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Conversaciones entre Ricardo Fuego y Roi Ferreiro

Índice

1. A modo de introducción: ¿qué es el comunismo de consejos?

ROI FERREIRO:

Te haré una breve exposición de lo que es el comunismo de consejos desde un punto de vista histórico y teórico. Como teoría, el comunismo de consejos comprende las aportaciones de diversos teóricos procedentes de la izquierda comunista alemana y holandesa, desarrolladas al calor de la experiencia de la lucha revolucionaria en Alemania de 1918 a 1919, pero también de la propia revolución rusa de 1917. No obstante, las izquierdas comunistas alemana y holandesa, ambas muy entrelazadas, combinan dos elementos singulares:

1º) una tradición teórica propia, procedente de la izquierda revolucionaria holandesa, con:

a) la influencia del socialismo libertario durante la época de la AIT en la fundación del socialismo revolucionario holandés y
b) luego con la influencia del pensamiento de Joseph Dietzgen, que llegara por su cuenta, ya en la época de Marx y Engels, al materialismo dialéctico, aportando una formulación original que presta especial relevancia al factor espiritual. De ahí que los comunistas holandeses diesen una importancia determinante al factor espiritual (la conciencia, pero también hasta cierto punto la psicologia) y su unidad con lo material, entendiendo la victoria de la revolución como determinada por el desarrollo espiritual de la clase obrera, como “una victoria del espíritu”.

2º) una tradición práctica diferente, en particular por la ruptura más temprana y profunda con la socialdemocracia:

a) Por una parte en Holanda, en el ala izquierda del Partido Obrero Socialdemócrata Holandés (SDAP), que ya en 1909 fue expulsada y formó otro partido socialdemócrata con una orientación independiente, hasta que con el estallido de la I Guerra Mundial se produjo una nueva ruptura. En todo este proceso hay una continuidad en la corriente teórica marxista agrupada en torno a Herman Gorter, Henrriete Roland Host, Anton Pannekoek y otros, los llamados "tribunistas" holandeses.
b) Por otra parte, en Alemania la ruptura con la socialdemocracia no partió realmente de la Liga Espartaco, sino de otros grupos más avanzados que se orientaron, ya desde los primeros años de la I Guerra Mundial, a la crítica del parlamentarismo y el sindicalismo. Así, cuando la Liga Espartaco rompió con el USPD (los socialdemócratas independientes) para formar el Partido Comunista de Alemania (KPD) en 1918, la mayoría del KPD estaba ya formada por otros grupos (particularmente, los ISD -luego IKD-, socialistas –luego comunistas- internacionales de Alemania, escindidos del SPD en 1916). Esta mayoría impuso en la fundación del KPD una orientación contraria al parlamentarismo y al sindicalismo, por la lucha por el poder de los consejos obreros. Solamente con la expulsión, mediante maniobras, de la mayoría del partido después de la muerte de Luxemburg y Liebknecht, pudo el KPD volver al redil reformista y ser bolchevizado. Poco después, en 1920 la oposición expulsada formó el KAPD (Partido Comunista Obrero Alemán), siguiendo la orientación antiparlamentaria y antisindicalista original.

La solidez y profundidad de la tradición teórica de la que hablamos, y su experiencia de lucha contra el oportunismo ya antes del estallido de la I Guerra Mundial, es lo que explica que Anton Pannekoek, luego el teórico más importante del comunismo de consejos, no sólo fuese un teórico marxista reconocido amplicamente en la izquierda alemana y holandesa en la época socialdemocrática, sino que ya criticase a Kautsky en 1912 (en los artículos: Acciones de masas y revolución, y Teoría marxista y táctica revolucionaria), mientras que Lenin tardó bastante más en descubrir que su "maestro" era en realidad un "renegado". (Por cierto, el propio Lenin le cita en su favor en El Estado y la Revolución, tomando un fragmento de “Acciones de masas y revolución”).

