El conocimiento
exacto del pasado es la mejor ayuda para comprender el futuro
(Tucídides)
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Cataluña
Cadáver de Francisco Sabater Llopart "Quico", muerto en Sant Celoni, 5 de enero de 1960.
La guerrilla antifranquista catalana La
Cataluña Norte, Gerona y Lérida, fue siempre camino
de paso tanto para las partidas que entraban como para las que salían.
No se puede hablar de guerrillas organizadas en los montes como las
de Andalucía , Asturias, Galicia, León o Cantabria y
tantas otras repartidas por nuestra geografía y que hemos ido
desgranando en las distintas secciones de esta web, pues en este caso
no hubo embolsamiento ni cerco alguno, todo lo contrario, el éxodo
del final de la guerra tuvo como salida la frontera francesa. En general,
en las montañas de Cataluña, no hubieron agrupaciones
guerrilleras permanentes como ocurrió en otros lugares de la
península, excepto los intentos de crear una en la zona sudoeste
de Tarragona, en conexión con la guerrilla valenciana y aragonesa
(AGLA). Nuestros guerrilleros trabajaron en el oscuro anonimato de una negra y triste posguerra y contra la feroz represión franquista que no dio cuartel y aplicó despiadado la ley de fugas. Nadie reconoció el mérito de su lucha que se estrelló contra la incomprensión de todos. Fueron abandonados, relegados y hasta repudiados por los suyos. Les fue arrebatada la gloria por el olvido. Las nuevas generaciones deben conocer una historia que se les ha hurtado, la historia de los guerrilleros y su lucha, que no está en los libros de texto porque muchos creen que es un peso que deben aligerar. Nuestro compromiso es hacerles comprender, a las nuevas generaciones que pronto nos revelarán, que la historia de esos hombres no es un lastre, hemos de descubrirles el orgullo de este pasado. Aquellos hombres, los guerrilleros, eran anarquistas, nunca renunciaron a sus ideas ni rectificaron nada de lo que era consubstancial con el ideal que habían abrazado. Lucharon en la guerra abierta y cuando ya no habían frentes de batalla ellos los crearon sin más cobertura que su valor y arrojo. Hombres solos y solitarios, no fueron ilustrados, no dejaron diarios que pudiera recoger sus pensamientos la posteridad. Dejaron sus cuerpos rotos por los montes y vaguadas del país que amaban. Todos estos guerrilleros ejercían de héroes sin siquiera proponérselo, sin saberlo, sin menosprecio de la vida, pero también sin preocupaciones de ascenso, ni de pagas extraordinarias, ni de desfiles con charanga, ni de elogiosas citaciones, ni aparato publicitario. No tenían otro norte ni guía que luchar, virilmente, por un pueblo tiranizado por la dictadura franquista. ¿Héroes o bandidos? Esta es la pregunta que se hacen todos. La creencia de que eran bandidos es la que nos ha querido dejar la represión para borrar cualquier buen recuerdo. Yashal Kemal, escritor turco, afirma que los bandidos viven del amor y del miedo, si no más que inspirasen miedo, nadie les daría soporte. Nuestros guerrilleros no hubieran durando tantos años en aquella lucha sin cuartel y al final sin esperanza, si no hubieran contado con el amor de muchos compatriotas que les dieron cobijo y soporte. |
Un poco de historia El éxodo de la derrota republicana se convirtió en diáspora y se fueron repartiendo por todos los rincones del Mundo, pero antes tuvieron que pasar por el suplicio de improvisados campos de concentración en las playas como el de Argelés-sur-Mer, sin más protección del inhóspito clima de aquella región francesa en el mes de marzo, que las alambradas con espinos que rodeaban aquel campo de acogida. Llegaron a convivir en aquel recinto hasta 80.000 republicanos, vigilados (y humillados) por la Garde Mobile Républicaine (GMR) y tropas coloniales como los tiradores senegaleses y los spaliis marroquíes. El destino juega, a veces, cruelmente con los humanos: Aquellos hombres que venían huyendo de los moros de Franco, se encontraron con los moros de los franceses. A los españoles que traspasaron la frontera camino
del exilio, se les obligó a dejar el armamento bélico,
no así el político del que cada uno fue fiel guardián
y también las querellas partidistas de la guerra viajaron a Francia,
reproduciéndose los esquemas que habían presidido la vida
republicana y en los campos de concentración abandonaron cualquiera
de los proyectos unitarios que se hubieran concebido y que eran de desear.
Se transformaron de nuevo en comunistas, socialistas o libertarios y
para su desgracia, esto seguiría ocurriendo durante todo el franquismo.
Fueron los comunistas los primeros en organizarse. En agosto de 1940
ya existía en el campo de Argelés un comité del
PCE integrado por Sixto Agudo Blanco y Antonio Rosel, que
empezaron a coordinarse con otros campos de refugiados. Queda claro, por tanto, que hasta 1943 ó 1944,
la región se mantuvo todo lo tranquila que podía estar
bajo la vigilancia atenta y represora de la Policía y de la Guardia
Civil. Una de las mayores actividades fue pasar por los Pirineos huidos
de la represión nazi o personal militar aliado, pilotos mayormente,
camino de Portugal, para su repatriación, con la mayor o menor
benevolencia de las autoridades españolas. Así como en toda España, la lucha armada
estuvo liderada y dirigida por el PCE, al cual se tuvieron que unir
socialistas y libertarios, abandonados por sus dirigentes que no aprobaban
aquellos métodos, en Cataluña, la resistencia armada estuvo
en manos de los anarquistas, quienes la desarrollaron e impulsaron en
su totalidad. Los comunistas, lo intentaron en un principio aprovechando
el intento de ocupación del Valle de Arán. Comenzaron
a introducirse por los pasos fronterizos, y al igual que otros grupos,
en la capital barcelonesa partidas comunistas en agosto de 1944 asalta
la fábrica de cervezas Moritz y el 14 de octubre ya se enfrentaban
ante un consejo de guerra. L´Agrupació Guerrillera de Catalunya, tomó
el relevo, y a los pocos meses de actuación ya fueron detenidos
y desarticulados. Los fracasos ante la represión, por la rapidez y cantidad de elementos que eran detenidos y las fricciones entre el PCE y el PSUC que se fueron acentuando hasta llegar a una crisis orgánica ya que el PCE, centralista y unificador, no podía consentir aquella rama nacionalista y en su intento de absorberla, dedicaron sus esfuerzos en estos intentos cuando mejor hubieran servido para la lucha armada. Todo esto afectó a la guerrilla urbana comunista que en 1947 había desaparecido prácticamente. A partir de ese momento el movimiento anarquista fue el preponderante en la lucha armada antifranquista en Cataluña y principalmente en Barcelona. La acción, desde Francia del intento fracasado
de invasión del Valle
de Arán, provocará que varias divisiones del ejercito
se aposenten y patrullen con intensidad todo el territorio de Cataluña
Norte (Lérida y Gerona) con lo cual queda desbaratada cualquier
acción conjunta y coordinada con significativo personal, pues
son de fácil localización ante el dispositivo desplegado.
