Roi Ferreiro
Siete tesis críticas anti-bolcheviques
Índice
Tercera tesis - [El materialismo leninista y sus consecuencias prácticas]
La propia lógica dialéctica del capital se ve entonces
separada del desarrollo de la conciencia de clase. No obstante, la lucha
de clases no es sólo la acción de unos cuantos individuos
determinados por el conjunto de los factores económicos y sociales
(una acción particular), sino que es además (como acción
universal) la forma subjetiva del antagonismo objetivo en que se funda
del modo de producción capitalista (la relación universal
del capital) y, por consiguiente, el desarrollo de la conciencia de
la clase explotada se orientará espontáneamente en función
del desarrollo del antagonismo objetivo interno de la producción
y acumulación del capital.
Sólo así pueden comprenderse la acción y el pensamiento
humanos como parte de la materialidad real, en contra del concepto metafísico
de la materia que postulaba Lenin.
«Antes de Marx, la palabra "materialismo" había
sido utilizada durante mucho tiempo en oposición al idealismo,
pues en tanto que los sistemas filosóficos idealistas asumían
algún principio espiritual, alguna "Idea Absoluta",
como la base primaria del mundo, las filosofías materialistas
procedían partiendo del mundo material real. En la mitad del
siglo XIX, era corriente otro tipo de materialismo que consideraba la
materia física como la base primaria de la que debe derivarse
todo fenómeno espiritual y mental. La mayoría de las objeciones
que han sido alzadas contra el marxismo son debidas al hecho de que
no se ha distinguido suficientemente de este materialismo mecánico.
La filosofía se condensa en la bien conocida cita: "no
es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino,
al contrario, es su existencia social la que determina su conciencia".
El marxismo no se ocupa de la antítesis materia-mente; trata
del mundo real y las ideas derivadas a partir de el. Este mundo real
comprende todo lo observable --es decir, todo lo que por la observación
pueda declararse un hecho objetivo--. Las relaciones salariales entre
obrero y patrón, la constitución de los Estados Unidos,
la ciencia de la matemática, aunque no consistentes en materia
física, son efectivamente tan reales y objetivas como la máquina
de la fábrica, el Capitolio o el río Ohio. Incluso las
ideas mismas, a su vez, actúan como hechos reales, observables.
El materialismo mecánico asume que nuestros pensamientos están
determinados por los movimientos de los átomos en las células
de nuestros cerebros. El marxismo considera que nuestros pensamientos
están determinados por nuestra experiencia social observada a
través de los sentidos o sentida como necesidades corporales
directas.
...
Las relaciones que el sistema productivo establece entre los hombres
tienen la misma rigurosidad que los hechos biológicos; pero esto
no significa que los hombres piensen solamente en su comida. Significa
que la manera en que el hombre se gana la vida --es decir, la organización
económica de la producción-- sitúa a cada individuo
en determinadas relaciones con sus compañeros, determinando así
su pensamiento y su sensibilidad. Es cierto, claro, que incluso hasta
el presente casi todos los pensamientos de los hombres se han orientado
alrededor de conseguir comida, porque el sustento nunca ha estado asegurado
para todos. El miedo a la necesidad y al hambre ha pesado como una pesadilla
sobre las mentes de los hombres. Pero, en un sistema socialista, cuando
este miedo haya sido disipado, cuando la humanidad sea la dueña
de los medios de subsistencia, y el pensamiento sea libre y creativo,
el sistema de producción continuará también determinando
las ideas y las instituciones.
...
La concepción marxiana de la historia pone al hombre viviente
en el centro de su esquema del desarrollo, con todas sus necesidades
y todas sus capacidades, tanto físicas como mentales. Sus necesidades
no son sólo las necesidades de su estómago (aunque éstas
sean las más imperativas), sino también las necesidades
de la cabeza y del corazón. En el trabajo humano, el lado material,
físico y el lado mental son inseparables; incluso el trabajo
más primitivo del salvaje es trabajo cerebral tanto como trabajo
muscular. Sólo porque bajo capitalismo la división del
trabajo separó estas dos partes en funciones de clases diferentes,
mutilando en consecuencia las capacidades de ambas, los intelectuales
acaban pasando por alto su unidad orgánica y social. De este
modo, podemos entender su visión errónea del marxismo
como una teoría que trata exclusivamente del aspecto material
de la vida.»
