Profe Cossoli

 
 

Lecturas que hacen bien

 

Página 2

 

 

 

"Cuanto más leas, mejor"

 

 

 

 

CONTENIDO DE ESTA PÁGINA

 

Para llevar una buena vida

 

La desiderata

 

Los 7 principios herméticos

Los 4 acuerdos toltecas

 

Los 7 pecados capitales

El imperativo categórico de Kant

 

Los 10 mandamientos

Las 4 nobles verdades  y El óctuple sendero del Budismo

  Los 10 secretos de la felicidad

 

 

 
 

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  La desiderata  
     
 

 

Anda plácidamente entre el ruido y la prisa,

 y recuerda qué paz puede haber en el silencio.

      En cuanto es posible, y sin rendirte, mantén buenas

relaciones con todas las personas.

Di tu verdad tranquila y claramente;

y escucha a los demás,

incluso al aburrido o al ignorante;

ellos también tienen su historia.
 

Evita las personas ruidosas y agresivas,

ellas son molestas al espíritu.

 

Si te comparas con otros,
puedes volverte vanidoso y amargado;
porque siempre habrá personas más grandes
y más pequeñas que tú.

Disfruta de tus logros, así como de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera,
aunque sea humilde;
ella es un verdadero tesoro
en los cambiantes azares del tiempo.

Ten precaución en tus negocios;
porque el mundo está lleno de trampas.
Pero no por eso te ciegues a la virtud que pueda existir;

hay mucha gente que lucha por altos ideales;
y en todas partes la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo.
Especialmente no finjas afectos.

 

Tampoco seas cínico respecto del amor;
Porque frente a toda aridez y desencanto
el amor es perenne como la hierba.

Recoge mansamente el consejo de los años,
renunciando graciosamente a las cosas de la juventud.
 

 Nutre tu fuerza espiritual
para que te proteja ante la desgracia repentina.
Pero no te angusties con fantasías,

no te preocupes...
Muchos temores nacen con la fatiga y la soledad.

Junto con una sana disciplina,
sé amable contigo mismo.

Tú eres una criatura del Universo,
no menos que los árboles y las estrellas;
tú tienes derecho a estar aquí.

Y te resulte evidente o no,
sin duda el Universo marcha como debe.

Por lo tanto, mantente en paz con Dios,
de cualquier modo que lo concibas
y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones.

Mantén, en la ruidosa confusión, paz con tu alma.
 

Con todos sus engaños, trabajos y sueños rotos,
este sigue siendo un mundo hermoso.
 

Ten cuidado.
¡Esfuérzate en ser feliz!

 

 

Fue encontrada en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore, en 1693.

  Mantiene absoluta vigencia, a más de 400 años de escrita.

Tomado de la Web

 
 
     
  El imperativo categórico de Kant  
     
 

 

Immanuel Kant (Ver Biografías), al tratar la "razón práctica" (la razón que determina la acción del hombre), también defendía la autonomía del sujeto. Él sostenía que la conciencia moral es el reino de lo que debe ser, en oposición a la Naturaleza, que es el reino del ser. “Las leyes son, o leyes de la Naturaleza (leyes por las cuales todo sucede), o leyes de la libertad (leyes según las cuales todo debe suceder). La ciencia de las primeras se llama ‘Física’; la de las segundas, ‘Ética’.” Mientras en la Naturaleza impera la necesidad, la causalidad, en la conciencia moral encontramos un imperativo categórico que manda a un sujeto libre, que puede o no obedecer.

 

El imperativo es "categórico" («Debes trabajar») y no "hipotético" («Si quieres sentirte útil, tienes que trabajar»), porque este último depende de una circunstancia (que yo quiera o no sentirme útil). El imperativo moral manda más allá de cualquier circunstancia o situación concreta.

 

Como el hombre no es sólo racional sino también sensible, al actuar no se halla sólo bajo el dominio de la razón sino también del de las inclinaciones. Por eso al hombre el buen obrar se le presenta como un deber, una obligación, una exigencia muchas veces opuesta a sus inclinaciones. Y justamente en la medida en que el hombre actúa por deber, su obrar es moralmente bueno. Porque el valor moral de una acción no depende de lo que se pretenda lograr con ella sino del principio o "máxima" por el cual se la realiza. 

 

Kant formuló el imperativo categórico de diversas maneras (no opuestas, sino complementarias). De ellas cabe destacar dos:

 

«No obres nunca sino de manera que puedas querer que la máxima que rige tu obrar se transforme en ley universal.»

 

(No busques privilegios, ley privada, ni excepciones. Piensa qué pasaría si todos obrasen del mismo modo. No hagas lo que no te gustaría que otros hicieran.)

 

«Obra de tal modo que uses a la humanidad —tanto en tu propia persona como en la persona de cualquier otro— siempre como un fin, nunca como un medio.»

 

 

Tomado de: luventicus (Agregar www. al principio y .org al final )

 

 
 
     
  Los cuatro acuerdos de la sabiduría Tolteca  
     
 

 

La historia de los Toltecas comienza con una leyenda que los describe como una tribu Chichimeca que viene del norte a principios del siglo X conducida por un rey llamado Miscoatl y que se establece en Culhuacán.

 

No se sabe con exactitud si Miscoatl existió o fue solo leyenda, pero su hijo Topiltzin vivió realmente y es el primer personaje de carne y hueso que aparece en la Historia de México.

 

Entre ellos circulaban estos cuatro acuerdo como una receta práctica hacia la felicidad cotidiana

 

1. No supongas

 

No des nada por supuesto.

Si tienes duda, aclárala.

Si sospechas, pregunta…

 Suponer te hace inventar historias increíbles

que sólo envenenan tu alma

y que no tienen fundamento.

 

2. Honra tus palabras

 

Lo que sale de tu boca  es lo que eres tú.

