CICA
Conversaciones entre Ricardo Fuego y Roi Ferreiro
Índice
2. Primera conversación sobre las 7 tesis críticas antibolcheviques
RICARDO FUEGO
Yo ví el texto tuyo en Indymedia Argentina e hice un resumen.
Te mando el resumen para ver si entendí bien lo que quisiste
decir. Ten en cuenta que ni siquiera conocía la existencia del
comunismo de consejos. Aquí empieza:
"Para empezar, por lo que leí, Roi Ferreiro no niega ni
la existencia de la vanguardia ni la necesidad de la dictadura del proletariado,
sino que critica al bolchevismo como estrategia de toma del poder por
un partido y no como estrategia de la emancipación de la humanidad
hacia el comunismo. Básicamente, se está criticando la
concepción leninista de la vanguardia revolucionaria, del partido."
ROI FERREIRO:
Como hace tiempo que no veo este texto, no voy a valorar el resumen
como tal, sino que me centraré en tu interpretación.
Para empezar, dices que "Roi Ferreiro no niega ni la existencia
de la vanguardia ni la necesidad de la dictadura del proletariado, sino
que critica al bolchevismo como estrategia de toma del poder por un
partido y no como estrategia de la emancipación de la humanidad
hacia el comunismo". Esto define muy bien mi enfoque de partida,
ya que existen también tendencias espontaneístas dentro
del comunismo de consejos -como en todas las corrientes del pensamiento
revolucionario-.
Desde mi punto de vista, la "vanguardia" es una categoría
dinámica para comprender el proceso de desarrollo del movimiento
de clase; esto es, no es una entidad abstracta, definible en función
de una ideología o nivel de conciencia, sino que es la parte
más avanzada de un movimiento. Por supuesto, en el texto me refiero
a la vanguardia revolucionaria, con lo que debe entenderse
como el sector más avanzado de la clase obrera en la conciencia
y la lucha por el comunismo -sí, en la lucha real, pues ser vanguardia
es algo práctico y no meramente teórico (y es de este
modo como se verifica la posición de vanguardia en el movimiento,
no por el mayor "nivel" teórico y demás vulgaridades
intelectualoides)-.
También hay que entender el concepto de vanguardia a la luz
del análisis del movimiento real. Un movimiento que en su orientación
efectiva es aún reformista no puede tener una "vanguardia
revolucionaria". Y se puede dar también el caso de que una
"vanguardia revolucionaria" no sea tal simplemente porque
no existe un movimiento revolucionario de masas, ni siquiera como tendencia
de la lucha de clases a tomar un carácter revolucionario, con
lo cual [email protected] [email protected] no son el sector avanzado de nada, sino
solamente, como mucho, el comienzo histórico del movimiento revolucionario
que se desarrollará en el futuro. Esta es la situación
actual en general desde mi punto de vista.
RICARDO FUEGO:
"El bolchevismo y el troskismo cayeron en una mezcla entre espontáneísmo
y dirigismo debido a que no supieron calibrar la integración
del movimiento obrero al capital en el siglo XX.
Existen dos caminos conocidos para que la lucha espontánea
del movimiento obrero se convierta en lucha por el comunismo:
a) la subordinación de la espontaneidad a la dirección
intelectual, de las luchas inmediatas al programa revolucionario, de
las masas al partido. Esta sería, según Roi Ferreiro,
la solución bolchevique, y conduciría a la dictadura de
partido único, o sea un Estado totalitario.
b) la teoría del comunismo de consejos, que entiende la lucha
espontánea como determinada por las condiciones del capitalismo
y la ve como la forma no intelectual de la conciencia proletaria que
se desarrolla a través de las luchas de clases, de modo que la
conciencia intelectual de la vanguardia es solamente el extremo más
avanzado de la propia lucha de clases, y la función de la vanguardia
consiste en la clarificación y elevación de la conciencia
de las masas al nivel intelectual. El comunismo de consejos es la teoría
de la autoliberación efectiva del proletariado."
ROI FERREIRO:
Este punto de tu resumen es correcto, con el matiz de que no se trata
de que el bolchevismo, y el trotskismo en particular, no "comprendan"
la relación adecuada entre la actividad espontánea y la
función "directiva" de la vanguardia, sino de que como
corrientes políticas nunca han QUERIDO comprenderla. Este tipo
de fenómenos no se explican por la mera ignorancia. Solamente
pueden explicarse porque las supuestas pretensiones prácticas
-la emancipación del proletariado- nunca han sido reales -incluso
aunque sinceramente muchos de sus miembros hayan deseado esa emancipación-.
No se puede juzgar a una corriente política por lo que piensa
de sí misma ni por lo que desea subjetivamente, hay que juzgarla
por su praxis: por sus resultados históricos y por la coherencia
con que interrelacionan pensamiento y acción.
El proletariado tiene que liberarse a sí mismo. Esto es un
proceso tanto colectivo como individual y tiene que ser un esfuerzo
consciente, estimulado y presionado por la intensificación del
antagonismo de clases y por el dinamismo de la lucha de clases. La lucha
es el momento en que el proletariado puede desplegar libremente toda
su energía material y espiritual, madurar en su comprensión
práctica de la sociedad y de su propio movimiento, y desarrollar
su pensamiento (hasta que la necesidad de este desarrollo intelectual
se asuma como tal, y el esfuerzo intelectual no dependa ya de los flujos
y reflujos de la lucha de clases, lo cual es a su vez una condición
de la vanguardia comunista).
Pero la autoliberación y autodirección del proletariado,
a cuyo desarrollo tiene que contribuir la vanguardia revolucionaria
mediante la clarificación de sus condiciones y formas de realización,
requiere de la creación de nuevas formas de actividad. La superación
del estado de alienación en el que el proletariado existe como
parte de la sociedad capitalista comienza por el desarrollo de la autoactividad
de [email protected] [email protected], que se eleva a un nivel incompatible con el servilismo,
la sumisión, la pasividad -tanto físicas como intelectuales-
que les exige, y a las que les habitua, el capitalismo y todo el modo
de vida por él creado. Este desarrollo de la autoactividad requiere
de estruturas que lo articulen como proceso colectivo y que sólo
pueden ser el producto de esa misma autoactividad. La autoorganización
en asambleas y comités de huelga es la forma más elemental
de este desarrollo, o sea, el nivel mínimo de la autoactividad
revolucionaria de la clase obrera (por supuesto, sólo autoactividad
revolucionaria en cuanto a la forma, pues puede estar todavía
ligada a pretensiones puramente reformistas).
