en un portal, a la vez que le hiere mortalmente con su pistola. Sin embargo Pareja, pudo alcanzarle y Gil, le remató instantes después.

Cumplido el encargo de eliminar a Melís, el M.L.R. (Movimiento Libertario de Resistencia) organizado en marzo de 1947, con el propósito de convertirse en la Rama Militar de la acracia, hizo una siembra de propaganda, advirtiendo a las fuerzas represoras que “al terrorismo gubernamental”, responderían con el “terrorismo popular”, ajusticiando a los delatores en la calle, en sus casas y donde los encuentren, como sí fuesen alimañas.

Después de ejecutar a Melis y de un atentado fallido contra Seba, que no dio ocasión a que lo intentaran de nuevo, poniendo tierra por medio, los libertarios consiguieron ponerse de acuerdo para eliminar al perseguidor por excelencia de los anarquistas, el comisario Quíntela.

La fecha quedó fijada para el 2 de marzo de 1949 y participaron en la acción los hermanos Francisco y José Sabaté Llopart, Carlos Vidal, Mariano Aguayo, Wenceslao Jiménez Orive, José López Penedo y Simón Gracia. La fortuna estuvo del lado de Quiniela. Aunque su coche fue repetidamente ametrallado, ese día ocupaban el vehículo Manuel Pinol Ballester, secretario del Frente de Juventudes del distrito universitario, y José Tella Bavoy, jefe de deportes del mismo organismo. Murieron Pinol y el chófer, Antonio Norte Juárez, mientras que Tella resultó herido.

He aquí el relato del teniente coronel de la Guardia Civil Francisco Aguado sobre la realización del atentado:
“Pasada la una de la tarde, “Quico” con mono azul, simulaba arreglar una avería en el motor de la camioneta. Poco más arriba estaba estacionado un coche Fiat donde se encontraban los componentes del resto del grupo. José Sabater al volante de la camioneta simulaba prestar atención a los movimientos del falso mecánico. A no mucha distancia, paseaba distraídamente otro del grupo. En el Fiat, con las metralletas dispuestas, se encontraban “Wences”, Simón Gracia, del grupo de Sabater y José López.

Poco antes de dar las dos de la tarde, el pacifico paseante se quitó el sombrero. Era la señal convenida. “Quico” extrajo del motor de la camioneta su metralleta, se plantó en medio de la calzada y comenzó a disparar sobre un coche negro que se acercaba, hasta detenerlo unos metros antes de llegar a su altura. Sus ocupantes salieron aturdidos por ambas puertas, pero entonces desde el Fíat fueron ametrallados sin piedad. Todo les había fallado a los terroristas. El coche agredido no era el del comisario Quiniela, sino otro del mismo modelo”

Estos hechos recrudecieron si era posible el odio entre Quintela y los guerrilleros. Por parte del policía su animadversión llegó a alcanzar rasgos patológicos. La captura de Francisco Sabaté Llopart “Quico” rebasó los límites profesionales para convertirse en una verdadera obsesión personal. Hasta tal punto que, cuando fue cercado y herido, este antiguo comisario, jubilado en Galicia, se desplazó a Barcelona con su perro “Bloodhound” para asistir al desenlace. Era como rematar una tarea inacabada que consideraba personal.

Manuel Sabater Llopart "Manolo"

José Sabater Llopart, hermano mayor de Quico Sabater

Sentencia de muerte de Manuel Sabater y Saturnino Culebras Ortiz

En marzo caía herido José Sabaté, el hermano mayor del “Quico”, y fue evacuado a Francia —previas curas en Martorell y en Abrera—, acompañado por Francisco Martínez Márquez (“Paco”), Santiago Amir Grueñas (“el Sheriff”) y otro compañero.
El primero de los Sabaté en caer iba a ser el hermano pequeño —Manolo—, de veinte años de edad, el cual aprovechando el encarcelamiento de “Quico”, en Francia, y la ausencia de José, logró convencer a otros componentes de un comando armado que le dejaran ir con ellos a España. Así cruzó la frontera, con el grupo de “Caraquemada”, en junio de 1949. Poco después de entrar en territorio español los guerrilleros sostuvieron una refriega con la Guardia Civil y Manolo sería capturado cerca de Moya (Barcelona), pueblo que, con Bañolas, fue uno de los refugios más seguros de la guerrilla libertaria. Manolo Sabater fue juzgado y fusilado el 24 de febrero de 1950 con otro guerrillero llamado “Culebras”. A mediados de octubre del mismo año, José era muerto en una refriega con la policía en las calles de Barcelona.

Estas muertes afectaron profundamente en adelante la vida de “Quico” y al dolor de estas pérdidas se unió un nuevo motivo de aflicción. Como consecuencia de las torturas y de su inexperiencia en la clandestinidad, el pequeño de los Sabaté había facilitado información a la policía, actitud que le valió el desprecio y el olvido de su hermano, un hombre inflexible hasta la falta de humanidad. Verdadera muestra del carácter del guerrillero. La desaparición de sus hermanos fue el argumento utilizado por Federica Montseny para descalificar la acción subversiva de “Quico”, aduciendo que confundía ideales con venganza. Una explicación similar utilizó años después Marcelino Massana: “Creo que vivió excesivamente obsesionado por la muerte de sus hermanos José y Manuel. Sus muertes le impedían aceptar el sosiego y su destierro en Dijon.”

Por una vez parece que va existir cierta coordinación en las acciones guerrilleras: se ha establecido en Barcelona contacto entre Facerías y “Quico”, éste distribuye los encargos. Facerías y Adróver colocarían una bomba en el consulado de Bolivia, sito en la calle Gerona, numero 148; «Quico», «Paco» y otro más, lo harían en los de Perú y Brasil, ubicados en la calle Muntaner, número 273 y en la Rambla de Cataluña, número 88 respectivamente.

Poco después, Francisco Denis “Catalán”, era detenido en Gironella, se trataba de un veterano anarquista acostumbrado a repasar la frontera. Poseedor de muchos secretos sobre el terrorismo ácrata, se los llevó para siempre, Mientras era conducido a Manresa, se envenenó con una ampolla de cianuro que llevaba consigo.

En junio de 1949, “Quico” regresa a su «más» de Casenove Loubette, Había “solicitado” de ]a Organización unas vacaciones. Creyó que los franceses habían olvidado sus cuentas pendientes (tenencia ilícita de armas) con las autoridades del país vecino. Detenido por los gendarmes el tribunal de apelación de Montpellier, lo condenó a seis meses de cárcel y cinco años de destierro en Dijón. Hasta 1955, cumplido su confinamiento “Quico” no vuelve a aparecer por Barcelona.

