Roi Ferreiro
Crítica a Lucha de clase y nación

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Pannekoek critica que Bauer considere la lucha de clases como una "fuerza constitutiva de la nación" a nivel de sus "efectos culturales". Pues, según el último, "Como el proletariado lucha necesariamente por la propiedad de los bienes culturales que su propio trabajo, crea y permite que existan, el efecto de esta política es necesariamente llamar a todo el pueblo a participar en la comunidad nacional de cultura y por ahí hacer una nación de la totalidad del pueblo". Aunque Pannekoek reconoce que, efectivamente, "los trabajadores, aplastados por la explotación capitalista, se deterioran en la miseria física y vegetan sin esperanza ni actividad intelectual, no participan en la cultura de las clases burguesas, cultura que se fundamenta en el trabajo de aquellos", que "sólo forman parte de la nación como el ganado en el establo, no constituyen más que una propiedad, no son más que el segundo plano de la nación", él afirma que sólo cuando el proletariado pueda "entregarse libremente y sin coerción a su desarrollo intelectual bajo el socialismo", "solamente entonces podrá impregnarse de toda la cultura nacional y convertirse, en el pleno sentido de la palabra, en un miembro de la nación."

"Es la lucha de clases la que les despierta a la vida; es a través de la lucha como consiguen tiempo libre, mejores salarios y, así, la posibilidad de un desarrollo intelectual. Por el socialismo, su energía es despertada, su espíritu es estimulado; se ponen a leer, en primer lugar folletos socialistas y periódicos políticos, pero pronto la aspiración y la necesidad de perfeccionar su formación intelectual los lleva a abordar obras literarias, históricas y científicas". "De este modo entran en la comunidad de cultura de las clases burguesas de su nación.
Pero en esta reflexión se descuida un punto importante. Entre los trabajadores y la burguesía no puede existir una comunidad de cultura más que superficialmente, en apariencia y de modo esporádico."

Pannekoek opone la cultura socialista, internacional, a la cultura nacional. La primera, "a pesar de que difiera de un pueblo a otro en matices –como la manera de ver de los proletarios varía según sus condiciones de existencia y la forma de la economía–, a pesar de que esté fuertemente influenciada por los antecedentes históricos propios de la nación, sobre todo allí donde la lucha de clases está poco desarrollada, es en todas partes la misma". Según Pannekoek, sólo la lengua supone una diferencia constante, mientras que todas las demás diferencias nacionales "se ven cada vez más reducidas por el desarrollo de la lucha de clases y el crecimiento del socialismo. Por el contrario,la separación entre la cultura de la burguesía y la del proletariado se acrece sin cesar.
Por tanto,es inexacto decir que el proletariado lucha por la propiedad de los bienes culturales nacionales que produce con su trabajo. No lucha para apropiarse de los bienes culturales de la burguesía, lucha por el control de la producción y para establecer, sobre esta base, su propia cultura socialista. Lo que llamamos efectos culturales de la lucha de clases, la adquisición por parte del trabajador de una conciencia de sí mismo, del saber y del deseo de instruirse, de exigencias intelectuales elevadas, no tiene nada que ver con una cultura nacional burguesa, sino que representa el crecimiento de la cultura socialista. Esta cultura es un producto de la lucha, que es una lucha contra el conjunto del mundo burgués."

Aunque Pannekoek tiene razón en los motivos de su crítica a Bauer, cuyas posiciones prácticas son netamente reformistas, él argumenta para criticarle que el proletariado no lucha por los bienes culturales de la burguesía, sino por el control de la producción. Pero esto mismo, afirmando en términos absolutos, es un sin sentido. Para controlar la producción hay que disponer de los medios materiales y culturales necesarios para ello, con lo cual no existe tal dicotomia como la que plantea Pannekoek. Lo que ocurre es que el proletariado no tiene interés en apropiarse de estos medios tal y como están, sino que su aspiración es transformarlos de medios de esclavitud y dominación en medios de enriquecimiento y liberación generales. Tiene, pues, que cuestionar su contenido y transformarlo, no puede tomarlos tal y como están, amoldados al régimen burgués. La dicotomia que establece Pannekoek es el reflejo, en el modo de considerar la esfera cultural, de la dicotomia establecida previamente por él mismo entre comunidad nacional (burguesa) y comunidad internacional (proletaria).