La elevación de la autoactividad del proletariado, hasta un
nivel tal que, no sólo actúa de modo independiente del
capital en el sentido de separadamente, sino que además desarrolla
contenidos propios, antagónicos al capitalismo -aunque sólo
sea en la conciencia y en la organización del proletariado mismo,
sin que las condiciones de la lucha de clases le permitan todavía
ir más allá de las luchas por objetivos inmediatos-, es
lo que se llama AUTONOMÍA PROLETARIA.
La construcción de nuevas formas de organización que
se adecúen a este nivel superior de autoactividad, o sea, de
lucha, de militancia, de actividad mental, de fuerza espiritual en general,
es una necesidad para la autoliberación real del proletariado.
Es, en forma embrionaria, la creación ya de nuevas relaciones
sociales de producción, ya que el proletariado, a diferencia
de las clases revolucionarias precedentes, no posee una base económica
para su ascenso revolucionario que no sea el desarrollo autónomo
de sus propias capacidades como individuos totales y su organización
unificada como clase.
RICARDO FUEGO:
"El leninismo se centra excesivamente en el papel de la vanguardia
revolucionaria (el partido) y no en la experiencia de las masas. De
ahí la necesidad de forjar un partido que eduque a las masas.
Esto puede llevar a pensar que el desarrollo del propio partido implica
el avance en la conciencia de las masas.
De esta manera la teoría revolucionaria se relaciona "desde
afuera" a la experiencia cotidiana de las masas, y éstas
últimas deben subordinarse a lo que esta teoría (o sea
su portador, el partido) diga. Por lo tanto se prioriza la construcción
del partido antes que el avance general del movimiento.
El materialismo leninista no se funda en la praxis social, sino en
postulados lógicos presuntamente demostrados. No parte de la
experiencia para llegar al pensamiento, sino que parte solamente del
pensamiento para llegar luego a la experiencia. Por esto no es dialéctica,
ya que el camino dialéctico del conocimiento es concreto-abstracto-concreto.
Uno de los fundamentos del leninismo sería que la sola experiencia
no produce conciencia. En realidad debería decir que la sola
experiencia no produce pensamiento, pues la experiencia sí produce
conciencia (aunque sea en un plano limitado).
"El pensamiento no es otra cosa que el establecimiento de
relaciones entre unos y otros elementos o datos de la experiencia acumulada,
y tiene su impulso en la necesidad práctica, con lo que, dialécticamente,
el proceso de experimentación-intelectualización es una
unidad en la que la única mediación es la autoactividad
del sujeto consciente que, mediante su atención y su voluntad,
percibe y reflexiona."
La lucha produce conciencia, aunque ésta sea limitada y no
uniforme. Es solamente con los momentos o períodos de intensificación
del antagonismo de clases cuando esta experiencia acumulada comienza
a sintetizarse racionalmente a los niveles que correspondan al grado
evolutivo alcanzado previamente y a la capacidad intelectiva conseguida.
En resumen, la subestimación que supuestamente hace el leninismo
de la experiencia dificulta el análisis del nivel de conciencia
de las masas. De ahí la dificultad de los partidos leninistas
en su relación con las masas, y su oscilación entre el
dirigismo o el espontáneísmo."
ROI FERREIRO:
En este punto dices que "El leninismo se centra excesivamente
en el papel de la vanguardia revolucionaria (el partido) y no en la
experiencia de las masas. De ahí la necesidad de forjar un partido
que eduque a las masas." Aquí puedo ver que confundes
el "partido revolucionario" con la "vanguardia revolucionaria".
Como di a entender antes, yo no utilizo los términos como sinónimos.
El partido político es una forma de organización determinada.
Si bien hablar de un papel específico de la vanguardia es, en
la práctica, hablar de una organización específica
de la vanguardia, de esto no se deduce que esta organización
de vanguardia deba tomar la forma de un "partido político"
en el sentido habitual -y etimológico- de la palabra. "Partido
político" designa a un tipo de organización cuyo
objetivo es:
a) defender sus propias posiciones como "parte", frente
a otras "partes" dentro de una sociedad o clase dada;
b) luchar por el poder político, lo cual implica que, incluso
si se le atribuye a la masa o al conjunto de la sociedad la detentación
del poder, en realidad el partido es el órgano que lucha por
ese poder y que, finalmente, lo posee realmente. Que esta lucha por
el poder político -el poder sobre las personas- se desarrolle
desde una concepción más autoritaria o más libertaria
no altera esencialmente el problema, ya que incluso la hegemonía
de un partido, asumida libremente por la masa y basada en el convencimiento
racional (lo que es una idealización absurda, pues de darse el
partido sería por eso mismo prescindible como tal partido y como
organización política especial), implica que la masa permanece
pasiva, siguiendo al partido.
El "partido revolucionario" significa, en la práctica,
mantener una división permanente y fija entre masa y vanguardia,
en lugar de una relación complementaria, fluida y en desarrollo.
La vanguardia revolucionaria es tal no porque posea un "conocimiento
científico" especial, sino porque su comprensión
de la experiencia de masas es superior y tiene un alcance internacional
e histórico -y lo demuestra prácticamente cuando orienta
del mejor modo la lucha de la clase-. Es decir, la vanguardia no es
una educadora que ilustre a los pobres proletarios ignorantes, sino
que es ella misma una parte del proletariado y aprende de la experiencia
de la clase.
Esta unidad orgánica y bidireccional de la vanguardia con la
clase está en contradicción con el fundamento práctico
del partido político como forma de organización: la "toma
de partido" por ciertas ideas y la lucha por el poder. Las tareas
de la vanguardia comunista no tienen que ver con nada de eso. Es el
proletariado mismo en conjunto a quien corresponde la tarea de luchar
por las ideas que representan sus intereses de clase y por el poder
necesario para realizarlas. La vanguardia también hace esto,
pero como parte del proletariado, esto es: no en relación
al proletariado.
En su relación con el proletariado, la vanguardia tiene que
ayudar a la clase a autoclarificarse, suministrándole los elementos
teóricos necesarios para que piense por si misma y para que oriente
del mejor modo sus luchas concretas. Y estas aportaciones quedan sujetas
a la crítica en función de la praxis de la clase.
La vanguardia no pretende ninguna forma de poder sobre la clase, ya
que, en tanto exista, su misma existencia será un defecto provocado
por los hábitos serviles de la existencia alienada del proletariado,
no una virtud a desarrollar; la disciplina de partido, la obediencia,
etc., son valores burgueses. El proletariado no puede progresar gracias
a la disciplina y la obediencia a jefes, sino desarrollando las capacidades
que le permitan autodisciplinarse y pensar por si mismo tanto individual
como colectivamente -como decian Marx y Engels en el Manifiesto, la
libertad de cada uno es la condición de la libertad de todos-.
