CICA
Conversaciones entre Ricardo Fuego y Roi Ferreiro

Índice

2. Primera conversación sobre las 7 tesis críticas antibolcheviques

RICARDO FUEGO

Yo ví el texto tuyo en Indymedia Argentina e hice un resumen. Te mando el resumen para ver si entendí bien lo que quisiste decir. Ten en cuenta que ni siquiera conocía la existencia del comunismo de consejos. Aquí empieza:


"Para empezar, por lo que leí, Roi Ferreiro no niega ni la existencia de la vanguardia ni la necesidad de la dictadura del proletariado, sino que critica al bolchevismo como estrategia de toma del poder por un partido y no como estrategia de la emancipación de la humanidad hacia el comunismo. Básicamente, se está criticando la concepción leninista de la vanguardia revolucionaria, del partido."


ROI FERREIRO:

Como hace tiempo que no veo este texto, no voy a valorar el resumen como tal, sino que me centraré en tu interpretación.

Para empezar, dices que "Roi Ferreiro no niega ni la existencia de la vanguardia ni la necesidad de la dictadura del proletariado, sino que critica al bolchevismo como estrategia de toma del poder por un partido y no como estrategia de la emancipación de la humanidad hacia el comunismo". Esto define muy bien mi enfoque de partida, ya que existen también tendencias espontaneístas dentro del comunismo de consejos -como en todas las corrientes del pensamiento revolucionario-.

Desde mi punto de vista, la "vanguardia" es una categoría dinámica para comprender el proceso de desarrollo del movimiento de clase; esto es, no es una entidad abstracta, definible en función de una ideología o nivel de conciencia, sino que es la parte más avanzada de un movimiento. Por supuesto, en el texto me refiero a la vanguardia revolucionaria, con lo que debe entenderse como el sector más avanzado de la clase obrera en la conciencia y la lucha por el comunismo -sí, en la lucha real, pues ser vanguardia es algo práctico y no meramente teórico (y es de este modo como se verifica la posición de vanguardia en el movimiento, no por el mayor "nivel" teórico y demás vulgaridades intelectualoides)-.

También hay que entender el concepto de vanguardia a la luz del análisis del movimiento real. Un movimiento que en su orientación efectiva es aún reformista no puede tener una "vanguardia revolucionaria". Y se puede dar también el caso de que una "vanguardia revolucionaria" no sea tal simplemente porque no existe un movimiento revolucionario de masas, ni siquiera como tendencia de la lucha de clases a tomar un carácter revolucionario, con lo cual l@s revolucionari@s no son el sector avanzado de nada, sino solamente, como mucho, el comienzo histórico del movimiento revolucionario que se desarrollará en el futuro. Esta es la situación actual en general desde mi punto de vista.


RICARDO FUEGO:

"El bolchevismo y el troskismo cayeron en una mezcla entre espontáneísmo y dirigismo debido a que no supieron calibrar la integración del movimiento obrero al capital en el siglo XX.

Existen dos caminos conocidos para que la lucha espontánea del movimiento obrero se convierta en lucha por el comunismo:

a) la subordinación de la espontaneidad a la dirección intelectual, de las luchas inmediatas al programa revolucionario, de las masas al partido. Esta sería, según Roi Ferreiro, la solución bolchevique, y conduciría a la dictadura de partido único, o sea un Estado totalitario.

b) la teoría del comunismo de consejos, que entiende la lucha espontánea como determinada por las condiciones del capitalismo y la ve como la forma no intelectual de la conciencia proletaria que se desarrolla a través de las luchas de clases, de modo que la conciencia intelectual de la vanguardia es solamente el extremo más avanzado de la propia lucha de clases, y la función de la vanguardia consiste en la clarificación y elevación de la conciencia de las masas al nivel intelectual. El comunismo de consejos es la teoría de la autoliberación efectiva del proletariado."


ROI FERREIRO:

Este punto de tu resumen es correcto, con el matiz de que no se trata de que el bolchevismo, y el trotskismo en particular, no "comprendan" la relación adecuada entre la actividad espontánea y la función "directiva" de la vanguardia, sino de que como corrientes políticas nunca han QUERIDO comprenderla. Este tipo de fenómenos no se explican por la mera ignorancia. Solamente pueden explicarse porque las supuestas pretensiones prácticas -la emancipación del proletariado- nunca han sido reales -incluso aunque sinceramente muchos de sus miembros hayan deseado esa emancipación-. No se puede juzgar a una corriente política por lo que piensa de sí misma ni por lo que desea subjetivamente, hay que juzgarla por su praxis: por sus resultados históricos y por la coherencia con que interrelacionan pensamiento y acción.

El proletariado tiene que liberarse a sí mismo. Esto es un proceso tanto colectivo como individual y tiene que ser un esfuerzo consciente, estimulado y presionado por la intensificación del antagonismo de clases y por el dinamismo de la lucha de clases. La lucha es el momento en que el proletariado puede desplegar libremente toda su energía material y espiritual, madurar en su comprensión práctica de la sociedad y de su propio movimiento, y desarrollar su pensamiento (hasta que la necesidad de este desarrollo intelectual se asuma como tal, y el esfuerzo intelectual no dependa ya de los flujos y reflujos de la lucha de clases, lo cual es a su vez una condición de la vanguardia comunista).

Pero la autoliberación y autodirección del proletariado, a cuyo desarrollo tiene que contribuir la vanguardia revolucionaria mediante la clarificación de sus condiciones y formas de realización, requiere de la creación de nuevas formas de actividad. La superación del estado de alienación en el que el proletariado existe como parte de la sociedad capitalista comienza por el desarrollo de la autoactividad de l@s proletari@s, que se eleva a un nivel incompatible con el servilismo, la sumisión, la pasividad -tanto físicas como intelectuales- que les exige, y a las que les habitua, el capitalismo y todo el modo de vida por él creado. Este desarrollo de la autoactividad requiere de estruturas que lo articulen como proceso colectivo y que sólo pueden ser el producto de esa misma autoactividad. La autoorganización en asambleas y comités de huelga es la forma más elemental de este desarrollo, o sea, el nivel mínimo de la autoactividad revolucionaria de la clase obrera (por supuesto, sólo autoactividad revolucionaria en cuanto a la forma, pues puede estar todavía ligada a pretensiones puramente reformistas).

