Grupo de Comunistas de Conselhos da Galiza
La Red de Grupos Obreros (R-GGOO)

Índice

2. Criterios prácticos: superación de las divisiones y especializaciones

2.1. Sindicato industrial o Unión Obrera

El sindicalismo moderno por excelencia, que fundamenta su organización en los intereses inmediatamente individuales de l@s trabajadores/as, responde al modelo del sindicato industrial, que nació de la superación de las formas de organización por oficio (trade-unions: uniones de oficio).

Dado que el sindicalismo industrial parte de los intereses inmediatamente individuales, estos aparecen determinados, en la organización capitalista de la producción que surge con el desarrollo industrial continuado entre mediados del siglo XIX y pasados los mediados del XX, por la rama o tipo de industria a la que se pertenece, es decir, por el contenido material concreto de la producción que se realiza (contenido material del trabajo colectivo), y ya no por el contenido concreto del trabajo individual (oficio).

Al partir del contenido inmediato común del proceso de trabajo, el sindicalismo industrial no supera el contenido del sindicalismo de oficio, sino que supera su forma orgánica y crea otra más amplia y adaptada al modo de producción capitalista. Esto mismo podría decirse de la R-GGOO, pero ahora veremos por qué no.

La forma actual de la producción capitalista no es el resultado de un desarrollo natural de las fuerzas productivas. El paso de la gran fábrica centralizada a la conjunción de diversas fábricas o empresas entre las que se divide el trabajo obedece a la necesidad del capitalismo decadente de flexibilizar los costes laborales y a su necesidad de incrementar las divisiones entre el proletariado y entre l@s trabajadores/as en general. La cuestión es, por lo tanto, que no existe una correspondencia objetiva y necesaria entre el capitalismo y las formas de organización obrera. Que las formas de organización obrera no están en tanto tales determinadas por el capitalismo sino por el desarrollo de la conciencia de clase y por los objetivos de la clase que define. Es decir, que el sindicato es una forma de organización que se corresponde con una perspectiva reformista, y por esa razón tenía necesariamente que perder toda validez con la decadencia del reformismo. También por esto, la R-GGOO es la forma de masas que verdaderamente se corresponde a unas condiciones marcadas por la decadencia del capitalismo, la forma más amplia de un movimiento cuyo propósito final no puede ser otro que la Revolución proletaria.

Dado que el sindicato industrial (su definición histórica lo dice todo) organiza a los trabajadores y trabajadoras según su ramo o tipo de trabajo colectivo, tiende a dividirnos según nuestra participación en la producción o en la distribución, además de por oficio-profesión colectivo. Pero desde un punto de vista materialista, la separación existente en la organización de la economía capitalista como estructura y proceso en el que se realiza la circulación y la valorización del capital, no es entre producción y distribución, sino entre producción y consumo. Las unidades de producción no deben definirse, por consiguiente, en función de la idéntica especialización del trabajo, sino como unidades de valorización del capital que incluyen el proceso de distribución como parte esencial de su existencia y actividad. No existe división entre producción y mercado, excepto situándonos fuera del modo de producción capitalista (en la economía doméstica de subsistencia en la que no existe cambio monetario, o en la economía puramente especulativa que no produce valor objetivo).

Siguiendo la inspiración de la experiencia revolucionaria alemana de la AAUD (Unión General Obrera de Alemania) y de la AAUD-E (E de Organización Unitaria -política y económica-), la Unión Obrera tiene que tomar por base la organización de fábrica. Pero por "fábrica" no se refieren a la estrecha concepción sindicalista, sino a la unidad productiva real "la fábrica, la mina, los mecanismos, el complejo económico, el distrito comercial" (Otto Rühle). Estas intuiciones acerca de la organización capitalista de la producción como base real de la forma organizativa de masas del proletariado, cobran hoy mucha mayor vigencia que en los años 20 cuando se formularon. La fábrica como unidad de producción integrada, fue superada, y la unidad actual comprende procesos productivos cada vez más complejos, en los que intervienen directamente diversos oficios y sobretodo distintas ramas de la producción. Y, mientras, por otra parte, lo que era el cambio cualitativo del sindicato de oficio al sindicato de industria puede interpretarse como una recuperación reformista de esta experiencia, que no se limitaba a la aparición de las primeras organizaciones industriales puesto que estas eran la consumación de amplios procesos espontáneos de lucha de masas. Fueron el sindicalismo revolucionario, que apareció en épocas excepcionales de ascenso de la lucha proletaria, así como las tentativas organizadas de superar el sindicalismo como tal, los que dieron expresión organizativa a estas luchas unitarias por fábrica y industria, y es el sindicalismo corriente el que las asimila luego para poder ejercer de mediador entre obreros y patronos. Del mismo modo, hoy es necesario dar expresión a las luchas unitarias incipientes actuales, que, en los grandes centros productivos que fusionan ramos diversos, son el anticipo del que vendrá con el desarrollo capitalista en nuestra época.