En 18 de enero de 1951 se produce en Lyon un atraco a un coche postal.
Ciertas sospechas recayeron también sobre Sabater, que aunque confinado en Dijón, este confinamiento no era observado muy rigurosamente. Después de interrogatorios y diligencias, “Quico” fue puesto en libertad por el juez de Lyon en 13 de noviembre de 1952, pero no quedó libre totalmente hasta tres años más tarde en que fue sobreseído su expediente. Exactamente el 16 de noviembre de 1955.Para entonces, la opinión acerca de España en el extranjero, había cambiado bastante.

Tanto “Quico” como los de su grupo disponían de buen armamento. En cuanto a la propaganda habían impreso un periódico titulado El Combate, portavoz de los Grupos Anarco-sindicalistas. El primer número estaba fechado en mayo de 1955.
“Quico” entra en España con otros tres compañeros más. De ellos, dos se ocultaron en Tarrasa a la espera de ser llamados por Sabater.
El 3 de mayo los cuatro suben a un taxi en la avenida José Antonio. Amenazan al taxista con una pistola y este los transporta hasta la calle Mallorca, El taxi para frente a la sucursal del Banco de Vizcaya. Del vehículo descienden el “Quico” y dos más. Cerca está una pareja de Policía Armada que para nada se apercibe de lo que está pasando en el Banco. Todo lo hacen silenciosamente. En un instante, se apoderan de 700.000 pesetas.

Quico intentó aumentar la recluta de sus hombres. Para ello conectó con el secretario del Comité Regional de Cataluña, un confederal pacífico. La entrevista quedó fijada para las tres de la tarde en un punto determinado de Pueblo Nuevo. Astutamente, Sabater desde un taxi dio unas vueltas por la zona de la entrevista unos minutos antes de la hora fijada. Cuando llegó el secretario del Comité Regional, volvieron al taxi pero “Quico” se dio cuenta que alguien les seguía. Sabater, ante el asombro de su acompañante, con la culata de la metralleta, rompió el cristal trasero del coche y se dispuso a hacer fuego sobre el vehículo. “Quico” manda parar el taxi cerca del Hospital de Santa Cruz, momento que aprovecha el secretario del Comité Regional de la C.N.T. de Cataluña para salir a toda prisa, tomar otro y desaparecer. “Quico” monta la metralleta y apoyado en una esquina, de espaldas a la pared aguarda la llegada del coche de la Policía que le ha seguido, al que dispara una ráfaga cuando lo tiene cerca. El conductor es herido.

Poco después, asalta un coche que casualmente pasaba por allí y ordena a su conductor se dirija a la parada de taxis sita frente al Hospital de Santa Cruz. Toma y deja varios coches, hasta que consigue escapar a la persecución.
El 28 de septiembre Franco se encuentra en Barcelona en viaje oficial. “Quico” aprovecha la importancia del día para utilizar su mortero lanzador de propaganda, artilugio este que llevaba mucho tiempo desarrollándolo y que por fin va a poder dedicarlo al uso que se había propuesto. Busca un taxi con ventana en el techo. Explica al conductor que se trata de hacer campaña afecta al régimen, invitando a los barceloneses se sumen a los actos. Y Sabater, desde el taxi lanza unas cargas de octavillas en español y catalán, en las que puede leerse: “Pueblo antifascista: Son ya demasiados los años que soportas a Franco y a sus sicarios. No basta hacer la crítica de este corrompido régimen de miseria y de terror. Las palabras son palabras. La acción es necesaria. ¡Abajo la tiranía! ¡Viva la unión del pueblo español! Movimiento Libertario de España. Comité de Relaciones”

En el mes de febrero de 1956, Sabaté había presentado la Alianza Democrática de Resistencia Antifranquista (ADRA), mediante la que se dirigía a todos los antifranquistas, con la excepción habitual de los comunistas, y en la que especificaba el objetivo de la misma: el derrocamiento del régimen.

El 21 de marzo de 1956 eliminó a un policía que le iba siguiendo, y seguidamente tuvo que volver a Francia: la frontera francesa constituía la referencia del anarquista barcelonés. En noviembre de 1956 regresó de nuevo a España con Ángel Marqués Urdí y Amadeo Ramón Valledor, que había luchado en la guerrilla antifranquista en León. El 22 de diciembre realizaron un atraco a la empresa Cubiertas y Tejados y consiguieron cerca de un millón de pesetas. En esta acción Marqués Urdí resultó detenido. Con muchas dificultades, Sabaté y Ramón Valledor, después de permanecer escondidos durante un mes en un piso de la ciudad, lograron llegar a Francia en febrero de 1957, acompañados de una joven amiga del primero.

Detenido el 12 de diciembre de 1957 en Francia, los jueces lo condenaron a ocho meses de cárcel y cinco de confinamiento. Pasó por los penales de Perpignan y Montpellier, y salió en libertad el 12 de mayo de 1958. Le restaban los cinco años de confinamiento, que empezó a cumplir en la ciudad de Dijon. Pero un auto del 5 de noviembre de 1959 lo requería de nuevo para comparecer ante la justicia francesa. Entre la cárcel en Francia y la lucha en Cataluña, decidió continuar la resistencia en Barcelona y desoír los consejos de quienes le pedían que se marchara a América.

Parece ser que por aquellas fechas, Sabaté recibió ofertas de colaboración armada y táctica por parte de los Yugoslavia y de Argelia, pero “Quico” siempre temeroso de que los comunistas pudieran atacar las esencias ácratas, no aceptó sin la conformidad del Comité Confederal. Cuando éste aceptó la oferta Sabaté ya estaba embarcado en su última misión sin otra ayuda que sus propios medios.

La situación de Sabaté era critica. Al margen de Vila Capdevila, que hacía la guerra por su cuenta en las montañas catalanas, era el único que permanecía abiertamente en la lucha. Las redes de apoyo ya no eran fiables, y existía la certeza de una colaboración estrecha de las policías francesa y española con el propósito de eliminarlo. El biógrafo de Sabaté, Antonio Téllez Sola, sostiene la hipótesis de que la policía francesa tenía bajo estrecha vigilancia al maquis catalán y que le permitía pasar a España para que fuera liquidado definitivamente por las fuerzas de represión franquistas.

Francisco Conesa Alcaraz, uno de los guerrilleros abatidos en Mas Clará

Otra vista de la casa donde fueron sorprendidos

La ratonera de Mas Clará

Desde 1947, los servicios de información franceses pasaban a los españoles informes sobre los guerrilleros instalados en el país vecino: muchos resistentes comprobaron que los estaban esperando al cruzar la frontera, Además, la sede de la CNT estaba infiltrada por los servicios de información franquistas, sobre todo desde la llegada a París del policía Pedro Polo Borreguero, nombrado adjunto de la Embajada española en París.