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En la medida en que la "visión burguesa del mundo" "se apodera de los trabajadores, los hace menos capaces de luchar; bajo su influencia, los trabajadores se llenan de respeto hacia las fuerzas dominantes, se les inculca el pensamiento ideológico de estas, su conciencia de clase lúcida es oscurecida, se los levanta a unos contra otros de una a otra nación, se hacen dispersar y son, por tanto, debilitados en la lucha y desposeídos de su confianza en sí mismos. Ahora bien, nuestro objetivo exige un género humano orgulloso, consciente de sí mismo, audaz tanto en sus pensamientos como en su acción. Y por esta razón las exigencias mismas de la lucha liberan a los trabajadores de estas influencias paralizantes de la cultura burguesa.
Es, pues, inexacto decir que los trabajadores acceden a través de su lucha a una 'comunidad nacional de cultura'. Es la política del proletariado, la política internacional de la lucha de clases, la que engendra en él una nueva cultura, internacional y socialista."

Aquí Pannekoek quiere ver las causas de la debilidad del proletariado en la separación ideológica de sus distintas fracciones nacionales, en lugar de sitúar el problema en su verdadero terreno: las dificultades para desarrollar la lucha de clase de modo internacionalista. La dificultad está en el paso de la lucha de clases nacional a la lucha de clases internacional, y para ello la adhesión ideológica a la "visión burguesa del mundo" no es lo determinante. Lo determinante es la práctica, no la conciencia ideológica. Si la ideología nacionalista de la burguesía tiene efectos "paralizantes", esto hay que explicarlo por la falta de conciencia internacionalista práctica, que sólo puede desarrollarse a través de la extensión internacionalista de las luchas de clases. Si bien es cierto que no es la lucha proletaria la que lleva a los trabajadores a una "comunidad nacional de cultura" con la burguesía, lo que si es cierto es que son los límites de su lucha nacional como clase los que le conducen a esta comunidad dentro de la alienación. Por consiguiente, oponer como hace Pannekoek esta "comunidad nacional de cultura" interclasista la "cultura socialista" y la "política del proletariado" es permanecer en la abstracción más completa, es saltar por encima de todas las causas y motivaciones que provocan que la lucha de clase nacional no vaya más allá de esta comunidad interclasista.

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La linea de pensamiento de Pannekoek llega a su cúlmine en la oposición de la lucha de clase, como fuerza constituyente de una comunidad de destino proletaria, y la nación, como comunidad de destino constituida por la burguesía:

"la clase obrera no es solamente un grupo de hombres que han conocido el mismo destino y, por consiguiente, tienen el mismo carácter. La lucha de clase suelda al proletariado en una comunidad de destino. El destino vivido en común es la lucha llevada en común contra el mismo enemigo."

Destaca que, internacionalmente, "a pesar de las dificultades inherentes a las diferencias lingüísticas, se puede realizar una estrecha comunidad de lucha proletaria. Querer proceder aquí a una separación organizativa entre lo que une la vida y la lucha, el interés real –y esa separación es la que pretende el separatismo– es tan contrario a la realidad que el éxito sólo puede ser temporal.
Esto no es cierto sólo para los obreros de la misma fábrica. Para poder librar su lucha con éxito, los obreros de todo el país deben unirse en un sindicato; y todos sus miembros consideran el avance de un grupo local como su propia lucha. (...) Los patronos se unen en cárteles y asociaciones patronales; estas últimas no se diferencian porque se trate de patronos checos o alemanes, pues agrupan a todos los patronos de todo el Estado, e incluso a veces van más allá de las fronteras del Estado. Todos los obreros de un mismo oficio que están en el mismo Estado hacen huelgas y sufren los cierres de fábricas en común y por consiguiente constituyen una comunidad de destino vivido, y esto es lo más importante, superando todas las diferencias nacionales."

Pannekoek quiere negar la realidad de las naciones, la multiplicidad nacional, en favor de la tendencia a la disolución de las diferencias nacionales. Pero, en primer lugar, esta negación sólo podrá ser el resultado de un proceso que está por realizarse y por conocerse. En segundo lugar, las "diferencias nacionales" sólo son consideradas aquí desde la perspectiva de los intereses de clase, lo cual es reducir la nación a la clase cuando son entidades diferentes en principio. Pues, aunque lo que nosotros sostenemos es que el proletariado, en la medida en que se constituye en clase, se constituye también en comunidad nacional, esto requiere de un proceso histórico de desarrollo del movimiento proletario, no es el punto de partida. Es más, en la medida en que ambos lados, lo internacional y lo nacional, son aspectos de un mismo proceso de ascenso del proletariado, naturalmente coincidirán en el tiempo dos fenómenos que, en apariencia, son esencialmente distintos: la constitución del proletariado en nación y en "comunidad ¡nternacional de destino", y por extensión, la elevación de la lucha de clases a nivel nacional y a nivel internacional y la necesaria intensificación y actualización de los problemas y tareas pendientes sobre la relación entre lo nacional y lo internacional.

