Capitulo 1: MIÉRCOLES, 8
A dos días de marchar hago memoria y descubro que
Rennes-le-Château siempre rondaba...
Rennes...
...fue una llamativa anécdota, como extraída de un
folletón de Dumas, escuchada con los oídos tan
abiertos como permite el insomnio en uno de esos
espacios radiofónicos de madrugada dedicados a lo
misterioso, ya sea esto voces del más allá, Roswell o
una santa faz impresa en un jamón que nunca, pero
nunca es pata negra, que mala suerte. Mucho
antes... Rennes era un nombre que aparecía con
frecuencia en las conversaciones con aquel fantasioso
compañero y amigo del instituto, decidido a salir de
pobre por la extravagante vía de hacerse cazador de
tesoros. Entonces, lo admito, yo no estaba por la
labor así que es justo decir que oía pero no
escuchaba, o puede que la fórmula exacta se plantee al
revés. Ay, la vida es dura para los buscadores de
tesoros del ensanche barcelonés. Todo terminaría en
frenético baile de faldas, con aborto incluido, y si no
con una ruptura si con un distanciamiento que aun
ahora continua. Y cuando escribo " todo" me refiero a
mucho (al menos para un par de adolescentes), que dos
años enteros y algo más duró el sueño el
amigo. Ochocientos días en el transcurso de los cuales
se amontonaron libros de todo tipo y procedencia (
muchos de segunda mano, muchos... robados de un
economato del barrio), mapas a cualquier
escala, revistas y fotocopias... Abundaron, también, las
visitas a la biblioteca central de la ciudad, la del
Carrer del Carme, que entonces todavía era pública, y
a su sala de reserva... previa cita en el despacho del
director y siempre bajo la tutela de un vigilante que
la memoria evoca como armado y con intensa expresión
de aburrimiento o de asco. ( ¿ Quienes son este par de
gilipollas?, debía pensar. Con lo tranquilo que se
estaba en el bar o pelando la pava con las auxiliares)
Pero, ya lo he escrito, en esa época el tesoro o el
misterio de Rennes-le-Château me la traía casi al
pairo. Horas de películas de serie B, y cerca de media
tonelada de bolsilibros Bruguera me predisponían al
melodrama, la oscuridad y los caminos, sendas y
vericuetos de la mano izquierda. Mientras el amigo
opositaba para Indiana Jones, yo iba y venía por la
biblioteca con vocación de John Constantine. Eso es,
mientras él se dejaba la vista en cronologías
merovingias y cuentos del Grial (aunque en realidad
me parece que era el Arca de la Alianza su objetivo)
yo rellenaba fichas de pedido con los nombres de Mdme.
Blavatsky, Alesteir Crowley e incluso Anton La Vey, el
papa negro y cornudo cuya Biblia ninguna biblioteca de
buen tono se preciaría jamás de poseer. Un día me
trajeron el "Malleus Malleficarum" y casi lloro de
alegría. Quiero imaginar que estaba encuadernado en
piel humana y que, mientras el libro se abría, una nube
tentacular ocultó la luz del sol.
Rennes-le-Chateau...
...volvería, por fin, en las páginas de "Los
Invisibles". Y esta vez he de reconocer que me ha
pillado... más predispuesto. Gente, si ya casi ni me
reconozco en el personaje descrito cuatro líneas
antes. Mucha agua ha corrido, y muchos filtros se han
limpiado- otros se han obstruido para siempre, y que
bien que así sea. He tomado buena nota de las reglas
que dirigen esta sala de baile y me las he arreglado
para confeccionarme un "traje de personalidad" capaz,
hasta ahora por lo menos, de reconciliar los extremos.
Ojo, no me hago el héroe, no me atribuyo ningún
mérito. Mucho viene dado y otro mucho fue
inevitable... si quería seguir respirando y comiendo.
Ha habido, no obstante, algo de búsqueda personal. El
esfuerzo que supone un oportuno cambio de aires.
Nuevos y excelentes y compresivos amigos; por lo menos
dos mujeres. Y los cómics de Grant Morrison, de "Animal
Man"
a "Los Invisibles", por supuesto.
Sonreid: el guionista escocés no miente, hay magia en
según que tebeos. Convocadme ante cualquier tribunal y
dadme tiempo y espacio para desarrollar el asunto.
Puedo demostrarlo. Ya veréis...
Bueno, dentro de dos días salgo para
Rennes-le-Château.
He adquirido cuaderno y bolígrafos y he escrito todo
esto y ahora lo pongo a vuestra
disposición... convencido de que todo viaje comienza
antes del movimiento propiamente dicho. En otras
palabras, la voluntad antecederá siempre a la acción y
a ratos me da por pensar que es, esa voluntad,
infinitamente más valiosa que la acción misma.
Terminando por ahora: dedico este cuaderno al amigo que
nunca encontró el tesoro de Rennes (o puede que sí. Y
quizá por eso calla y se oculta), a todos los
compinches invisibles (a Sanro por su traducción de
Morrison y a Adela Salguero por ponerme sobre la pista
del libro definitivo sobre el tema ), a Jordi Pastor
que debía de acompañarme pero que, al final, se dejó
tentar por las "xanas" de la Garganta de Cares,
y a
la mujer que me va a acompañar en la aventura y que no
cree en nada de esto pero lo tolera...
© 2001 MAB.