“Quico” Sabaté entró el 17 de diciembre de 1959 en territorio español, y la Guardia Civil ya estaba avisada. Aquel sería su último viaje al país que tanto quería. Una vez más la peripecia de su persecución volvía a adquirir los tintes del mejor cine negro, con la diferencia que aquí los protagonistas morían de verdad y la sangre era hemoglobina y no salsa de tomate.

Distintos son los relatos que hemos manejado sobre la última etapa de la vida de este guerrillero de leyenda pero con ligeras variantes, ninguna importante, todas son coincidentes.

Antonio Miracle, Rogelio Madrigal y Martín Ruiz Montoya

Venían con “Quico” en este último viaje Antonio Miracle Guitart, Rogelio Madrigal Torres, Francisco Conesa Alcaraz y Martín Ruiz Montoya. Después de distintas peripecias, el 3 de enero fueron detectados en el Mas Clará, Casot de Folgas, entre Bañolas y Gerona,...y allí fueron cercados. No tenian más que dos opciones: o aplastarse en un bosque o refugiarse en una masía.

Esta primera hubiera sido la mejor solución. Pero no fue así: increíblemente optaron por meterse en aquella ratonera que era el Mas Clará, una casa situada al fondo de una hondonada. Instalados allí, reclamaron comida para reparar fuerzas y para avituallarse para seguir camino, en vista de la miseria de aquella gente, que apenas tenían para ellos, mandaron a la mujer al pueblo para que trajera víveres suficientes para el grupo.

Aunque la buena señora cumplió la orden de no delatarlos, pues tenían como rehén a su marido, la insólita cantidad de alimentos que requirió la mujer, levantó las sospechas de los comerciantes los cuales dieron cuenta de sus sospechas al alcalde, quien a su vez las puso en conocimiento de la Guardia Civil, lacual ya estaba alertada desde hacía días, en poco más de dos horas rodearon la masía unos trescientos hombres. Dirigió el asedio el teniente coronel Rodrigo Gayet Girbal, jefe de la comandancia.

Dentro de la masía cundía el nerviosismo y la mayoría de los guerrilleros —el único que no despegó los labios fue el más joven— eran partidarios de no seguir adelante y de regresar a Francia. Y que Sabaté repitió varias veces aquello de: “Yo no retengo a nadie...” Pero quizás ya era demasiado tarde pues el cerco se estaba completando.

Cuando la fuerza pública les conminó a rendirse, “Quico” distribuyó a sus hombres por la planta baja y el piso, ordenando a la joven pareja que se escondiera en un rincón y que no se moviese de allí. Y comenzó el tiroteo, que duraría hasta las seis de la tarde. Al anochecer, “Quico” dijo que había que salir, y tratar de pasar a través de las líneas enemigas.

Salieron dos: el más joven y otro. En seguida se oyó un tiroteo y los dos regresaron heridos. El joven, en un brazo, levemente, el otro con un tiro en la cabeza. Luego salieron otros dos y solo volvió uno, también herido. “Quico” salió y recuperó al compañero, también mal herido, que no hacía más que gritar, delirando ya: “¡No salgas “Quico”, no salgas, que te matarán!”.

“Quico” se asomaba a una ventana de vez en cuando, disparaba una ráfaga, y luego hacía de enfermero. El herido le dijo que gritase que se rendían y que él —“Quico”— aprovechase la ocasión para escaparse. Le decía que los dejase que, como estaban heridos, no les pasaría nada. “Quico” no hacía más que repetir: “No digas tonterías, ¿cómo voy a dejaros en este estado?” Pero al fin venció el sentido común y lo convencieron e intentó la salida.

Antes de abandonar la casa, al más joven, después de vendarle el brazo, y como vio que podía valerse por sí mismo, lo ayudó a esconderse en el horno de piedra, del que le aconsejó que no saliera hasta que no hubiese pasado el peligro.

“Quico” soltó primero una vaca y se protegió con ella, pero la bestia cayó fulminada a pocos pasos de la casita y “Quico” regresó con un raspón en el cuello, en el que se aplicó una gasa con esparadrapo y probó otra vez con la segunda y última vaca del establo. Y consiguió pasar, después de un breve tiroteo, en el que resultó herido en una nalga y en el pie izquierdo, mientras resultaba muerto un capitán de la Guardia Civil.

Parece increíble, pero así fue: “Quico” consiguió deslizarse por entre aquel tupido enjambre de guardias, y escapó del cerco. Pero la muerte le esperaba unos dias después.

La huída espectacular de Quico Sabater

A partir de aquí la historia de su huida se hace cada vez más increíble.
La Guardia Civil le ha perdido la pista. Se pusieron todos los medios para recuperar su pista, todo fue inútil ni siquiera dio resultado
el rastreo de un perro policía tras olfatear un pañuelo que “Quico” había perdido. Sin embargo, la pista se orientó de forma marcada hacia Gerona. Los reconocimientos durante el día 4 tampoco dieron resultado. De todas formas, debido a su estado, no podía estar muy lejos.

En la noche del 4 al 5, Sabater cruza el río Ter por un vado aguas arriba del Puente de la Dehesa de Gerona. Esto se pudo comprobar posteriormente por manifestaciones del personal ferroviario, que declaró que cuando subió al tren en la estación de Fornells de la Selva, tenía las ropas mojadas. Sobre las tres de la madrugada del día cinco, llamó a una casa próxima a Fornells de la Selva, pero no le fue franqueada la puerta.

Al iniciar su marcha un tren de viajeros con destino a Barcelona, Sabater subió al convoy. Amenazó con pistola y metralleta a maquinista y fogonero y les conminó enérgicamente que no detuviesen el tren hasta la Ciudad Condal. El maquinista trata de convencerle que era totalmente imposible. Los viajeros tendrían que bajar en las estaciones intermedias y terminarían por accionar el aparato de alarma deteniendo automáticamente el tren. Por otra parte en el empalme de Massanet-Massanas. había que cambiar la máquina de vapor, por otra eléctrica.

Sabater que va en la locomotora, ordena al maquinista que en las detenciones rebase al máximo los puntos donde haya luz, con el objeto de evitar ser descubierto. Como no había comido desde el mediodía del día tres, obligó a maquinista y fogonero le entregaran sus bocadillos, que ávidamente los consumió. Luego se subió a la escalerilla de detrás de la máquina para encañonar más cómodamente a ambos ferroviarios.

Llegado el momento del cambio de máquina, Sabater aprovecha el instante en que ambas quedaban una frente a la otra y de un salto pasa al tren eléctrico. Maquinista y fogonero participan los incidentes al factor de la estación y seguidamente se alerta a toda la línea férrea. Los conductores de la máquina eléctrica no se apercibieron al principio de la presencia de “Quico”. Al pasar el convoy por Hostalrich, donde no había parada,

Sabater, a pesar del dolor de sus heridas, iba tumbado sobre el techo del furgón de equipajes. Al rebasar la estación de Guialbes, Quico Sabater que ya había bajado hasta la máquina, se introdujo en su pasillo y, cuando el ayudante del conductor se dispone a cerrar la puerta, muy sorprendido ve que alguien le encañona con una pistola por la espalda.