La elevación de la autoactividad del proletariado, hasta un nivel tal que, no sólo actúa de modo independiente del capital en el sentido de separadamente, sino que además desarrolla contenidos propios, antagónicos al capitalismo -aunque sólo sea en la conciencia y en la organización del proletariado mismo, sin que las condiciones de la lucha de clases le permitan todavía ir más allá de las luchas por objetivos inmediatos-, es lo que se llama AUTONOMÍA PROLETARIA.

La construcción de nuevas formas de organización que se adecúen a este nivel superior de autoactividad, o sea, de lucha, de militancia, de actividad mental, de fuerza espiritual en general, es una necesidad para la autoliberación real del proletariado. Es, en forma embrionaria, la creación ya de nuevas relaciones sociales de producción, ya que el proletariado, a diferencia de las clases revolucionarias precedentes, no posee una base económica para su ascenso revolucionario que no sea el desarrollo autónomo de sus propias capacidades como individuos totales y su organización unificada como clase.


RICARDO FUEGO:

"El leninismo se centra excesivamente en el papel de la vanguardia revolucionaria (el partido) y no en la experiencia de las masas. De ahí la necesidad de forjar un partido que eduque a las masas. Esto puede llevar a pensar que el desarrollo del propio partido implica el avance en la conciencia de las masas.

De esta manera la teoría revolucionaria se relaciona "desde afuera" a la experiencia cotidiana de las masas, y éstas últimas deben subordinarse a lo que esta teoría (o sea su portador, el partido) diga. Por lo tanto se prioriza la construcción del partido antes que el avance general del movimiento.

El materialismo leninista no se funda en la praxis social, sino en postulados lógicos presuntamente demostrados. No parte de la experiencia para llegar al pensamiento, sino que parte solamente del pensamiento para llegar luego a la experiencia. Por esto no es dialéctica, ya que el camino dialéctico del conocimiento es concreto-abstracto-concreto.

Uno de los fundamentos del leninismo sería que la sola experiencia no produce conciencia. En realidad debería decir que la sola experiencia no produce pensamiento, pues la experiencia sí produce conciencia (aunque sea en un plano limitado).

"El pensamiento no es otra cosa que el establecimiento de relaciones entre unos y otros elementos o datos de la experiencia acumulada, y tiene su impulso en la necesidad práctica, con lo que, dialécticamente, el proceso de experimentación-intelectualización es una unidad en la que la única mediación es la autoactividad del sujeto consciente que, mediante su atención y su voluntad, percibe y reflexiona."

La lucha produce conciencia, aunque ésta sea limitada y no uniforme. Es solamente con los momentos o períodos de intensificación del antagonismo de clases cuando esta experiencia acumulada comienza a sintetizarse racionalmente a los niveles que correspondan al grado evolutivo alcanzado previamente y a la capacidad intelectiva conseguida.

En resumen, la subestimación que supuestamente hace el leninismo de la experiencia dificulta el análisis del nivel de conciencia de las masas. De ahí la dificultad de los partidos leninistas en su relación con las masas, y su oscilación entre el dirigismo o el espontáneísmo."


ROI FERREIRO:

En este punto dices que "El leninismo se centra excesivamente en el papel de la vanguardia revolucionaria (el partido) y no en la experiencia de las masas. De ahí la necesidad de forjar un partido que eduque a las masas." Aquí puedo ver que confundes el "partido revolucionario" con la "vanguardia revolucionaria". Como di a entender antes, yo no utilizo los términos como sinónimos.

El partido político es una forma de organización determinada. Si bien hablar de un papel específico de la vanguardia es, en la práctica, hablar de una organización específica de la vanguardia, de esto no se deduce que esta organización de vanguardia deba tomar la forma de un "partido político" en el sentido habitual -y etimológico- de la palabra. "Partido político" designa a un tipo de organización cuyo objetivo es:

a) defender sus propias posiciones como "parte", frente a otras "partes" dentro de una sociedad o clase dada;

b) luchar por el poder político, lo cual implica que, incluso si se le atribuye a la masa o al conjunto de la sociedad la detentación del poder, en realidad el partido es el órgano que lucha por ese poder y que, finalmente, lo posee realmente. Que esta lucha por el poder político -el poder sobre las personas- se desarrolle desde una concepción más autoritaria o más libertaria no altera esencialmente el problema, ya que incluso la hegemonía de un partido, asumida libremente por la masa y basada en el convencimiento racional (lo que es una idealización absurda, pues de darse el partido sería por eso mismo prescindible como tal partido y como organización política especial), implica que la masa permanece pasiva, siguiendo al partido.

El "partido revolucionario" significa, en la práctica, mantener una división permanente y fija entre masa y vanguardia, en lugar de una relación complementaria, fluida y en desarrollo. La vanguardia revolucionaria es tal no porque posea un "conocimiento científico" especial, sino porque su comprensión de la experiencia de masas es superior y tiene un alcance internacional e histórico -y lo demuestra prácticamente cuando orienta del mejor modo la lucha de la clase-. Es decir, la vanguardia no es una educadora que ilustre a los pobres proletarios ignorantes, sino que es ella misma una parte del proletariado y aprende de la experiencia de la clase.

Esta unidad orgánica y bidireccional de la vanguardia con la clase está en contradicción con el fundamento práctico del partido político como forma de organización: la "toma de partido" por ciertas ideas y la lucha por el poder. Las tareas de la vanguardia comunista no tienen que ver con nada de eso. Es el proletariado mismo en conjunto a quien corresponde la tarea de luchar por las ideas que representan sus intereses de clase y por el poder necesario para realizarlas. La vanguardia también hace esto, pero como parte del proletariado, esto es: no en relación al proletariado.

En su relación con el proletariado, la vanguardia tiene que ayudar a la clase a autoclarificarse, suministrándole los elementos teóricos necesarios para que piense por si misma y para que oriente del mejor modo sus luchas concretas. Y estas aportaciones quedan sujetas a la crítica en función de la praxis de la clase.

La vanguardia no pretende ninguna forma de poder sobre la clase, ya que, en tanto exista, su misma existencia será un defecto provocado por los hábitos serviles de la existencia alienada del proletariado, no una virtud a desarrollar; la disciplina de partido, la obediencia, etc., son valores burgueses. El proletariado no puede progresar gracias a la disciplina y la obediencia a jefes, sino desarrollando las capacidades que le permitan autodisciplinarse y pensar por si mismo tanto individual como colectivamente -como decian Marx y Engels en el Manifiesto, la libertad de cada uno es la condición de la libertad de todos-.