* * *

Con el desarrollo de la revolución alemana y de la comprensión crítica del bolchevismo y de la revolución rusa -que ya comienza en la misma Rosa Luxemburg-, se definieron las posiciones de la corriente germano-holandesa, oponiéndose a la dictadura de partido, analizando la revolución rusa como una revolución semiburguesa en la que el proletariado seguia explotado, ahora por el capitalismo de Estado. Por eso la ruptura con la III Internacional se hizo inevitable. Ya toda la relación entre la izquierda revolucionaria germano-holandesa y la III Internacional dirigida por los bolcheviques fue una relación llena de conflictos, cuya representación teórica fue el folleto de Lenin "El izquierdismo" y su contestación mediante la Carta Abierta al camarada Lenin de Herman Gorter.

En un principio las diferencias se presentaron sobre todo como diferencias tácticas sobre la inclusión de los partidos reformistas en la III Internacional, la táctica de participación en el parlamento y en los sindicatos, etc., pero finalmente se llegó a la conclusión de que estas diferencias tenían en su fondo el carácter capitalista de la revolución rusa ya desde la toma del poder por los bolcheviques, determinado por la ausencia de condiciones para el socialismo (el desarrollo de las fuerzas productivas al nivel capitalista, especialmente el desarrollo del proletariado mismo, la fuerza productiva más importante) y por la inmadurez del proletariado, cuya ausencia de conciencia revolucionaria el bolchevismo compensaba mediante la intensificación sustitucionista del papel del partido revolucionario y la relación de subordinación vanguardia-masas. El bolchevismo no podia ser otra cosa que una forma radicalizada de socialdemocracia, dirigida por la intelectualidad revolucionaria rusa, con Lenin a la cabeza.

La verdadera ruptura con la socialdemocracia empezó, a nivel teórico, cuando se comprendió que el "socialismo de Estado" -que está en la base histórica del pensamiento socialdemócrata- y la subordinación de la masa a los jefes, de la clase al partido, etc., son concepciones burguesas incapaces de conducir en la práctica a la emancipación del proletariado. Una "socialdemocracia revolucionaria" es, entonces, una contradicción en términos. Y no basta, como hicieron los bolcheviques, con cambiar de nombre al partido. Tampoco, como hiciera Rosa Luxemburg, con enfatizar el papel de la espontaneidad.

La izquierda comunista germano-holandesa comenzó por desarrollar una concepción diferente del papel del partido, de la superación de los sindicatos como formas de organización y del sindicalismo como forma de lucha. Rápidamente, se fue desarrollando la crítica del partido político mismo, abogando por la "organización unitaria" (sin división sindicato/partido) primero, luego defendiendo su reemplazamiento por grupos teoricos orientados a ayudar al proletariado a clarificarse.

La superación del sindicalismo se concretó en las Uniones Obreras, que al contrario de lo dice Lenin en su "Izquierdismo", fueron el resultado de un proceso de autoorganización del proletariado, de su fracción más avanzada. La lucha de clases tenía que seguir su curso y lo hizo, rompiendo la paz social forzada impuesta por los sindicatos durante la guerra, lo que, combinado con la usurpación socialdemócrata de los consejos obreros formados en 1918, obligó al proletariado en 1919 a la generalización de las huelgas salvajes y a organizarse mediante delegados revolucionarios de fábrica. Este proceso culminó en 1920 en la formación de la AAUD (Unión Obrera General de Alemania) –paralelamente, pues, a la formación de KAPD, pero siendo este una minoria dentro de la AAUD. La base teórica de la AAUD fue el desarrollo, inspirado en parte en la IWW americana (pero con un carácter revolucionario, no orientado a la lucha por reformas), de los conceptos de "organización de fábrica" (organización sin distinción de oficios) y "Unión Obrera" (unión de organizaciones de fábrica) como nueva forma de organización revolucionaria destinada a reemplazar a los sindicatos y a constituir la base para la formación de nuevos consejos obreros, una nueva forma que ya no era una "organización económica", sino que asumia ya un carácter político y no aceptaba acríticamente la existencia de partidos políticos. La idea de una “organización unitaria”, a la vez económica y política, orientada a suprimir la necesidad del partido, fue ya una idea que se remontaba a años atrás, y evidentemente opuesta a la tendencia del KAPD, que aunque concebía el papel de la vanguardia como impulsar el desarrollo de la conciencia de clase, seguia creyendo en la necesidad de que el partido hegemonizase políticamente a la AAUD.