La vanguardia comunista no quiere otro poder que el que posee como
una minoria organizada, y que utiliza para acelerar y estimular el desarrollo
de la lucha y la conciencia del proletariado. Y este poder crece con
el desarrollo del proletariado mismo, con su maduración, al aumentar
el número y la experiencia de la vanguardia misma. La praxis
de la vanguardia comunista encarna la idea de que el poder práctico
y la conciencia no son algo separado, sino una unidad dialéctica
con una finalidad común. Esta praxis consiste en utilizar su
propio poder para elevar en calidad y cantidad la autoactividad del
proletariado, autoactividad que es un resultado espontáneo, surgido
de las necesidades y la maduración del proletariado mismo y determinado
por el desarrollo histórico de la contradicción capital-trabajo.
Por lo tanto, mi planteamiento va en el sentido de que el
partido político no es la forma adecuada para la organización
de la vanguardia. Además, como "nombre", confunde
ya las verdaderas tareas que la vanguardia revolucionaria tiene que
cumplir.
Además, precisando más, las tareas de la vanguardia
comunista, tal y como las he definido, no conducen a una forma de organización
cohesionada en torno a un programa fijo, sino a una organización
cuya actividad interna consiste en el desarrollo intelectual permanente,
en el desarrollo continuo de la teoria y el programa revolucionarios.
Esta es la condición de su unidad y no la asunción de
un programa fijo. Pues la asunción de un programa fijo y de una
teoria más o menos constante es algo propio de una organización
de militantes comprometidos con la finalidad revolucionaria, pero no
algo propio de aquellos que "van por delante" del resto del
movimiento. Una conciencia estancada, como la que existe en la mayoria
de militantes de los partidos "revolucionarios" -supuestamente
revolucionarios, pues la forma partido está ya en contradicción
con su función emancipadora-, es una conciencia que está
tan sujeta al curso inmediato de la lucha de clases como la de la masa
en general. Y así se explica cómo es posible que las masas
puedan una y otra vez ir por delante, en iniciativa y creatividad, de
sus supuestas vanguardias.
Organizaciones militantes de este tipo (revolucionarias en su finalidad,
pero no adecuadas para la función específica de la vanguardia),
construidas sobre la cooperación y la participación activas,
sin "jefes", autoorganizadas, son necesarias, pero no pueden
cumplir por sí mismas el papel de la vanguardia revolucionaria.
Son, en todo caso, el enlace de esta con las masas, el vehículo
que extiende las orientaciones de vanguardia en el movimiento de masas
(esto es, por otra parte, la distribución real de las tareas
dentro de los partidos entre los dirigentes reales y la masa de militantes.
Los primeros desarrollan las orientaciones, los simples militantes las
aprueban, difunden y fomentan entre la masa de la clase.).
El prototipo de "organización revolucionaria militante",
basada en el compromiso en torno a un programa revolucionario más
o menos general, es lo que en su dia fueron las Uniones Obreras, y que
en condiciones "normales" de la lucha de clases no pasan de
ser nucleos militantes.
Tendremos, entonces el esquema siguiente de organización del
movimiento obrero: organización de vanguardia, nucleos militantes
autónomos orientados a un programa comunista, organizaciones
asamblearias de masas. En cierto modo este esquema se ha corroborado
en la experiencia argentina, ya que el movimiento se ha estructurado
en asambleas populares, nucleos militantes más o menos conscientes,
y corrientes "revolucionarias" más definidas. Y lo
mismo ocurre en las luchas de clases en general, aunque los distintos
niveles de autoactividad -de cooperación o participación
y de pensamiento- no se muestren siempre como organizados. El esquema
sindicato-partido es reformista, pues excluye el verdadero desarrollo
intelectual de la clase obrera, por un lado, y la verdadera autonomia
de masas, por el otro -por eso la realización más básica
de esta autonomia de la clase como conjunto se ha expresado siempre
en la creación de movimientos asamblearios de masas que sobrepasaban
a los sindicatos-.
La construcción de la organización de vanguardia sólo
es posible con el avance general del movimiento, pues la vanguardia
sólo adquire esta posición de "sector avanzado"
cuando existe un movimiento real trás ella, movimiento del que
ella es la expresión consciente más evolucionada. Esto
significa, precisamente, que los supuestos partidos revolucionarios
existentes son, como mucho, la expresión avanzada del movimiento
reformista, del viejo movimiento obrero, no de un movimiento obrero
revolucionario, pues hasta ahora no ha existido más que como
tendencia o en formas incipientes y semiconscientes.
RICARDO FUEGO:
Supuestamente el leninismo hace una subvaloración de la lucha
de clases sin la clase obrera acaudillada por un partido revolucionario.
Esto tendría su trasfondo filosófico en que Lenin concebía
lo material como lo independiente de la conciencia. O sea, que no incluía
al pensamiento en lo material. Mientras que el materialismo dialéctico
concibe al pensamiento tan parte de lo material como la acción.
ROI FERREIRO:
Cuando resumes mis críticas al materialismo leninista tengo
que decir que aquellas están muy enfocadas a las posiciones particulares
del GPM, expuestas en el documento sobre la CIS. Hay que tener cuidado
de no simplificar el problema de la interpretación leninista
del materialismo. El materialismo de Lenin considera el conocimiento
como un reflejo de la realidad objetiva "independiente de la conciencia",
no como un "reflejo" (valga el término) de NUESTRA
RELACIÓN CON LA REALIDAD OBJETIVA, de nuestra praxis. Del razonamiento
de Lenin se desprende que es posible formarnos conceptos "exactos"
de la realidad que tengan una validez absoluta, de modo que no es necesario
volver una y otra vez a cuestionar las propias concepciones a la luz
de la experiencia, inclusive las concepciones relativas a la dialéctica
y la interpretación materialista de la historia. Pero solamente
de este modo y con una actitud autocrítica permanente podemos
llegar a un pensamiento lo más verdadero posible, que comprenda
lo más posible la complejidad infinita y cambiante de la realidad.
Lo que quiero decir es que no se puede nunca partir de ideas preconcebidas
sobre ninguna cuestión; que se tiene que analizar críticamente
la praxis como un todo y en cada momento; que se tiene que tomar la
práctica como el punto de partida permanente del pensamiento,
en lugar de dar por verdaderas conclusiones sobre la praxis del pasado
que:
1) pueden ser apreciaciones erroneas;
2) pueden no ser aplicables a la praxis actual porque han cambiado
las condiciones y factores que la definen;
3) la praxis pasada ha enriquecido nuestra capacidad de análisis
y, por lo tanto, relativizado la validez de los conocimientos anteriores,
posibiltandonos una mayor profundidad.