La vanguardia comunista no quiere otro poder que el que posee como una minoria organizada, y que utiliza para acelerar y estimular el desarrollo de la lucha y la conciencia del proletariado. Y este poder crece con el desarrollo del proletariado mismo, con su maduración, al aumentar el número y la experiencia de la vanguardia misma. La praxis de la vanguardia comunista encarna la idea de que el poder práctico y la conciencia no son algo separado, sino una unidad dialéctica con una finalidad común. Esta praxis consiste en utilizar su propio poder para elevar en calidad y cantidad la autoactividad del proletariado, autoactividad que es un resultado espontáneo, surgido de las necesidades y la maduración del proletariado mismo y determinado por el desarrollo histórico de la contradicción capital-trabajo.

Por lo tanto, mi planteamiento va en el sentido de que el partido político no es la forma adecuada para la organización de la vanguardia. Además, como "nombre", confunde ya las verdaderas tareas que la vanguardia revolucionaria tiene que cumplir.

Además, precisando más, las tareas de la vanguardia comunista, tal y como las he definido, no conducen a una forma de organización cohesionada en torno a un programa fijo, sino a una organización cuya actividad interna consiste en el desarrollo intelectual permanente, en el desarrollo continuo de la teoria y el programa revolucionarios. Esta es la condición de su unidad y no la asunción de un programa fijo. Pues la asunción de un programa fijo y de una teoria más o menos constante es algo propio de una organización de militantes comprometidos con la finalidad revolucionaria, pero no algo propio de aquellos que "van por delante" del resto del movimiento. Una conciencia estancada, como la que existe en la mayoria de militantes de los partidos "revolucionarios" -supuestamente revolucionarios, pues la forma partido está ya en contradicción con su función emancipadora-, es una conciencia que está tan sujeta al curso inmediato de la lucha de clases como la de la masa en general. Y así se explica cómo es posible que las masas puedan una y otra vez ir por delante, en iniciativa y creatividad, de sus supuestas vanguardias.

Organizaciones militantes de este tipo (revolucionarias en su finalidad, pero no adecuadas para la función específica de la vanguardia), construidas sobre la cooperación y la participación activas, sin "jefes", autoorganizadas, son necesarias, pero no pueden cumplir por sí mismas el papel de la vanguardia revolucionaria. Son, en todo caso, el enlace de esta con las masas, el vehículo que extiende las orientaciones de vanguardia en el movimiento de masas (esto es, por otra parte, la distribución real de las tareas dentro de los partidos entre los dirigentes reales y la masa de militantes. Los primeros desarrollan las orientaciones, los simples militantes las aprueban, difunden y fomentan entre la masa de la clase.).

El prototipo de "organización revolucionaria militante", basada en el compromiso en torno a un programa revolucionario más o menos general, es lo que en su dia fueron las Uniones Obreras, y que en condiciones "normales" de la lucha de clases no pasan de ser nucleos militantes.

Tendremos, entonces el esquema siguiente de organización del movimiento obrero: organización de vanguardia, nucleos militantes autónomos orientados a un programa comunista, organizaciones asamblearias de masas. En cierto modo este esquema se ha corroborado en la experiencia argentina, ya que el movimiento se ha estructurado en asambleas populares, nucleos militantes más o menos conscientes, y corrientes "revolucionarias" más definidas. Y lo mismo ocurre en las luchas de clases en general, aunque los distintos niveles de autoactividad -de cooperación o participación y de pensamiento- no se muestren siempre como organizados. El esquema sindicato-partido es reformista, pues excluye el verdadero desarrollo intelectual de la clase obrera, por un lado, y la verdadera autonomia de masas, por el otro -por eso la realización más básica de esta autonomia de la clase como conjunto se ha expresado siempre en la creación de movimientos asamblearios de masas que sobrepasaban a los sindicatos-.

La construcción de la organización de vanguardia sólo es posible con el avance general del movimiento, pues la vanguardia sólo adquire esta posición de "sector avanzado" cuando existe un movimiento real trás ella, movimiento del que ella es la expresión consciente más evolucionada. Esto significa, precisamente, que los supuestos partidos revolucionarios existentes son, como mucho, la expresión avanzada del movimiento reformista, del viejo movimiento obrero, no de un movimiento obrero revolucionario, pues hasta ahora no ha existido más que como tendencia o en formas incipientes y semiconscientes.


RICARDO FUEGO:

Supuestamente el leninismo hace una subvaloración de la lucha de clases sin la clase obrera acaudillada por un partido revolucionario. Esto tendría su trasfondo filosófico en que Lenin concebía lo material como lo independiente de la conciencia. O sea, que no incluía al pensamiento en lo material. Mientras que el materialismo dialéctico concibe al pensamiento tan parte de lo material como la acción.


ROI FERREIRO:

Cuando resumes mis críticas al materialismo leninista tengo que decir que aquellas están muy enfocadas a las posiciones particulares del GPM, expuestas en el documento sobre la CIS. Hay que tener cuidado de no simplificar el problema de la interpretación leninista del materialismo. El materialismo de Lenin considera el conocimiento como un reflejo de la realidad objetiva "independiente de la conciencia", no como un "reflejo" (valga el término) de NUESTRA RELACIÓN CON LA REALIDAD OBJETIVA, de nuestra praxis. Del razonamiento de Lenin se desprende que es posible formarnos conceptos "exactos" de la realidad que tengan una validez absoluta, de modo que no es necesario volver una y otra vez a cuestionar las propias concepciones a la luz de la experiencia, inclusive las concepciones relativas a la dialéctica y la interpretación materialista de la historia. Pero solamente de este modo y con una actitud autocrítica permanente podemos llegar a un pensamiento lo más verdadero posible, que comprenda lo más posible la complejidad infinita y cambiante de la realidad. Lo que quiero decir es que no se puede nunca partir de ideas preconcebidas sobre ninguna cuestión; que se tiene que analizar críticamente la praxis como un todo y en cada momento; que se tiene que tomar la práctica como el punto de partida permanente del pensamiento, en lugar de dar por verdaderas conclusiones sobre la praxis del pasado que:

1) pueden ser apreciaciones erroneas;

2) pueden no ser aplicables a la praxis actual porque han cambiado las condiciones y factores que la definen;

3) la praxis pasada ha enriquecido nuestra capacidad de análisis y, por lo tanto, relativizado la validez de los conocimientos anteriores, posibiltandonos una mayor profundidad.