Sabater le reclama por algún sitio para ocultarse. Pero esto no era factible, ya que existían muchos puntos peligrosos, debido a la alta tensión de la línea. El ayudante informó al maquinista la presencia de tan inesperado viajero, Sabater le dijo pertenecía a la resistencia y que esperaban refuerzos de América. Dada la circunstancia de que en Sant Celoní había que efectuar un cruce, cuando el tren aminoró la marcha, un kilómetro antes de llegar a la estación, Sabater abandonó el convoy.

Al detenerse, el maquinista informó al factor de la presencia de Sabater, quien a su vez lo comunicó al sargento comandante del puesto de la Guardia Civil de San Celoni, de servicio con dos guardias en las inmediaciones de la estación.

Lugar donde cayó muerto Quico Sabater, en el Carrer de Santa Clota, Sant Celoni

Malherido en una nalga, una pierna y en el cuello, apenas podía mantenerse en pie debido a la fiebre y la gangrena. En busca de un médico, desesperado, acabó forcejeando con un vecino, Francisco Berenguer Rosa, que advirtió la metralleta debajo de su ropa. Los somatenistas de San Celoni habían sido puestos en alerta y una patrulla integrada entre otros, por el cabo del somatén local y secretario de la CNS, Abel Rocha Sanz, oyó las voces de Berenguer y entre Rocha y el guardia civil Antonio Martínez lograron acabar con su vida en la calle de Santa Clota, no sin antes entablar un fuerte tiroteo con Sabater, que se defendió hasta la muerte. Eran las 8 de la mañana del 5 de enero de 1960.

Aquí termina la vida de un hombre que luchó por sus ideales de la única manera que sabía hacerlo, a pecho descubierto y con el arma en la mano. Mientras muchos, muchísimos, llevaban una vida cómoda y regalada en la “dulce” Francia ganando batallas con la mejor estrategia de café, Sabaté, se recorría los caminos de Cataluña para acudir puntual a los puntos donde era necesaria su presencia. Cuantas cosas se hubieran logrado con menos farisaicos “escrúpulos” de pureza ácrata y una ayuda más generosa. De toda aquella lucha nada material consiguió para él, su mujer subsistía gracias a su trabajo fregando suelos, vivió la dureza del monte y la peligrosidad de las ciudades. No cabe duda que García Márquez tuvo que inspirarse en estos hombres para escribir “Crónica de
una muerte anunciada”

Ramón Vila Capdevila "Caracremada"

RAMON VILA “CARACREMADA” (CARAQUEMADA)
Ramón Vila, nació en Peguera, un pequeño lugar de la comarca del Bregadá, el día 1 de abril de 1908, en el seno de una familia modestísima. De los cuatro o cinco hijos que tuvieron sus padres, la mortandad infantil de aquella época, se cebó con ellos como con la mayoría de las familias, sólo le sobrevivió una hermana, Josefa (Pepeta) que era once años más joven que Ramón.

El sobrenombre de Caraquemada proviene de las quemaduras que se produjo de niño en la cara y mano cuando se incendió la casa donde vivían, pereciendo en el siniestro su hermana pequeña. Era un hombre inquieto de gran movilidad, según testimonio de su hermana, a veces desaparecía una temporada sin que nadie supiera de su paradero.

Robusto, de gran alzada, pasaba del 1,80 mtrs., de fuerte constitución, quiso ser boxeador en la época de Paulino Uzcúdum.
De muy joven se afilió a la CNT, porque su prédica colmaba todas sus expectativas de justicia social.
La instauración dela II República levantó unas esperanzas entre la clase obrera que no se vieron cumplidas ni en el tiempo ni en el contenido y en la cuenca del Llobregat, zona eminentemente industrial, estalló una sublevación obrera en 1932, algo parecido ocurriría poco después en Casas Viejas en Andalucía y aunque de gran violencia, no fue sangrienta como la andaluza.

A los cabecillas de la sublevación se les deportó a Guinea y Canarias. A Ramón Vila lo encierran en la cárcel de Manresa. A partir de aquí se le pierde un poco la pista y sabemos de él que marcha a vivir a Valencia porque en 1935 es detenido en Castellón acusado de haber tomado parte en un atraco en Algemesí, donde de nuevo conoce los establecimientos penitenciarios de Valencia, allí le sorprende la rebelión militar y es puesto en libertad junto con las demás reclusos y sin dudarlo, se incorpora a la mítica Columna de Hierro que combatió con extraordinario valor.

En 1938, cuando es llamada su quinta de reemplazo se incorpora a la 153 Brigada Mixta con la que lucha hasta que en febrero de 1939 pasa a Francia donde es internado en el campo de Sant Cebrià del Rosellón. No duró mucho su estancia allí, como tantos otros tuvo que pasar por la dureza del campo de Argelés.

En la Resistencia francesa

Al año siguiente, Ramón Vila salta las alambradas y se incorpora a la lucha clandestina organizando grupos volantes. En 1944 pasa a la Resistencia Francesa. Primero en la “reseau” o red Menessier, luego pasa al grupo de Franc-Tireurs et Partisans (FTP) y por último a la l´Armée Secrète donde se hizo llamar Ramón Laugí Pons, que después usaría en distintas ocasiones de su azarosa vida. En el verano de 1944, el penal de Nontrón fue asaltado en un espectacular golpe de mano por fuerzas guerrilleras, la mayoría españolas, y rescataron a todos los presos políticos. Entre los destacamentos asaltantes estaba el de Ramón Vila Capdevila «Raymond». El mismo que, con el nombre de «Caraquemada», actuaría por tierras de Cataluña, con su partida de guerrilleros, en el período 1945-1963.

En la lucha contra los nazis, se le recuerda como especialista en explosivos y en voladura de puentes viaductos y líneas ferroviarias.
Al terminar la II Guerra Mundial, Ramón Vila fue desmovilizado y entonces, fiel a sus ideas, se puso a las órdenes de la organización anarquista de Toulousse para luchar en el puesto que le fuera asignado, en la lucha contra el franquismo.

Vuelta a España

Su primera misión fue la de guía permanente del movimiento libertario puesto que era gran conocedor de la zona montañosa y fronteriza, por donde se introducían los grupos armados y cuanta gente dispuesta a trabajar en la clandestinidad. “Quico” Sabater, Facerías y otro muchos fueron sus “clientes habituales”.

Sobrio, casi ascético, con pocas ambiciones personales. Téllez señala que cuando a Ramón le sobraba algún dinero, no quería que le dieran más. Tenía un sueldo fijo de aproximadamente 3.000 pesetas al mes.