Debido a eso último, si partimos de conclusiones basadas en
experiencias anteriores limitamos nuestra comprensión del presente,
lo entendemos a la luz del pasado, mientras que lo que tenemos que hacer
es partir de la experiencia acumulada total, que incluye toda la experiencia
hasta el momento en que nos paramos a reflexionar. Entonces, con esa
totalidad de experiencia mayor, podremos llegar a pensamientos de mayor
alcance.
Toda esta explicación es necesaria porque lo dicho en mi texto
es una conclusión de la crítica del leniismo, no un punto
de partida, y su utilidad polémica tiene que verse a la luz del
método teórico del GPM, que es tan coherentemente leninista
que acentúa aun más las distorsiones del materialismo
marxiano llevadas a cabo por Lenin. Por eso se dice en la tesis 2: "partís...
de la afirmación de que la experiencia no produce conciencia",
etc.. Es, digamoslo asi, una crítica del funcionamiento, de la
"práctica" del razonamiento que desarrollan el GPM,
que considero una extensión del modo de pensar leninista. Es
importante recalcar que no se puede considerar una crítica de
la interpretación por Lenin del materialismo de Marx, porque
no explica las incongruencias de Lenin respecto a Marx, sino en todo
caso las del GPM, y sólo en el contexto de su crítica
a la CIS.
Ciertamente, uno de los fundamentos del leninismo -aunque Lenin no
lo haya expresado, que yo sepa, de ese modo- es que la experiencia por
si misma no produce o es conciencia, ya que entiende la conciencia de
un modo preeminentemente intelectual (proceso de formación de
conceptos). En este sentido, de poco ha servido que, precisamente Lenin,
plantease un acercamiento crítico a Hegel, ya que justamente
Hegel ha comprendido muy bien que existen distintos niveles de conocimiento
desde la pura sensación o experiencia sensible hasta la "idea
absoluta" -la comprensión dialéctica de la totalidad-.
Además, la experiencia puede asimilarse de modo inconsciente,
pero aún así se asimila mentalmente, pasa a formar parte
de la estructura mental total de los individuos; de ahí que muchas
veces se "sepa" algo, se tenga la certeza de que algo es de
tal manera, sin la mediación de una reflexión consciente.
Cuando se detona un conflicto de clases y la clase obrera entra en actividad,
ocurre que la experiencia acumulada anteriormente, muchas veces irreflexivamente,
puede saltar de nuevo a la mente e interrelacionarse rápidamente
con la experiencia en curso, llevando a conclusiones inmediatas (del
mismo modo que, cuando percibimos algo previamente conocido, nos viene
rápidamente a la mente la experiencia y las relaciones lógicas
acumuladas que tienen relación con ello). Esto ocurre porque
el pensamiento es la actividad natural de la mente, esto es, tanto si
queremos como si no, asimilamos la realidad mediante el pensamiento,
y este puede funcionar de modo consciente o de modo inconsciente. Por
eso existen formas de conciencia espontáneas que son "conciencia
experiencial", un conocimiento que no procede de la reflexión
consciente sino que se ha producido de forma espontánea, apoyado
directamente en la experiencia reiterada. Sin embargo, claro está,
este conocimiento espontáneo tiene que ser evaluado conscientemente
y verificado prácticamente, para conocer sus límites y
para ser utilizado correctamente como instrumento de anticipación
consciente del futuro.
RICARDO FUEGO:
El leninismo se desarrolló a partir de evaluar los límites
de la lucha sindical en el joven movimiento obrero ruso. Hoy el viejo
movimiento obrero está en declive en los países occidentales,
dado que el capitalismo avanza hacia su decadencia como modo de producción,
lo cual ha reducido el margen real del reformismo a la nada. El bolchevismo
fue concebido para actuar sobre un movimiento obrero en ascenso. Es
por eso que no logra convertirse en dirección revolucionaria
y no por errores tácticos, traiciones, o el poder de la ideología
burguesa.
ROI FERREIRO:
El bolchevismo no sólo "fue concebido para actuar
sobre un movimiento obrero en ascenso" como dices, sino que
también tiene rasgos autoritarios, burgueses, que se acentuaron
aún más por su originamiento en un país semifeudal.
Al no entender que es la autoactividad proletaria la que desarrolla
la conciencia, se cae en el error de pretender desarrollar la conciencia
mediante el establecimiento de la relación partido-masas, con
lo cual lo único que puede lograrse es la asimilación
por el proletariado de la ideologia del partido.
El proletariado está, en el capitalismo desarrollado, sometido
a la dominación espiritual del capital, a la conciencia dominante,
a la pasividad, a la inconsciencia sobre sus propias capacidades transformadoras,
al individualismo burgués, etc., y sólo puede liberarse
rompiendo esta dominación espiritual. El bolchevismo, sin embargo,
actuó históricamente en un contexto en el que la dominación
espiritual de la burguesia estaba infradesarrollada; sus métodos
de actuación no pueden competir con el poder espiritual capitalista.
Solamente la actuación espontánea del proletariado, la
activación de su potencial transformador, puede liberarle de
la dominación espiritual del capital que comprende todos los
momentos de la vida social. Solamente el enorme poder dormido en el
proletariado puede, al despertarse a la autoactividad, hacer saltar
por los aires la esclavitud espiritual de él mismo y del conjunto
de las masas "populares".
Entonces, solamente con métodos e ideas radicalmente diferentes
a los del bolchevismo, que favorezcan y estimulen la autoactividad intelectual
del proletariado, puede contribuirse al autodesarrollo de la conciencia
revolucionaria de la clase.
La conciencia revolucionaria requiere de la generalización
y agudización del antagonismo de clases, pero es evidente que
la revolución no se puede pensar conscientemente de la noche
a la mañana, que requiere de todo un trabajo arduo y complejo
de autoformación intelectual del proletariado, y éste
que debe comenzar lo antes posible, para ganar la máxima extensión
cuando la situación revolucionaria se abra. Por eso, dicho de
otro modo, la vanguardia revolucionaria debe buscar su propio crecimiento,
además del desarrollo general de la conciencia del proletariado,
y este crecimiento se basa en la elevación del propio proletariado
-por sus propios esfuerzos y méritos, no por la asimilación
ciega de las teorias y el programa de vanguardia- a la conciencia revolucionaria
intelectual, al comunismo racional.