Si no honras tus palabras,

no te estás honrando a ti mismo;

y si no te honras a ti mismo,

no te amas.

 

Honrar tus palabras

es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces.

Eres auténtico y te hace respetable ante los demás

y ante ti mismo.

 

 3. Haz todo siempre lo mejor que puedas

 

Si siempre haces lo mejor que puedas,

nunca podrás recriminarte

ni arrepentirte de nada.

 

4. No te tomes nada personal

 

Ni la peor OFENSA.

Ni el peor DESAIRE.

Ni la más grave HERIDA

debes tomarla como algo personal.

 

 Quien te ofende tiene un veneno

que descargar contra ti, por no saber como deshacerse de él.

En la medida que alguien te quiere lastimar,

en esa medida ese alguien se lastima a sí mismo.

Pero el problema es de él y no tuyo…

 

 

" Cuando miremos con ojos de niños, tal vez entenderemos cómo es este juego de vivir y evolucionar "

 

 

“El amor es la mejor música en la partitura de la vida.

Sin él serás un eterno desafinado en el  inmenso

Coro de la humanidad“.
                                                     (Roque Schneider)

 

"Ámame cuando menos lo merezca,

Ya que es cuando más lo necesito" 

                                                                                            (Proverbio chino)

 

 
 
     
  Las cuatro nobles verdades  y El óctuple sendero del Budismo  
     
 

 

Introducción

 

En el sermón de Benares, tras su iluminación, Buda expuso las cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero.

 

El Buda anunció lo que se conoce como las Cuatro Nobles Verdades o, dicho en otras palabras, las cuatro verdades fundamentales sobre la naturaleza de los seres conscientes. Aquí vale la pena recordar que el Buda Sakyamuni tuvo mucho tiempo para enseñar después de iluminarse (cerca de 45 años) y por ello dio muchas enseñanzas, 84.000, que se ajustan a la naturaleza de todos los seres. Las Cuatro Nobles Verdades no son sus únicas enseñanzas si no las primeras. De ellas parten todas las enseñanzas posteriores y todas las formas de budismo que se conocen hoy en día. Por esto último es importante conocer estas verdades. Hace 2500 años aproximadamente, el Buda anunció las Cuatro Nobles Verdades siguiendo el modelo médico de su época, esto es, en primer lugar dictaminó que existía una enfermedad (el sufrimiento); que esta enfermedad tenía una causa (el aferramiento del ego); que era posible curarla (la meta) y que había una forma de curarla (el camino). Por haber empleado este método al Buda se le conoce como el médico de la mente.

 

Las Cuatro Nobles Verdades

 

La verdad del sufrimiento

 

Hay sufrimiento en el nacimiento, en la enfermedad, en la vejez y en la muerte. Hay sufrimiento en atraer lo que nos gusta y en alejar lo que no nos gusta y en nuestras emociones, en la forma en que percibimos las cosas, en nuestro pensamiento, es decir, en todos los componentes de lo que se conoce como yo o ego. Esta verdad es bastante obvia para la mayoría de nosotros. Si de manera sincera y honesta examinamos nuestra experiencia, veremos que la experiencia del sufrimiento, así entendida, es casi una constante en nuestra vida.


La verdad de la causa del sufrimiento

 

El sufrimiento tiene una causa última que es nuestro deseo constante de adquirir cosas, encontrar personas, comprar objetos, cambiar de pareja, etc ... Ni siquiera podemos mantener nuestros pensamientos y nuestras emociones quietos: van de un lado a otro sin descanso. Es esta sensación de insatisfacción lo que marca nuestra existencia humana. A su vez, si analizamos cuidadosamente esta situación, nos damos cuenta de que su trasfondo es el deseo perenne de satisfacer, siempre y en primer lugar, las demandas de nuestro yo, al que consideramos más importante que al resto del mundo. Lo curioso de este predicamento es que, de acuerdo con el Buda, estamos tratando de alimentar y mantener algo que no es más que una ilusión o un error de percepción, ya que lo que llamamos nuestro yo, y en torno al cual construimos todo un culto (el egocentrismo, el egoísmo), no tiene en realidad ninguna solidez, ninguna continuidad, no es existente en sí mismo. Lo que llamamos el ego o yo, no es más que una serie de procesos o experiencias (tales como la percepción, las emociones, los pensamientos, etc.) que aparecen en el espacio, permanecen un tiempo en él y luego se disuelven allí mismo.

 

La verdad de la meta

 

Las dos primeras verdades enunciadas por el Buda han sido la base para que al Budismo en ocasiones se le acuse de pesimista. Sin embargo, esto no es así ya que las otras dos Nobles Verdades (la tercera y la cuarta) abren un gran espacio lleno de posibilidades para la existencia humana. El tercer enunciado del Buda es que es posible liberarnos del sufrimiento y alcanzar la iluminación (es decir, reconocer cuál es nuestra verdadera naturaleza, nuestra verdadera esencia). Si las dos primeras Nobles Verdades pudieran considerarse malas noticias (en el sentido que describen nuestro encadenamiento a un tipo de existencia desagradable) las dos últimas son excelentes noticias porque plantean la posibilidad de liberarnos de las cadenas y la forma de lograrlo.


La verdad del camino

 

El Buda planteó que el camino para liberarse del sufrimiento y alcanzar la iluminación es la meditación. Esta fue la herramienta que él dio para conocer la mente, su verdadera esencia.

 

Autor: Miriam Cotes.

 

 

 

El Óctuple Noble Sendero

 

La cuarta Noble Verdad es el Sendero que conduce al cese del sufrimiento y a la experiencia del Nirvana. Ésta es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento.

 

La esencia de los millares de discursos en los que el Buda explicó su enseñanza de distintas maneras, está contenida en Las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Óctuple Sendero.

