Grupo de Comunistas de Conselhos da Galiza
La Red de Grupos Obreros (R-GGOO)
Índice
2. Criterios prácticos: superación de las divisiones
y especializaciones
2.1. Sindicato industrial o Unión Obrera
El sindicalismo moderno por excelencia, que fundamenta su organización
en los intereses inmediatamente individuales de l@s trabajadores/as,
responde al modelo del sindicato industrial, que nació
de la superación de las formas de organización por oficio
(trade-unions: uniones de oficio).
Dado que el sindicalismo industrial parte de los intereses inmediatamente
individuales, estos aparecen determinados, en la organización
capitalista de la producción que surge con el desarrollo industrial
continuado entre mediados del siglo XIX y pasados los mediados del XX,
por la rama o tipo de industria a la que se pertenece, es decir, por
el contenido material concreto de la producción que se realiza
(contenido material del trabajo colectivo), y ya no por el contenido
concreto del trabajo individual (oficio).
Al partir del contenido inmediato común del proceso de trabajo,
el sindicalismo industrial no supera el contenido del sindicalismo de
oficio, sino que supera su forma orgánica y crea otra más
amplia y adaptada al modo de producción capitalista. Esto mismo
podría decirse de la R-GGOO, pero ahora veremos por qué
no.
La forma actual de la producción capitalista no es el resultado
de un desarrollo natural de las fuerzas productivas. El paso de la gran
fábrica centralizada a la conjunción de diversas fábricas
o empresas entre las que se divide el trabajo obedece a la necesidad
del capitalismo decadente de flexibilizar los costes laborales y a su
necesidad de incrementar las divisiones entre el proletariado y entre
l@s trabajadores/as en general. La cuestión es, por lo tanto,
que no existe una correspondencia objetiva y necesaria entre el capitalismo
y las formas de organización obrera. Que las formas de organización
obrera no están en tanto tales determinadas por el capitalismo
sino por el desarrollo de la conciencia de clase y por los objetivos
de la clase que define. Es decir, que el sindicato es una forma de organización
que se corresponde con una perspectiva reformista, y por esa razón
tenía necesariamente que perder toda validez con la decadencia
del reformismo. También por esto, la R-GGOO es la forma de masas
que verdaderamente se corresponde a unas condiciones marcadas por la
decadencia del capitalismo, la forma más amplia de un movimiento
cuyo propósito final no puede ser otro que la Revolución
proletaria.
Dado que el sindicato industrial (su definición histórica
lo dice todo) organiza a los trabajadores y trabajadoras según
su ramo o tipo de trabajo colectivo, tiende a dividirnos según
nuestra participación en la producción o en la distribución,
además de por oficio-profesión colectivo. Pero desde un
punto de vista materialista, la separación existente en la organización
de la economía capitalista como estructura y proceso en el que
se realiza la circulación y la valorización del capital,
no es entre producción y distribución, sino entre
producción y consumo. Las unidades de producción
no deben definirse, por consiguiente, en función de la idéntica
especialización del trabajo, sino como unidades de valorización
del capital que incluyen el proceso de distribución como parte
esencial de su existencia y actividad. No existe división entre
producción y mercado, excepto situándonos fuera del modo
de producción capitalista (en la economía doméstica
de subsistencia en la que no existe cambio monetario, o en la economía
puramente especulativa que no produce valor objetivo).
Siguiendo la inspiración de la experiencia revolucionaria alemana
de la AAUD (Unión General Obrera de Alemania) y de la AAUD-E
(E de Organización Unitaria -política y económica-),
la Unión Obrera tiene que tomar por base la organización
de fábrica. Pero por "fábrica" no se refieren
a la estrecha concepción sindicalista, sino a la unidad productiva
real "la fábrica, la mina, los mecanismos, el complejo
económico, el distrito comercial" (Otto Rühle).
Estas intuiciones acerca de la organización capitalista de la
producción como base real de la forma organizativa de masas del
proletariado, cobran hoy mucha mayor vigencia que en los años
20 cuando se formularon. La fábrica como unidad de producción
integrada, fue superada, y la unidad actual comprende procesos productivos
cada vez más complejos, en los que intervienen directamente diversos
oficios y sobretodo distintas ramas de la producción. Y, mientras,
por otra parte, lo que era el cambio cualitativo del sindicato de oficio
al sindicato de industria puede interpretarse como una recuperación
reformista de esta experiencia, que no se limitaba a la aparición
de las primeras organizaciones industriales puesto que estas eran la
consumación de amplios procesos espontáneos de lucha de
masas. Fueron el sindicalismo revolucionario, que apareció en
épocas excepcionales de ascenso de la lucha proletaria, así
como las tentativas organizadas de superar el sindicalismo como tal,
los que dieron expresión organizativa a estas luchas unitarias
por fábrica y industria, y es el sindicalismo corriente el que
las asimila luego para poder ejercer de mediador entre obreros y patronos.