Pero, lo mas importante de todo esto, es que solamente desplegando
un nivel de autoactividad superior al normal (al nivel de autoactividad
propia de su condición de clase dominada) e incompatible con
el capitalismo, puede la clase obrera hacerse consciente de su propia
prespectiva de clase. Todas las formas de organización, formas
de relación vanguardia-masas, formas de pensamiento en general,
que son esencialmente idénticas a la relación social del
capital, que reproducen la subordinación y alienación
de [email protected] trabajadores/as, solamente pueden servir para hacer la competencia
al capital en la dominación ideológica sobre el proletariado,
pero no pueden ir más allá del adoctrinamiento, de la
conciencia estancada y fosilizada, no pueden ayudar al proletariado
a pensar por sí mismo, sino todo lo contrario: crean la ilusión
de que la extensión de determinada ideologia puede llevar a la
emancipación, de que el proletariado no tiene que esforzarse
con toda su alma para lograr su emancipación, que basta con que
ponga los músculos y el partido pondrá el cerebro. O sea,
se hace creer, además, de que se puede lograr la autoliberación
material sin efectuar, al mismo tiempo y paralelamente una autoliberación
espiritual. Y todo esto tiene que ser un proceso práctico, no
meramente intelectual.
Es el contenido efectivo de la praxis, no el del pensamiento abstracto,
lo determinante en la autoliberación del proletariado. Se puede
pensar la autoliberación del proletariado en abstracto y ser
incapaz de darle una formulación práctica adecuada. Y
como dicen Marx y Engels en la Ideologia Alemana, de lo que se trata
es que [email protected] [email protected] pongamos nuestro ser en correspondencia con nuestra
esencia. Lo que en este contexto quiere decir: hay que poner el pensamiento
en correspondencia con la práctica, no amoldar la práctica
al pensamiento -sobre el supuesto de que el pensamiento sea verdadero-.
Un pensamiento cuya práctica correspondiente no entra abiertamente
en contradicción con la existencia misma del capital, el Estado
y el conjunto de la sociedad capitalista, no es un pensamiento realmente
revolucionario, sino una forma de pensamiento inscrita todavia dentro
del capitalismo, reformista. Esto se debe a que una concepción
revolucionaria abstracta puede coexistir con una conciencia práctica
burguesa. Lo que importa es cómo se concibe la actividad práctica,
no las declaraciones sobre las finalidades, los deseos, las grandes
palabras. No se puede confundir los deseos con la realidad, ni juzgar
a las personas o a las organizaciones por lo que dicen o piensan de
sí mismas, sino por lo que realmente hacen y sus resultados a
lo largo de la historia. La cadena sin fin de "errores", "desviaciones",
"traiciones", "derrotas", que acarrea a sus espaldas
el leninismo es la mejor confirmación de su impotencia, su carácter
decadente desde el prisma intelectual y reaccionario desde el punto
de vista de la lucha de clases.
RICARDO FUEGO:
Las categorías y conceptos de la economía política
como valor, plusvalor, intercambio mercantil, trabajo asalariado, etc.
no pertenecen solamente a una etapa de desarrollo histórico de
las fuerzas productivas, sino a un régimen de clase.
La perpetuación del trabajo asalariado, la plusvalía,
la forma mercantil de la riqueza, etc. implican la supervivencia del
capitalismo, aun cuando se trate de un gobierno revolucionario que planifique
la economía.
Lenin suplantó la autogestión obrera de los lugares
de trabajo por la economía planificada centralizadamente. Esto
en sí mismo preservó el capitalismo.
El GPM concibe la transición económica del capitalismo
al comunismo como un proceso gradualista por etapas. Esto, otra vez
más, no surge del análisis material sino de una idea preconcebida
a la cual hay que adaptarse.
ROI FERREIRO:
El que el régimen bolchevique fuese una forma totalitaria de
capitalismo de Estado radica en la perpetuación del trabajo asalariado.
La "autogestión" puede existir manteniendose el trabajo
asalariado, como en las cooperativas o en las empresas estatalizadas,
etc., pero entonces significa que se mantiene la división salario-plusvalia.
Esta división implica la perpetuación del valor, y viceversa,
la perpetuación del valor hace que el trabajo asuma esa forma
y que la división entre trabajo necesario y trabajo excedente
adopte la forma en valor salario/plusvalia.
La importancia de esta cuestión reside en que la existencia
de la forma valor hace que la riqueza asuma una forma abstracta y, por
consiguiente, también sea abstracta la medida de su distribución.
Si en lugar de considerar directamente las necesidades humanas como
fin de la producción, se considera como su finalidad el incremento
del valor, medido según un patrón cualquiera (dinero convencional,
volumen de la producción, etc.) entonces tenemos de nuevo la
subordinación del trabajo vivo al trabajo acumulado. Y esto,
aún en la autogestión, significa la tendencia a minimizar
la riqueza que recibe directamente el obrero individual y crea la posibilidad
de que una minoria pueda apropiarse de la riqueza excedente: 1º)
creando una mentalidad capitalista entre los obreros mismos, y 2º)
concentrando más y más riqueza en manos de la estructura
delegativa encargada de la gestión entre asambleas de fábrica.
Se produce entonces para acumular, por el plusvalor, no para satisfacer
las necesidades humanas, esta práctica tiene que incidir en la
conciencia de los productores y en las relaciones sociales objetivas.
Entonces el viejo egoísmo privado puede volver a abrirse paso
e impulsar procesos de corrupción y burocratización, primero
encubiertos, luego explícitos. Esto puede no tener demasiado
sentido en una sociedad de abundancia creciente, y en condiciones óptimas
este error puede tender a superarse espontáneamente, reduciendo
las categorias de valor a un anacronismo. Pero en situaciones más
complejas, que serán probables en la transición revolucionaria,
donde no exista tal abundancia, se estará dando pie al resurgimiento
de las clases, bien por la via del capitalismo de Estado, o bien por
otras.
El modo de producción comunista tiene que significar un cambio
radical, y si en un principio ha de distribuirse la riqueza según
la medida del tiempo de trabajo, esta ha de consistir precisamente en
eso:
1º) en un patrón de medida que, aun siendo abstracto en
la forma -pues un patrón es algo universal por definición-
se refiera directamente a la actividad humana concreta, al trabajo vivo,
y
2º) un patrón de medida que haga, así, concretamente
reconocible, ante todos los miembros de la sociedad y de modo directo,
que la riqueza social es su propio producto, como su tiempo de trabajo
materializado.
Así, si hipotéticamente alguien se apropiase de una
parte de la riqueza que no le corresponde, esto se manifestaria directamente
como lo que es, como una expropiación a los productores, ya que
la riqueza disponible para ese alguien estaría en contradicción
con su jornada de trabajo real. Esta forma de medida no excluye las
distorsiones, pues ha de incluir cálculos complementarios, pero
las limita al remitirse siempre a la realidad material. No puede ser
admisible que un individuo pueda apropiarse para su consumo de 5 horas
diarias de productos y que otro pueda apropiarse de 100 horas. Se hace
evidente que se trata de una expropiación a otros.