 

Este Sendero, comprendido en la cuarta Noble Verdad, es el Sendero Medio, llamado así por evitar los dos extremos, tanto la búsqueda de la felicidad a través de los placeres sensuales, como la mortificación de uno mismo. Este Sendero Medio es llamado el Noble Óctuplo Sendero, ya que consta de ocho factores, que son: 

1. Entendimiento Justo

2. Pensamiento Justo

3. Acción Justa

4. Palabra Justa

5. Medio de Vida Justo

6. Esfuerzo Justo

7. Atención Justa

8. Concentración Justa

  

1. Entendimiento Justo

 

Parece más una consecuencia que un camino. Sin embargo, nos invita a tener siempre presente los principios fundamentales del budismo tales como la ley de la causalidad, el aspecto transitorio y cambiante de los fenómenos, y la naturaleza vacía de los mismos. Entendimiento Justo es asimismo una invitación a no ser dogmáticos, a no encasillar la realidad, a apreciarla en su conjunto y no sólo un aspecto aislado de ella.

 

2. Pensamiento Justo

 

Nos habla de prestar atención a nuestros pensamientos egoístas. A observar ese discurso loco que nos acompaña a cada momento y que nos mete en un mundo de ilusión, separándonos del resto del universo. Para de ese modo ser equitativos, ecuánimes e imparciales en nuestros juicios y decisiones.

 

3. Acción Justa

 

Lo importante aquí es plantearse ¿Por qué hacemos esto? ¿Esta acción muere en mí o por el contrario se expande al resto de los seres?

 

4. Palabra Justa

 

La palabra es una energía muy poderosa. Como un veneno, puede ser causa de gran sufrimiento o, bien utilizado - como en la homeopatía - una medicina poderosa. Nos anima a buscar este segundo aspecto, absteniéndonos de crear confusión con ella.

 

5. Medio de Vida Justo

 

Intentar confeccionar una lista de oficios lícitos o no, nos llevaría a un enredo de considerables proporciones. Atendiendo a las necesidades y circunstancias individuales, cada uno debe echar mano de los principios budistas y de su sentido común y en la medida de lo posible ser coherente con ello.

 

6. Esfuerzo Justo

 

Aquí se nos anima a no ser negligentes ni perezosos en nuestra práctica, pero también a no caer en la obsesión: "Si dejas la cuerda de tu violín floja, el instrumento no sonará; si la tensas demasiado, tampoco sonará bien".

 

7. Atención Justa

 

Con la práctica de la Atención Justa mantenemos una actitud vigilante, despierta, hacia nosotros mismos y nuestro entorno. Observamos cómo está nuestra mente en este preciso instante detectando cualquier atisbo de deseo, ignorancia e ira que pueda surgir antes de ser atrapados por ello. La Atención Justa es un espejo claro, un medio poderoso por el que podemos vernos y al vernos, aprender de nosotros mismos. Esta atención no debe entenderse como un correr detrás de cada fenómeno que surja, sino en mantener la mente clara de forma que pueda reflejar toda nuestra experiencia sin quedar atrapados en ella.

   

8. Concentración Justa

 

Nos invita a tener una mente firme (no rígida), centrada en el instante presente. Normalmente ocurre que no estamos para nada conscientes en lo que estamos haciendo. La mente brinca alocada del pasado al futuro y viceversa, poniendo por medios nuestros miedos y apegos. Así perdemos contacto con el momento que nos ocupa y nuestra existencia transcurre en la más absoluta inconsciencia.

 

 

El Camino Óctuplo puede verse como una carretera con ocho carriles que conduce al despertar. No son caminos separados, independientes. Por ejemplo, sería difícil entender la Acción Justa sin la participación de Pensamiento, Entendimiento, Atención... Justo / a. Así, cuando damos un paso en cualquiera de ellos, ese avance se refleja automáticamente en todos los demás.

 

Recorrer este camino significa, pues, trascender a cada paso las limitaciones de nuestro ego, nuestra concepción ilusoria y estrecha de la realidad; significa abrirnos más, volvernos más universales, menos dogmáticos, más conscientes; en definitiva, más despiertos a la Verdad.

 

La meditación

 

Llegados a este punto, puede verse muy claramente la importancia de la meditación. En la práctica de la meditación, nuestra mente no busca escaparse, no divaga, no se enreda en pensamientos ociosos (al menos de eso se trata), sino que se da un renovado esfuerzo, momento tras momento, por permanecer concentrados en el instante presente, en un sostenido estado de alerta hacia nosotros mismos y todo lo que nos rodea (realmente en ese momento es difícil encontrar separación). No hay cabida a la acción interesada ni a la palabra corrupta que extorsione. Se realiza automáticamente el instante presente, sin apegarse ni huir de la miríada de fenómenos que vienen y van. Así, de un plumazo, en el proceso meditativo, todos y cada uno de los "carriles" del Camino son realizados.

 

Pero lo más maravilloso es que esta actitud meditativa no requiere de lugar y circunstancias especiales, por lo que nada impide que podamos llevarla incluso a nuestra actividad cotidiana. De esta manera pelar unas patatas, ducharse, atender un negocio o atarse los cordones, en fin, todos nuestros actos se convierten en nuestra marcha por el Camino Óctuplo: En nuestra práctica de Despertar.

 

 

Tomado de: budismo-camino-del-diamante (Agregar www. al principio y .es al final)

Tomado de: acharia (Agregar www. al principio y .org al final)

 

 
 
     
  Los siete principios herméticos  
     
 

 

 «Los principios de la verdad son siete; aquel que conoce éstos, con comprensión, posee la llave mágica ante cuyo toque todas las puertas del templo se abren de repente.»

El Kybalion.

 

El  kybalion es un texto donde se expone un estudio de la filosofía hermética  del antiguo Egipto y Grecia. La Filosofía Hermética es una filosofía operativa y eso significa que el estudiante de Hermetismo ha de convertirse en un operador de su propia realidad, en un hacedor, en un transformador de las condiciones que lo limitan y lo esclavizan a diario.