Del mismo modo, hoy es necesario dar expresión a las luchas unitarias
incipientes actuales, que, en los grandes centros productivos que fusionan
ramos diversos, son el anticipo del que vendrá con el desarrollo
capitalista en nuestra época.
La fábrica es, desde un punto de vista técnico, el sistema
de transformación que realiza un producto particular. Sin embargo,
en la estructura económica capitalista, el desarrollo productivo
es también un desarrollo de la complejidad de la producción,
interrelacionando claramente ramas enteras de la producción,
algunas casi entera y permanentemente, otras más parcial y/o
temporalmente. Como podrá verse, el modelo que proponemos plantea
estructuras que podían haberse adoptado en épocas anteriores.
Sin embargo, es la especialización productiva de las
empresas -intensificada por la competitividad en el marco mundial de
un sistema de organización descentralizada de la producción-
y la formación generalizada de complejos de producción-distribución,
lo que lleva a que estas estructuras complejas sean predominantes en
la economía capitalista.
Aún así, llegamos algo tarde: con las tendencias a la
diversificación acentuadas por las tendencias decadentes del
capitalismo, y con el desarrollo en el proletariado de la movilidad
laboral y de una cierta desespecialización profesional, la unidad
orgánica basada en los complejos de producción-distribución
tiene que complementarse necesariamente con la flexibilidad suficiente
para interconectar y hacer interoperativa toda esa estructura cambiante,
combinando los vínculos de masas en la producción real
con los vínculos individualizados respecto de la empresa. P.e.,
una empresa del metal puede realizar actividades en el complejo naval
y a la vez en el complejo de la construcción, de tal modo que
cada colectivo de trabajadores se organiza primero por complejo -y pasa
de una unión obrera a otra según alterna de un complejo
a otro-, pero también constituye una coordinadora por empresa
o corporación empresarial para los problemas específicos
que surjan de dentro de la misma.
Las diferencias entre el sindicato industrial y a verdadera unión
obrera se materializan en las estructuras orgánicas y en
las políticas prácticas que realiza cada una de ellas.
El sindicato industrial se estructura mediante federaciones por rama,
separando el trabajo industrial del trabajo comercial y dividiendo por
ramas a los trabajadores y trabajadoras implicados en un mismo complejo
económico. Si la R-GGOO se basa en el desarrollo de la conciencia
social y de la autoactividad de l@s trabajadores/as, el sindicalismo
contribuye a la esclerosis de la conciencia de clase, el corporativismo
y el reformismo en general. Esta división orgánica por
rama no siempre es explícita, y puede estar encubierta tras estructuras
de federación aglutinadoras, pero que más bien se caracterizan
por subordinar sectores pequeños a los más grandes. Este
criterio organizativo no es otra cosa que el reflejo de las concepciones
organizativas que la burguesía aplica en la organización
del trabajo, dividiéndonos en nuestras condiciones laborales
por ramo, por empresa, por especialidad laboral, etc.
2.2. Los criterios para estructurar la R-GGOO abarcando los complejos
económicos
Un complejo económico es la estructura de producción
y distribución para desarrollar un mismo proceso económico.
Este proceso económico se define por el producto final que realiza
una necesidad social completa.
Los complejos pueden ser más o menos heterogéneos según
los sectores y subsectores que engloben, las relaciones de producción
intercapitalistas que los configuran pueden ser más o menos directas,
y pueden existir muy distintos niveles de integración (permanencia
de las relaciones entre empresas, entre ramos, etc.). Sin embargo, lo
que define a un complejo es la realización de una misma necesidad
social entendida de un modo completo y no especializado.
Las necesidades de vivienda, de alimentación, de vestido, de
desplazamiento, de conocimiento, de entretenimiento, etc. son necesidades
completas. La necesidad de muebles y la necesidad de casa son dos necesidades
especializadas que se realizan mediante un mismo producto final no separable:
la vivienda amueblada. La fábrica de muebles y la constructora
de viviendas están así socialmente entrelazadas, aunque
en sus relaciones directas no tengan integración significativa
(los muebles son adquiridos por cuenta particular del propietario de
la vivienda, y lo mismo la casa). Lo que cuenta aquí son las
relaciones económicas reales. Lo que determina la existencia
real de un complejo es la existencia de relaciones económicas
que unifiquen la producción y, por consiguiente, la hagan más
o menos interdependiente.