Debido a eso último, si partimos de conclusiones basadas en experiencias anteriores limitamos nuestra comprensión del presente, lo entendemos a la luz del pasado, mientras que lo que tenemos que hacer es partir de la experiencia acumulada total, que incluye toda la experiencia hasta el momento en que nos paramos a reflexionar. Entonces, con esa totalidad de experiencia mayor, podremos llegar a pensamientos de mayor alcance.

Toda esta explicación es necesaria porque lo dicho en mi texto es una conclusión de la crítica del leniismo, no un punto de partida, y su utilidad polémica tiene que verse a la luz del método teórico del GPM, que es tan coherentemente leninista que acentúa aun más las distorsiones del materialismo marxiano llevadas a cabo por Lenin. Por eso se dice en la tesis 2: "partís... de la afirmación de que la experiencia no produce conciencia", etc.. Es, digamoslo asi, una crítica del funcionamiento, de la "práctica" del razonamiento que desarrollan el GPM, que considero una extensión del modo de pensar leninista. Es importante recalcar que no se puede considerar una crítica de la interpretación por Lenin del materialismo de Marx, porque no explica las incongruencias de Lenin respecto a Marx, sino en todo caso las del GPM, y sólo en el contexto de su crítica a la CIS.

Ciertamente, uno de los fundamentos del leninismo -aunque Lenin no lo haya expresado, que yo sepa, de ese modo- es que la experiencia por si misma no produce o es conciencia, ya que entiende la conciencia de un modo preeminentemente intelectual (proceso de formación de conceptos). En este sentido, de poco ha servido que, precisamente Lenin, plantease un acercamiento crítico a Hegel, ya que justamente Hegel ha comprendido muy bien que existen distintos niveles de conocimiento desde la pura sensación o experiencia sensible hasta la "idea absoluta" -la comprensión dialéctica de la totalidad-.

Además, la experiencia puede asimilarse de modo inconsciente, pero aún así se asimila mentalmente, pasa a formar parte de la estructura mental total de los individuos; de ahí que muchas veces se "sepa" algo, se tenga la certeza de que algo es de tal manera, sin la mediación de una reflexión consciente. Cuando se detona un conflicto de clases y la clase obrera entra en actividad, ocurre que la experiencia acumulada anteriormente, muchas veces irreflexivamente, puede saltar de nuevo a la mente e interrelacionarse rápidamente con la experiencia en curso, llevando a conclusiones inmediatas (del mismo modo que, cuando percibimos algo previamente conocido, nos viene rápidamente a la mente la experiencia y las relaciones lógicas acumuladas que tienen relación con ello). Esto ocurre porque el pensamiento es la actividad natural de la mente, esto es, tanto si queremos como si no, asimilamos la realidad mediante el pensamiento, y este puede funcionar de modo consciente o de modo inconsciente. Por eso existen formas de conciencia espontáneas que son "conciencia experiencial", un conocimiento que no procede de la reflexión consciente sino que se ha producido de forma espontánea, apoyado directamente en la experiencia reiterada. Sin embargo, claro está, este conocimiento espontáneo tiene que ser evaluado conscientemente y verificado prácticamente, para conocer sus límites y para ser utilizado correctamente como instrumento de anticipación consciente del futuro.


RICARDO FUEGO:

El leninismo se desarrolló a partir de evaluar los límites de la lucha sindical en el joven movimiento obrero ruso. Hoy el viejo movimiento obrero está en declive en los países occidentales, dado que el capitalismo avanza hacia su decadencia como modo de producción, lo cual ha reducido el margen real del reformismo a la nada. El bolchevismo fue concebido para actuar sobre un movimiento obrero en ascenso. Es por eso que no logra convertirse en dirección revolucionaria y no por errores tácticos, traiciones, o el poder de la ideología burguesa.


ROI FERREIRO:

El bolchevismo no sólo "fue concebido para actuar sobre un movimiento obrero en ascenso" como dices, sino que también tiene rasgos autoritarios, burgueses, que se acentuaron aún más por su originamiento en un país semifeudal. Al no entender que es la autoactividad proletaria la que desarrolla la conciencia, se cae en el error de pretender desarrollar la conciencia mediante el establecimiento de la relación partido-masas, con lo cual lo único que puede lograrse es la asimilación por el proletariado de la ideologia del partido.

El proletariado está, en el capitalismo desarrollado, sometido a la dominación espiritual del capital, a la conciencia dominante, a la pasividad, a la inconsciencia sobre sus propias capacidades transformadoras, al individualismo burgués, etc., y sólo puede liberarse rompiendo esta dominación espiritual. El bolchevismo, sin embargo, actuó históricamente en un contexto en el que la dominación espiritual de la burguesia estaba infradesarrollada; sus métodos de actuación no pueden competir con el poder espiritual capitalista. Solamente la actuación espontánea del proletariado, la activación de su potencial transformador, puede liberarle de la dominación espiritual del capital que comprende todos los momentos de la vida social. Solamente el enorme poder dormido en el proletariado puede, al despertarse a la autoactividad, hacer saltar por los aires la esclavitud espiritual de él mismo y del conjunto de las masas "populares".

Entonces, solamente con métodos e ideas radicalmente diferentes a los del bolchevismo, que favorezcan y estimulen la autoactividad intelectual del proletariado, puede contribuirse al autodesarrollo de la conciencia revolucionaria de la clase.

La conciencia revolucionaria requiere de la generalización y agudización del antagonismo de clases, pero es evidente que la revolución no se puede pensar conscientemente de la noche a la mañana, que requiere de todo un trabajo arduo y complejo de autoformación intelectual del proletariado, y éste que debe comenzar lo antes posible, para ganar la máxima extensión cuando la situación revolucionaria se abra. Por eso, dicho de otro modo, la vanguardia revolucionaria debe buscar su propio crecimiento, además del desarrollo general de la conciencia del proletariado, y este crecimiento se basa en la elevación del propio proletariado -por sus propios esfuerzos y méritos, no por la asimilación ciega de las teorias y el programa de vanguardia- a la conciencia revolucionaria intelectual, al comunismo racional.