La fábrica es, desde un punto de vista técnico, el sistema de transformación que realiza un producto particular. Sin embargo, en la estructura económica capitalista, el desarrollo productivo es también un desarrollo de la complejidad de la producción, interrelacionando claramente ramas enteras de la producción, algunas casi entera y permanentemente, otras más parcial y/o temporalmente. Como podrá verse, el modelo que proponemos plantea estructuras que podían haberse adoptado en épocas anteriores. Sin embargo, es la especialización productiva de las empresas -intensificada por la competitividad en el marco mundial de un sistema de organización descentralizada de la producción- y la formación generalizada de complejos de producción-distribución, lo que lleva a que estas estructuras complejas sean predominantes en la economía capitalista.

Aún así, llegamos algo tarde: con las tendencias a la diversificación acentuadas por las tendencias decadentes del capitalismo, y con el desarrollo en el proletariado de la movilidad laboral y de una cierta desespecialización profesional, la unidad orgánica basada en los complejos de producción-distribución tiene que complementarse necesariamente con la flexibilidad suficiente para interconectar y hacer interoperativa toda esa estructura cambiante, combinando los vínculos de masas en la producción real con los vínculos individualizados respecto de la empresa. P.e., una empresa del metal puede realizar actividades en el complejo naval y a la vez en el complejo de la construcción, de tal modo que cada colectivo de trabajadores se organiza primero por complejo -y pasa de una unión obrera a otra según alterna de un complejo a otro-, pero también constituye una coordinadora por empresa o corporación empresarial para los problemas específicos que surjan de dentro de la misma.

Las diferencias entre el sindicato industrial y a verdadera unión obrera se materializan en las estructuras orgánicas y en las políticas prácticas que realiza cada una de ellas. El sindicato industrial se estructura mediante federaciones por rama, separando el trabajo industrial del trabajo comercial y dividiendo por ramas a los trabajadores y trabajadoras implicados en un mismo complejo económico. Si la R-GGOO se basa en el desarrollo de la conciencia social y de la autoactividad de l@s trabajadores/as, el sindicalismo contribuye a la esclerosis de la conciencia de clase, el corporativismo y el reformismo en general. Esta división orgánica por rama no siempre es explícita, y puede estar encubierta tras estructuras de federación aglutinadoras, pero que más bien se caracterizan por subordinar sectores pequeños a los más grandes. Este criterio organizativo no es otra cosa que el reflejo de las concepciones organizativas que la burguesía aplica en la organización del trabajo, dividiéndonos en nuestras condiciones laborales por ramo, por empresa, por especialidad laboral, etc.

2.2. Los criterios para estructurar la R-GGOO abarcando los complejos económicos

Un complejo económico es la estructura de producción y distribución para desarrollar un mismo proceso económico. Este proceso económico se define por el producto final que realiza una necesidad social completa.

Los complejos pueden ser más o menos heterogéneos según los sectores y subsectores que engloben, las relaciones de producción intercapitalistas que los configuran pueden ser más o menos directas, y pueden existir muy distintos niveles de integración (permanencia de las relaciones entre empresas, entre ramos, etc.). Sin embargo, lo que define a un complejo es la realización de una misma necesidad social entendida de un modo completo y no especializado.