Serán siempre, los que se muevan por territorio enemigo, pequeñas
partidas u hombres solos, normalmente conocedores de todos los senderos,
caminos y vericuetos que conducían desde Francia hasta cualquier
punto de Cataluña y éste no podía ser otro que
Barcelona una capital de densa población donde se podían
ocultar con facilidad y desde el cual sus golpes tenían mayor
eco popular y repercusión internacional Fue en la Ciudad Condal, y por extensión en Cataluñaen
particular las zonas que separan Barcelona de la frontera francesa,
desde Andorra al Cabo de Creus, donde más duración tuvo
y donde mayor intensidad alcanzó la acción guerrillera.
Se podría también haber hablado de la guerrilla urbana
de Madrid, de Valencia, de Sevilla, de Málaga, de Granada, de
Zaragoza, de La Coruña, de Asturias o del País Vasco.
Pero, pese a la existencia de grupos con denominaciones tales como Grupos
de Caza de la Ciudad, Grupo los Dinamiteros, Grupos
de Guerrilleros del Llano y otros, sus acciones fueron esporádicas
y sin gran impacto. Curiosamente las organizaciones políticas y sindicales socialistas, anarquistas y republicanas estaban en contra de la lucha armada. Además sospechaban de las ambiciones políticas
del PCE y temían su capacidad de captación. Para descolocarse
de los comunistas y desvincularse de los que abogaban por la lucha armada,
remitieron una carta a la Embajada americana para dejar claro que no
compartían los métodos del PCE. Lo mismo ocurría
con los socialistas de Indalecio Prieto. Los dirigentes del PSOE se
encontraron, sin pretenderlo, con dos importantes núcleos guerrilleros
en Asturias y León, como ya hemos visto, y sólo tuvieron
como objetivo que no llevaran a cabo acciones armadas, y la forma de
sacarlos de España. El pleno socialista de septiembre de 1945
desautorizó la organización de "revueltas e incidentes".
Los anarquistas también estaban frontalmente contra la resistencia
armada, y los guerrilleros de filiación libertaria que operaron
en Cataluña desde los años cuarenta a los sesenta, lo
hicieron con el recelo o contra la opinión de la organización
confederal. Es de suponer que era una actitud meramente hipócrita
y política, pues sin ayuda por la puerta trasera
es poco imaginable que carentes de apoyo moral y material, no hubieran
podido prolongarse sus actuaciones tantos años. A mediados de 1952, Santiago Carrillo realizó
una autocrítica sobre las guerrillas y descubre con las primeras
huelgas generales las posibilidades del movimiento de masas que pueden
ser más efectivas, en el momento, que la lucha armada. Las huelgas
que se extendieron a partir de 1951 por las capitales industriales más
importantes Barcelona, Madrid, Pamplona, San Sebastián
y Bilbao, descubría un abanico de muevas posibilidades
políticas y convencieron al Partido Comunista de que el tiempo
del maquis había pasado.
La huelga de los tranvias La llamada huelga de los tranvías
se había iniciado el 1 de marzo de 1951 en la capital catalana
y, aunque el pretexto fue la subida de un 20 por ciento del precio del
billete de los transportes urbanos, el componente político era
inequívoco: se boicotearon los transportes públicos y
se produjo, por vez primera en una ciudad española desde el final
de la guerra, la presencia de piquetes, algo verdaderamente revolucionario.
Era impresionante ver, a primeras horas de la mañana, a los obreros
andando varios kilómetros para llegar a los lugares de trabajo,
despreciando a los tranvías que deambulaban sin otro pasaje que
el conductor, cobrador y un gris como protección.
Este espectáculo se repetía al término de la jornada,
sin un desmayo por parte de aquellos extraños huelguistas que
mostraban su protesta negándose a utilizar el tranvía
para su desplazamiento. Durante diez días, nadie subió
a ningún transporte público. Pocas veces se volverá
a ver en una comunidad de millón y medio de habitantes una unidad
de criterio y tan grande perseverancia, sin un desmayo. Durante el día, los estudiantes y quienes no lo eran se dedicaron a sabotear a pedradas los tranvías y con toda clase de artimañas, conseguían el descarrilamiento del vehículo. Se arrancaron los adoquines de la calzada y se levantaron barricadas desde las cuales se luchaba contra la fuerza pública. El Gobierno acuarteló las tropas y de Madrid llegaron centenares de policías armados para reforzar el dispositivo represivo de la dictadura en la capital catalana. Las autoridades se vieron obligadas a rebajar el billete a su precio anterior, creyendo que con este gesto el problema estaba solucionado, pero este tenía raíces mucho más profundas. Se equivocaron: creían haber arreglado el asunto pero en realidad se había demostrado, a los ojos de todos, que con la unión era posible alcanzar metas hasta entonces inimaginables. Acabado lo de los tranvías comenzó una huelga general, también de impresionantes proporciones y de cariz revolucionario.
En el verano de 1950 Massana efectuó la última
incursión en España. En su explicación de por qué
abandonó la lucha, ha confesado que lo hizo porque la confederal
se desentendió de los maquis y porque había libertarios
que no se jugaban la vida desde 1939, pero que iban diciendo que
más que un guerrillero, era un atracador que se estaba haciendo
millonario Según Téllez, los planteamientos de los dirigentes fueron actividades estériles que consumieron a los mejores hombres del movimiento libertario, derrocharon los escasos medios existentes e imposibilitaron la creación de organismos eficientes capaces de desarrollar la ofensiva a base de objetivos concretos, inmediatos y escalonados.
.He aquí la reseña de más actuaciones
de Facerías: El 30 de abril, un grupo de cinco guerrilleros,
armados con metralletas, se apoderan de 100,000 pesetas en la sucursal
del Banco de Vizcaya, sito en la calle Rocafort; el 11 de junio, nuevamente
en la sucursal del Banco de Bilbao de la calle Mallorca, se apropian
de 163.000 pesetas; el primero de agosto en una fábrica de tableros
ubicada en la carretera del Port, se llevan 125.000 pesetas. En estos
avatares la Guardia Civil detuvo a dos de sus componentes, Feliciano
Pernigna y Alberto Santaolaria Castelló.