Pero, lo mas importante de todo esto, es que solamente desplegando un nivel de autoactividad superior al normal (al nivel de autoactividad propia de su condición de clase dominada) e incompatible con el capitalismo, puede la clase obrera hacerse consciente de su propia prespectiva de clase. Todas las formas de organización, formas de relación vanguardia-masas, formas de pensamiento en general, que son esencialmente idénticas a la relación social del capital, que reproducen la subordinación y alienación de l@s trabajadores/as, solamente pueden servir para hacer la competencia al capital en la dominación ideológica sobre el proletariado, pero no pueden ir más allá del adoctrinamiento, de la conciencia estancada y fosilizada, no pueden ayudar al proletariado a pensar por sí mismo, sino todo lo contrario: crean la ilusión de que la extensión de determinada ideologia puede llevar a la emancipación, de que el proletariado no tiene que esforzarse con toda su alma para lograr su emancipación, que basta con que ponga los músculos y el partido pondrá el cerebro. O sea, se hace creer, además, de que se puede lograr la autoliberación material sin efectuar, al mismo tiempo y paralelamente una autoliberación espiritual. Y todo esto tiene que ser un proceso práctico, no meramente intelectual.

Es el contenido efectivo de la praxis, no el del pensamiento abstracto, lo determinante en la autoliberación del proletariado. Se puede pensar la autoliberación del proletariado en abstracto y ser incapaz de darle una formulación práctica adecuada. Y como dicen Marx y Engels en la Ideologia Alemana, de lo que se trata es que l@s proletari@s pongamos nuestro ser en correspondencia con nuestra esencia. Lo que en este contexto quiere decir: hay que poner el pensamiento en correspondencia con la práctica, no amoldar la práctica al pensamiento -sobre el supuesto de que el pensamiento sea verdadero-. Un pensamiento cuya práctica correspondiente no entra abiertamente en contradicción con la existencia misma del capital, el Estado y el conjunto de la sociedad capitalista, no es un pensamiento realmente revolucionario, sino una forma de pensamiento inscrita todavia dentro del capitalismo, reformista. Esto se debe a que una concepción revolucionaria abstracta puede coexistir con una conciencia práctica burguesa. Lo que importa es cómo se concibe la actividad práctica, no las declaraciones sobre las finalidades, los deseos, las grandes palabras. No se puede confundir los deseos con la realidad, ni juzgar a las personas o a las organizaciones por lo que dicen o piensan de sí mismas, sino por lo que realmente hacen y sus resultados a lo largo de la historia. La cadena sin fin de "errores", "desviaciones", "traiciones", "derrotas", que acarrea a sus espaldas el leninismo es la mejor confirmación de su impotencia, su carácter decadente desde el prisma intelectual y reaccionario desde el punto de vista de la lucha de clases.


RICARDO FUEGO:

Las categorías y conceptos de la economía política como valor, plusvalor, intercambio mercantil, trabajo asalariado, etc. no pertenecen solamente a una etapa de desarrollo histórico de las fuerzas productivas, sino a un régimen de clase.

La perpetuación del trabajo asalariado, la plusvalía, la forma mercantil de la riqueza, etc. implican la supervivencia del capitalismo, aun cuando se trate de un gobierno revolucionario que planifique la economía.

Lenin suplantó la autogestión obrera de los lugares de trabajo por la economía planificada centralizadamente. Esto en sí mismo preservó el capitalismo.

El GPM concibe la transición económica del capitalismo al comunismo como un proceso gradualista por etapas. Esto, otra vez más, no surge del análisis material sino de una idea preconcebida a la cual hay que adaptarse.


ROI FERREIRO:

El que el régimen bolchevique fuese una forma totalitaria de capitalismo de Estado radica en la perpetuación del trabajo asalariado. La "autogestión" puede existir manteniendose el trabajo asalariado, como en las cooperativas o en las empresas estatalizadas, etc., pero entonces significa que se mantiene la división salario-plusvalia. Esta división implica la perpetuación del valor, y viceversa, la perpetuación del valor hace que el trabajo asuma esa forma y que la división entre trabajo necesario y trabajo excedente adopte la forma en valor salario/plusvalia.

La importancia de esta cuestión reside en que la existencia de la forma valor hace que la riqueza asuma una forma abstracta y, por consiguiente, también sea abstracta la medida de su distribución. Si en lugar de considerar directamente las necesidades humanas como fin de la producción, se considera como su finalidad el incremento del valor, medido según un patrón cualquiera (dinero convencional, volumen de la producción, etc.) entonces tenemos de nuevo la subordinación del trabajo vivo al trabajo acumulado. Y esto, aún en la autogestión, significa la tendencia a minimizar la riqueza que recibe directamente el obrero individual y crea la posibilidad de que una minoria pueda apropiarse de la riqueza excedente: 1º) creando una mentalidad capitalista entre los obreros mismos, y 2º) concentrando más y más riqueza en manos de la estructura delegativa encargada de la gestión entre asambleas de fábrica. Se produce entonces para acumular, por el plusvalor, no para satisfacer las necesidades humanas, esta práctica tiene que incidir en la conciencia de los productores y en las relaciones sociales objetivas. Entonces el viejo egoísmo privado puede volver a abrirse paso e impulsar procesos de corrupción y burocratización, primero encubiertos, luego explícitos. Esto puede no tener demasiado sentido en una sociedad de abundancia creciente, y en condiciones óptimas este error puede tender a superarse espontáneamente, reduciendo las categorias de valor a un anacronismo. Pero en situaciones más complejas, que serán probables en la transición revolucionaria, donde no exista tal abundancia, se estará dando pie al resurgimiento de las clases, bien por la via del capitalismo de Estado, o bien por otras.

El modo de producción comunista tiene que significar un cambio radical, y si en un principio ha de distribuirse la riqueza según la medida del tiempo de trabajo, esta ha de consistir precisamente en eso:

1º) en un patrón de medida que, aun siendo abstracto en la forma -pues un patrón es algo universal por definición- se refiera directamente a la actividad humana concreta, al trabajo vivo, y

2º) un patrón de medida que haga, así, concretamente reconocible, ante todos los miembros de la sociedad y de modo directo, que la riqueza social es su propio producto, como su tiempo de trabajo materializado.

Así, si hipotéticamente alguien se apropiase de una parte de la riqueza que no le corresponde, esto se manifestaria directamente como lo que es, como una expropiación a los productores, ya que la riqueza disponible para ese alguien estaría en contradicción con su jornada de trabajo real. Esta forma de medida no excluye las distorsiones, pues ha de incluir cálculos complementarios, pero las limita al remitirse siempre a la realidad material. No puede ser admisible que un individuo pueda apropiarse para su consumo de 5 horas diarias de productos y que otro pueda apropiarse de 100 horas. Se hace evidente que se trata de una expropiación a otros.