RICARDO FUEGO:
El GPM alude que la rebelión de Kronstadt como ejemplo contrarrevolucionario
al no entender las necesidades que marcaba la teoría revolucionaria
(y su único portador era el partido bolchevique). El GPM además
subordina la democracia a la conciencia. Esto implica validar la subordinación
de los soviets al partido revolucionario, o sea: avalar la dictadura
de partido único. Este afán por el papel educador del
partido hace que se pierda el objetivo buscado con la revolución:
la emancipación de la esclavitud asalariada. Se hace un fetiche
de la estrategia revolucionaria (que el partido tome el poder y se mantenga
en el poder) como si por ese camino se llegara al comunismo. Pero el
comunismo no puede realizarse sin la democracia proletaria. El rol del
partido como educador se contradice con la democracia proletaria. Roi
Ferrero critica, por lo tanto, a la "teoría del
partido". Para él, esta teoría no puede tener otro
papel que:
a) un desarrollo más avanzado y completo de la conciencia de
las masas, una cosmovisión intelectual universal e internacional
(que parte también, aunque no sólo, de la experiencia
histórica local del movimiento de clase en cada país o
territorio, y en este sentido, es intrínsecamente limitada nacional
e históricamente)
b) una teoría exterior a la experiencia de las masas, que tiene,
por lo tanto, que partir en la realidad efectiva de una experiencia
histórica ajena al movimiento (ajena por su carácter de
clase burgués o pequeñoburgués, ajena por provenir
del movimiento de otro país, etc.).
Roi Ferrero reivindica el papel del partido como catalizador del proceso
del desarrollo de autoconciencia de las masas, que combata a la ideología
burguesa y demás obstáculos para esa autoconciencia. Pero
para que esta tarea se realice de una manera verdaderamente emancipadora
debe ser un proceso de aprendizaje colectivo e individual a la vez.
El modelo del partido educador está basado en la división
del trabajo intelectual y manual y, por consiguiente, en una relación
social capitalista, no en su superación.
ROI FERREIRO:
Cuando hablas del papel de la "teoría del partido",
habrás de observar que yo no planteo dos "funciones",
una que tu llamas a) y otra b), sino que lo que digo es que el "desarrollo
más avanzado y completo de la conciencia de las masas, una cosmovisión
intelectual universal e internacional" es la función
de la teoría revolucionaria, que ha de desarrollar y ampliar
la vanguardia; en contraposición a esto, existe una concepción
alienada de la teoría revolucionaria, que la entiende como
"exterior a la experiencia de las masas", y esta
consideración de la teoría como proviniente de fuera de
las masas sólo puede justificarse por un punto de vista exterior
al proletariado, o sea, burgués o pequeñoburgués,
o bien puede tratarse de una teoría importada que sea ajena a
las condiciones de la lucha de clases del país o area territorial
donde pretende aplicarse.
Luego dices que yo reivindico "el papel del partido como
catalizador del proceso del desarrollo de la autoconciencia de las masas",
pero dejas a un lado que antes he dicho que: "Como se puede
entrever, no queda aquí lugar para una concepción del
partido como 'educador', ni siquiera para los partidos políticos
en sentido estricto." Ciertamente el texto da a equívoco
al respecto, porque mi intención no era polemizar con el GPM
sobre la cuestión del partido como forma de organización.
Además, el concepto del partido no es exclusivo del leninismo.
Existen partidos políticos de todas las tendencias, porque la
forma partido es una forma de organización propia de la sociedad
burguesa, lo mismo que los sindicatos y otras. Incluso hay partidos
anarquistas, aunque no se reconozcan a sí mismos como tales.
La crítica al GPM se orientaba exclusivamente a la relación
vanguardia-masas. Por todo eso en el texto se mantiene siempre entre
comillas el concepto de "partido".
RICARDO FUEGO:
Roi Ferreiro discrepa con el GPM en cuanto a la transición
económica del capitalismo al comunismo. Mientras que el GPM dice
que debe haber una etapa donde las relaciones de distribución
sigan siendo burguesas (de cada cual según su trabajo), Roi Ferreiro
dice que no se deben anteponer etapas de este tipo, sino partir de la
relación de distribución comunista (a cada cual según
sus necesidades), aunque limitadas por el desarrollo de las fuerzas
productivas.
Considera parcial la cita del GPM a la Crítica al programa
de Gotha de Marx (este es el primer texto de Marx en donde se habla
de la transición del capitalismo al comunismo, http://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm),
debido a que Marx insiste en el remplazo del derecho igual burgués
por el derecho desigual. De este modo -dice Roi Ferreiro- todas las
desigualdades que se desarrollaron en el régimen bolchevique
desde los primeros años de la revolución, entre la burocracia
naciente (incluido el propio partido bolchevique) y las masas, no son
justificables sobre la base de la teoría marxiana, sino, más
bien, un ejemplo del carácter capitalista y la corrupción
del bolchevismo a su llegada al poder, Lenin y cia. incluidos.
El curso político de la revolución no debe pasar, por
lo tanto, por la construcción de la economía "socialista",
sino por la supresión de las clases, la lucha revolucionaria
contra la contrarrevolución, y la democracia proletaria.
El carácter dictatorial del régimen de transición
sólo tiene su justificativo en la necesidad de extinguir la resistencia
de la burguesía derrocada, nada más. Pero esta dictadura
no puede ser ejercida por un partido sino por el proletariado en su
conjunto a través de sus organismos de democracia directa. Cuando
Lenin y los bolcheviques suprimieron la autogestión obrera por
la planificación centralizada y el trabajo asalariado en las
empresas nacionalizadas perpetuaron ciertas maneras de dominio capitalista.
ROI FERREIRO:
Cuando critico la distribución "según el trabajo"
me refiero a que el GPM la considera como una forma autónoma
de distribución, dotada de consistencia propia, como una "etapa"
en la que este criterio de distribución se convertiría
en un principio social. O sea, el conocido "quien no trabaja no
come". Pero si este es el comunismo del futuro no habremos progresado
nada desde el comunismo primitivo. Está claro que el tiempo de
trabajo debe ser el criterio de la distribución en la medida
en que no haya de todo para todos, pero esto limitado por:
1) en la medida en que la producción se desarrolla, sucesivamente
los productos van pasando a distribuirse sin restricciones, con lo cual
se trata solamente de una forma de transición entre el capitalismo
y el comunismo desarrollado, y tanto más breve según el
nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de que se parta;
2) el verdadero principio social del comunismo -incluso también
en su forma primitiva- es "a cada cual según sus necesidades,
de cada cual según sus capacidades", y el comunismo
del futuro tiene que ser una aplicación expansiva de ello, no
una limitación de las capacidades humanas al trabajo y una limitación
de las capacidades humanas al comer y las demás necesidades elementales.
Todo lo contrario.