Los libertarios impulsaron la guerrilla urbana en Barcelona, pero las divisiones internas restaron efectividad a la lucha que, llevada con unidad y mejor ardor podía haber conseguido sobresalientes resultados. El Movimiento Libertario de Resistencia (rama militar del Movimiento Libertario) fue desautorizado oficialmente, pero en contraposición en el Congreso del MLE de octubre de 1947 se acuerda intensificar la lucha y se facilitan armas a los guerrilleros. Naturalmente con situaciones tan kafkaianas no es extraño que todo el esfuerzo de aquellos hombres se diluyera en tener que atracar para hacerse con el efectivo que les regateaba la Organización de Francia en lugar de dedicarse a la agitación popular y al sabotaje selectivo. También es cierto que quizás estaban acostumbrados a la ayuda de ingleses y americanos que recibieron en el maquis francés que como es lógico aquí no existió.

Las relaciones entre Marcelino Massana y Ramón Vila siempre fueron cordiales, de buena amistad, pero aunque colaboraron en muchas ocasiones no hay que confundir las acciones de uno y de otro. Pedro Flores apunta: ”La relación entre ambos era intermitente, pero siempre que era útil o necesaria la comunicación entre uno y otro se hacía espontáneamente, mediante los “correos” naturales que eran los campesinos, pastores, enlaces orgánicos, etc. Lo que no quiere decir que esa falta de relación constante, aconsejable para su propia seguridad, hacía que a veces se encontraban sin saberlo en un mismo sector, lo que les costó más de una carrera”.
La dictadura mantuvo el estado de guerra hasta 1948 y dicta nuevas leyes excepcionales que situaban las técnicas represivas dentro de la jurisdicción militar. Todas las leyes de excepcionalidad dictadas, fueron reforzadas y actualizadas con el decreto de 21 de septiembre de 1960.

En abril de 1946 se encomendó a “Quico” Sabaté, Ramón Vila, Antonio Malpica, José Gay, José y Aurelio Martí, la conducción de un importante cargamento de material que fue dejado en deposito a un grupo afín de Bañolas. El día 25, José, Malpica y Martí, en el ómnibus de la mañana partieron para Gerona, los demás esperarían al día siguiente para acompañar al camión que tenia que trasladar el material hasta Barcelona.

Después de comer como era día de mercado en Bañolas y las calles estaban animadas salieron a dar un paseo. Una pareja de la Benemérita les pidió la documentación y ante la renuencia de los guerrilleros a seguirles a la Casa Cuartel donde querían llevarlos uno de los agentes intentó sacar el arma y sólo quedó en el intento, pues Ramón Vila que estaba atento a la escena, fue más rápido y lo mató a quemarropa. En la confusión que de inmediato se produjo, como es lógico, ante el suceso, lograron Ramón y Gay huir a la montaña mientras Sabaté, dando otra vez muestras de sangre fría, volvió a la Fonda donde estaban alojados para esconder las maletas con el armamento.

Las actuaciones de Ramón Vila siguen en las comarcas catalanas ahora con unos u otros, es un experto en el conocimiento del terreno y es reclamado por la mayoría de las partidas pues como normalmente las marchas son nocturnas y a campo través, sin él se encuentran perdidas.

El 24 de julio, el teniente Oriol, del servicio de aduanas de Bourg-Madame acompañado de seis subalternos y el inspector Pascal oficial de la policía judicial, registra el mas Tartàs d´Oceja, muy cerca de la frontera franco-española, que era una de las bases desde donde operaban los guerrilleros libertarios. Fueron recibidos por Justo Domingo y por Ramón Vila.

“Los dos españoles citados-afirma un informe guardado en el archivo del Gobierno Civil de Gerona, cosa que corrobora que los servicios de información de la policía francesa pasaban información a la española- reconocieron que almacenaban armas y municiones destinadas a los maquis españoles y el registro efectuado seguidamente permitió descubrir en las distintas piezas del inmueble y en el granero, oculto bajo la paja, el material que se detalla a continuación.

Como el transporte de los explosivos en gran cantidad y mal conservado se consideró peligroso, se decidió esperar la llegada de un especialista artificiero requerido al efecto, quedando no obstante el material bajo la custodia de un pelotón de Guardia Móviles destacado en Osseja. Los españoles en cuestión fueron conducidos a los calabozos de la gendanmería de Bourg-Madame...” y continúa con una larga y detallada relación del material incautado que al final decidieron explosionar en lugar adecuado.
Ramón Vila asumió toda la responsabilidad que por cierto aun aparece en los informes que se reciben en Gerona, como Ramón Llaugí, el seudónimo con el se le conocía en el maquisard. Fue condenado a dos meses de prisión.

El año 1949 será el más activo de Ramón Vila, el 24 de febrero cuando acompañado de otro hombre, costumbre que mantendrá a lo largo de los años en sus actuaciones, entran can Miquel de Pinós para pedir alimentos; antes han dejado las mochilas fuera de la casa. La Guardia Civil les descubre y comienza el tiroteo sin que se puedan acercar a las mochilas donde llevan las metralletas, en el intercambio de disparos Ramón es alcanzado y herido gravemente en la cara, de ahí data la cicatriz de la cara que muestran las fotografías policiales.

Herido, escapó por el bosque hasta la base de casa Moreno de Santaeugenia, donde es atendido por el farmacéutico de Cosp de Berga que es obligado a auxiliarle a Ramón. Este acto humanitario luego le costaría un juicio y tres años de cárcel al pobre farmacéutico.
Una vez curado y repuesto volvió al mas Tartàs donde será requerido como guía de una expedición de explosivos a la Base de Manresa. Una vez allí se planea una actuación conjunta importante: hacer volar unas cuantas torres de alta tensión y la vía del ferrocarril. La operación tuvo un éxito total y diversas zonas de Manresa quedaron sin suministro eléctrico y el tren dejó de circular durante unos días. Entresacamos de una nota informativa del 19 de mayo de la Dirección General de Seguridad, sobre los sabotajes ocurridos en la zona, enviada al gobernador de Gerona:

“...Los mismos informes señalan que Massana tiene como lugarteniente a otro peligrosísimo sujeto llamado Ramón Llaugí Pons o Ramón Gay Pons...”

De retorno a Francia, Ramón Vila y sus compañeros son detenidos al encontrarles en un registro armas y munición y son condenados a dos meses de prisión. Hasta septiembre no vuele a servir de guía a un grupo que quería llegar hasta Barcelona. Una vez los hubo acercado al destino se despidió y retorna a Francia con Manuel Sabaté (hermano pequeño de”Quico” de triste fin) y Elio Ziglioli. Son delatados y sorprendidos por la Guardia Civil, y el único que se salva es Ramón porque se tira por un barranco de tal manera que todos creen que se ha matado. Durante los interrogatorios ambos dan toda la información sobre escondites donde guardan los arsenales.