 

La filosofía Hermética deriva de los postulados de Hermes Trismegisto. (Ver biografías).

 

Con un nivel elevado de conciencia, el hermetista, ayudándose de los siete principios universales, expuestos en El Kybalion, puede transmutar las condiciones externas de su vida, al igual que las limitaciones y defectos de su personalidad hasta llegar a una verdadera liberación.

 

Los siete principios, sobre los que está basada toda la filosofía hermética, son:

 

1 .El principio de mentalismo.

2. El principio de correspondencia.

3. El principio de vibración.

4. El principio de polaridad.

5. El principio de ritmo.

6. El principio de causa y efecto.

7. El principio de género.

 

1. El principio de mentalismo.

 

EL TODO es MENTE; el universo es mental.

 

El principio sostiene que EL TODO (que es la realidad sustancial que subyace a todas las manifestaciones y apariencias externas que conocemos bajo los términos de «el universo material», «el fenómeno de la vida», «materia», «energía», y, en breve, todo lo que es evidente a nuestros sentidos materiales) es ESPÍRITU, que en sí mismo es INCOGNOSCIBLE e INDEFINIBLE, pero que puede ser considerado y concebido como UNA MENTE UNIVERSAL, INFINITA Y VIVIENTE.

 

2. El principio de correspondencia

 

Como es arriba, es abajo;

como es abajo, es arriba.

 

Siempre hay una correspondencia entre las leyes y fenómenos de los diversos planos de la existencia y la vida. La captación de este principio da uno de los medios de solucionar muchas oscuras paradojas y secretos escondidos de la Naturaleza. Hay planos más allá de nuestro conocimiento, pero cuando les aplicamos el principio de correspondencia somos capaces de entender mucho que de otro modo nos habría sido incognoscible. Este principio es de aplicación y manifestación universal, en los diversos planos del universo material, mental y espiritual; es una ley universal.

      Los antiguos hermetistas consideraban este principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vista.

 

3. El principio de vibración

 

Nada descansa;

todo se mueve;

todo vibra.

 

Este principio incorpora la verdad de que «todo está en movimiento», «todo vibra», «nada está en reposo»; hechos que la ciencia moderna refrenda, y que cada nuevo descubrimiento científico tiende a verificar. Este principio hermético fue enunciado hace miles de años por los maestros del antiguo Egipto. Explica que las diferencias entre las manifestaciones de la materia, la energía, la mente, e incluso el espíritu, resultan mayormente de frecuencias de vibración variables.

 

4. El principio de polaridad.

 

Todo es dual; todo tiene polos;

todo tiene su par de opuestos.

 

Este principio incorpora la verdad de que «todo es dual», «todo tiene dos polos», «todo tiene su par de opuestos», todos los cuales eran viejos axiomas herméticos. Explica las viejas paradojas, que han dejado perplejos a tantísimos, que han sido establecidas como sigue: «Tesis y antítesis son idénticas en naturaleza, pero diferentes en grado»; «los opuestos son lo mismo, difiriendo sólo en grado»; los pares de opuestos pueden ser reconciliados»; «los extremos se encuentran»; «todo es y no es al mismo tiempo»; «todas las verdades no son sino medias verdades»; «toda verdad es medio falsa»; «hay dos lados para todo», etc. Explica que en todo hay dos polos, o aspectos opuestos, y que los «opuestos» son realmente sólo los dos extremos de la misma cosa, con muchos grados variables entre ellos.

 

5. El principio de ritmo.

 

Todo fluye, fuera y dentro;

todo tiene sus mareas;

todas las cosas suben y bajan; 

todo asciende y desciende;

todo se mueve como un péndulo;

la medida de su movimiento hacia la derecha,

es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda;

el ritmo compensa.

 

En todo hay manifestada una moción medida, a un lado y otro; un flujo y un reflujo; un vaivén hacia atrás y hacia adelante; una mengua y una crecida como una marea; una pleamar y una bajamar; entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad descrito hace un momento. Hay siempre una acción y una reacción; un avance y un retroceso; una elevación y un hundimiento. Esto es así en los asuntos del universo, soles, mundos, hombres, animales, mente, energía y materia.

 

6. El principio de causa y efecto

 

Toda causa tiene su efecto;

todo efecto tiene su causa.

 

 

Este principio incorpora el hecho de que hay una causa para todo efecto; un efecto a partir de toda causa. Explica que: «Todo sucede de acuerdo con la ley»; que nada nunca «meramente sucede»; que no hay tal cosa como la casualidad; que mientras que hay diversos planos de causa y efecto, dominando los planos superiores a los inferiores, a pesar de eso nada se escapa nunca enteramente a la ley.

 

7. El principio de género.

 

El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino: el género se manifiesta en todos los planos.

 

Hay un GÉNERO manifestado en toda cosa, los principios masculino y femenino están siempre en funcionamiento. Esto es verdadero no sólo del plano físico, sino de los planos mentales e incluso espirituales. Sobre el plano físico, el principio se manifiesta como SEXO, sobre los planos superiores toma formas más ligeras, pero el principio es siempre el mismo. Ninguna creación, física, mental o espiritual, es posible sin este principio.

 

Fin

 

Lo que aquí se expuso, es una introducción. El  kybalion se consigue como libro en las librerías o se puede ampliar la información en la Web.

