Roi Ferreiro
Qué hacer o la pregunta equivocada
Índice
6. La acción creativa de la clase y el autodesarrollo del proletariado
como sujeto revolucionario
Si el problema de la configuración del modo de actuar
de la clase obrera comienza -como hemos dicho anteriormente- en la acción
creativa y primigénea, en 'el comienzo que da lugar a todo lo
demás' (6), entonces el problema tiene que ser planteado como
el problema del desarrollo de la clase misma, no de su vanguardia.
Se trata, de nuevo, de la misma relación teoría-práctica,
ahora vista como división del trabajo entre masa y vanguardia,
esto es, en su forma subjetiva concreta dentro del movimiento proletario.
La pregunta es: ¿cómo contribuir a desarrollar la
acción creativa de la clase, capaz de conducirla hacia la conciencia
revolucionaria?
Si la teoría no es aquí determinante, entonces nuestra
reflexión ha de tratar meramente con las condiciones existentes
previamente: un sujeto social inscrito en relaciones sociales determinadas,
en las que funciona como fuerza productiva clave, y que para actuar
se caracteriza por crear relaciones sociales propias para articularse
como sujeto -pues las relaciones sociales normales le convierten
en objeto-. Dado esto, el desarrollo de su actividad creativa no
puede depender más que de dos factores, que vamos a considerar
a nivel puramente general:
1) la oposición entre la clase obrera como fuerza productiva
para el capital y la relación de producción capitalista
misma (que lleva a la decadencia del capitalismo como modo de producción);
2) la oposición entre la clase obrera como fuerza productiva
para sí, de su propio movimiento, y las relaciones sociales de
que se dota para constituirse en sujeto social independiente dentro
del marco actual (que, salvo intentos parciales y breves, en su
mayoría siempre han llevado hasta ahora no a la autonomía
de la clase, sino a la autonomización de las propias
organizaciones obreras frente a la clase misma y, bajo ciertas condiciones,
a su transformación en extensiones directas del poder capitalista).
La primera oposición se expresa en la crisis del capitalismo
y en el crecimiento tendencial de la lucha de clases. La segunda en
la crisis del movimiento obrero y en la lucha, dentro de la clase obrera,
por un movimiento obrero revolucionario. Y la primera es la base objetiva
del desarrollo de la segunda, mientras que es la segunda la que determina
si es o no posible la supresión de la primera.
A medida que las relaciones sociales creadas por el proletariado para
sí mismo posibilitan un desarrollo de su fuerza productiva, esto
es, del conjunto de sus capacidades y autoactividad sociales, tal que
se vuelve incompatible con la dominación del capital y con el
sometimiento mismo al trabajo asalariado (reconocido entonces como la
más abyecta degradación humana), así como a las
formas de ocio y cultura amoldadas a esta esclavitud, en esta medida
el proletariado se transforma a sí mismo y lucha por transformar
la sociedad en un sentido revolucionario. Tenemos, entonces, una respuesta
general a la pregunta de ¿cómo actuar? De
tal modo que nuestra praxis sirva a este autodesarrollo del proletariado
como sujeto revolucionario, considerado en todos sus componentes (práctico,
organizativo y teórico), y en sus distintos momentos
efectivos y constitutivos de su ser colectivo (creativo, reflexivo
y ejecutivo).
L@s seguidore/as de los partidos revolucionarios no comprenden todo
esto y su única reacción ante el hundimiento histórico
del viejo movimiento obrero no es otra que ver en él una catástrofe
a evitar. O sea, ya que ell@s mism@s no han hecho el trabajo de destruirlo
definitivamente, sino que tiene que ser la historia la que se encargue
de ello bajo la batuta de la burguesía, la que se encarque de
destruir progresiva y aceleradamente todo lo que quedaba en él
de "obrero", aún así ell@s se empeñan
en evitarlo. Desde el punto de vista histórico, pues, esa autoproclamada
"izquierda revolucionaria" es la fuerza más reaccionaria,
ya que intenta evitar lo inevitable y, además, lo justifica y
lo mistifica, oponiéndose así al progreso ulterior.
Al partir de la base de que lo que hay que hacer es propagar la ideología,
el programa y la organización del partido, estos "hombres
y mujeres de partido" tienen que ver la destrucción de sus
bases de acción tradicionales -del viejo movimiento obrero- como
una verdadera hecatombe. Para ellos es el fin. Y en eso tienen algo
de razón: o bien ell@s mism@s desaparecen, o bien se convierten
en l@s últim@s agentes del capital. (Como tercera posibilidad,
pueden elevarse a una nueva comprensión, pero todo su bagaje
les frena a cada paso y los aprisiona en una verdadera cárcel
ideológica). En realidad, al oponerse a lo inevitable, adoptan,
inconscientemente, el papel de agentes del capital y se esfuerzan -con
verdadero entusiasmo- en interpretarlo lo mejor posible dentro del teatro
levantado por el capital para distraer a l@s trabajadore/as de su vida
de miserias materiales y espirituales.
Nuestra actitud debe ser completamente diferente, pues la acción
creativa capaz de generar una nueva formación social ascendente
-la comunidad de l@s proletari@s revolucionari@s- sólo puede
existir, esencialmente, como autoactividad, no como actividad
determinada desde fuera o por factores externos (caso de una supuesta
teoría de vanguardia que vendría así a "complementar"
a la necesidad de acción de la masa, supuestamente ignorante).
Si la clase obrera no experimenta también la crisis y destrucción
de sus viejas formas de acción, de pensamiento y de organización,
que se vuelven inoperantes, desesperanzadoras y burguesas, entonces
ella misma no estará en condiciones de romper con todo ello y
de lanzarse a la acción creadora, abierta, capaz de transformar
radicalmente el mundo humano. Pues no sobra repetir que la creatividad
no proviene del pensamiento, sino que es lo que precede al pensamiento:
proviene de la interacción libre de los distintos factores de
la praxis como un todo (7).
Por consiguiente, la creatividad no se puede desarrollar a base de
predicar teorías, sino de desarrollar nuevas formas de práctica
que permitan el desarrollo libre de los individuos, a la vez en su vida
exterior y en su vida interior, como condición del desarrollo
libre colectivo.
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(6) Independientemente de que, para una minoría absolutamente
ínfima de la clase obrera, la comprensión teórica sea ya una realidad
-aunque para la mayoría de esta minoría, se trata todavía sólo de
una mistificación radicalizada de la ideología reformista, combinada,
en diversas medidas, con elementos netamente burgueses.
(7) En lo que se refiere a la autoactividad mental,
la creatividad proviene de la interacción caótica de la totalidad del
cerebro y, por extensión, del sistema nervioso -lo que, experimentado
conscientemente, es el silencio lúcido del que brota el pensamiento
y en el que es posible la contemplación consciente de los contenidos
mentales-.
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