Ramón Vila, magullado por la caída logra volver a la base de Francia y una vez recuperado el 22 de Diciembre se vuelve a hacer cargo de la conducción del grupo “Los Maños” hasta el pueblo de Matadepera. Una vez cumplido el encargo comienza el camino de regreso que aprovecha para volar dos torres de conducción eléctrica y sigue en solitario, en otra acción, el 20 de marzo al día siguiente, provoca la voladura de la vía férrea de la línea de Barcelona a Manresa.

Al volver a la base de Oceja es detenido de nuevo por la policía francesa y lógicamente la Guardia Civil tiene información puntual. Esta vez es condenado a tres meses de prisión.

Durante los meses siguientes al cumplimiento de la condena se le atribuyen varios hechos que por lo visto fueron ejecutados por Massana y su grupo. Es posible que les acompañara, como hacía normalmente con los distintos grupos.
A principios de 1951, elementos anarquistas asaltan en Lyon una furgoneta postal, suceso que va a tener malas repercusiones para los refugiados españoles. Son detenidos casi dos mil españoles que una vez fichados son puestos en libertad. “Quico” va a ser imputado y condenado y Ramón Vila también es perseguido por este hecho pero logra escapar.

Aquel verano vuela unas torres de conducción eléctrica de Yuca en el Bergadá, tres dias después saltan por los aires tres torres más, el 4 de agosto sigue otro trío torres y vuela la línea férrea de Madrid-Zaragoza. Vuelto a Francia la antigua base de Tartàs estaba quemada, por tanto su nuevo domicilio fue en Perpiñan en un piso y como era hombre de grandes espacios se revolvía en el cuarto como una fiera enjaulada, abría las ventanas y exclamaba “Aire, aire, ¿Dónde están mis montañas? Aquí no hay más que paredes y me ahogo.” Tuvo que estar apartado de toda actividad hasta que se apagaron los ecos del asalto a la furgoneta correo de Lyon.
Oficialmente la guerrilla queda liquidada en 1952. Cesar M. Moreno escribe “El periodo que va de 1954 a 1960 fue el más sombrío de toda la historia de la CNT. Asqueados, agotados por largos años de prisión, vigilados por la policía, ávidos de un poco de reposo, los militantes del interior se retiraron uno a uno del combate.

A pesar de todo en este año, Ramón Vila acompañado de otro (hasta la última salida, siempre se procuro una persona de acompañante) vuela en San Vicente de Castellet tres torres de conducción eléctrica y mas tarde coloca un petardo en vía del ferrocarril en San Juan de las Abadesas.

La prensa internacional se hizo eco del asunto de Tosas

El asunto de Collada de Tosas

Pero en este año también, acaece un suceso que marcará el resto de la vida de Ramón y va a tener una gran repercusión internacional.

El 25 de julio, poco antes de las dos de la tarde, dos individuos pararon un coche inglés con matricula HCO-543 ocupado por un médico inglés, Bernard Joseph Peck y su esposa, les arrebataron la máquina de fotografiar. Los ocupantes creen que les han hecho una seña para seguir cosa que hacen de inmediato, siendo detenidos por una ráfaga de tiros los cuales hieren al médico y matan a la esposa.
Cuando la policía le enseña a Mr. Peck varias fotografías reconoce la de Ramón Vila. Una información periodística explica que el médico ha dicho “Esa sonrisa no se me olvidará en la vida, es como una mueca provocada por la cicatriz”.

La repercusión que alcanza es considerable, ayudado todo ello por los medios de difusión periodísticos, y se cursa orden de busca y captura internacional. El Movimiento Anarquista le ofreció la ocasión de emigrar a América, quizas con el deseo de quitárselo de encima, pero el se negó a huir.
Entre los años 1953 a 1960 en la documentación de las fuerzas de represión española, no aparece ninguna actuación atribuible a Ramón Vila.

Hasta el 8 de febrero de 1961, no se tienen noticias documentadas de la actuación de Ramón Vila, pues en esta fecha son voladas tres torres de conducción eléctrica cerca de Manresa. El 6 de marzo quiso entrar en una casa de campo para proveerse de alimentos y se encontró con la sorpresa de que le estaba esperando varios entre ellos un tal Sansa con el que se enzarzó en pelea con el resultado de caer el atacante mortalmente herido.

Al año siguiente entre el 5 ó 6 de julio la comarca del Bagués registró su paso con la voladura de otras tres torres eléctricas colocando en una la bandera de la CNT. Los daños fueron valorados en 66.135 ptas. Amén de la suspensión del suministro durante unos días a las ciudades de Manresa y Sabadell.

Poco después, cuando regresaba, fue localizado por la Guardia Civil y tiroteado a discreción. La oscuridad de la noche le salva, pudiéndose adentrar en lo profundo del bosque, no corrió la misma suerte su compañero que se perdió por aquellos parajes y al cabo de unos días cayó en manos de la fuerza pública. Fue juzgado y condenado a treinta años de cárcel.

De la declaración de éste, podemos entrever el drama que supuso el incidente de la collada de Tosas:
«Manifiesta que durante los días que convivió con el Caraquemada, éste le manifestó que no podía residir ni en Francia ni en España, ya que en Francia la Policía le buscaba por su participación en la muerte de un matrimonio inglés, realizado este hecho en las inmediaciones de Puigcerdá, y que el marido que resultó herido lo había reconocido en una fotografía. También le dijo el Caraquemada que aquél había sido fortuito, pues él solamente se había acercado al coche para pedirles dinero, pero como viera que los ocupantes, después de parar el vehículo, intentaron darse a la fuga. se vio obligado a disparar sobre ellos. Añadió el Caraquemada que, por estas circunstancias, le era igual vivir en Francia que en España. También le habló sobre otros viajes que había realizado él solo, y en los cuales, valiéndose de unas sierras, cortaba las patas de las torretas, al objeto de que al ponerles una sola carga, se produjese la caída de las mismas. El Caraquemada se lamentó de que a partir del accidente con el matrimonio inglés, la Organización se había desentendido de él, incluso durante tres o cuatro años no había tenido contacto con la misma, pues los dirigentes temían que le resultase perjudicial y les ocasionara una represión por parte de la Policía francesa- No obstante, por manifestaciones del Carballeira sabe que ha sido la Organización la que, por falta de hombres para realizar estas operaciones, ha iniciado nuevamente la colaboración del Caraquemada”

Al año siguiente, por las mismas fechas aproximadamente y en la misma zona vuelve a volar tres torres eléctricas. No le importa repetir el “modus operanti” como si estuviera deseoso de ser localizado y de dar fin a tan ajetreada vida. Curiosamente en esta ocasión prescinde de acompañante y va solo. No deja de ser sorprendente esta forma de actuar en un hombre tan cauto. No se apresura en el regreso y lo hace lentamente dando un considerable rodeo.