La intención era mantener el clima de inseguridad y Barcelona, en efecto, parecía recuperar una nueva fase del pueblo en armas, expresión muy querida de los anarquistas. Durante varios meses, la capital catalana respiró un clima de intranquilidad motivada por las acciones subversivas de los libertarios. Todos estos incidentes provocaron la destitución del jefe superior de Policía, Manuel Chinchilla, relevado por José María Rodríguez Albert. El 9 de octubre, 11 guerrilleros se presentan en el
meublé Casita Blanca, cortan el hilo telefónico
y se apropian de 37.000 pesetas, totalidad del dinero que encima llevaban
los clientes, sorprendidos en tan inesperado momento. Con el atraco
a una joyería de la Vía Layetana, donde se apoderan de
joyas y metálico por valor de 115.000 pesetas. Se dan por finalizadas
las expropiaciones anarquistas, por algún tiempo
en la ciudad de Barcelona, expropiaciones que se destinaban a la compra
de armamento, munición y atender a los gastos que ocasionaba
una red de buena cobertura, que los pusiera a salvo de la policía
y ayudar a los presos y sus familias, cosa que le hubiera correspondido
hacer a la Organización de Toulousse. Se hubiera evitado esta
extensa lista de atracos que distorsionaban a la opinión pública
sobre el verdadero fin de los guerrilleros. El 19 de marzo de 1950 el grupo de Facerías resultó
detectado por la Guardia Civil en Santa María de Montcada después
de un golpe económico, y en el enfrentamiento murió Franquesa.
En mayo de 1950, la policía localizó al grupo de Facerías
y en una emboscada murió uno de sus integrantes, Guillermo Ganuza
Navarro. El día 26 de agosto del mismo año, en otra celada
de la Guardia Civil en los límites con la frontera francesa,
murieron otros dos miembros del grupo de Facerías, Celedonio
García Casino Celes y Enrique Martínez Marín
Quique. Era el momento de retornar a Francia durante una temporada
para reponer fuerzas y ver de captar nuevos componentes que reemplazaran
las bajas y rendir cuentas en aquel diálogo de sordos que eran
sus relaciones con la Confederal. Este suceso, el cansancio de tan ajetreada vida y desengañado
de la cúpula anarquista, que los dejaba abandonados a su suerte,Facerías
dejó de actuar en 1951 y se trasladó a vivir a partir
de 1952 a Italia. En el año 1956, Quico Sabaté
consiguió contactar con Facerías, y éste, menos
radical que Sabaté, efectuó un último intento de
asegurarse el respaldo confederal antes de entrar en España pero
sólo recibió buenas palabras. Cuando Sabaté se
enteró de esos contactos, ya en la capital catalana, rompió
definitivamente con su compañero y lo abandonó a su suerte
en Barcelona, una ciudad de la que Face llevaba ausente
varios años y apenas mantenía enlaces, consecuencia de
esta circunstancia hizo que Facerías tomara el camino de vuelta.
Logró alcanzar la frontera francesa con dificultad, aunque el
17 de agosto de 1957 regresó de nuevo a Barcelona el último
viaje acompañado del italiano Goliardo Fiaschi y de Luis
Agustín Vicente. A Facerías sus amigos le habían
preparado el embarco hacia América, donde contaba con amistades
sólidas que ansiaban abrazarlo. Pero no, España era para
Facerías como para Sabaté una llamada fascinadora,
escribe Téllez Sola. El 30 de agosto Facerías había
concertado un contacto con dos viejos compañeros en las inmediaciones
del manicomio de San Andrés. Cuando acudió a la cita,
los dos amigos, sin saberlo él, habían sido ya detenidos. Siguiendo su costumbre, Facerías tomó
un taxi y una hora antes de la entrevista, recorrió la zona con
el fin de observar si había algo anormal. Pero la policía
había organizado el cerco de forma tan discreta que Facerías
no advirtió ninguna anomalía. Esta vez, no había
escapatoria posible. Cuando llegó la hora de la cita, se le dio el alto a Facerías; éste sacó su pistola y trató de defenderse. Herido en una pierna se refugió con cierta dificultad en una esquina del paseo de Verdún. Luego se arrojó a un solar para escapar. El golpe fue desde unos cuatro metros de altura. Sin embargo todo fue inútil. Intentó arrojar una granada y un nuevo disparo le causó la muerte. Otras versiones aseguran que ni tiempo tuvo de empuñar la pistola, cayó acribillado por una descarga cerrada de los que estaban apostados esperando el momento que se les diera la señal de disparar.
¡Cuánta sangre generosa derramada! Pero,
más que nada, lo que les sacaba de quicio era la impotencia,
es decir, la falta de recursos que impedía llevar a la práctica
los planes convenidos. Esta carencia de medios fue lo que impidió
siempre a los grupos urbanos o rurales el poderse dedicar
a actividades de mayor cuantía: siempre estuvieron obligados
a contar con la peseta. La ruptura de Wences con Facerías, a fines de 1948 banal e incomprensible en todo punto ilustra bastante bien el afán de protagonismo que perdió a no pocos jóvenes libertarios, arrastrando con ellos a otros abnegados muchachos. He aquí los hechos que motivaron el distanciamiento entre los dos luchadores: A Barcelona llegó un antiguo compañero de Wences, recién salido de la cárcel, quien por cierto se veía permanentemente asediado por la policía, que cada dos por tres lo convocaba para interrogarle. Fichado, vigilado y además constantemente visitado por compañeros que llegaban de Francia, Madrid o Barcelona, sin contar los que salían en libertad y que iban a verle, se encontraba en una situación de compromiso, no sólo para él sino para todos los demás. El llamamiento de Wences le decidió
a unirse a él y ponerse inmediatamente al margen de la ley. Facerías
se enteró de la entrevista y disgustado al ver que Wences
había obrado en contra del criterio general del grupo prescindió
de él en el atraco al Banco Hispano-Colonial. Cuando Wences
supo que el grupo había pasado a la acción ignorándole
pidió la baja en el mismo y les anunció la inminente constitución
de otro, los Maños Por suerte, un veterano luchador,
Pedro Adrover Font el Yayo, sirvió de enlace al grupo
de los Maños con la organización cenetista
en el exilio. El Yayo cayó en octubre de 1949,
junto con Luciano Alpuente Madurga (que fue abatido en plena
calle), José Pérez Pedrero y Jorge Pons Argilés,
que serían ejecutados poco después. Muchos eran los que
portaban veneno por si eran apresados por la policía, para escapar
de los interrogatorios en donde podían delatar a sus compañeros.