(Anton Pannekoek, Sociedad y Mente en la Filosofía Marxiana,
artículo de 1937)2
En Marx la materia es un tejido de relaciones sensibles, en Lenin es
"lo que es independiente de la conciencia". De este modo,
es imposible llegar a una comprensión revolucionaria de la lucha
de clases siguiendo su interpretación deformante del materialismo
histórico. La utilidad del método de Lenin solamente existe
en el contexto (que el propio Lenin describe con precisión, aunque
muy probablemente equivocándose en su valoración) de un
movimiento obrero incapaz de elevarse por sí mismo más
allá del sindicalismo, es decir, que está aún en
su fase de desarrollo histórico inicial, y los partidos obreros
han de luchar todavía contra la concepción sindicalista
de la lucha de clases (que, por cierto, no tiene nada de "espontánea"
más allá de su núcleo elemental como forma de lucha
proletariado-capital, pues la concepción sindicalista de la lucha
de clases, con su forma organizativa, métodos, ideas, etc., es
una resultante de influencias precapitalistas -gremiales- y capitalistas
-el parlamentarismo- en la conciencia acerca de la forma de lucha).
En el contexto actual, en que el viejo movimiento obrero está
en declive en los países occidentales, en el que el reformismo
se vuelve cada vez más inviable a nivel de la práctica
inmediata, además de históricamente, porque el capitalismo
está avanzando irreversiblemente en su decadencia como modo de
producción, el método leninista no sirve más que
para mistificar la incapacidad del bolchevismo para impulsar la lucha
revolucionaria del proletariado, planteando los propios "errores"
como un problema circunscrito al poder del refomismo, la democracia
e ideología burguesas, etc. En realidad, el bolchevismo no puede
impulsar o orientar el desarrollo de la lucha de clases en sentido revolucionario,
porque es una teoría de la dirección del proletariado
para la toma del poder por un partido, y no una teoría del desarrollo
de la autoactividad del proletariado para desarrollar sus capacidades
de autodirección.
El bolchevismo es incapaz de reconocer la diferencia radical entre
la fase inicial del movimiento obrero (durante el capitalismo ascendente)
y las fases subsiguientes, desde la primera guerra mundial hasta la
década de los 70, y desde los 70 en adelante (capitalismo en
declive). Su visión del desarrollo del movimiento obrero, en
tanto determinado por el desarrollo del propio capitalismo y por su
tendencia a la decadencia como modo de producción, es estática,
y no capta la unidad entre las últimas fases de desarrollo del
capitalismo y el fin de la fase reformista del movimiento obrero, ni
la unidad interna propia de esa fase reformista entre los objetivos
de reformas y la adopción de determinadas formas de organización:
los sindicatos, los partidos políticos, etc.
Así, el bolchevismo permanece ciego ante la nueva fase de desarrollo
de la lucha de clases en el capitalismo decadente, a sus condiciones
y necesidades de desarrollo, al proceso de la conciencia del proletariado,
y acaba interpretando la situación actual de modo idéntico
a como la trataría una corriente revolucionaria en la fase histórica
general de ascenso del capitalismo: tratando de reorientar y revivir
al viejo movimiento obrero moribundo, al que ya la propia lucha de clases
había casi destruido como representante histórico de los
intereses del proletariado consciente -a través de las luchas
proletarias más avanzadas de los años 20 y de los 70,
combatiéndolo y/o separándose de él, poniendo así
de manifiesto y denunciando su carácter puramente capitalista-,
en lugar de luchar para darle el golpe de gracia y construir un nuevo
movimiento sobre principios y formas de actividad y organización
revolucionarios.
El bolchevismo no deja de ser, en sus concepciones políticas
y filosóficas, más que un heredero radical de la socialdemocracia
clásica, y su peligro para la propia vanguardia consiste en que
justifica la incapacidad para estimular y orientar efectivamente la
autoactividad del proletariado, mistificándola como su contrario,
como factores independientes de la voluntad de l@s revolucionari@s:
el apego de las masas a sus organizaciones reformistas, la influencia
de la ideología burguesa en el proletariado, incluso los propios
"errores" (eso sí, meramente "tácticos"),
de la propia vanguardia. En definitiva, el argumento final del bolchevismo
para justificar su fracaso es siempre que las circunstancias no son
lo suficientemente favorables a su propia expansión. Pero habría
que decir, más bien, que lo que ocurre es que el propio bolchevismo
es incapaz de ampliar las condiciones favorables, que el dominio de
la burguesía tiende siempre a reducir a un mínimo en la
medida en que le es posible, y, a un nivel más profundo, el problema
radica en que no son las circunstancias las que impiden la expansión
del bolchevismo, sino el bolchevismo el que impide la expansión
de las condiciones favorables.