Según fuentes de la Guardia Civil “Conocida la técnica terrorista del Caraquemada, se aguardó pacientemente. Para su captura o eliminación, habíase estudiado un plan a fondo, sacando conclusiones por la forma de repetirse las voladuras en los años anteriores, horas de realizarse, días, fases de la luna, etc.”

Ramón Vila, abatido en un apostadero de la Guardia Civil

La muerte de "Caracremada"

El final estaba cerca y la transcripción del parte de la patrulla que acabó con su vida, nos ahorra cualquier comentario. La prosa castrense es suficiente elocuente y descriptiva:

«Obedeciendo órdenes superiores se hallaba prestando servicio de apostadero, desde la puesta del sol del día seis de los corrientes, en el lugar denominado La Creu del Perelló, a fin de lograr la captura del autor que el día dos del actual puso unas cargas explosivas en las torretas de alta tensión eléctrica del término de Rajadell, y como quiera que se tenia sospecha de que muy bien pudiera pasar en su huida hacia Francia el sujeto en cuestión, por el camino o vía pecuaria que atraviesa dicho lugar, con dirección a la frontera, el deponente encontrándose apostado como antes ha dicho, formando grupo de tres con los guardias de la misma Unidad, Añádelo Adeva Sanz y Evangelista Fernández García, éstos en puntos inmediatos al dicente, sobre la parte izquierda del camino, también en servicio de apostadero; el deponente sintió sobre cero cinco horas de este día, siete del actual, que una persona se acercaba al punto donde se encontraba, caminando a paso muy lento con dirección Suria-Balsareny. y no obstante la alta hora de la noche, pudo observar perfectamente que dicho individuo caminaba vigilando las márgenes del camino, llevando un gran bulto a la espalda y con la mano derecha empuñaba una pistola, perfectamente visible en su silueta a través de la claridad de la luna que iluminaba el terreno porque transitaba.

Que antes de lo expuesto, el que declara adoptó las precauciones debidas dejando que dicho sujeto rebasara como unos cuatro pasos y al momento darle la voz reglamentaria de "alto a la Guardia Civil", cuya frase concretamente no pudo terminar porque a la voz de "alto a la Guar..." contestó con fuego de pistola, con asombrosa rapidez, dando el proyectil en una piedra inmediata al declarante, como unos treinta centímetros.

Por ello. y también con rapidez, el deponente repelió la agresión con fuego de su pistola reglamentaria, viendo entonces que había sido alcanzado al segundo disparo y caía seguidamente al suelo quedando tendido e inmovilizado sobre el macuto que portaba a una distancia de unos cuatro metros aproximadamente.

Que a los pocos momentos y tras comprobar que el individuo en cuestión no daba, al parecer, señales de vida, el declarante optó por enviar a su auxiliar. Guardia Adeva Sanz, a la Masía denominada Vilamiijana, para que por medio de un propio se comunicase la novedad a los superiores».

Ramón Vila no fue un superhombre, sino un miembro de la generación quemada por la guerra y el franquismo. Marginal y rebelde, fue un hombre de acción directa, idealista, primitivo en algunos detalles, pero concienciado políticamente, se jugaba la vida combatiendo contra los totalitarismos y nunca tuvo un momento para la tregua. La fuerza, el valor, el atrevimiento y la determinación guiaron sus pasos. Si pudo tener una vida guerrillera tan larga fue porque era un guerrilero rural, un hombre del bosque que conocía el medio donde se movía y las estrategias para camuflarse. Fue seguramente menos espectacular que “Quico” Sabater, pero su acción continuada y valiente no fue menos importante.

A este hombre, para más escarnio se le enterró sin caja, fuera de la tapia del cementerio, sin señal alguna que indicase donde estaba su cuerpo y aunque es de suponer que a él poco le importaba, el cura del pueblo se negó a cualquier ceremonia religiosa.

El tiempo que acostumbre a poner las cosas en su sitio hizo que en unas reformas del cementerio, sus restos quedaron en el interior y sus correligionarios, a la vuelta del exilio, le rindieron el homenaje que se merecía y en su tumba hay colocada una placa que le recuerda.


Artículos

 

Sabaté, guerrillero
( Revista Ajoblanco N° 36, Agosto 1978 )
 

Cuando la noticia de la muerte de Francisco Sabaté, el Quico, ocurrida en Sant Celoni el 5 de enero de 1960, llegó a Barcelona, la gente se negaba a admitir la realidad de su desaparición. Los obreros, las criadas, los viejos republicanos, las prostitutas, pensaban que era un truco de la policía. “Ya vendrá el Quico para desmentir a esos embusteros”, comentaban entre sí los trabajadores catalanes. Francisco Sabaté no podía morir. Como el Empecinado o Durruti, Francisco Sabaté formaba parte de ese peculiar Olimpo hispano, poblado de irredentos e inmortales justicieros de la causa popular. Su muerte ocupó durante bastantes días la atención de la prensa internacional. Las asombrosas peripecias de los últimos días de su vida y su biografía rebelde fueron la demostración de que la vida, en ocasiones, es capaz de superar a la literatura gracias a la audacia de algunos hombres y la ferocidad asimismo mítica de sus enemigos. Pero, ¿cómo era Sabaté?, ¿cómo se construyó su leyenda?, ¿cómo acabaron con él? Apoyándonos en el libro de Antonio Téllez, “Sabaté”, hemos reconstruido algunos de los rasgos más característicos de la vida de este excepcional personaje.

Desde sus comienzos, la vida de Sabaté se había de caracterizar por una profunda rebeldía contra toda forma de autoritarismo. Se afilió a la CNT antes de proclamarse la II República. Al año siguiente, 1932, Sabaté constituyó con otros jóvenes el primer grupo de acción que denominaron Los Novatos, que se vinculó a la Federación Local de la FAI. Cuando llegó la Guerra Civil, junto con su hermano, parte al frente de Aragón con Los Aguiluchos, la primera columna organizada porla CNT-FAI al margen del Comité de Milicias. En enero de 1938, después de liquidar a un comisario político estalinista que había llevado premeditadamente a la muerte a toda una compañía confederal, huye a Barcelona, donde es detenido meses más tarde por el Servicio de Información Militar. Después de fugarse de la cárcel de Vic, se incorporó a la 26 División (la Columna Durruti militarizada), participando en la desesperada resistencia del Montsec.