Cuando se pone el acento en la distribución según el
trabajo se considera la economía comunista como si fuese una
economía cuyo eje es todavia el trabajo y no el tiempo libre.
Pero precisamente en la sociedad comunista la riqueza social se mide
por la cantidad de tiempo libre disponible, no por la cantidad de tiempo
de trabajo empleada en la producción, con lo cual no es el tiempo
de trabajo, sino el tiempo libre -el verdadero tiempo libre: tiempo
realmente pleno de condiciones para realizar todas las necesidades humanas
de modo creativo y universal, no el tiempo libre vacio de la sociedad
burguesa-. Esto lo trata muy claramente Marx en El Capital.
Además, la distribución según el tiempo de trabajo
es una distribución según equivalentes, pero ni la productividad
de todas las empresas es la misma, ni las necesidades individuales son
iguales, ni la capacidad de trabajo de los individuos, etc., con lo
cual sería en realidad una distribución desigual. Para
corregirlo la distribución tiene que ser según un derecho
desigual y no igual, esto es, teniendo en cuenta las desigualdades reales
entre los individuos, tanto sociales -heredadas del capitalismo- como
naturales.
El comunismo no es la igualdad abstracta del capitalismo -en el que
la igualdad sólo existe como derecho-, sino que en el comunismo
el derecho tiene que ser concreto y la igualdad de derecho ser a la
vez igualdad realizada en las condiciones de vida concretas. Si no,
lo que se tiene es una economía basada en la desigualdad y, por
tanto, en la lucha por la existencia en lugar de en su superación
progresiva.
En resumen, si sumamos todas las características analizadas
de la concepción económica del GPM, lo que tenemos no
es el comunismo en desarrollo, sino una forma de capitalismo de Estado
en la que la división en clases se mantiene pero adopta otra
forma: una burocracia omnicomprensiva viene a reemplazar a la burguesia
y su "anarquía del mercado". Y, nunca sobrará
repetirlo, que la burocracia surja del proletariado y sea incluso más
democrática no es relevante. Esto no altera la explotación,
y, además, no vamos a hacer una revolución sólo
para poder elegir democráticamente a nuestros amos. Para esto,
es más, no hace falta ni vale la pena ninguna revolución
desde el punto de vista del proletariado, tanto por razones subjetivas
como por razones históricas objetivas.
RICARDO FUEGO:
Aparte de acordar con las críticas del GPM al programa de transición
de Trotsky, Roi Ferreiro dice que hay un muy grave error en concebir
una transición (entendida como salto) entre las luchas cotidianas
y la lucha por el poder.
Además, las consignas transicionales del troskismo son perfectamente
posibles desde el punto de vista técnico dentro del capitalismo.
De ahí que la agitación por estas consignas no sirva para
difundir conciencia revolucionaria, sino para reformar la conciencia
reformista. Las consignas de transición no están orientadas
a la creación de organismos de doble poder, son simples reformas
capitalistas, aún cuando para lograrlas hiciera falta una lucha
tremenda contra la burguesía.
El comunismo consejista, en cambio, ve en las huelgas salvajes el
eslabón práctico y organizativo inicial de la lucha revolucionaria.
Por lo que dice Roi Ferreiro, las consignas transicionales no deberían
ser "estatización bajo control obrero", sino "expropiación
y autogestión obrera", sin aceptar ingerencia de la patronal
o del Estado.
Sintetizando, Roi Ferreiro no habla ya de luchar por el control obrero
dentro del capitalismo, sino de crear organismos de PODER obrero que
vayan ganándole terreno al capitalismo.
Las reivindicaciones transitorias que Ferreiro considera válidas
para un avance de la conciencia revolucionaria no son las económicamente
progresivas, pues parte de estas son realizables dentro del capitalismo
(aunque sea a pesar de la burguesía). Las que propone Ferrero
son las que alteren la naturaleza de la explotación, como el
incremento proporcional del salario respecto a la plusvalía.
En resumen, para Roi Ferreiro la concepción de revolución
permamente excluye el programa de transición, sino que debe plasmarse
en un programa que funda las reivindicaciones mínimas con los
objetivos revolucionarios en un proceso evolutivo. Por lo tanto, el
programa de una organización revolucionaria no puede ser un conjunto
de consignas transicionales abstraídas del proceso real de lucha,
sino que debe ser un programa de enfrentamiento antagonista permamente
subordinado a la constitución del proletariado como sujeto consciente
y a los objetivos revolucionarios anticapitalistas.
Asimismo ese programa debe ser flexible en cuanto a las formas de
organización necesarias para el desarrollo del movimiento revolucionario
real. Esto es, no debe hacer un fetiche de las formas sindicato, partido,
soviet, etc. y debe prestar más atención a su contenido.
ROI FERREIRO:
Cuando haces referencia a que "Las consignas de transición
[trotskistas] no están orientadas a la creación
de organismos de doble poder" hay que matizar que, en realidad,
el programa de transición de Trotsky habla de la creación
de soviets. Pero, si se observa con atención ese programa, se
verá que ese objetivo se encuentra desligado de las demás
reivindicaciones, precisamente porque se trata, en su mayor parte, de
simples reformas del capitalismo -o si se prefiere, formas "modificadas"
del capitalismo-. En mi concepción, y que es la concepción
dialéctica y auténticamente marxiana, las reivindicaciones
de transición son aquellas que introducen elementos del comunismo
dentro del capitalismo y que, por consiguiente, sólo pueden realizarse
y mantenerse por la lucha de clases ascendente; además, funcionan
intensificando a su vez esa lucha de clases, de modo que el antagonismo
trabajo-capital se tiende a transformar en un enfrentamiento efectivo
revolución-contrarrevolución.
Cuando hablo de "expropiación y autogestión
obrera" me refiero a que el Estado no tenga el poder real
sobre los medios de producción. Éstos no serían
propiedad del Estado, sino una propiedad comunal. Sin embargo,
la "ingerencia" del Estado capitalista tendrá
que persistir en cierta medida, pero sólo como supervisión
y control económico, sin poder decisorio real. Esto es así
porque la producción tiene que regularse conforme a criterios
sociales, al contrario de lo que ocurre en las cooperativas o las empresas
del Estado, que funcionan unas según criterios particulares y
otras según los planes del Estado. Este es un matiz importante,
pues reivindicar la vuelta al cooperativismo seria un retroceso. La
propiedad comunal, en cambio, es ya prácticamente una forma de
propiedad comunista, ya que se atribuye su administración efectiva
directamente a toda la colectividad que la pone realmente en funcionamiento.