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Pannekoek cita el Manifiesto Comunista, para decir con él que: "En la forma, aun no siéndolo en el fondo, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es necesario naturalmente que el proletariado de cada país acabe primero con su propia burguesía".

Así traducida, la cita es inexacta, pues lo que se dice es que la lucha del proletariado contra la burguesía no es nacional "en su contenido". No se trata, pues, de que la lucha del proletariado no sea "nacional" en un sentido "verdadero", sino de que de es nacional, verdaderamente, en su forma, por cuanto tiene que derrocar a su propia burguesía, aunque en su contenido sea idéntica para el proletariado de todos los países. No se trata, entonces, de que los rasgos nacionales sean una mera apariencia, como quiere hacer entender Pannekoek -que plantea que, como las afirmaciones de Marx y Engels se basaban en la realidad de europa occidental, en esa cita la palabra "nacional" hay que entenderla en el sentido de que "Estado y nación pasan por ser sinónimos. Esta frase significa simplemente que (...) la burguesía inglesa y el poder del Estado inglés no pueden ser atacados y vencidos más que por el proletariado inglés".-

Esta observación de Pannekoek es más que cuestionable, ya que la ni Marx ni Engels en el Manifiesto Comunista utilizan los términos Estado y nación como sinónimos. En todo caso, nación es allí para ellos más bien sinónimo comunidad territorial, y Estado de organización del poder político. Que reconozcan la interrelación entre ambos, señalada aquí por Pannekoek, no significa que soslayen las diferencias. No es casual que Marx y Engels hayan dado mucha importancia a la toma de posición sobre conflictos nacionales, ni que el propio Manifiesto hable de que, con la victoria del proletariado, "será abolida la explotación de una nación por otra".

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"La nación surge naturalmente como una comunidad de intereses de las clases burguesas. Pero es el Estado el que es la verdadera organización sólida de la burguesía para proteger sus intereses." Así: "Para la gran burguesía, cuyo espacio de intereses económicos abarca todo el Estado y va incluso más allá, que tiene necesidad de privilegios directos, de aduanas, de pedidos y de protección en el extranjero, es un Estado bastante vasto el que constituye la comunidad natural de intereses y no la nación."

De esto deduce Pannekoek la necesidad de que "el centro de gravedad de la lucha política de la clase obrera se desplaza cada vez más hacia el Estado. Mientras la lucha por el poder político quede aún en segundo plano y la agitación, la propaganda y la lucha de las ideas –que, naturalmente, deben expresarse en cada una de las lenguas– ocupen todavía el primer plano de la escena, los ejércitos de proletarios siguen separados nacionalmente para la lucha política. En este primer estadio del movimiento socialista, lo importante es liberar a los proletarios de la influencia ideológica de la pequeña burguesía, arrancarlos de los partidos burgueses e inculcarles la conciencia de clase. Los partidos burgueses, separados por naciones, se convierten entonces en los enemigos a combatir. El Estado aparece como un poder legislativo del que se exigen leyes de protección para el proletariado; conquistar una influencia sobre el Estado a favor de los intereses proletarios se presenta a los proletarios escasamente conscientes, aún modestos, como el primer objetivo de la acción política. Y la meta final, la lucha por el socialismo, se presenta como una lucha por el poder en el Estado, contra los partidos burgueses.
Pero cuando el partido socialista consigue el rango de factor importante en el Parlamento, esto cambia."

Detengámonos aquí un momento. Lo que Pannekoek está es explicando que la lucha por reformas, llegada al nivel en que se enfoca hacia los intereses generales del proletariado, superando las luchas aisladas local o regionalmente, tiene que orientarse hacia la lucha por medidas estatales y a la conquista de puestos dentro del Estado compitiendo con los partidos burgueses. El atraso de este texto con respecto a sus posiciones antiparlamentaristas posteriores hace ver aquí una incoherencia fundamental, precisamente si nuestra posición es que, en la actualidad, la lucha por reformas está agotada y no puede tener mayor interés que la supervivencia inmediata y la maduración y unificación de la clase. Porque, en esta sitúación, la preeminencia de la lucha en el marco estatal sobre la lucha en el marco nacional (cuando hay diferentes naciones bajo un mismo Estado), o la preeminencia de la lucha en el marco estatal sobre la lucha en marcos internacionales (contra las coaliciones imperialistas continentales, por ejemplo), tiene que ser descartada como algo decisivo. En estas circunstancias se hace patente que el reconocimiento del marco estatal como marco territorial de lucha es una cuestión que sólo afecta a la lucha para destruir el Estado capitalista, ya que cualquier movimiento orientado a la lucha por medidas estatales y puestos de poder en el Estado existente tiene que acabar en el mayor de los fracasos. Aclarado esto, entonces las posiciones antiparlamentaristas hacen inasumible la prevalencia del marco de lucha estatal sobre otros por motivos políticos -salvo en lo que concierte a la lucha contra, y la destrucción de, el Estado-.