Wences llevaba preparados 20 centígramos de veneno
en la parte superior de su pluma estilográfica con idéntico
fin. El 9 de enero de 1950 se produjo un encuentro con la policía en donde cayó herido gravemente Wences. Supo ser fiel a su pensamiento y utilizó del veneno que llevaba preparado antes de entregarse. Los otros dos miembros de procedencia aragonesa fueron detenidos el mismo día, así como el que hacía de enlace. Los había delatado el otro del grupo, Niceto Pardillo. Aquí desapareció el grupo los Maños
En diciembre (1939) Sabater es liberado
por la organización de su partido y destinado como montador en
la construcción de una fábrica de pólvoras en Angulema;
después pasaría a otra de gasógenos con igual cometido.
En 1943 se traslada con su mujer y su hija a Perpignán. El alcalde
de Prades, de filiación anarquista, le facilita una documentación
en regla y la Organización le concede un préstamo con
el que compra los útiles necesarios de fontanería y alquila
el «más» Casenove Loubette, en el término
de Coustouges, a menos de un kilómetro de la raya fronteriza
con la provincia de Gerona. Desde este punto, al parecer sin importancia,
Sabater va a elaborar la planificación de los distintos golpes
de mano que le harían famoso. Su nueva ocupación de agricultor le obliga a
hacer algunos viajes a Ceret, Saint Laurel, Arlés-sur-Tech y
por último Perpignán, donde la Organización, que
ya ha pensado seriamente en él, le pone en contacto con un viejo
camarada el Roseta, otro anarquista de acción, militante en la
División Durruti, Es a partir de este momento, comienzos de 1945,
donde va a jugar un papel importante como auxiliar de los que pasan
a la acción en el terrorismo barcelonés, donde el Quico
se convertiría en el guerrillero urbano más audaz de la
C.N.T-F.A.I. Su profundo conocimiento del terreno, le proporcionaría
la zona de paso ideal para la huida hacía su oculto «Mas»
Casenove Loubette, o para la infiltración en la Ciudad Condal,
Debido a esta peculiar característica, los grupos de acción
y las partidas permanecían el tiempo preciso para descansar en
algún punto de apoyo, proveerse de alimentos, dejar o tomar las
armas, según les conviniese, o aplastarse en algún seguro
escondite, a la espera del momento propicio para saltar bien hacia Francia,
bien hacía Barcelona, su campo de acción preferido La primera vez que entró en España después
de la contienda, lo hizo para guiar y proteger a una delegación
cenetista. Lo acompañaban Jaime Pares Adán Abisinio
y Juan Salas Millón Roget, responsable este último
de que Sabaté retomara el camino de la lucha antifranquista.
Llegaron hasta Hospitalet, contactaron con los grupos libertarios y
, efectuaron los primeros golpes económicos. En uno de ellos,
dejaron escrito su mensaje: No somos atracadores, somos resistentes
libertarios. Lo que nos llevamos servirá para dar de comer a
los hijos de los antifascistas que habéis fusilado y que se encuentran
abandonados y sufren hambre. Somos los que no hemos claudicado, ni claudicaremos
y seguiremos luchando por la libertad del pueblo español mientras
tengamos un soplo de vida. También se dedicaron a reconstruir
puntos de apoyo, tanto en Barcelona como en el campo, y a distribuir
depósitos de armas. Alcanzados los objetivos, regresaron a Francia. De vuelta a Barcelona Quico decide hacer acopio de fondos
pues estaba falto de medios económicos y la Organización
no estaba muy holgada de efectivo. En compañía de el
Abisinio se presenta en Hospitalet, donde dan dos atracos donde
obtienen 90.000 pesetas, además de una máquina de escribir,
a continuación reciben el encargo del Comité de Resistencia
de la C.N.T., de liberar a tres correligionarios que habían
sido detenidos. El 20 de octubre, cuando eran trasladados a la cárcel,
Sabater y Roset, atacan a la pareja de Policía Armada
que los custodiaba, mientras el Abisinio permanecía
al volante de un coche para facilitar la huida. Posteriormente se produce la detención en Gerona
de un importante enlace. Por los interrogatorios la policía se
entera que el grupo de Sabater, tenía un punto de apoyo en Barcelona
en una lechería de la calle Santa Teresa. Quico que
había hecho el viaje a pie desde Gerona a Barcelona donde llegó
el 2 de mayo, ignoraba que la lechería estaba vigilada. Detenido
el dueño por la Policía pudo saberse la situación
de los escondites de el Abisinio, de Roset y
de Quico, El 9 de mayo, Jaime Pares Adán el
Abisinio, al entrar en casa de su hermana, en la calle Travesera
de Gracia, era muerto por la Policía; un segundo anarquista era
detenido al entrar en la lechería de la calle Santa Teresa. Quico
y Roset, se ocultaron por algún tiempo. El primero
fue a Hospitalet donde le aguardaba su hermano José, puesto en
libertad condicional en el campo de Albatera. Pasados unos días
Roset fue también detenido en su domicilio. La muerte de Abisinio, acribillado a tiros
el 8 de mayo de 1946 cuando entraba en su casa barcelonesa, inició
simbólicamente el importante listado de muertos confederales.
En las bajas libertarias influyeron sobremanera las actividades de los
confidentes policiales al servicio del jefe de la BPS, el comisario
Eduardo Quíntela Bóveda, que había conseguido atraerse
a dos anarquistas relevantes, Eliseo Melis Díaz y Antonio Seba
Amores. En la posguerra, Melis, auxiliado por Seba, había logrado
dominar el comité regional de Cataluña de acuerdo con
el comisario Quíntela, el máximo responsable de la lucha
antiguerríllera en Barcelona junto con Pedro Polo Borreguero,
que estaba al frente de la Brigada de Servicios Especiales de la policía.
El corolario de esas infiltraciones fueron las detenciones continuadas
de militantes anarquistas, incluidos comités en pleno. Como consecuencia
de las sucesivas caídas, los confidentes se convirtieron en un
objetivo prioritario de los resistentes confederales. Los hermanos Sabater (José y Francisco), se reúnen
más tarde en el Monte, regresando por fin a Francia. La plana
mayor anarquista estudia a fondo las causas del fracaso de su mejor
grupo de acción y descubre que han sido posiblemente traicionados
por un viejo anarquista llamado Elíseo Melís Díaz,
al que deciden eliminar. Se comisiona para ello a Manuel Pareja quien
entra en España con un nutrido grupo hacia el mes de febrero
de 1947. La infiltración la hacen ahora desde Prats de Molló,
en San Pablo de Seguríes la Guardia Civil mantiene una refriega
con ellos. Cae muerto uno y apresan heridos a dos. Pero Pareja y Antonio
Gil, consiguen escapar. El 26 de abril, la Policía, continuando
las investigaciones derivadas de la detención del enlace de Gerona,
descubre en Servia del Ter un arsenal consistente en 100 cartuchos de
dinamita, varios revólveres, lápices explosivos, 15 escopetas,
un fusil, una metralleta, un teléfono de campaña, una
emisora, un catalejo y varios sellos de caucho de la Organización.