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2 «Los pensamientos y objetivos de un hombre activo son considerados
por él [mismo] como la causa de sus acciones; no se pregunta de
donde vienen estos pensamientos. Esto es especialmente cierto porque los
pensamientos, ideas y objetivos no son como una norma derivada de las
impresiones por el razonamiento consciente, sino que son el producto de
procesos espontáneos subconscientes en nuestras mentes. Para los
miembros de una clase social, las experiencias diarias de la vida condicionan,
y las necesidades de clase moldean la mente, en una modalidad determinada
de la sensibilidad y del pensamiento, para producir determinadas ideas
sobre lo que es útil y lo que es bueno o malo. Las condiciones
de una clase son necesidades de vida para sus miembros, y ellos consideran
lo que es bueno o malo para ellos como lo bueno o malo en general. Cuando
las condiciones están maduras, los hombres entran en acción
y dan forma a la sociedad de acuerdo con sus ideas.
...
La concepción materialista de la historia explica estas ideas
como causadas por las necesidades sociales que surgen de las condiciones
del sistema de producción existente. ... La interpretación
histórico-materialista de la Revolución francesa en términos
de un capitalismo ascendente que requería un Estado moderno con
legislación adaptada a sus necesidades, no contradice la concepción
de que la Revolución fue provocada por el deseo del ciudadano
de liberarse de las restricciones; simplemente, va más allá,
a la raíz del problema. Pues el materialismo histórico
sostiene que el capitalismo ascendente produjo en la burguesía
la convicción de que la libertad económica y política
era necesaria, y así despertó la pasión y el entusiasmo
que permitieron a la burguesía conquistar el poder político
y transformar el Estado. De este modo, Marx estableció la causalidad en el desarrollo
de sociedad humana. No es una causalidad externa al hombre, pues la
historia es al mismo tiempo el producto de la acción humana.
El hombre es un eslabón en la cadena de causa y efecto; la necesidad
en el desarrollo social es una necesidad lograda por medio de la acción
humana. El mundo material actúa sobre el hombre, determina su
conciencia, sus ideas, su voluntad, sus acciones, y así el reacciona
sobre el mundo y lo cambia. Para el modo de pensar de la clase media
tradicional esto es una contradicción --la fuente de interminables
tergiversaciones del marxismo--. O las acciones del hombre determinan
la historia, como ellos dicen, y no hay ninguna causalidad necesaria
porque el hombre es libre; o si, como el marxismo sostiene, hay necesidad
causal, ésta sólo puede funcionar como una fatalidad a
la que el hombre tiene que someterse sin poder cambiarla. Para el modo
de pensar materialista, al contrario, la mente humana está circunscrita
por una estricta dependencia causal al conjunto del mundo circundante.
Los pensamientos, las teorías, las ideas, que los anteriores
sistemas de sociedad han forjado así en la mente humana, han
sido preservados para la posteridad, en primer lugar en la forma material
de la actividad histórica subsiguiente. Pero también han
sido preservados en una forma espiritual. Las ideas, sentimientos, pasiones
e ideales que incitaron a las generaciones anteriores a la acción
se asentaron en la literatura, en la ciencia, en el arte, en la religión
y en la filosofía. Entramos en contacto directo con ellas en
el estudio de las humanidades. Estas ciencias pertenecen a los campos
de investigación más importantes para los estudiosos marxianos;
las diferencias entre las filosofías, las literaturas, las religiones
de pueblos diferentes en el curso de siglos sólo pueden entenderse
en términos de moldeamiento de las mentes de los hombres por
medio de sus sociedades, es decir, por medio de sus sistemas de producción.