 
 
     
  Los siete pecados capitales  
     
 

 

Introducción

 

En contraste con nuestra época, la ética medieval poseía claras delimitaciones. De esta manera el hombre medieval cuenta con una suerte de código de conducta que le señala claramente como debe ser su actuar. Esta codificación tiene su base, por un lado,  en las llamadas “Virtudes Cardinales”, verdaderas llaves maestras que posibilitan el ejercicio de una conducta conforme con lo que es éticamente correcto. Por otro lado, los “Pecados Capitales” (denominados así por ser “cabeza” o principio de todos los demás pecados)  muestran claramente la cuna de todo lo moralmente reprobable. Esta codificación moral, que si bien fue formulada en el medioevo tiene una sorprende actualidad, está cruzada transversalmente por una problemática ética fundamental: la posibilidad de acoger hospitalariamente al “otro”, al prójimo (el que está próximo) como una persona válida por sí misma. Dicho de otra manera el entender a los seres humanos que están frente a mí, cualquiera sea su condición, como un “interlocutor válido”, como un fin en sí mismo. Como veremos más adelante, Lo que verdaderamente constituye el mal moral es entender al “otro” como un “medio”, como un objeto que puede ser utilizado para el propio beneficio, en conformidad al principio del “amor a sí mismo”. Veamos a continuación una síntesis de la definición de cada uno de estos concepto, nos hemos basado en un antiguo pero esclarecedor “diccionario de teología” (se han alterado la redacción, la extensión y la ortografía castellana antigua en función de la comprensión, así mismo se han traducido algunas citas que en el texto original aparecen en latín)

 

 

Los siete Pecados Capitales

 

1. La Soberbia.

 

Es el principal de los pecados capitales. Es la cabeza de “todos” los restantes pecados. Recordemos que por esta falta, según la teología cristiana, el hombre fue expulsado del jardín del paraíso. Es una ofensa directa contra Dios, en cuanto el pecador cree tener más poder y autoridad que Dios. En general es definida como “amor desordenado de sí mismo”. Según Santo Tomás la soberbia es  “un apetito desordenado de la propia excelencia”. Se considera pecado mortal cuando es perfecta, es decir, cuando se apetece tanto la propia exaltación que se rehúsa obedecer a Dios, a los superiores y a las leyes. Se trata de renunciar a Dios en cuanto es Verdad y sentido conductor de la existencia e instalarse a sí mismo como Verdad suprema e infalible y como fundamento de la acción humana. De la misma manera, y guardando las distancias, se aplica al respeto y a la consideración que los subordinados le deben a las autoridades legítimamente constituidas. De la soberbia se desprenden las siguientes faltas menores:

 

La vanagloria: es la complacencia que uno siente de sí mismo a causa de las ventajas que uno tiene y se jacta de poseer por sobre los demás. Así mismo, consiste en la elaborada ostentación  de todo lo que pueda conquistarnos el aprecio y la consideración de los demás.

 

La Jactancia: falta de los que se esmeran en alabarse a sí mismos para hacer valer vistosamente su superioridad y sus buenas obras. Sin embargo, no es pecado cuando tiene por fin desacreditar una calumnia o teniendo en miras la educación de los otros.

 

El Fausto: consiste en querer elevarse por sobre los demás en dignidad exagerando, para ello, el lujo en los vestidos y en los bienes personales; llegando más allá de lo que permiten sus posibilidades económicas.

 

La altanería: Se manifiesta por el modo imperioso con el que se trata al prójimo, hablándole con orgullo, con terquedad, con tono despreciativo y mirándolo con aire desdeñoso.

 

La ambición: Deseo desordenado de elevarse en honores y dignidades como cargos o título, sólo considerando los beneficios que les son anexos, como la fama y el reconocimiento

 

La hipocresía: simulación de la virtud y la honradez con el fin de ocultar los vicios propios o aparentar virtudes que no se tienen.

 

La presunción: consiste en confiar demasiado en sí mismo, en sus propias luces, en persuadirse a uno mismo que es capaz de efectuar mejor que cualquier otro ciertas funciones, ciertos empleos que sobrepasan sus fuerzas o sus capacidades. Esta falta es muy común porque son rarísimos los que no se dejan engañar por su amor propio, los que se esfuerzan en conocerse a sí mismos para formar un recto juicio sobre sus capacidades y aptitudes.

 

La desobediencia: es la infracción del precepto del superior. Es pecado mortal cuando esta infracción nace del formal desprecio del superior, pues tal desprecio es injurioso al mismo Dios. Pero cuando la violación del precepto no nace del desprecio sino de otra causa y considerando la materia y las circunstancias del caso, puede ser considerada una falta menor.

 

La pertinacia: consiste en mantenerse adherido al propio juicio, no obstante el conocimiento de la verdad o mayor probabilidad de las observaciones de los que no piensan como el sujeto en cuestión. 

 

 

2. La Acidia (Pereza).

 

Es el más “metafísico” de los Pecados Capitales en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. Es también el que más problemas causa en su denominación. La simple “pereza”, más aún el “ocio”, no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de “acidia” o “acedía”.  Tomado en sentido propio es una “tristeza de animo” que nos aparta de las obligaciones espirituales y divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. 

 

Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos.

 

Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

 

Son efectos de la pereza:

 

  • La repugnancia y la aversión al bien que hace que este se omita o se practique con notable defecto.

  • La inconsistencia en el bien, la continua inquietud e irresolución del carácter que varía, a menudo, de deseos y propósitos, que tan pronto decide una cosa como desiste de ella, sin ejecutar nada.

  • Una cierta pusilanimidad y cobardía por la cual el espíritu abatido no se atreve a poner manos a la obra y se abandona a la inacción.

  • La desesperación de considerar que la salvación es imposible, de tal manera que lejos de pensar el hombre en los medios de conseguirla se entrega sin freno alguno a sus propias pasiones.

  • La ociosidad, la fuga de todo trabajo, el amor a las comodidades y a los placeres.

  • La curiosidad o desordenado prurito de saber, ver, oír, que constituye la actividad casi exclusiva del perezoso.