He aquí el relato del teniente coronel de la
Guardia Civil Francisco Aguado sobre la realización del atentado: Poco antes de dar las dos de la tarde, el pacifico paseante
se quitó el sombrero. Era la señal convenida. Quico
extrajo del motor de la camioneta su metralleta, se plantó en
medio de la calzada y comenzó a disparar sobre un coche negro
que se acercaba, hasta detenerlo unos metros antes de llegar a su altura.
Sus ocupantes salieron aturdidos por ambas puertas, pero entonces desde
el Fíat fueron ametrallados sin piedad. Todo les había
fallado a los terroristas. El coche agredido no era el del comisario
Quiniela, sino otro del mismo modelo Estos hechos recrudecieron si era posible el odio entre
Quintela y los guerrilleros. Por parte del policía su animadversión
llegó a alcanzar rasgos patológicos. La captura de Francisco
Sabaté Llopart Quico rebasó los límites
profesionales para convertirse en una verdadera obsesión personal.
Hasta tal punto que, cuando fue cercado y herido, este antiguo comisario,
jubilado en Galicia, se desplazó a Barcelona con su perro Bloodhound
para asistir al desenlace. Era como rematar una tarea inacabada que
consideraba personal.
En marzo caía herido José Sabaté,
el hermano mayor del Quico, y fue evacuado a Francia previas
curas en Martorell y en Abrera, acompañado por Francisco
Martínez Márquez (Paco), Santiago Amir Grueñas
(el Sheriff) y otro compañero. Estas muertes afectaron profundamente en adelante la
vida de Quico y al dolor de estas pérdidas se unió
un nuevo motivo de aflicción. Como consecuencia de las torturas
y de su inexperiencia en la clandestinidad, el pequeño de los
Sabaté había facilitado información a la policía,
actitud que le valió el desprecio y el olvido de su hermano,
un hombre inflexible hasta la falta de humanidad. Verdadera muestra
del carácter del guerrillero. La desaparición de sus hermanos
fue el argumento utilizado por Federica Montseny para descalificar la
acción subversiva de Quico, aduciendo que confundía
ideales con venganza. Una explicación similar utilizó
años después Marcelino Massana: Creo que vivió
excesivamente obsesionado por la muerte de sus hermanos José
y Manuel. Sus muertes le impedían aceptar el sosiego y su destierro
en Dijon. Por una vez parece que va existir cierta coordinación
en las acciones guerrilleras: se ha establecido en Barcelona contacto
entre Facerías y Quico, éste distribuye los
encargos. Facerías y Adróver colocarían una bomba
en el consulado de Bolivia, sito en la calle Gerona, numero 148; «Quico»,
«Paco» y otro más, lo harían en los de Perú
y Brasil, ubicados en la calle Muntaner, número 273 y en la Rambla
de Cataluña, número 88 respectivamente. Poco después, Francisco Denis Catalán,
era detenido en Gironella, se trataba de un veterano anarquista acostumbrado
a repasar la frontera. Poseedor de muchos secretos sobre el terrorismo
ácrata, se los llevó para siempre, Mientras era conducido
a Manresa, se envenenó con una ampolla de cianuro que llevaba
consigo. En junio de 1949, Quico regresa a su «más»
de Casenove Loubette, Había solicitado de ]a Organización
unas vacaciones. Creyó que los franceses habían olvidado
sus cuentas pendientes (tenencia ilícita de armas) con las autoridades
del país vecino. Detenido por los gendarmes el tribunal de apelación
de Montpellier, lo condenó a seis meses de cárcel y cinco
años de destierro en Dijón. Hasta 1955, cumplido su confinamiento
Quico no vuelve a aparecer por Barcelona. En 18 de enero de 1951 se produce en Lyon un atraco
a un coche postal. Tanto Quico como los de su grupo disponían
de buen armamento. En cuanto a la propaganda habían impreso un
periódico titulado El Combate, portavoz de los Grupos Anarco-sindicalistas.
El primer número estaba fechado en mayo de 1955. Quico intentó aumentar
la recluta de sus hombres. Para ello conectó con el secretario
del Comité Regional de Cataluña, un confederal pacífico.
La entrevista quedó fijada para las tres de la tarde en un punto
determinado de Pueblo Nuevo. Astutamente, Sabater desde un taxi dio
unas vueltas por la zona de la entrevista unos minutos antes de la hora
fijada. Cuando llegó el secretario del Comité Regional,
volvieron al taxi pero Quico se dio cuenta que alguien les
seguía. Sabater, ante el asombro de su acompañante, con
la culata de la metralleta, rompió el cristal trasero del coche
y se dispuso a hacer fuego sobre el vehículo. Quico
manda parar el taxi cerca del Hospital de Santa Cruz, momento que aprovecha
el secretario del Comité Regional de la C.N.T. de Cataluña
para salir a toda prisa, tomar otro y desaparecer. Quico
monta la metralleta y apoyado en una esquina, de espaldas a la pared
aguarda la llegada del coche de la Policía que le ha seguido,
al que dispara una ráfaga cuando lo tiene cerca. El conductor
es herido. Poco después, asalta un coche que casualmente
pasaba por allí y ordena a su conductor se dirija a la parada
de taxis sita frente al Hospital de Santa Cruz. Toma y deja varios coches,
hasta que consigue escapar a la persecución. En el mes de febrero de 1956, Sabaté había
presentado la Alianza Democrática de Resistencia Antifranquista
(ADRA), mediante la que se dirigía a todos los antifranquistas,
con la excepción habitual de los comunistas, y en la que especificaba
el objetivo de la misma: el derrocamiento del régimen. El 21 de marzo de 1956 eliminó a un policía
que le iba siguiendo, y seguidamente tuvo que volver a Francia: la frontera
francesa constituía la referencia del anarquista barcelonés.
En noviembre de 1956 regresó de nuevo a España con Ángel
Marqués Urdí y Amadeo Ramón Valledor, que había
luchado en la guerrilla antifranquista en León. El 22 de diciembre
realizaron un atraco a la empresa Cubiertas y Tejados y consiguieron
cerca de un millón de pesetas. En esta acción Marqués
Urdí resultó detenido. Con muchas dificultades, Sabaté
y Ramón Valledor, después de permanecer escondidos durante
un mes en un piso de la ciudad, lograron llegar a Francia en febrero
de 1957, acompañados de una joven amiga del primero. Detenido el 12 de diciembre de 1957 en Francia, los
jueces lo condenaron a ocho meses de cárcel y cinco de confinamiento.
Pasó por los penales de Perpignan y Montpellier, y salió
en libertad el 12 de mayo de 1958. Le restaban los cinco años
de confinamiento, que empezó a cumplir en la ciudad de Dijon.