RICARDO FUEGO:

El GPM alude que la rebelión de Kronstadt como ejemplo contrarrevolucionario al no entender las necesidades que marcaba la teoría revolucionaria (y su único portador era el partido bolchevique). El GPM además subordina la democracia a la conciencia. Esto implica validar la subordinación de los soviets al partido revolucionario, o sea: avalar la dictadura de partido único. Este afán por el papel educador del partido hace que se pierda el objetivo buscado con la revolución: la emancipación de la esclavitud asalariada. Se hace un fetiche de la estrategia revolucionaria (que el partido tome el poder y se mantenga en el poder) como si por ese camino se llegara al comunismo. Pero el comunismo no puede realizarse sin la democracia proletaria. El rol del partido como educador se contradice con la democracia proletaria. Roi Ferrero critica, por lo tanto, a la "teoría del
partido". Para él, esta teoría no puede tener otro papel que:

a) un desarrollo más avanzado y completo de la conciencia de las masas, una cosmovisión intelectual universal e internacional (que parte también, aunque no sólo, de la experiencia histórica local del movimiento de clase en cada país o territorio, y en este sentido, es intrínsecamente limitada nacional e históricamente)

b) una teoría exterior a la experiencia de las masas, que tiene, por lo tanto, que partir en la realidad efectiva de una experiencia histórica ajena al movimiento (ajena por su carácter de clase burgués o pequeñoburgués, ajena por provenir del movimiento de otro país, etc.).

Roi Ferrero reivindica el papel del partido como catalizador del proceso del desarrollo de autoconciencia de las masas, que combata a la ideología burguesa y demás obstáculos para esa autoconciencia. Pero para que esta tarea se realice de una manera verdaderamente emancipadora debe ser un proceso de aprendizaje colectivo e individual a la vez.

El modelo del partido educador está basado en la división del trabajo intelectual y manual y, por consiguiente, en una relación social capitalista, no en su superación.


ROI FERREIRO:

Cuando hablas del papel de la "teoría del partido", habrás de observar que yo no planteo dos "funciones", una que tu llamas a) y otra b), sino que lo que digo es que el "desarrollo más avanzado y completo de la conciencia de las masas, una cosmovisión intelectual universal e internacional" es la función de la teoría revolucionaria, que ha de desarrollar y ampliar la vanguardia; en contraposición a esto, existe una concepción alienada de la teoría revolucionaria, que la entiende como "exterior a la experiencia de las masas", y esta consideración de la teoría como proviniente de fuera de las masas sólo puede justificarse por un punto de vista exterior al proletariado, o sea, burgués o pequeñoburgués, o bien puede tratarse de una teoría importada que sea ajena a las condiciones de la lucha de clases del país o area territorial donde pretende aplicarse.

Luego dices que yo reivindico "el papel del partido como catalizador del proceso del desarrollo de la autoconciencia de las masas", pero dejas a un lado que antes he dicho que: "Como se puede entrever, no queda aquí lugar para una concepción del partido como 'educador', ni siquiera para los partidos políticos en sentido estricto." Ciertamente el texto da a equívoco al respecto, porque mi intención no era polemizar con el GPM sobre la cuestión del partido como forma de organización. Además, el concepto del partido no es exclusivo del leninismo. Existen partidos políticos de todas las tendencias, porque la forma partido es una forma de organización propia de la sociedad burguesa, lo mismo que los sindicatos y otras. Incluso hay partidos anarquistas, aunque no se reconozcan a sí mismos como tales. La crítica al GPM se orientaba exclusivamente a la relación vanguardia-masas. Por todo eso en el texto se mantiene siempre entre comillas el concepto de "partido".

RICARDO FUEGO:

Roi Ferreiro discrepa con el GPM en cuanto a la transición económica del capitalismo al comunismo. Mientras que el GPM dice que debe haber una etapa donde las relaciones de distribución sigan siendo burguesas (de cada cual según su trabajo), Roi Ferreiro dice que no se deben anteponer etapas de este tipo, sino partir de la relación de distribución comunista (a cada cual según sus necesidades), aunque limitadas por el desarrollo de las fuerzas productivas.

Considera parcial la cita del GPM a la Crítica al programa de Gotha de Marx (este es el primer texto de Marx en donde se habla de la transición del capitalismo al comunismo, http://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm), debido a que Marx insiste en el remplazo del derecho igual burgués por el derecho desigual. De este modo -dice Roi Ferreiro- todas las desigualdades que se desarrollaron en el régimen bolchevique desde los primeros años de la revolución, entre la burocracia naciente (incluido el propio partido bolchevique) y las masas, no son justificables sobre la base de la teoría marxiana, sino, más bien, un ejemplo del carácter capitalista y la corrupción del bolchevismo a su llegada al poder, Lenin y cia. incluidos.

El curso político de la revolución no debe pasar, por lo tanto, por la construcción de la economía "socialista", sino por la supresión de las clases, la lucha revolucionaria contra la contrarrevolución, y la democracia proletaria.

El carácter dictatorial del régimen de transición sólo tiene su justificativo en la necesidad de extinguir la resistencia de la burguesía derrocada, nada más. Pero esta dictadura no puede ser ejercida por un partido sino por el proletariado en su conjunto a través de sus organismos de democracia directa. Cuando Lenin y los bolcheviques suprimieron la autogestión obrera por la planificación centralizada y el trabajo asalariado en las empresas nacionalizadas perpetuaron ciertas maneras de dominio capitalista.


ROI FERREIRO:

Cuando critico la distribución "según el trabajo" me refiero a que el GPM la considera como una forma autónoma de distribución, dotada de consistencia propia, como una "etapa" en la que este criterio de distribución se convertiría en un principio social. O sea, el conocido "quien no trabaja no come". Pero si este es el comunismo del futuro no habremos progresado nada desde el comunismo primitivo. Está claro que el tiempo de trabajo debe ser el criterio de la distribución en la medida en que no haya de todo para todos, pero esto limitado por:

1) en la medida en que la producción se desarrolla, sucesivamente los productos van pasando a distribuirse sin restricciones, con lo cual se trata solamente de una forma de transición entre el capitalismo y el comunismo desarrollado, y tanto más breve según el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de que se parta;

2) el verdadero principio social del comunismo -incluso también en su forma primitiva- es "a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades", y el comunismo del futuro tiene que ser una aplicación expansiva de ello, no una limitación de las capacidades humanas al trabajo y una limitación de las capacidades humanas al comer y las demás necesidades elementales. Todo lo contrario.