 

En el fondo, la acidia se identifica con el “aburrimiento”. Pero no con ese aburrimiento objetivo que nos hace escapar de una cosa, de una situación o de una persona en particular. Más bien se refiere al “aburrimiento” que sentimos frente a la existencia toda, frente al hecho de existir y de todo lo que esto implica. La vida nos exige trabajo, esfuerzo para actuar según lo que se debe, esfuerzo que no es ni gratuito ni fácil. Cuando no somos capaces de asumir este costo (este trabajo) y desconocemos aquello que debemos “hacer” en la existencia, la vida humana se transforma en un vacío que me causa “horror”; se transforma en un vacío que me angustia y del cual escapamos constantemente casi sin darnos cuenta. De hecho ‘aburrimiento’ significa originariamente “ab horreo” (horror al vacío). Decíamos que la acidia es el más metafísico de los pecados capitales parque implica no asumir los costos de la existencia, de escapar constantemente de hacer lo que se debe, por no saber lo que se debe.

 

3. La Lujuria.

 

Tradicionalmente se ha entendido la lujuria como “appetitus inorditatus delectationis venerae” es decir como un apetito desordenado de los placeres eróticos. La tradición cristiana subdividió este pecado en la simple fornicación, el estupro, el rapto, el incesto, el sacrilegio, el adulterio, el pecado contra la naturaleza, comprendiendo bajo esta última especie, la polución voluntaria, la sodomía y la bestialidad. La lujuria sería siempre un “pecado mortal” pues involucra directamente la utilización del otro, del prójimo, como un medio y un objeto para la satisfacción de los placeres sexuales.

 

Hay en este pecado dos grandes principios en juego: el verdadero concepto del amor y la finalidad de la sexualidad. El cristianismo –y gran parte de la tradición clásica especialmente la griega–, entienden por “amor” algo muy distinto de lo que el mundo contemporáneo comprende. El concepto de amor tiene una importancia central en el cristianismo. De hecho Dios mismo es identificado con el amor. Para el cristiano el amor es “superabundancia”, capacidad de dar y de darse, “caritas”, en definitiva: caridad, una de las tres Virtudes Teologales. De esta manera el amor implica un donarse, un darse por el otro, por el prójimo. Recordemos la segunda parte del único mandamiento que anuncia el Nuevo Testamento: “...amar al prójimo como a sí mismo”. El amor cristiano, y también el griego, está, de esta forma, desligado en su origen de cualquier tipo de sexualidad, incluso de la corporeidad. Lo erótico es una consecuencia, un plus totalmente prescindible. La casi sinonimia entre amor y sexo es producto de la modernidad. El “hacer el amor” como sinónimo de “relación sexual” es el mejor ejemplo de lo anterior. La Lujuria sería entonces totalmente contraria al amor –y a Dios– entendido en términos cristianos. El pecado de la lujuria no considera al otro como una “persona” válida y valiosa en sí misma, como un fin en sí misma por el cual tendríamos que darnos. El otro pasa a ser un objeto una cosa que satisface la más fuerte de las satisfacciones corporales, el placer sexual. Aun más, el sujeto mismo que incurre en un acto lujurioso se convierte a sí en un objeto, que olvida o suspende su propia dignidad. Por otro lado, para el pensamiento cristiano la sexualidad tiene una finalidad preestablecida, única y clara. La reproducción y la perpetuación de la especie. Esta clara finalidad da también sentido a la existencia del hombre ordenado su acción en vista del amor de Dios. La lujuria, en cambio, que no tiene en vistas la finalidad de la reproducción y que por esto pierde todo sentido, se convierte en una acción bacía, sin sentido, que de alguna manera nadifica al hombre y lo aleja del Ser de Dios.

 

4. La Avaricia.

 

La teología cristiana explica el pecado de la avaricia como “amor desordenado de las riquezas”, es desordenado, continua, “porque lícito es amar  y desear las riquezas con fin honesto en el orden de la justicia y de la caridad, como por ejemplo, si se las desea para cooperar más eficazmente con al gloria de Dios, para socorrer al prójimo etc. El crimen de la avaricia no lo constituyen las riquezas o su posesión, sino el apego inmoderado a ellas; “esa  pasión ardiente de adquirir o conservar lo que se posee, que no se detiene ante los medios injustos; esa economía sórdida que guarda los tesoros sin hacer uso de ellos aun para las causas más legítimas; ese afecto desordenado que se tiene a los bienes de la tierra, de donde resulta que todo se refiere a la plata, y no parece que se vive para otra cosa que para adquirirla.”

 

“La  avaricia, por consiguiente, es pecado mortal siempre que el avaro ame de tal modo las riquezas y pegue su corazón a ellas que está dispuesto a ofender gravemente a Dios o a violar la justicia y la caridad debida al prójimo, o a sí mismo.”

 

En la avaricia se ven claramente los elementos comunes a todos los pecados. Por una lado, el avaro pierde el verdadero sentido de su acción poniendo el fin en lo que debería ser un medio, en este caso la obtención y la retención de las riquezas. Lo que importa al cristianismo es que el prójimo reciba, en justicia,  la caridad que todos le debemos al menesteroso. La avaricia es directamente contraria a la caridad en cuanto es un “no dar”, más aun en privar a otros de sus bienes para tener más que retener. Por otro lado,  el privar al otro de sus bienes, muchas veces con malas artes, y retener estos bienes en perjuicio del otro, es también negar al otro en su calidad de persona, de fin en sí. Se lo utiliza para satisfacer, mediante la acumulación de riquezas, el principio del amor a sí mismo.

 

Son “hijos” o faltas menores de la avaricia: el fraude, el dolo, el perjurio, el robo y el hurto, la tacañería, la usura, etc.