Pero un auto del 5 de noviembre de 1959 lo requería de nuevo
para comparecer ante la justicia francesa. Entre la cárcel en
Francia y la lucha en Cataluña, decidió continuar la resistencia
en Barcelona y desoír los consejos de quienes le pedían
que se marchara a América. Parece ser que por aquellas fechas, Sabaté recibió
ofertas de colaboración armada y táctica por parte de
los Yugoslavia y de Argelia, pero Quico siempre temeroso
de que los comunistas pudieran atacar las esencias ácratas, no
aceptó sin la conformidad del Comité Confederal. Cuando
éste aceptó la oferta Sabaté ya estaba embarcado
en su última misión sin otra ayuda que sus propios medios. La situación de Sabaté era critica. Al
margen de Vila Capdevila, que hacía la guerra por su cuenta en
las montañas catalanas, era el único que permanecía
abiertamente en la lucha. Las redes de apoyo ya no eran fiables, y existía
la certeza de una colaboración estrecha de las policías
francesa y española con el propósito de eliminarlo. El
biógrafo de Sabaté, Antonio Téllez Sola, sostiene
la hipótesis de que la policía francesa tenía bajo
estrecha vigilancia al maquis catalán y que le permitía
pasar a España para que fuera liquidado definitivamente por las
fuerzas de represión franquistas.
Al detenerse, el maquinista informó al factor de la presencia de Sabater, quien a su vez lo comunicó al sargento comandante del puesto de la Guardia Civil de San Celoni, de servicio con dos guardias en las inmediaciones de la estación. Lugar donde cayó
muerto Quico Sabater, en el Carrer de Santa Clota, Sant Celoni Malherido en una nalga, una pierna y en el cuello, apenas
podía mantenerse en pie debido a la fiebre y la gangrena. En
busca de un médico, desesperado, acabó forcejeando con
un vecino, Francisco Berenguer Rosa, que advirtió la metralleta
debajo de su ropa. Los somatenistas de San Celoni habían sido
puestos en alerta y una patrulla integrada entre otros, por el cabo
del somatén local y secretario de la CNS, Abel Rocha Sanz, oyó
las voces de Berenguer y entre Rocha y el guardia civil Antonio Martínez
lograron acabar con su vida en la calle de Santa Clota, no sin antes
entablar un fuerte tiroteo con Sabater, que se defendió hasta
la muerte. Eran las 8 de la mañana del 5 de enero de 1960. Aquí termina la vida de un hombre que luchó
por sus ideales de la única manera que sabía hacerlo,
a pecho descubierto y con el arma en la mano. Mientras muchos, muchísimos,
llevaban una vida cómoda y regalada en la dulce Francia
ganando batallas con la mejor estrategia de café, Sabaté,
se recorría los caminos de Cataluña para acudir puntual
a los puntos donde era necesaria su presencia. Cuantas cosas se hubieran
logrado con menos farisaicos escrúpulos de pureza
ácrata y una ayuda más generosa. De toda aquella lucha
nada material consiguió para él, su mujer subsistía
gracias a su trabajo fregando suelos, vivió la dureza del monte
y la peligrosidad de las ciudades. No cabe duda que García Márquez
tuvo que inspirarse en estos hombres para escribir Crónica
de
En 1938, cuando es llamada su quinta de reemplazo se
incorpora a la 153 Brigada Mixta con la que lucha hasta que en febrero
de 1939 pasa a Francia donde es internado en el campo de Sant Cebrià
del Rosellón. No duró mucho su estancia allí, como
tantos otros tuvo que pasar por la dureza del campo de Argelés. En la Resistencia francesa Al año siguiente, Ramón Vila salta las
alambradas y se incorpora a la lucha clandestina organizando grupos
volantes. En 1944 pasa a la Resistencia Francesa. Primero en la reseau
o red Menessier, luego pasa al grupo de Franc-Tireurs et Partisans (FTP)
y por último a la l´Armée Secrète donde se
hizo llamar Ramón Laugí Pons, que después usaría
en distintas ocasiones de su azarosa vida. En el verano de 1944, el
penal de Nontrón fue asaltado en un espectacular golpe de mano
por fuerzas guerrilleras, la mayoría españolas, y rescataron
a todos los presos políticos. Entre los destacamentos asaltantes
estaba el de Ramón Vila Capdevila «Raymond». El mismo
que, con el nombre de «Caraquemada», actuaría por
tierras de Cataluña, con su partida de guerrilleros, en el período
1945-1963. En la lucha contra los nazis, se le recuerda como especialista
en explosivos y en voladura de puentes viaductos y líneas ferroviarias. Vuelta a España Su primera misión fue la de guía permanente
del movimiento libertario puesto que era gran conocedor de la zona montañosa
y fronteriza, por donde se introducían los grupos armados y cuanta
gente dispuesta a trabajar en la clandestinidad. Quico Sabater,
Facerías y otro muchos fueron sus clientes habituales. Sobrio, casi ascético, con pocas ambiciones personales.
Téllez señala que cuando a Ramón le sobraba algún
dinero, no quería que le dieran más. Tenía un sueldo
fijo de aproximadamente 3.000 pesetas al mes. Los libertarios impulsaron la guerrilla urbana en Barcelona,
pero las divisiones internas restaron efectividad a la lucha que, llevada
con unidad y mejor ardor podía haber conseguido sobresalientes
resultados. El Movimiento Libertario de Resistencia (rama militar del
Movimiento Libertario) fue desautorizado oficialmente, pero en contraposición
en el Congreso del MLE de octubre de 1947 se acuerda intensificar la
lucha y se facilitan armas a los guerrilleros. Naturalmente con situaciones
tan kafkaianas no es extraño que todo el esfuerzo de aquellos
hombres se diluyera en tener que atracar para hacerse con el efectivo
que les regateaba la Organización de Francia en lugar de dedicarse
a la agitación popular y al sabotaje selectivo. También
es cierto que quizás estaban acostumbrados a la ayuda de ingleses
y americanos que recibieron en el maquis francés que como es
lógico aquí no existió. Las relaciones entre Marcelino Massana y Ramón
Vila siempre fueron cordiales, de buena amistad, pero aunque colaboraron
en muchas ocasiones no hay que confundir las acciones de uno y de otro.