Después Pannekoek se dedica a alabar las virtudes unificadoras de la lucha a nivel estatal allí donde existen varias naciones en el mismo Estado. "Amplía la comunidad de lucha al conjunto del proletariado del Estado, proletariado para el que la lucha común contra el mismo enemigo, contra el conjunto de los partidos burgueses de todas las naciones y su gobierno, se convierte en un destino común. No es la nación, sino el Estado, el que determina para el proletariado las fronteras de la comunidad de destino que es la lucha política parlamentaria."

Es evidente que, en este caso, la lucha a nivel estatal significa crear una comunidad de destino superior a la nacional, pero el sentido excluyente que le da Pannekoek no tiene más fundamento que su utilización para una práctica reformista. Además, como ya hemos señalado, desde nuestro punto de vista este marco de acción no puede servir para resolver las tareas de la autoconstitución del proletariado en nación. En el desarrollo del movimiento proletario coexisten múltiples comunidades de destino dentro de la comunidad de destino mundial, que por otra parte sólo puede comenzar a cobrar existencia efectiva cuando el proletariado se vuelve capaz de actuar mundialmente como clase independiente. Por eso, también, de ningún modo la lucha política parlamentaria establece una "comunidad de destino" en el proletariado del Estado. Esta contradicción es la consecuencia de separar la constitución en clase y la constitución en nación y, por extensión, en comunidad de destino, en este caso debido a que se pretende que, bajo la política socialdemocrática, el proletariado se haya constituido realmente en clase, o sea, en sujeto consciente de sus intereses antagónicos con la burguesía. Al contrario, toda la historia de los partidos socialdemócratas demuestra que es precisamente esta su carencia fundamental.

A pesar de todo, Pannekoek quiere llegar aquí a que, a través de esta lucha reformista, "el desarrollo llega al punto en que la lucha política real es librada contra el poder del Estado –mayoría burguesa y gobierno–". En el caso de una fracción nacional del proletariado que está dividida en varios Estados, esto le obliga a separarse y a luchar bajo las condiciones internas de cada Estado, con lo cual, según Pannekoek: "Su comunidad de destino está rota." Esto, de nuevo, es entender de manera excluyente la comunidad de destino nacional, basada subjetivamente en la comunidad de carácter y cultura, y la comunidad de destino política, basada en los intereses de clase (y que sólo muy parcialmente puede llegar a ser comunidad de destino social mientras no se suprima a escala mundial el capitalismo y la vida de los pueblos se desarrolle actuando directamente a nivel histórico-mundial). Desde nuestro punto de vista, comunidad nacional y comunidad internacional pueden combinarse y desarrollarse simultáneamente en el proletariado, a condición de que no se tenga una visión estrecha tanto de la lucha de clase como de las necesidades del proletariado mismo.

No obstante, Pannekoek reafirma aquí que: "La conquista de la hegemonía política no es solamente una lucha por el poder de Estado, sino una lucha contra el poder de Estado. La revolución social que desembocará en el socialismo consiste esencialmente en vencer el poder del Estado por la potencia de la organización proletaria. Por eso debe ser realizada por el proletariado de todo el Estado. Esta lucha de liberación común contra el mismo enemigo es la experiencia más importante, por así decir, toda la historia de la vida del proletariado desde su primer despertar hasta la victoria. Ella hace de la clase obrera, no de la misma nación, sino del mismo Estado, una comunidad de destino. Sólo en Europa occidental, donde Estado y nación coinciden más o menos, la lucha librada en el terreno estatal-nacional por la hegemonía política da origen en el proletariado a comunidades de destino que coinciden con las naciones."

Teníamos entonces, completa razón, cuando afirmábamos que Pannekoek confunde la comunidad social y la comunidad política, y que acaba por oponerlas como equivalentes ya que las vincula en exclusiva a la burguesía como su fuerza constituyente.

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