Las necesidades de vivienda, de alimentación, de vestido, de desplazamiento, de conocimiento, de entretenimiento, etc. son necesidades completas. La necesidad de muebles y la necesidad de casa son dos necesidades especializadas que se realizan mediante un mismo producto final no separable: la vivienda amueblada. La fábrica de muebles y la constructora de viviendas están así socialmente entrelazadas, aunque en sus relaciones directas no tengan integración significativa (los muebles son adquiridos por cuenta particular del propietario de la vivienda, y lo mismo la casa). Lo que cuenta aquí son las relaciones económicas reales. Lo que determina la existencia real de un complejo es la existencia de relaciones económicas que unifiquen la producción y, por consiguiente, la hagan más o menos interdependiente.

Por ejemplo, un conjunto de empresas de fontanería, albañilería, electricidad, etc. pueden estar integradas en la construcción de una misma edificación, existiendo entre ellas relaciones directas y permanentes de integración durante el proceso productivo (integración productiva directa). Otros casos pueden caracterizarse por la producción separada de elementos que luego se unen en un proceso de producción final, como p.e. la industria automovilística (integración productiva indirecta). O puede no haber integración de los procesos de producción, y enlazarse sólo a través del mercado (integración comercial), bien a través del consumo particular (indirecta) o bien a través de centros de distribución comunes (directa). Pero si la integración define la existencia o no de un complejo, su grado no es determinante. Lo que determina el grado de integración es la viabilidad del complejo analizado como base organizativa para el movimiento obrero, que debe buscar el modo de combinar el abarcamiento de todos los procesos económicos con una estructura lo más permanente posible para unificar ramos y empresas, sin caer en el sobredimensionamento o en la atomización.

Así llegamos a una serie de principios a valorar de cara a la organización sobre la base de los complejos económicos: la existencia y el grado de integración, las dimensiones de la masa trabajadora que comprenden, y la asunción de todos los procesos económicos.

Estos criterios han de aplicarse considerando la unidad del proceso de valorización del capital desde la perspectiva de la realización de la plusvalía, del consumo social (la cual, mirada desde otro punto de vista, es la perspectiva del valor de uso y de las necesidades humanas). Independientemente del nivel o grado de integración, todos los complejos económicos unifican su actividad en la realización de la plusvalía a través del consumo social. Incluso los complejos que no tengan integración productiva dependen de la realización de la plusvalía y ésta encuentra su unidad e interdependencia en el consumo final, particular o general.

Una vez claros los criterios para organizarse por complejo económico, hay que abordar el aspecto territorial. Los complejos son estructuras económicas flexibles y móviles, tal y como es la organización del trabajo. Los complejos pueden estar constituidos por distintas empresas de ramos diferentes que se encuentren a grandes distancias aunque, p.e., puedan integrarse en un mismo centro de trabajo para un proceso u obra determinados. De este modo, la R-GGOO implica una actitud internacionalista práctica por necesidad. La economía capitalista es un sistema mundial integrado. La organización de clase con base en los intereses inmediatos tiene que ser internacionalista, aunando estructuras de carácter nacional con sus propias características con estructuras internacionales que partan del principio de liberación nacional proletaria: autoconstitución del proletariado en nación, independencia constituyente en la configuración de las relaciones, y máxima autonomía para los asuntos particulares unida a la igualdad internacional (autonomía en la igualdad que no es ya un principio específico acerca de las relaciones internacionales, sino un principio esencial de todo el movimiento proletario en general).

2.3. La organización por complejo y la transformación de la lucha de clase

De este modo la organización obrera abarca desde el proceso de explotación del trabajo hasta el proceso de realización del plusvalor. La base de la valorización del capital son las relaciones de producción reales, la base de la autovalorización del proletariado también. Que estas relaciones sean más o menos directas o más o menos permanentes, no afecta, porque las relaciones comerciales y de consumo son las relaciones de reproducción de las que depende la producción, y las relaciones que existan aun esporádicamente pueden estar englobadas en un mismo mercado final (productos interdependientes).

Si el fin del circuito de la valorización del capital es el consumo social, el alcance último de la organización de clase está también en el consumo social. De este modo en la organización de clase se suprime la visión fragmentaria de la sociedad entre productores y consumidores, entre trabajo productivo e improductivo, entre trabajo técnico-administrativo y trabajo ejecutivo-productivo, etc.