Pedro Flores apunta: La relación entre ambos era intermitente,
pero siempre que era útil o necesaria la comunicación
entre uno y otro se hacía espontáneamente, mediante los
correos naturales que eran los campesinos, pastores, enlaces
orgánicos, etc. Lo que no quiere decir que esa falta de relación
constante, aconsejable para su propia seguridad, hacía que a
veces se encontraban sin saberlo en un mismo sector, lo que les costó
más de una carrera. En abril de 1946 se encomendó a Quico
Sabaté, Ramón Vila, Antonio Malpica, José Gay,
José y Aurelio Martí, la conducción de un importante
cargamento de material que fue dejado en deposito a un grupo afín
de Bañolas. El día 25, José, Malpica y Martí,
en el ómnibus de la mañana partieron para Gerona, los
demás esperarían al día siguiente para acompañar
al camión que tenia que trasladar el material hasta Barcelona. Después de comer como era día de mercado
en Bañolas y las calles estaban animadas salieron a dar un paseo.
Una pareja de la Benemérita les pidió la documentación
y ante la renuencia de los guerrilleros a seguirles a la Casa Cuartel
donde querían llevarlos uno de los agentes intentó sacar
el arma y sólo quedó en el intento, pues Ramón
Vila que estaba atento a la escena, fue más rápido y lo
mató a quemarropa. En la confusión que de inmediato se
produjo, como es lógico, ante el suceso, lograron Ramón
y Gay huir a la montaña mientras Sabaté, dando otra vez
muestras de sangre fría, volvió a la Fonda donde estaban
alojados para esconder las maletas con el armamento. Las actuaciones de Ramón Vila siguen en las comarcas
catalanas ahora con unos u otros, es un experto en el conocimiento del
terreno y es reclamado por la mayoría de las partidas pues como
normalmente las marchas son nocturnas y a campo través, sin él
se encuentran perdidas. El 24 de julio, el teniente Oriol, del servicio de aduanas
de Bourg-Madame acompañado de seis subalternos y el inspector
Pascal oficial de la policía judicial, registra el mas Tartàs
d´Oceja, muy cerca de la frontera franco-española, que
era una de las bases desde donde operaban los guerrilleros libertarios.
Fueron recibidos por Justo Domingo y por Ramón Vila. Los dos españoles citados-afirma un informe
guardado en el archivo del Gobierno Civil de Gerona, cosa que corrobora
que los servicios de información de la policía francesa
pasaban información a la española- reconocieron que almacenaban
armas y municiones destinadas a los maquis españoles y el registro
efectuado seguidamente permitió descubrir en las distintas piezas
del inmueble y en el granero, oculto bajo la paja, el material que se
detalla a continuación. Como el transporte de los explosivos en gran cantidad
y mal conservado se consideró peligroso, se decidió esperar
la llegada de un especialista artificiero requerido al efecto, quedando
no obstante el material bajo la custodia de un pelotón de Guardia
Móviles destacado en Osseja. Los españoles en cuestión
fueron conducidos a los calabozos de la gendanmería de Bourg-Madame...
y continúa con una larga y detallada relación del material
incautado que al final decidieron explosionar en lugar adecuado. El año 1949 será el más activo de Ramón Vila, el 24 de febrero cuando acompañado de otro hombre, costumbre que mantendrá a lo largo de los años en sus actuaciones, entran can Miquel de Pinós para pedir alimentos; antes han dejado las mochilas fuera de la casa. La Guardia Civil les descubre y comienza el tiroteo sin que se puedan acercar a las mochilas donde llevan las metralletas, en el intercambio de disparos Ramón es alcanzado y herido gravemente en la cara, de ahí data la cicatriz de la cara que muestran las fotografías policiales. Herido, escapó por el bosque hasta la base de
casa Moreno de Santaeugenia, donde es atendido por el farmacéutico
de Cosp de Berga que es obligado a auxiliarle a Ramón. Este acto
humanitario luego le costaría un juicio y tres años de
cárcel al pobre farmacéutico. ...Los mismos informes señalan que Massana
tiene como lugarteniente a otro peligrosísimo sujeto llamado
Ramón Llaugí Pons o Ramón Gay Pons... De retorno a Francia, Ramón Vila y sus compañeros
son detenidos al encontrarles en un registro armas y munición
y son condenados a dos meses de prisión. Hasta
septiembre no vuele a servir de guía a un grupo que quería
llegar hasta Barcelona. Una vez los hubo acercado al destino se despidió
y retorna a Francia con Manuel Sabaté (hermano pequeño
deQuico de triste fin) y Elio Ziglioli. Son delatados y
sorprendidos por la Guardia Civil, y el único que se salva es
Ramón porque se tira por un barranco de tal manera que todos
creen que se ha matado. Durante los interrogatorios ambos dan toda la
información sobre escondites donde guardan los arsenales. Ramón Vila, magullado por la caída logra
volver a la base de Francia y una vez recuperado el 22 de Diciembre
se vuelve a hacer cargo de la conducción del grupo Los
Maños hasta el pueblo de Matadepera. Una vez cumplido el
encargo comienza el camino de regreso que aprovecha para volar dos torres
de conducción eléctrica y sigue en solitario, en otra
acción, el 20 de marzo al día siguiente, provoca la voladura
de la vía férrea de la línea de Barcelona a Manresa. Al volver a la base de Oceja es detenido de nuevo por
la policía francesa y lógicamente la Guardia Civil tiene
información puntual. Esta vez es condenado a tres meses de prisión. Durante los meses siguientes al cumplimiento de la condena
se le atribuyen varios hechos que por lo visto fueron ejecutados por
Massana y su grupo. Es posible que les acompañara, como hacía
normalmente con los distintos grupos. Aquel verano vuela unas torres de conducción
eléctrica de Yuca en el Bergadá, tres dias después
saltan por los aires tres torres más, el 4 de agosto sigue otro
trío torres y vuela la línea férrea de Madrid-Zaragoza.
Vuelto a Francia la antigua base de Tartàs estaba quemada, por
tanto su nuevo domicilio fue en Perpiñan en un piso y como era
hombre de grandes espacios se revolvía en el cuarto como una
fiera enjaulada, abría las ventanas y exclamaba Aire, aire,
¿Dónde están mis montañas? Aquí no
hay más que paredes y me ahogo. Tuvo que estar apartado
de toda actividad hasta que se apagaron los ecos del asalto a la furgoneta
correo de Lyon. A pesar de todo en este año, Ramón Vila
acompañado de otro (hasta la última salida, siempre se
procuro una persona de acompañante) vuela en San Vicente de Castellet
tres torres de conducción eléctrica y mas tarde coloca
un petardo en vía del ferrocarril en San Juan de las Abadesas.
