Ricardo Fuego
Por qué no necesitamos un partido revolucionario
Índice
VI - El verdadero camino a la revolución, la autonomía
proletaria
"¿Y entonces?" -dirá el pensamiento socialdemócrata,
como último recurso de pragmatismo ante la testadurez de la historia-
"¿Nos sentamos a esperar que la revolución se haga
sola?"
Como la socialdemocracia no concibe movimiento que no dirija, no concibe
actividad que no tenga como fin "ganar la dirección"
del movimiento de l@s explotad@s. El mismo Lenin decía que hay
pocas fuerzas más poderosas que la costumbre, y la costumbre
de pensar como revolucionarios burgueses es demasiado fuerte en la izquierda
como para que desaparezca de un día para otro, ni siquiera con
los mejores argumentos del mundo. En esta época donde la lucha
de clases no se ha radicalizado lo suficiente, sólo un@s poc@s
podrán combatir y superar la visión socialdemócrata
de la revolución proletaria y el socialismo, porque debido al
bajo nivel de autoactividad de la clase obrera la mayoría de
la militancia de izquierda verá "confirmado" el principio
kautskysta-leninista según el cual la clase obrera no tiene más
alternativa que ser dirigida por su partido de clase.
Pero la solución a esto no viene de la mano de grupos revolucionarios
por la autonomía obrera (aunque su constitución es deseable
y necesaria). La contratendencia a la autonomía obrera que representan
tanto la izquierda como el sindicalismo solamente puede ser superada
por la autoactividad de la clase misma. Nosotros sí pensamos
que el proletariado es el sujeto revolucionario, por lo tanto el eje
de nuestra reflexión y de nuestra práctica pasa por su
praxis y no por las direcciones o candidatos a serlo. El nuestro es
un análisis materialista, no idealista, y por lo tanto hace el
eje en la praxis de l@s explotad@s, no en su conciencia4. Y así
como decimos que la emancipación de la clase obrera será
obra de ella misma, decimos que las razones del fracaso de la clase
obrera en su autoemancipación deben buscarse en su misma praxis.
Decimos que cuando en el movimiento proletario prima la organización
y el pensamiento sindical y partidario, esto es una manifestación
del carácter reformista de ese movimiento, de un bajo estadio
de autoactividad de la clase.
Sólo cuando el proletariado supera mediante su actividad autónoma
a las prácticas sindicales y partidarias y constituye sus organismos
de poder mediante la democracia directa podemos hablar de una praxis
revolucionaria. El proletariado no necesita de ningún partido
para hacer esto, lo hará espontáneamente una vez que las
condiciones de vida dentro del capitalismo se hagan insoportables y
haya comprobado en la práctica la inutilidad de las organizaciones
partidarias y sindicales. Esta conclusión será producto
no de una "teoría revolucionaria" venida del cielo
como el Maná, sino del debate colectivo sobre la experiencia
vivida. Debate colectivo al que los grupos revolucionarios por la autoemancipación
de la clase podemos contribuir a animar con nuestras opiniones.
L@s comunistas debemos acelerar este proceso de aprendizaje en base
a la experiencia y volverlo lo más consciente posible, y para
eso lo primero que tenemos que hacer es no obstaculizarlo con prácticas
alienantes. Esto requiere de una relación entre comunistas y
proletari@s que no sea la de partido/masas, dirigentes/dirigidos, maestros/alumnos.
E igualmente, una relación entre l@s mism@s comunistas que no
sea la de dirección/base, comité central/militancia.
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4 "La producción de las ideas, las representaciones
y la conciencia aparece, al principio, directamente entrelazada con
la actividad material y el trato material de los hombres, como el lenguaje
de la vida real. La formación de las ideas, el pensamiento, el trato
espiritual de los hombres se presentan aquí todavía como emanación directa
de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual,
tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes,
de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los
hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc.,
pero se trata de hombres reales y activos tal y como se hallan condicionados
por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el trato
que a él corresponde, hasta llegar a sus formas más lejanas. La
conciencia jamás puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser
de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la
ideología, los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en
la cámara oscura, este fenómeno proviene igualmente de su proceso histórico
de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina
proviene de su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario
de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre
la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte
de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco
del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar,
arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre
que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone
también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este
proceso de vida. (...) La moral, la religión, la metafísica y cualquier
otra ideología y las formas de conciencia que a ellos correspondan pierden,
así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia
ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción
material y su trato material cambian también, al cambiar esta realidad,
su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia
la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.
Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como si fuera
un individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que
corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente
y se considera la conciencia solamente como su conciencia." (Marx y
Engels - La ideología alemana, 4. Esencia de la concepción materialista
de la historia. El ser social y la conciencia social)
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