El sindicato no sólo parte de la separación entre producción y distribución en su organización y vida internas, sino también trata separados los asuntos de ambas fases del proceso económico. La inflación, p.e., queda fuera del ámbito de actuación de las federaciones sindicales, y requiere una actuación centralizada que sólo pueden desarrollar los órganos centrales del sindicato. Con la organización unitaria por complejo, son directamente el conjunto de trabajadores/as quienes pueden actuar sobre las condiciones de consumo (precios, calidad de los productos, salubridad, etc.). Se crea así, también, la base para una lucha directa por la planificación de la producción en función de las necesidades sociales y no de los beneficios, de la gestión obrera sobre la vida económica.

La nueva concepción de la organización de masas suprime la separación entre el marco de organización y de lucha organizada de la clase y la función social de las estructuras productivas. El territorio organizativo, el complejo, se identifica en función de las necesidades sociales para las que existe, y la lucha organizada está así directamente vinculada a intereses generales de la sociedad, pudiendo expresar en su poder la voluntad e intereses generales de la sociedad frente a la dictadura capitalista. El proletariado consciente puede arrastrar a su lucha al conjunto de las masas, puesto que en sus objetivos puede considerar tanto su situación en la producción como la situación del consumo.

Esta estructuración unitaria de los intereses sociales de la clase obrera imprime en la conciencia de la clase que su lucha y su organización son la expresión no sólo de sus intereses particulares e inmediatos, sino también de los intereses generales de la mayoría de la sociedad. Se da, de este modo, un paso decisivo para superar la conciencia pequeñoburguesa definida en torno al oficio, el gremio, la empresa separada, etc.

La lucha en la esfera económica comprende las condiciones objetivas necesarias para elevar su potencia hasta el nivel político del poder del Capital. Desafía el sistema dictatorial de la Fábrica-Estado y le opone la autonomía del proletariado como clase. Aun agrupando a una minoría activa del proletariado, la R-GGOO significa la socavación práctica del dominio espiritual de la burguesía: es el movimiento de levantamiento de sus sepultureros.

La unión del conjunto de trabajadores/as en los complejos económicos posibilita que se haga sentir el peso del proletariado efectivamente central, tanto en la lucha de clases como en la dinamización de la conciencia de clase. Sin esto, l@s restantes trabajadores/las son, por su condición, presa fácil de la dominación ideológica y de la impotencia. La reconcentración de las fuerzas proletarias en unidades superiores a las de los sindicatos posibilita introducir en la lucha de clases a los segmentos proletarios aislados en el tejido microempresarial tanto agrario como industrial y comercial. Además, la concentración de fuerzas es la base para la lucha de clase ofensiva, para conquistar cambios substanciales, para un programa antagonista contra el capitalismo.

2.4. Las divisiones por remuneración y oficio

La especialización por ramo o proceso permite al Capital una jerarquización de las remuneraciones del trabajo, que aparecen como desigualdades "disimuladas" por la diversidad de estratos y categorías profesionales establecidos según sus funciones laborales en el proceso de producción-distribución.

Considerando unitariamente el proceso económico-social, puede calcularse la productividad media en jornada normal por cada puesto de trabajo, diferenciando estos no por oficio, sino según el nivel de cualificación necesario. Sobre esta base pueden homogeneizarse los salarios/sueldos y reducirse la diferenciación en la remuneración según las diferencias objetivas de la composición y duración del tiempo de trabajo. Estas incluirán no sólo el cálculo de las horas de trabajo y un baremo de la intensidad y de la cualificación que requiere el trabajo; evidentemente existirán complementos por peligrosidad, nocturnidad, etc. Se aplicará la norma: a trabajo equivalente, remuneración equivalente.

De esta manera se suprimirá la jerarquización capitalista, realizada en función de la importancia del trabajo para la efectivación de los procesos de valorización del capital, no en función de la productividad del trabajo y de su composición y características reales. Con el combate de la jerarquización capitalista de las remuneraciones perderá sentido la existencia del mando profesionalizado netamente improductivo y se suprimirá también la separación (remuneración, categorías, calidad de las condiciones de trabajo) entre trabajo productivo e improductivo en general (entre el personal inmediatamente productivo y el personal administrativo y técnico). Con este combate no sólo se potencia la unidad de l@s trabajadores/as al tiempo que se busca la elevación del poder económico de la clase, sino que además se cuestiona prácticamente la base económica de la jerarquía de poder en las unidades productivas. Sin privilegios no sólo se suprimen gastos improductivos que consumen una parte de la plusvalía procedente de la explotación obrera, sino que además se suprimen los pivotes prácticos del mando patronal. En la práctica, esta lucha, al tender a aplicar la regulación de la remuneración según el tiempo y demás cualidades objetivas del trabajo realizado, se orienta a establecer las bases económicas de la organización socialista de la producción.