 

5. La Gula.

 

Como “uso inmoderado de los alimentos necesarios para la vida” es definido este pecado. La definición teológica se complementa con que “el placer o deleite que acompaña al uso de los alimentos, nada tiene de malo; al contrario, en el efecto de una providencia especial de Dios para que el hombre cumpliese más fácilmente  con el deber de su propia conservación. Prohibido es, empero, comer y beber hasta saciarse por ese solo deleite que se experimenta”. De esta manera, la religiosidad latina especifica estas faltas en: proepropere: comer antes de tiempo o cuando se debe abstener de comer, por ejemplo en los días de ayuno señalados por la Iglesi; laute: cuando se comen manjares que superan las posibilidades económicas de la persona; nimis cuando se bebe o se come en perjuicio de la salud de la persona; ardenter: cuando se como con extrema voracidad o avidez a manera de las bestias. La gula se transforma en pecado en los siguientes casos: 

  • Cuando por el solo placer de comer se llega al hurto o se reduce a la familia a la mendicidad.

  • Cuando el deleite en el comer se reduce a un fin único y preponderante en la vida.

  • Cuando es causa de graves pecados como la lujuria y la blasfemia.

  • Cuando transgrede los preceptos de la Iglesia en los días de ayuno y de abstinencia de ciertos alimentos.

  • Cuando se provoca voluntariamente el vómito para continuar el deleite de la comida.

  • Cuando se auto infiere grabe daño a la salud o sufrimiento a si mismo y a los que lo rodean.

Además de lo dicho por la teología tradicional, la gula tiene un aspecto que  no debemos dejar de considerar. La gula es la manifestación física de un apetito más profundo y significativo. El que cae en las tentaciones de la gula, no sólo quiere consumir comida.

 

Quiere, de alguna manera, ingerir todo el universo. Asimilar, hacer suyo, todo lo exterior, reducir todo lo otro a sí mismo. En este sentido la gula se mimetiza estrechamente con la lujuria, se trata de ponerse por sobre lo otro, reducirlo, objetivarlo y hacerlo suyo. De esta manera  el “glotón” se transforma en el único centro de referencia, en conformidad con el principio del amor a sí mismo. El asimilar, reducir, el universo en general y al prójimo en particular a sí mismo es la más radical negación del otro.

   

6. La Ira.

 

“Appetitus inordinatus vindictae” es decir, un “apetito desordenado de venganza”. “Que se excita –continua la definición latina– en nosotros por alguna ofensa real o supuesta. Requiérase, por consiguiente, para que la ira sea pecado, que el apetito de venganza sea desordenado, es decir, contrario a la razón. Si no entraña este desorden no será imputado como pecado”. De esto ultimo se desprende que habría una ira “buena y laudable” si no excede los límites de una prudente moderación y tiene como fin suprimir el mal y reestablecer un bien. “El apetito de venganza es desordenado o contrario a la razón, y por consiguiente la ira es pecado, cuando se desea el castigo al que no lo merece, o si se le desea mayor al merecido, o que se le infrinja sin observar el orden legítimo, o sin proponerse el fin debido que es la conservación de la justicia y la corrección del culpable. Hay también pecado en la aplicación de la venganza, aunque esta sea legítima, cuando uno se deja dominar por ciertos movimientos inmoderados de la pasión. De esta manera la ira se convierte en pecado gravísimo porque vulnera la caridad y la justicia. Son hijos de la Ira: el maquiavelismo, el clamor, la indignación, la contumelia, la blasfemia y la riña”.

 

De la  definición anterior se desprende que la ira es el uso de una fuerza directa o verbal que transgrede los límites de la legitima restitución de un bien ofendido. La violencia, entendida como el uso de la fuerza, si es desmedida, es claramente una anulación del otro. En el asesinato, por ejemplo, que no corresponde a la legítima defensa, se pretende evidentemente la nadificación del otro. En el leguaje, mediante la ofensa o el improperio, encontramos también el deseo de perjuicio e incluso de nulidad del otro.

 

Es importante hacer notar que el uso de la fuerza en contra del prójimo no siempre es un mal moral. Debe ser entendida como un mal menor si el fin por el cual se realiza no es sólo la anulación del otro sino que persigue fines legítimos como la conservación de la vida propia o de terceros. Tal es el caso de la “guerra legítima” que procura evita la propia muerte o la privación de la legítima libertad a mano de un invasor, la legítima defensa. El uso de la fuerza se justifica también cuando se procura, con esto, el bien del otro, evitando de esta manera un daño mayor que el dolor que se infringe.

 

La ira se convierte en pecado gravísimo cuando nuestro instinto de destrucción sobrepasa toda moderación racional y, desbordando todo límite dictado por una justa sentencia, se desea sólo la inexistencia del prójimo.

 

7. La Envidia

 

La envidia es definida como “Desagrado, pesar, tristeza, que se concibe en el ánimo, del bien ajeno, en cuanto este bien se mira como perjudicial a nuestros intereses o a nuestra gloria: tristia de bono alteriusin quantum est diminutivum propiae gloriae et excellentiae” De esta manera, para saber si la envidia es una falta moral, es necesario investigar el verdadero motivo que produce la tristeza que se siente frente al bien que posee el prójimo. De esta manera la envidia no es pecado cuando

 

Nos entristecemos por el cargo, potestad o bienes materiales alcanzado por quien no los merece y podría hacer mal uso de esa autoridad causando grave daño a sus semejantes.

 

Sentimos insatisfacción por los bienes que posee quien no los merece y en vista de que nosotros le daríamos mejor fin. Por ejemplo, el que abunda en riquezas haciendo mal uso de ellas: los avaros que no hacen uso de sus bienes ni para beneficio propio ni para el de los demás.

 

Otras veces, nos entristecemos, no tanto de lo que el otro posee como del hecho de que nosotros carecemos de ese bien, si esta constatación nos muestra el tiempo y las oportunidades perdidas y alienta nuestro propio sentido de superación.