Después de la derrota de la revolución alemana y con el curso de la revolución rusa, todas estas concepciones y herencia teórica se desarrollarian en profundidad y extensión por parte de los teóricos más importantes del comunismo de consejos: Anton Pannekoek, Otto Rühle y Paul Mattick.

Es importante, finalmente, distinguir entre los "comunistas de izquierda" que era la denominación de la oposición al bolchevismo en la III Internacional, y el “comunismo de consejos”, denominación que sirve para diferenciarse radicalmente del bolchevismo tanto como de sus críticos “de izquierda”. Pues los comunistas de consejos consideramos el bolchevismo como una distorsión burguesa del marxismo original y rompemos radicalmente con toda la tradición socialdemócrata.

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El comunismo de consejos se extendió en pequeños grupos de diferentes países en el contexto de reflujo posterior a la I Guerra Mundial. Aún en la época de la participación en la III Internacional y durante algo después hubo una gran influencia sobre el grupo británico en torno a Sylvia Pankhurst y el periódico Worker`s Dreadnought. Posteriormente, en los años 30, cuando la AAUD se había deshecho y descompuesto y el KAPD se redujo a un grupúculo, se formó en Alemania la KAUD (Union Obrera Comunista), que estaba en contacto con un reducido grupo en Holanda, el GIK (Grupo de Comunistas Internacionalistas). La KAUD y el GIK sacaron sus lecciones de la experiencia de la AAUD, comprendiendo que la construcción de Uniones Obreras revolucionarias y de masas (la AAUD llegó a tener más de 100.000 miembros) solamente seria posible en una situación de ascenso revolucionario y que en otras condiciones se reducían a un núcleo avanzado (esto era la Union Obrera Comunista) que debia orientarse a fomentar la autoorganización asamblearia de masas en las luchas inmediatas.

Después de la II Guerra Mundial sobrevivió en la forma de pequeños círculos teóricos, a través de publicaciones como la International Council Correspondence dirigida por Paul Mattick -que habia emigrado a los EEUU y formado un agrupamiento revolucionario dentro de los IWW-. Posteriormente revivió en la década de los 70 con el ascenso de la lucha de clases, pero no ha llevado a la formación de organizaciones significativas, o bien estas han degenerado hacia planteamientos sobrepasados, mezclando o diluyendo el consejismo en el comunismo de izquierda (como algunos grupos que integraron la actual Corriente Comunista Internacional) o en el anarquismo (como en Gran Bretaña). O también reduciendo el comunismo de consejos a una ideología absorta en el culto a la espontaneidad y la autoorganización de las luchas obreras, lo cual al final acaba en la disolución total de los grupos que defienden esto, pues su propio papel se vuelve insignificante en la práctica.

Pero la descomposición de los agrupamientos revolucionarios es un resultado histórico general de la lucha de clases. Si el leninismo ha tenido mayor relevancia histórica ha sido precisamente gracias a su deriva claramente reformista y oportunista –y no en poca medida al poder económico del “bloque soviético”-. Lo cierto es que la verdadera ruptura generalizada, internacional, de la clase obrera con el reformismo, está aun por lograrse, y esta es la razón por la que las formas de pensamiento revolucionario más avanzadas tenían que ser tanto más minoritarias –y a la inversa, las más capitalistas, las mayoritarias-. Incluso sólo a partir de los 70 se ha comenzado a prestar atención a la importancia de profundizar en el pensamiento original de Marx, especialmente en todos los escritos inéditos (los Manuscritos de París, los Grundrisse, el capítulo inédito del tomo I de El Capital, artículos sueltos, etc.). En la actualidad, el declive, ya en un estadio abierto, del capitalismo mundial, es lo que está estimulando de nuevo la formación de grupos revolucionarios y la actualización del pensamiento marxiano.

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