Decidida la suerte de la guerra, el 10 de febrero de 1939, las fuerzas de la 26 División penetraron en Francia y Sabaté con sus compañeros de armas fue internado en el campo de Vernet d’Ariége. Al estallar la II Guerra Mundial, Sabaté se une al maquis. Y en 1945 inicia, tras la victoria aliada, sus actividades en España liberando a un grupo de presos en Barcelona.

En marzo de 1947 se crea en esta misma ciudad el Movimiento Libertario de Resistencia (MLR). El MLR se proponía ser la rama militar del Movimiento Libertario, pero este organismo desautorizó a los guerrilleros. A pesar de la oposición, el MLR entra en acción y elimina al ex-sindicalista Melís, que se había convertido en el brazo derecho del comisario Quintela. Entran en contacto con el grupo de acción Los Maños e intentan atentar contra Quintela. A partir de entonces su vida parecerá, para los que no vivimos aquellos momentos, entresacada de un thriller o de una novela de Dashiell Hammett.

La actividad de la resistencia libertaria logró una gran repercusión en la vida barcelonesa. En 1949, mientras Sabaté cumplía condena por tenencia ilícita de armas y explosivos, se produjo el exterminio de los grupos guerrilleros con base en Barcelona. La resistencia, sin embargo, había cuajado en el alma popular. Cuando en 1951 se declaró la histórica huelga de tranvías apareció una coplilla que hizo fortuna: “Para arreglar lo de los tranvías, id a buscar a Facerías. Contra el Requeté, ¡viva Sabaté!”.

Facerías

A pesar de que los tiempos son cada vez más difíciles, Sabaté no se rinde. A principios de 1955, algunos compañeros de acción del Movimiento Libertario Español, encabezados por el Quico, decididos a actuar bajo su propia responsabilidad sin comprometer a la organización en sus actividades, crearon los Grupos Anarcosindicalistas. Estos grupos fueron inmediatamente desautorizados por el MLE-CNT en Francia. Contra viento y marea, Sabaté y otros cuatro guerrilleros llegaron a Barcelona el 29 de abril de 1955. Sus objetivos: crear bases y grupos para que estuvieran en condiciones de intervenir el día que fuera posible desarrollar una acción generalizada que diera al traste con el régimen franquista.

Empiezan por desarrollar una tarea ingente de propaganda agudizando al máximo el ingenio. Para sufragar los gastos de propaganda, la ayuda a los presos, etc., el grupo de Sabaté hubo de recurrir con frecuencia a espectaculares asaltos a bancos, dándose el caso de que cualquier atentado, cualquier atraco que ocurriera en Barcelona se lo atribuían a Sabaté. Aunque ocurrieran simultáneamente en sitios distintos.

La policía había llegado a la convicción de que, tratándose de el Quico, no había nada imposible. Es decir, se había llegado a convertir en el enemigo público n° 1, con toda la carga de leyenda y peligro que ello encierra. La caída de José Luís Facerías, que murió acribillado en una emboscada en el Paseo Verdún de Barcelona el 30 de agosto de 1957, demostró a Sabaté que sus días estaban contados. La policía francesa no estaba dispuesta a consentir el funcionamiento de grupos maquisards y antifascistas en tiempos de reconstrucción nacional y guerra fría.

Cuando Sabaté, bajo la acusación de tenencia ilícita de armas, fue detenido en Céret (Francia) el 12 de noviembre, apenas dos meses y medio después de la muerte de José Luís Facerías, Sabaté, estrechamente vigilado, comprendió que la colaboración entre ambas policías no terminaría hasta dar fin al movimiento guerrillero hasta su exterminio. Políticamente, Sabaté se hallaba asimismo desahuciado. La CNT en el exilio había criticado duramente a los Grupos Anarcosindicalistas, organizados por el Quico, por cuanto les consideraban responsables de la caída de Solidaridad Obrera y de la represión desencadenada en Cataluña a raíz de sus últimas actuaciones.

Consciente de su próxima muerte, antes de infiltrarse por última vez en España, en diciembre de 1959, se despidió de sus últimos amigos: “Un fuerte abrazo a todos. Gracias y hasta la próxima, ...si nos volvemos a ver.

La Guardia Civil, con tiempo suficiente, había preparado en la frontera un recibimiento digno de Sabaté. Habían organizado apostaderos y vigilancia en todos los montes de la zona, cruces de carretera y caminos, entradas y salidas de los pueblos. Tropas de refuerzo, para hacer frente a cualquier eventualidad, estaban acantonadas en Besalú, Beuda y Albanyá. Otras patrullas recorrían incesantemente la región. El día 30 de diciembre, el grupo de Sabaté fue localizado por las márgenes del río Manol. Cuando la Guardia Civil con innumerables efectivos consiguió cercar a Francisco Sabaté y su grupo en una masía, su final se daba por descontado. La suerte y el valor del guerrillero consiguieron lo imposible. Al llegar la noche, el grupo salió a pecho descubierto de la masía jugándose el todo por el todo. Allí les esperaba la muerte. Todos los miembros del grupo cayeron en el intento excepto Sabaté. Este intentó la salida pero sin correr, al contrario, tumbado en el suelo y a rastras. Silenciosamente fue avanzando centímetro a centímetro hacia los primeros matorrales. Pero los guardias civiles estaban agazapados a pocos metros. Inmóvil, casi sin respirar, oyó que alguien se dirigía hacia  él, también a rastras, diciendo: “No tiréis, que soy el teniente... No tiréis, que soy el teniente...”

Efectivamente, era el teniente de la Guardia Civil Francisco Fuentes, quien, casi sin saberlo, se dio de narices con el Quico. Este, casi a bocajarro, le descerrajó un tiro matándole en el acto. Los demás guardias no podían saber de qué arma procedía el disparo. Entonces Sabaté tuvo una inspiración inmediata. Se puso a avanzar en la dirección de donde había venido el teniente repitiendo las mismas palabras que había oído: “No tiréis, que soy el teniente... No tiréis, que soy el teniente...”

Así logró franquear las líneas de los Guardias Civiles. Pero había recibido varios balazos, tal vez no mortales pero la pérdida de sangre le debilitaba mucho. Tomó un tren por asalto y pistola en mano se hizo conducir hasta cerca de Sant Celoni. Se tiró del tren antes de entrar en agujas tratando de buscar en la ciudad a un médico. Pero la alerta había sido dada y la Guardia Civil y el Somatén le perseguían de cerca.

En una de las calles, ya exhausto por el hambre, la sed y la pérdida de sangre, fue abatido por el fuego cruzado de sus enemigos.
Sabaté no consiguió llegar hasta Barcelona como era su última esperanza. Con Francisco Sabaté desaparecía uno de los resistentes a la dictadura, tal vez el másromántico y que más había dado que hacer a la policía. Desaparecía también con él el tercero y último vástago varón de una familia catalana. Cayó el 5 de enero de 1960, hace ya 41 años.

 


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