Una vez determinadas con idéntico criterio la productividad, cualificación, etc., del trabajo improductivo que realiza el personal administrativo, técnico y de mando, este se remunerará siguiendo una única estructura de categorías profesionales con la correspondiente remuneración. Esta estructuración debe contemplar a su vez categorías profesionales únicas para medir el trabajo productivo, el administrativo, el técnico, el de transporte, etc. de tal modo que las distintas remuneraciones sean objetivamente contrastables. Se procurará la menor división posible de las categorías, limitando la variación a las que se refieren a la cualificación profesional (peón, peón especialista, oficiales, etc.), es decir, constituyendo categorías genéricas de producción, de tal modo que la distinción por función (peón productivo, peón administrativo, etc.) sólo tendrá sentido desde la perspectiva del deber del capitalista para con las condiciones de trabajo particulares ante un conflicto individual o parcial. Esta supresión de la división especializadora por criterios capitalistas es a la vez una construcción de la unidad subyacente de la clase en la actividad laboral cotidiana.

Por supuesto, también hay que luchar contra las jerarquías en la remuneración que existen entre las empresas, derivadas p.e. de convenios de empresa. En un mismo complejo de producción el proceso de valorización es un todo. Los mayores salarios y condiciones de trabajo de una empresa central son el resultado indirecto de salarios inferiores y peores condiciones laborales en las empresas periféricas o más pequeñas. Si las interrelaciones objetivas existentes por complejo productivo determinan un proceso social indivisible de producción y distribución, toda la masa trabajadora implicada en este proceso debe tener las mismas condiciones laborales en general (igualdad intersectorial).

Las distinciones por oficio pasarán a un plano secundario, que sólo será importante para la determinación de los complementos salariales por peligrosidad, toxicidad, penosidad. En estas compensaciones deben incluirse, para lograr la igualdad real, de complementos que comprendan todas las diferenciaciones provocadas por los distintos tipos de trabajo.

2.5. Las divisiones por convenios

Como ya dijimos, los sindicatos modernos se caracterizan por integrarse en la organización de la producción capitalista. Asumen sus principios orgánicos de especialización. Esto, además de efectivizarse en la estructura orgánica que adopta el sindicato, se efectiviza en la política sindical de negociación de convenios y acuerdos. Dado que no es admisible luchar por medidas revolucionarias tendentes a remunerar el trabajo según la medida del tiempo y a organizar la sociedad según el principio de satisfacer las necesidades individuales ("a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades"), la política sindical consiste en tentativas de compensar las características propias del capitalismo dejado a su libre albedrío. Pero esto sólo pueden realizarlo multiplicando los planos de negociación, tanto territorialmente como profesionalmente; los acuerdos más específicos necesitan las condiciones de los más generales, los de ámbito más reducido enmiendan los de ámbito más amplio. El resultado de esta política reformista es la división por marcos de negociación y la jerarquización de l@s trabajadores/as según sus condiciones económicas de trabajo (principalmente salariales, pero también en el plano del nivel de inversión obligado en medidas de seguridad, etc.) o sus condiciones de vida (seguridad social, protecciones por desempleo, pensiones, etc.).

La constante en todos los convenios es la tendencia a la especialización por rama profesional e incluso por proceso productivo particular, intensificándose la fragmentación de arriba a abajo, es decir, cuanto más próximo al control de la clase obrera está el marco de negociación colectiva más fragmentado está, provocando nuestra división institucionalizada. Otra característica muy importante y clara que mencionamos anteriormente, es la separación entre industria y comercio, entre clase obrera industrial y emplead@s, que se manifiesta también en la estructura de los convenios.

Aunque los convenios industriales estatales tienen a veces carácter integrador, e incluso incluyen cierta parte de la distribución, los otros convenios provinciales e interprovinciales menores tienden a desintegrar cada vez más, a especializar. Así, p.e., dentro de la construcción se excluyen ramas del metal que fabrican enrejado, y se divide entre construcción de edificaciones y obras públicas, materiales prefabricados para la construcción, derivados del cemento, etc.