Poco después, cuando regresaba, fue localizado
por la Guardia Civil y tiroteado a discreción. La oscuridad de
la noche le salva, pudiéndose adentrar en lo profundo del bosque,
no corrió la misma suerte su compañero que se perdió
por aquellos parajes y al cabo de unos días cayó en manos
de la fuerza pública. Fue juzgado y condenado a treinta años
de cárcel. De la declaración de éste, podemos entrever
el drama que supuso el incidente de la collada de Tosas: Al año siguiente, por las mismas fechas aproximadamente
y en la misma zona vuelve a volar tres torres eléctricas. No
le importa repetir el modus operanti como si estuviera deseoso
de ser localizado y de dar fin a tan ajetreada vida. Curiosamente en
esta ocasión prescinde de acompañante y va solo. No deja
de ser sorprendente esta forma de actuar en un hombre tan cauto. No
se apresura en el regreso y lo hace lentamente dando un considerable
rodeo. Según fuentes de la Guardia Civil Conocida
la técnica terrorista del Caraquemada, se aguardó pacientemente.
Para su captura o eliminación, habíase estudiado un plan
a fondo, sacando conclusiones por la forma de repetirse las voladuras
en los años anteriores, horas de realizarse, días, fases
de la luna, etc.
Ramón Vila no fue un superhombre, sino un miembro
de la generación quemada por la guerra y el franquismo. Marginal
y rebelde, fue un hombre de acción directa, idealista, primitivo
en algunos detalles, pero concienciado políticamente, se jugaba
la vida combatiendo contra los totalitarismos y nunca tuvo un momento
para la tregua. La fuerza, el valor, el atrevimiento y la determinación
guiaron sus pasos. Si pudo tener una vida guerrillera tan larga fue
porque era un guerrilero rural, un hombre del bosque que conocía
el medio donde se movía y las estrategias para camuflarse. Fue
seguramente menos espectacular que Quico Sabater, pero su
acción continuada y valiente no fue menos importante. A este hombre, para más escarnio se le enterró
sin caja, fuera de la tapia del cementerio, sin señal alguna
que indicase donde estaba su cuerpo y aunque es de suponer que a él
poco le importaba, el cura del pueblo se negó a cualquier ceremonia
religiosa. El tiempo que acostumbre a poner las cosas en su sitio hizo que en unas reformas del cementerio, sus restos quedaron en el interior y sus correligionarios, a la vuelta del exilio, le rindieron el homenaje que se merecía y en su tumba hay colocada una placa que le recuerda. |
Artículos
Sabaté, guerrillero
En marzo de 1947 se crea en esta misma ciudad el Movimiento
Libertario de Resistencia (MLR). El MLR se proponía ser la rama
militar del Movimiento Libertario, pero este organismo desautorizó
a los guerrilleros. A pesar de la oposición, el MLR entra en
acción y elimina al ex-sindicalista Melís, que se había
convertido en el brazo derecho del comisario Quintela. Entran en contacto
con el grupo de acción Los Maños e intentan atentar contra
Quintela. A partir de entonces su vida parecerá, para los que
no vivimos aquellos momentos, entresacada de un thriller o de una novela
de Dashiell Hammett. La actividad de la resistencia libertaria logró una gran repercusión en la vida barcelonesa. En 1949, mientras Sabaté cumplía condena por tenencia ilícita de armas y explosivos, se produjo el exterminio de los grupos guerrilleros con base en Barcelona. La resistencia, sin embargo, había cuajado en el alma popular. Cuando en 1951 se declaró la histórica huelga de tranvías apareció una coplilla que hizo fortuna: Para arreglar lo de los tranvías, id a buscar a Facerías. Contra el Requeté, ¡viva Sabaté!.
Cuando Sabaté, bajo la acusación de tenencia
ilícita de armas, fue detenido en Céret (Francia) el 12
de noviembre, apenas dos meses y medio después de la muerte de
José Luís Facerías, Sabaté, estrechamente
vigilado, comprendió que la colaboración entre ambas policías
no terminaría hasta dar fin al movimiento guerrillero hasta su
exterminio. Políticamente, Sabaté se hallaba asimismo
desahuciado. La CNT en el exilio había criticado duramente a
los Grupos Anarcosindicalistas, organizados por el Quico, por cuanto
les consideraban responsables de la caída de Solidaridad Obrera
y de la represión desencadenada en Cataluña a raíz
de sus últimas actuaciones. Consciente de su próxima muerte, antes de infiltrarse
por última vez en España, en diciembre de 1959, se despidió
de sus últimos amigos: Un fuerte abrazo a todos. Gracias
y hasta la próxima, ...si nos volvemos a ver. La Guardia Civil, con tiempo suficiente, había
preparado en la frontera un recibimiento digno de Sabaté. Habían
organizado apostaderos y vigilancia en todos los montes de la zona,
cruces de carretera y caminos, entradas y salidas de los pueblos. Tropas
de refuerzo, para hacer frente a cualquier eventualidad, estaban acantonadas
en Besalú, Beuda y Albanyá. Otras patrullas recorrían
incesantemente la región. El día 30 de diciembre, el grupo
de Sabaté fue localizado por las márgenes del río
Manol. Cuando la Guardia Civil con innumerables efectivos consiguió
cercar a Francisco Sabaté y su grupo en una masía, su
final se daba por descontado. La suerte y el valor del guerrillero consiguieron
lo imposible. Al llegar la noche, el grupo salió a pecho descubierto
de la masía jugándose el todo por el todo. Allí
les esperaba la muerte. Todos los miembros del grupo cayeron en el intento
excepto Sabaté. Este intentó la salida pero sin correr,
al contrario, tumbado en el suelo y a rastras. Silenciosamente fue avanzando
centímetro a centímetro hacia los primeros matorrales.
Pero los guardias civiles estaban agazapados a pocos metros. Inmóvil,
casi sin respirar, oyó que alguien se dirigía hacia
él, también a rastras, diciendo: No tiréis,
que soy el teniente... No tiréis, que soy el teniente...
Efectivamente, era el teniente de la Guardia Civil Francisco
Fuentes, quien, casi sin saberlo, se dio de narices con el Quico. Este,
casi a bocajarro, le descerrajó un tiro matándole en el
acto. Los demás guardias no podían saber de qué
arma procedía el disparo. Entonces Sabaté tuvo una inspiración
inmediata. Se puso a avanzar en la dirección de donde había
venido el teniente repitiendo las mismas palabras que había oído:
No tiréis, que soy el teniente... No tiréis, que
soy el teniente... Así logró franquear las líneas de los Guardias Civiles. Pero había recibido varios balazos, tal vez no mortales pero la pérdida de sangre le debilitaba mucho. Tomó un tren por asalto y pistola en mano se hizo conducir hasta cerca de Sant Celoni. Se tiró del tren antes de entrar en agujas tratando de buscar en la ciudad a un médico. Pero la alerta había sido dada y la Guardia Civil y el Somatén le perseguían de cerca. En una de las calles, ya exhausto por el hambre, la
sed y la pérdida de sangre, fue abatido por el fuego cruzado
de sus enemigos. |
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