 

La envidia es falta gravísima, cuando nos incomoda y angustia a tal grado el bien o los bienes materiales del otro, que deseamos verlo privado de aquellos bienes que legítimamente a conseguido y al que, nosotros, por nuestra impotencia, no hemos logrado conseguir. De esta manera, este deseo de ver privado al otro de sus bienes nos puede conducir a procurar, por todos los medios, a efectivamente quitarle esos bienes o de hacer ver, con el uso del chismorreo, que aquel no debería poseer lo que posee. La mentira, la traición, la intriga, el oportunismo entre otras faltas se desprenden de esta tristeza frente al bien ajeno y a nuestra propia incapacidad de acceder a tales bienes.

 

Autor: Fdo. Mauricio González U. (Tomado de la Web)

 

 Por último...

 

Analiza los 7 pecados capitales y contrarréstalos sustituyéndolos por su opuesto, no los quites, ya que al quitarlos también estarás quitando la virtud, debemos tomar en cuenta que negativo y positivo es lo mismo solo que en polos opuestos, es decir, si en un extremo pones al amor y lo vas ", matizando", verás que llegas al otro extremo con el odio, lo importante no es quitar el odio, sino matizarlo hasta llegar al amor.

 

A continuación te damos una lista de los 7 pecados capitales que debemos matizar hasta llegar a la virtud:

 

La soberbia se contrarresta con la humildad.
 

La avaricia se contrarresta con la generosidad
 

La lujuria se contrarresta con la castidad
 

La ira se contrarresta con la paciencia
 

La envidia se contrarresta con la caridad
 

La gula se contrarresta con la templanza (moderación)
 

La pereza se contrarresta con la diligencia (actividad)

 

 
 
     
  Los Diez mandamientos  
     
 

 

Pertenecientes al Catecismo de la Iglesia Católica

1-  Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2-  No tomarás el nombre de Dios en vano..
3-  Santificarás el día del Señor.
4-  Honrarás a tu padre y a tu madre.
5-  No matarás.
6-  No cometerás actos impuros.
7-  No robarás.
8-  No levantarás falsos testimonios ni mentirás.
9-  No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10- No codiciarás los bienes ajenos.

 
 
     
  Los diez secretos de la felicidad  
     
 

 

1.- La Actitud

La Felicidad es una elección que puedo hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. Mis pensamientos son los que me hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias.

 

Sé capaz de cambiarte a ti mismo, y el mundo cambiará  contigo. Recuerda que lo único que puedes controlar en el mundo son tus pensamientos...

2.- El Cuerpo

Mis sentimientos son influenciados por mi postura. Una postura adecuada genera una disposición feliz.
Es importante también que hagas ejercicio, éste nos libera del estrés y genera la secreción de endorfinas, que hacen que nos sintamos bien.  Mira siempre hacia arriba y solo podrás reír, pues no conozco a nadie que haya podido llorar en esa postura.

3.- El Momento

La felicidad no esta en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Solo se la puede encontrar en los momentos. "Hoy es el mañana de ayer"... además la vida siempre tiene derecho a sorprendernos, así que aprende a vivir el presente sin ninguno de los traumas del pasado ni las expectativas del futuro.  Recuerda que la Felicidad no es una meta, sino un trayecto. Disfruta de cada momento como si en él se combinaran tu pasado, tu presente y tu futuro.

4.- Nuestra Propia Imagen

Debo aprender a amarme a mi mismo como soy.  Creer en ti mismo da resultados.  Cuanto más te conozcas, mayor será tu ventaja con respecto a los demás.


Hammarshold decía: "El camino más difícil es el camino al interior"... pero, al menos una vez en la vida, debemos  recorrerlo.

5.- Las Metas

¿Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y una  meta? Una meta es un sueño con una fecha concreta para convertirse en realidad.  Un sueño es solo un sueño, algo que esta fuera de la realidad... así que atrévete a soñar, pero atrévete también a lograr que esos sueños se hagan realidad!.  "Apunta hacia la Luna, pues aunque te equivoques, llegarás a las estrellas..."   Y cuando te pongas una meta difícil o creas que tienes un sueño imposible, recuerda que el éxito es solo la recompensa, pues lo que vale es el esfuerzo.

6.- El Humor

La sonrisa es muy importante para mejorar la autoestima. Cuando sonreímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo entiende como una señal que  todo va bien y manda un mensaje al sistema nervioso central para que libere una sustancia llamada  beta-endorfina, que da a la mente una respuesta positiva. Dicen que una sonrisa cuesta menos que la electricidad, pero que da más luz. Además, con cada sonrisa siembras una esperanza.

7.- El Perdón

Mientras tengas resentimientos y odios, será  imposible ser feliz. Lo maravilloso del perdón no es que libera al otro de su eventual culpa, sino que te  libera a ti de un sufrimiento.

8.- Dar

Uno de los verdaderos secretos para ser feliz es aprender a dar sin esperar nada a cambio. Las leyes de la energía te devolverán con creces lo que des. Si das odio, recibirás odio, pero si das amor, recibirás invariablemente amor. Solo el que aprende a dar está en camino descubrir la verdadera felicidad.

9.- Las Relaciones

La sinergia es unir fuerzas y caminar juntos para conseguir cosas.  Siempre que dos o más personas se unen en un espíritu de colaboración y respeto, la sinergia se manifiesta en forma natural. Entiende a las personas que te rodean, quiere a tus amigos como  son, sin intentar cambiarlos, porque cuando te  sientas mal, el verdadero amigo estará allí para  apoyarte y brindarte todo su amor.   Así que cultiva tus amistades, ellas nos son gratis!. La amistad, al  igual que la mayoría de los sentimientos, debe fluir de manera natural.

10.- La Fe

La fe crea confianza, nos da paz mental y libera al alma de sus dudas, las preocupaciones, la ansiedad y  el miedo.


Pero no te asustes cuando dudes, pues bien  decía Miguel de Unamuno: "Fe que no duda es fe muerta".   Dicen que el hombre llega a ser sabio cuando aprende a reír de si mismo. Ríe, ríe alegremente... y el mundo reirá contigo.

 

 Tomado de la web

 
 

 

 

 

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