En unos sectores la división se realiza mediante un criterio de especialización progresiva, como en la construcción, y en otros la división es más bien resultado de la reducción al ramo profesional, como en el metal, que sin embargo está integrado en parte importante en Galiza en los complejos navales..

La estructura por federaciones sindicales es la base para estructurar consecuentemente esta forma de reglamentación de las condiciones de la fuerza de trabajo, amoldada a la división jurídica del trabajo efectuada por el capital. La negociación colectiva acaba siendo una mera adecuación entre las estructuras sindicales y la organización de la producción propia del capitalismo, de tal modo que la especialización de los convenios y la fragmentación acaban apareciendo ante los ojos de la burocracia y dirigentes sindicales y de la clase obrera misma como algo natural y espontáneo, ocultando sus verdaderos principios. La clase obrera debe comprender que la oposición a su propia división pasa por la superación de las estructuras sindicales.

La R-GGOO lucha por convenios de complejo económico. En las empresas que realicen actividades diversas, se seguirá el convenio mejor para l@s trabajadores/as. La práctica reivindicativa de la R-GGOO debe combatir la especialización y la jerarquización que conlleva, buscando la igualdad social real en función del trabajo y de las necesidades. Esta práctica significa la descomposición de las condiciones económicas de la explotación de clase. La negociación no puede, por lo tanto, seguir siendo tal. La R-GGOO debe plantearse su lucha no como un mecanismo de presión al servicio de la negociación, sino como una demostración de poder destinada a imponerse por sí misma la asunción de las reivindicaciones. Es decir, la R-GGOO es un movimiento de apropiación revolucionaria del proletariado de sus condiciones de trabajo y de vida, de lucha por la construcción del poder proletario y la democracia obrera.

2.6. La participación institucional

Si defendemos la organización unitaria de l@s trabajadores/as por complejo económico, consecuentemente nos oponemos a la actual fragmentación establecida por los convenios (como a la estructura de las federaciones industriales de los sindicatos) y a la fragmentación de las estructuras representativas oficiales.

Esto nos proporciona una razón objetiva más para plantear la necesidad de combatir las actuales formas institucionales, además de por ser mecanismos de dominación del capital sobre el trabajo. La concesión de autonomía y respeto a los sindicatos y a la negociación legal por parte del Capital está circunscrita al mantenimiento general de la sumisión a sus intereses de valorización.

Además se comprende la necesidad de construir unidades delegativas más amplias, que deben de superar la negociación institucionalizada actual y sus bases orgánicas sindicalistas. Y que estas nuevas unidades delegativas de la clase sólo pueden ser levantadas y mantenidas por la unidad en fuerza y en conciencia de la clase misma.

Proponemos la formación de Consejos Obreros permanentes en todos los complejos de producción, que sean electos sin control patronal y en los que estén representados los colectivos de trabajadores/as de todas las empresas implicadas. Est@s delegad@s serán electos en número proporcional al número de plantilla efectiva, y ampliados o reducidos según este criterio. De este modo, este órgano unitario podrá actuar como centralizador de la combatividad y de la información, ser un órgano centralizado en el que exista elección proporcional y autonomía respecto de los asuntos específicos de cada empresa o rama (federalismo) y al mismo tiempo toma de decisiones por mayorías que afecten a toda a clase. Los recursos para su funcionamiento procederán de las aportaciones periódicas del conjunto de trabajadores/as. Según se intensifique la lucha de clases, estos centros movilizadores acabarán convirtiéndose en órganos del poder del proletariado contra el poder patronal y estatal, y unificándose a nivel nacional y luego internacional.

Como todas las conquistas históricas, el reconocimiento tácito o formal, por parte de la patronal y del Estado, de los organismos y organizaciones de la clase obrera y de sus objetivos y marcos de acción, será resultado de la lucha constante y dura de la clase obrera. No existe otra salida ni existirá. Y la contradicción entre estas formas de organización y acción de la clase y la existencia misma del capitalismo decadente convertirá esta lucha por la organización autónoma permanente de la clase, unida a la lucha por reivindicaciones inmediatas, en una lucha revolucionaria por el poder proletario y a transformación comunista del conjunto de la sociedad.

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