Solamente que, aquí, la colectividad tiene que ser el conjunto
social al que se oriente su producción, sea una provincia, un
país, etc.., ya que debe haber una planificación y coordinación
sociales de la producción según las necesidades sociales,
lo que no puede efectuar cada empresa aislada. Esto abre otro problema:
que es el proletariado en conjunto el que tiene que dirigir el desarrollo
de la producción, que esto no puede lograrse en una empresa o
sector aislados.
Pasemos a otro punto.
La idea de "crear organismos de poder obrero que vayan ganándole
terreno al capitalismo" hay que entenderla no concibiendo
de modo politicista el poder obrero. El poder obrero se refiere
a todos los ámbitos de la vida social, pues el objeto del que
tenemos que reapropiarnos es de la totalidad de nuestra vida, o sea,
del proceso de producción y reproducción de nuestra vida
social. El control obrero significa supervisión, incluso cierta
cogestión si se quiere, pero no es una forma de poder antagónica
al capital. De hecho, esta idea del control obrero se ha concretado
ya en los comités, comisiones o consejos de empresa legales,
elegidos por los trabajadores para que les representen ante el capital.
O sea, que como mucho el "control obrero" seria ampliar las
funciones de estos comités representativos institucionalizados
y sometidos a la legalidad capitalista. Porque, si lo que se pretende
es ejercer un poder autónomo sobre la producción, entonces
ya nos situamos fuera del concepto de "control" y fuera de
la legalidad burguesa.
El poder del trabajo sobre el capital es ya, en esencia, la inversión
de la relación capitalista, la subordinación del trabajo
acumulado al trabajo vivo, el comunismo. Y por eso mismo su puesta en
práctica no puede ser asumida por el capitalismo, tiene que consistir
en la acción unilateral del proletariado. Y esto no es "control",
es ya un momento de la dictadura del proletariado.
Las primeras formas de poder obrero pueden consistir en un poder las
contrataciones y sobre las condiciones de trabajo inmediatas, ya que
las reformas no son inviables "en-si", sino sólo la
pretensión de lograr cambios estables que sean asimilados por
el capitalismo. La lucha por reformas no sólo no tiene que abandonarse,
sino, paradójicamente, que radicalizarse: hasta el punto en que
sólo pueden conquistarse y mantenerse por la fuerza. Pero el
contenido de esta lucha por reformas, y el contenido de estas reformas
por las que se lucha, tiene que ser cualitativamente diferente, tiene
que ser ya esencialmente comunista; incluso las luchas salariales y
por la reducción de jornada tienen que orientarse de un modo
revolucionario, haciendose imperativas las huelgas salvajes, el sabotaje,
la lucha a la vez económica y política, etc. -y también
los resultados de estas luchas más inmediatas solamente podrán
mantenerse por la fuerza, por la formación de órganos
de poder real que hagan frente al capital, a su tendencia contínua
a degradar nuestras condiciones de existencia-.
La comprensión de la necesidad de todo esto vendrá a
través de las derrotas y hará que la clase se situe en
la alternativa: seguir derrota tras derrota, logrando reivindicaciones
ínfimas que son anuladas rápidamente, o organizar un poder
propio para obligar al capital a cumplirlas. La lucha por el poder proletario
es el verdadero eje de la lucha por reformas en el capitalismo decadente.
Más adelante, dices que las reivindicaciones que considero
válidas "no son las económicamente progresivas".
Lo que digo realmente es que las "reivindicaciones que sean progresivas,
pero que no tengan un carácter específicamente revolucionario"
no son en realidad reivindicaciones de transición, sino meras
reformas capitalistas. Claro, para diferenciar entre una cosa y la otra
hay que entender antes lo que es y no es el capitalismo, y lo que es
su superación, el comunismo, como: a) negación dialéctica
(inversión) de la relación de producción capitalista
y b) como destrucción de sus categorias y creación otras
nuevas, las categorias de la autoactividad libre y universal de la especie
humana. Lo que ocurre con el leninismo es que no diferencia fundamentalmente
entre el capitalismo de Estado y el comunismo en su primera fase, de
modo que confunde completamente la naturaleza de las reivindicaciones
de transición. Esto, a parte de la concepción demagógica
y manipuladora de las mismas, que nada tiene que ver con el espíritu
con que se formulan en el Manifiesto Comunista.
La unidad de objetivos mínimos, transitorios y máximos
en un solo programa de lucha revolucionaria permanente es una necesidad,
porque es así como transcurre el desarrollo de la lucha de la
clase obrera en su ascenso revolucionario. Existen fases de desarrollo
entre unos objetivos y otros, pero no constituyen "etapas"
en el sentido de estar separadas entre si, sino que están en
relación de continuidad directa, que viene dada porque todos
los objetivos constituyen avances en el sentido del comunismo, de la
supresión del capitalismo. Ora bien, no se trata de una unidad
"evolutiva" en el sentido de gradual, porque aunque así
pueda representarse en la teoría, en la práctica la consecución,
por ejemplo de objetivos transitorios, exige un nivel determinado de
potencia proletaria, con su correspondiente conciencia, organización,
métodos de lucha, extensión, etc., diferente del nivel
propio de los objetivos mínimos, y, por otra parte, los objetivos
máximos implican a su vez una revolución en pleno proceso
-y lucha abierta entre revolución y contrarrevolución-.
En este sentido existen cambios en la forma de la lucha, pero sobre
la base de la unidad dinámica de los objetivos y del despliegue
cada vez mayor de la potencia proletaria.
A respecto de las formas de organización, efectivamente, lo
más importante es el contenido. Pero esto significa que las formas
sindicato, partido, y demás, propias de la época reformista
y de la lucha del proletariado circunscrita a la reproducción
de la sociedad burguesa, tienen que ser superadas para poder desarrollar
este programa antagonista unificado, así como para el
correspondiente desarrollo real de la lucha de clases. A este respecto,
si te interesa, podemos hablar más, ya que es un tema candente
para el desarrollo de un movimiento obrero revolucionario y consciente.
RICARDO FUEGO:
Por último, Roi Ferrero dice: "Las ideas tradicionales
del movimiento obrero son las ideas del reformismo, o sea, las ideas
de la sociedad burguesa y del proletariado como un conjunto particular
de individuos burgueses. Cualquier continuidad en ellas condenará
al movimiento y a la revolución comunista al fracaso o, a lo
que es aún peor, a convertir al movimiento revolucionario abstracto
en la extrema izquierda del capital, a su recuperación y a la
liquidación de los esfuerzos de [email protected] militantes [email protected]".
ROI FERREIRO:
Lo que acabo diciendo sobre el fracaso de la revolución y la
degeneración en una extrema izquierda del capital es la historia
del siglo XX. La cuestión es evitar que esto vuelva a ocurrir,
sobre todo pensando que, probablemente, estaremos implicados en esa
situación y movimiento.
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