... La mente humana está enteramente determinada por el mundo real
circundante. Ya hemos dicho que este mundo no se restringe solamente
a la materia física, sino que comprende todo lo que es objetivamente
observable. Los pensamientos e ideas de nuestros prójimos, que
observamos por medio de su conversación o mediante nuestra lectura,
están incluidos en este mundo real. Aunque los objetos imaginativos
de estos pensamientos, como ángeles, espíritus o una Idea
Absoluta, no pertenecen a él, la creencia en tales ideas es un
fenómeno real, y puede tener una influencia notable en los acontecimientos
históricos. Las impresiones del mundo penetran la mente humana como un arroyo
continuo. Todas nuestras observaciones del mundo circundante, todas
las experiencias de nuestras vidas, están enriqueciendo continuamente
los contenidos de nuestros recuerdos y nuestras mentes subconscientes.
La recurrencia de una situación casi igual y de la misma experiencia
conduce a determinados hábitos de actuación; éstos
están acompañados por determinados hábitos de pensamiento.
... El mundo de la experiencia, sin embargo, está expandiéndose
continuamente y cambiando; nuestros hábitos son perturbados y
deben ser modificados, y nuevos conceptos sustituir a los viejos. Los
significados, las definiciones, el alcance de los conceptos, todo se
trastoca y varía. ... ...La tesis de Marx de que el mundo real determina la conciencia no
significa que las ideas contemporáneas estén solamente
determinadas por la sociedad contemporánea. Nuestras ideas y
conceptos son la cristalización, la esencia comprensiva de la
totalidad de nuestra experiencia, presente y pasada. Lo que ya fue fijado
en el pasado bajo formas mentales abstractas debe ser incluido con tales
adaptaciones del presente en tanto sean necesarias. Las nuevas ideas
parecen, así, surgir de dos fuentes: la realidad presente y el
sistema de ideas transmitido desde el pasado. A partir de esta distinción
surge una de las objeciones más comunes contra el marxismo. La
objeción, a saber, es que no sólo el mundo material real,
sino en no menor grado, los elementos ideológicos --las ideas,
creencias e ideales-- determinan la mente del hombre y así sus
acciones, y por consiguiente el futuro del mundo. Ésta sería
una crítica correcta si las ideas se originasen solas, sin causa,
de la naturaleza innata del hombre o de alguna fuente espiritual sobrenatural.
El marxismo, sin embargo, dice que estas ideas tienen que tener también
su origen en el mundo real bajo condiciones sociales. Como fuerzas en el desarrollo social moderno, estas ideas tradicionales
estorban la propagación de las nuevas ideas que expresan las
nuevas necesidades. Al tener en cuenta estas tradiciones no nos salimos
del dominio del marxismo. Pues toda tradición es un pedazo de
realidad, así como cada idea es ella misma una parte del mundo
real, que vive en la mente de hombres; a menudo, es una realidad muy
poderosa como determinante de las acciones de los hombres. Es una realidad
de naturaleza ideológica, que ha perdido sus raíces materiales
a causa de que las anteriores condiciones de vida que las produjeron
han desaparecido ya. Que estas tradiciones pudieran persistir después
de que sus raíces materiales hayan desaparecido no es simplemente
una consecuencia de la naturaleza de la mente humana, que es capaz de
conservar en la memoria o subconscientemente las impresiones del pasado.
Mucho más importante es que la memoria social, la perpetuación
de las ideas colectivas, puede ser conceptualizada y sistematizada en
la forma de creencias e ideologías predominantes, y transferida
a las generaciones futuras en las comunicaciones orales, en los libros,
en la literatura, en el arte y en la educación. El mundo circundante que determina la mente no sólo consiste
en el mundo económico contemporáneo, sino también
en todas las influencias ideológicas derivadas del intercurso
continuo con nuestros prójimos. De aquí procede el poder
de la tradición, que en una sociedad que se desarrolla rápidamente
provoca que el desarrollo de las ideas vaya por detrás del desarrollo
de la sociedad. Al final, la tradición tiene que rendirse a la
fuerza del golpeo incesante de las nuevas realidades. Su efecto en el
desarrollo social es que, en lugar de permitir un ajuste gradual y regular
de las ideas y las instituciones en correspondencia con las necesidades
cambiantes, estas necesidades, cuando están demasiado fuertemente
en contradicción con las viejas instituciones viejas, conducen
a explosiones, a transformaciones revolucionarias, mediante las cuales
las mentes retrasadas son arrastrados hacia delante y son ellas mismas
revolucionadas.» (Anton Pannekoek, Sociedad y Mente en la Filosofía
Marxiana, 1937)
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