Cuando se pone el acento en la distribución según el trabajo se considera la economía comunista como si fuese una economía cuyo eje es todavia el trabajo y no el tiempo libre. Pero precisamente en la sociedad comunista la riqueza social se mide por la cantidad de tiempo libre disponible, no por la cantidad de tiempo de trabajo empleada en la producción, con lo cual no es el tiempo de trabajo, sino el tiempo libre -el verdadero tiempo libre: tiempo realmente pleno de condiciones para realizar todas las necesidades humanas de modo creativo y universal, no el tiempo libre vacio de la sociedad burguesa-. Esto lo trata muy claramente Marx en El Capital.

Además, la distribución según el tiempo de trabajo es una distribución según equivalentes, pero ni la productividad de todas las empresas es la misma, ni las necesidades individuales son iguales, ni la capacidad de trabajo de los individuos, etc., con lo cual sería en realidad una distribución desigual. Para corregirlo la distribución tiene que ser según un derecho desigual y no igual, esto es, teniendo en cuenta las desigualdades reales entre los individuos, tanto sociales -heredadas del capitalismo- como naturales.

El comunismo no es la igualdad abstracta del capitalismo -en el que la igualdad sólo existe como derecho-, sino que en el comunismo el derecho tiene que ser concreto y la igualdad de derecho ser a la vez igualdad realizada en las condiciones de vida concretas. Si no, lo que se tiene es una economía basada en la desigualdad y, por tanto, en la lucha por la existencia en lugar de en su superación progresiva.

En resumen, si sumamos todas las características analizadas de la concepción económica del GPM, lo que tenemos no es el comunismo en desarrollo, sino una forma de capitalismo de Estado en la que la división en clases se mantiene pero adopta otra forma: una burocracia omnicomprensiva viene a reemplazar a la burguesia y su "anarquía del mercado". Y, nunca sobrará repetirlo, que la burocracia surja del proletariado y sea incluso más democrática no es relevante. Esto no altera la explotación, y, además, no vamos a hacer una revolución sólo para poder elegir democráticamente a nuestros amos. Para esto, es más, no hace falta ni vale la pena ninguna revolución desde el punto de vista del proletariado, tanto por razones subjetivas como por razones históricas objetivas.


RICARDO FUEGO:

Aparte de acordar con las críticas del GPM al programa de transición de Trotsky, Roi Ferreiro dice que hay un muy grave error en concebir una transición (entendida como salto) entre las luchas cotidianas y la lucha por el poder.

Además, las consignas transicionales del troskismo son perfectamente posibles desde el punto de vista técnico dentro del capitalismo. De ahí que la agitación por estas consignas no sirva para difundir conciencia revolucionaria, sino para reformar la conciencia reformista. Las consignas de transición no están orientadas a la creación de organismos de doble poder, son simples reformas capitalistas, aún cuando para lograrlas hiciera falta una lucha tremenda contra la burguesía.

El comunismo consejista, en cambio, ve en las huelgas salvajes el eslabón práctico y organizativo inicial de la lucha revolucionaria. Por lo que dice Roi Ferreiro, las consignas transicionales no deberían ser "estatización bajo control obrero", sino "expropiación y autogestión obrera", sin aceptar ingerencia de la patronal o del Estado.

Sintetizando, Roi Ferreiro no habla ya de luchar por el control obrero dentro del capitalismo, sino de crear organismos de PODER obrero que vayan ganándole terreno al capitalismo.

Las reivindicaciones transitorias que Ferreiro considera válidas para un avance de la conciencia revolucionaria no son las económicamente progresivas, pues parte de estas son realizables dentro del capitalismo (aunque sea a pesar de la burguesía). Las que propone Ferrero son las que alteren la naturaleza de la explotación, como el incremento proporcional del salario respecto a la plusvalía.

En resumen, para Roi Ferreiro la concepción de revolución permamente excluye el programa de transición, sino que debe plasmarse en un programa que funda las reivindicaciones mínimas con los objetivos revolucionarios en un proceso evolutivo. Por lo tanto, el programa de una organización revolucionaria no puede ser un conjunto de consignas transicionales abstraídas del proceso real de lucha, sino que debe ser un programa de enfrentamiento antagonista permamente subordinado a la constitución del proletariado como sujeto consciente y a los objetivos revolucionarios anticapitalistas.

Asimismo ese programa debe ser flexible en cuanto a las formas de organización necesarias para el desarrollo del movimiento revolucionario real. Esto es, no debe hacer un fetiche de las formas sindicato, partido, soviet, etc. y debe prestar más atención a su contenido.


ROI FERREIRO:

Cuando haces referencia a que "Las consignas de transición [trotskistas] no están orientadas a la creación de organismos de doble poder" hay que matizar que, en realidad, el programa de transición de Trotsky habla de la creación de soviets. Pero, si se observa con atención ese programa, se verá que ese objetivo se encuentra desligado de las demás reivindicaciones, precisamente porque se trata, en su mayor parte, de simples reformas del capitalismo -o si se prefiere, formas "modificadas" del capitalismo-. En mi concepción, y que es la concepción dialéctica y auténticamente marxiana, las reivindicaciones de transición son aquellas que introducen elementos del comunismo dentro del capitalismo y que, por consiguiente, sólo pueden realizarse y mantenerse por la lucha de clases ascendente; además, funcionan intensificando a su vez esa lucha de clases, de modo que el antagonismo trabajo-capital se tiende a transformar en un enfrentamiento efectivo revolución-contrarrevolución.

Cuando hablo de "expropiación y autogestión obrera" me refiero a que el Estado no tenga el poder real sobre los medios de producción. Éstos no serían propiedad del Estado, sino una propiedad comunal. Sin embargo, la "ingerencia" del Estado capitalista tendrá que persistir en cierta medida, pero sólo como supervisión y control económico, sin poder decisorio real. Esto es así porque la producción tiene que regularse conforme a criterios sociales, al contrario de lo que ocurre en las cooperativas o las empresas del Estado, que funcionan unas según criterios particulares y otras según los planes del Estado. Este es un matiz importante, pues reivindicar la vuelta al cooperativismo seria un retroceso. La propiedad comunal, en cambio, es ya prácticamente una forma de propiedad comunista, ya que se atribuye su administración efectiva directamente a toda la colectividad que la pone realmente en funcionamiento. Solamente que, aquí, la colectividad tiene que ser el conjunto social al que se oriente su producción, sea una provincia, un país, etc.., ya que debe haber una planificación y coordinación sociales de la producción según las necesidades sociales, lo que no puede efectuar cada empresa aislada. Esto abre otro problema: que es el proletariado en conjunto el que tiene que dirigir el desarrollo de la producción, que esto no puede lograrse en una empresa o sector aislados.

Pasemos a otro punto.

La idea de "crear organismos de poder obrero que vayan ganándole terreno al capitalismo" hay que entenderla no concibiendo de modo politicista el poder obrero. El poder obrero se refiere a todos los ámbitos de la vida social, pues el objeto del que tenemos que reapropiarnos es de la totalidad de nuestra vida, o sea, del proceso de producción y reproducción de nuestra vida social. El control obrero significa supervisión, incluso cierta cogestión si se quiere, pero no es una forma de poder antagónica al capital. De hecho, esta idea del control obrero se ha concretado ya en los comités, comisiones o consejos de empresa legales, elegidos por los trabajadores para que les representen ante el capital. O sea, que como mucho el "control obrero" seria ampliar las funciones de estos comités representativos institucionalizados y sometidos a la legalidad capitalista. Porque, si lo que se pretende es ejercer un poder autónomo sobre la producción, entonces ya nos situamos fuera del concepto de "control" y fuera de la legalidad burguesa.

El poder del trabajo sobre el capital es ya, en esencia, la inversión de la relación capitalista, la subordinación del trabajo acumulado al trabajo vivo, el comunismo. Y por eso mismo su puesta en práctica no puede ser asumida por el capitalismo, tiene que consistir en la acción unilateral del proletariado. Y esto no es "control", es ya un momento de la dictadura del proletariado.

Las primeras formas de poder obrero pueden consistir en un poder las contrataciones y sobre las condiciones de trabajo inmediatas, ya que las reformas no son inviables "en-si", sino sólo la pretensión de lograr cambios estables que sean asimilados por el capitalismo. La lucha por reformas no sólo no tiene que abandonarse, sino, paradójicamente, que radicalizarse: hasta el punto en que sólo pueden conquistarse y mantenerse por la fuerza. Pero el contenido de esta lucha por reformas, y el contenido de estas reformas por las que se lucha, tiene que ser cualitativamente diferente, tiene que ser ya esencialmente comunista; incluso las luchas salariales y por la reducción de jornada tienen que orientarse de un modo revolucionario, haciendose imperativas las huelgas salvajes, el sabotaje, la lucha a la vez económica y política, etc. -y también los resultados de estas luchas más inmediatas solamente podrán mantenerse por la fuerza, por la formación de órganos de poder real que hagan frente al capital, a su tendencia contínua a degradar nuestras condiciones de existencia-.

La comprensión de la necesidad de todo esto vendrá a través de las derrotas y hará que la clase se situe en la alternativa: seguir derrota tras derrota, logrando reivindicaciones ínfimas que son anuladas rápidamente, o organizar un poder propio para obligar al capital a cumplirlas. La lucha por el poder proletario es el verdadero eje de la lucha por reformas en el capitalismo decadente.

Más adelante, dices que las reivindicaciones que considero válidas "no son las económicamente progresivas". Lo que digo realmente es que las "reivindicaciones que sean progresivas, pero que no tengan un carácter específicamente revolucionario" no son en realidad reivindicaciones de transición, sino meras reformas capitalistas. Claro, para diferenciar entre una cosa y la otra hay que entender antes lo que es y no es el capitalismo, y lo que es su superación, el comunismo, como: a) negación dialéctica (inversión) de la relación de producción capitalista y b) como destrucción de sus categorias y creación otras nuevas, las categorias de la autoactividad libre y universal de la especie humana. Lo que ocurre con el leninismo es que no diferencia fundamentalmente entre el capitalismo de Estado y el comunismo en su primera fase, de modo que confunde completamente la naturaleza de las reivindicaciones de transición. Esto, a parte de la concepción demagógica y manipuladora de las mismas, que nada tiene que ver con el espíritu con que se formulan en el Manifiesto Comunista.

La unidad de objetivos mínimos, transitorios y máximos en un solo programa de lucha revolucionaria permanente es una necesidad, porque es así como transcurre el desarrollo de la lucha de la clase obrera en su ascenso revolucionario. Existen fases de desarrollo entre unos objetivos y otros, pero no constituyen "etapas" en el sentido de estar separadas entre si, sino que están en relación de continuidad directa, que viene dada porque todos los objetivos constituyen avances en el sentido del comunismo, de la supresión del capitalismo. Ora bien, no se trata de una unidad "evolutiva" en el sentido de gradual, porque aunque así pueda representarse en la teoría, en la práctica la consecución, por ejemplo de objetivos transitorios, exige un nivel determinado de potencia proletaria, con su correspondiente conciencia, organización, métodos de lucha, extensión, etc., diferente del nivel propio de los objetivos mínimos, y, por otra parte, los objetivos máximos implican a su vez una revolución en pleno proceso -y lucha abierta entre revolución y contrarrevolución-. En este sentido existen cambios en la forma de la lucha, pero sobre la base de la unidad dinámica de los objetivos y del despliegue cada vez mayor de la potencia proletaria.

A respecto de las formas de organización, efectivamente, lo más importante es el contenido. Pero esto significa que las formas sindicato, partido, y demás, propias de la época reformista y de la lucha del proletariado circunscrita a la reproducción de la sociedad burguesa, tienen que ser superadas para poder desarrollar este programa antagonista unificado, así como para el correspondiente desarrollo real de la lucha de clases. A este respecto, si te interesa, podemos hablar más, ya que es un tema candente para el desarrollo de un movimiento obrero revolucionario y consciente.


RICARDO FUEGO:

Por último, Roi Ferrero dice: "Las ideas tradicionales del movimiento obrero son las ideas del reformismo, o sea, las ideas de la sociedad burguesa y del proletariado como un conjunto particular de individuos burgueses. Cualquier continuidad en ellas condenará al movimiento y a la revolución comunista al fracaso o, a lo que es aún peor, a convertir al movimiento revolucionario abstracto en la extrema izquierda del capital, a su recuperación y a la liquidación de los esfuerzos de l@s militantes revolucionari@s".


ROI FERREIRO:

Lo que acabo diciendo sobre el fracaso de la revolución y la degeneración en una extrema izquierda del capital es la historia del siglo XX. La cuestión es evitar que esto vuelva a ocurrir, sobre todo pensando que, probablemente, estaremos implicados en esa situación y movimiento.

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