Por ejemplo, un conjunto de empresas de fontanería, albañilería,
electricidad, etc. pueden estar integradas en la construcción
de una misma edificación, existiendo entre ellas relaciones directas
y permanentes de integración durante el proceso productivo (integración
productiva directa). Otros casos pueden caracterizarse por la producción
separada de elementos que luego se unen en un proceso de producción
final, como p.e. la industria automovilística (integración
productiva indirecta). O puede no haber integración de los procesos
de producción, y enlazarse sólo a través del mercado
(integración comercial), bien a través del consumo particular
(indirecta) o bien a través de centros de distribución
comunes (directa). Pero si la integración define la existencia
o no de un complejo, su grado no es determinante. Lo que determina el
grado de integración es la viabilidad del complejo analizado
como base organizativa para el movimiento obrero, que debe buscar el
modo de combinar el abarcamiento de todos los procesos económicos
con una estructura lo más permanente posible para unificar ramos
y empresas, sin caer en el sobredimensionamento o en la atomización.
Así llegamos a una serie de principios a valorar de cara a
la organización sobre la base de los complejos económicos:
la existencia y el grado de integración, las dimensiones de la
masa trabajadora que comprenden, y la asunción de todos los procesos
económicos.
Estos criterios han de aplicarse considerando la unidad del proceso
de valorización del capital desde la perspectiva de la realización
de la plusvalía, del consumo social (la cual, mirada desde otro
punto de vista, es la perspectiva del valor de uso y de las necesidades
humanas). Independientemente del nivel o grado de integración,
todos los complejos económicos unifican su actividad en la realización
de la plusvalía a través del consumo social. Incluso los
complejos que no tengan integración productiva dependen de la
realización de la plusvalía y ésta encuentra su
unidad e interdependencia en el consumo final, particular o general.
Una vez claros los criterios para organizarse por complejo económico,
hay que abordar el aspecto territorial. Los complejos son estructuras
económicas flexibles y móviles, tal y como es la organización
del trabajo. Los complejos pueden estar constituidos por distintas empresas
de ramos diferentes que se encuentren a grandes distancias aunque, p.e.,
puedan integrarse en un mismo centro de trabajo para un proceso u obra
determinados. De este modo, la R-GGOO implica una actitud internacionalista
práctica por necesidad. La economía capitalista es un
sistema mundial integrado. La organización de clase con base
en los intereses inmediatos tiene que ser internacionalista, aunando
estructuras de carácter nacional con sus propias características
con estructuras internacionales que partan del principio de liberación
nacional proletaria: autoconstitución del proletariado en nación,
independencia constituyente en la configuración de las relaciones,
y máxima autonomía para los asuntos particulares unida
a la igualdad internacional (autonomía en la igualdad
que no es ya un principio específico acerca de las relaciones
internacionales, sino un principio esencial de todo el movimiento proletario
en general).
2.3. La organización por complejo y la transformación
de la lucha de clase
De este modo la organización obrera abarca desde el proceso
de explotación del trabajo hasta el proceso de realización
del plusvalor. La base de la valorización del capital son las
relaciones de producción reales, la base de la autovalorización
del proletariado también. Que estas relaciones sean más
o menos directas o más o menos permanentes, no afecta, porque
las relaciones comerciales y de consumo son las relaciones de reproducción
de las que depende la producción, y las relaciones que existan
aun esporádicamente pueden estar englobadas en un mismo mercado
final (productos interdependientes).
Si el fin del circuito de la valorización del capital es el
consumo social, el alcance último de la organización de
clase está también en el consumo social. De este modo
en la organización de clase se suprime la visión fragmentaria
de la sociedad entre productores y consumidores, entre trabajo productivo
e improductivo, entre trabajo técnico-administrativo y trabajo
ejecutivo-productivo, etc.
El sindicato no sólo parte de la separación entre
producción y distribución en su organización y
vida internas, sino también trata separados los asuntos de ambas
fases del proceso económico. La inflación, p.e.,
queda fuera del ámbito de actuación de las federaciones
sindicales, y requiere una actuación centralizada que sólo
pueden desarrollar los órganos centrales del sindicato. Con la
organización unitaria por complejo, son directamente el conjunto
de trabajadores/as quienes pueden actuar sobre las condiciones de consumo
(precios, calidad de los productos, salubridad, etc.). Se crea así,
también, la base para una lucha directa por la planificación
de la producción en función de las necesidades sociales
y no de los beneficios, de la gestión obrera sobre la vida económica.
La nueva concepción de la organización de masas suprime
la separación entre el marco de organización y de lucha
organizada de la clase y la función social de las estructuras
productivas. El territorio organizativo, el complejo, se identifica
en función de las necesidades sociales para las que existe, y
la lucha organizada está así directamente vinculada a
intereses generales de la sociedad, pudiendo expresar en su poder la
voluntad e intereses generales de la sociedad frente a la dictadura
capitalista. El proletariado consciente puede arrastrar a su lucha al
conjunto de las masas, puesto que en sus objetivos puede considerar
tanto su situación en la producción como la situación
del consumo.
Esta estructuración unitaria de los intereses sociales de la
clase obrera imprime en la conciencia de la clase que su lucha y su
organización son la expresión no sólo de sus intereses
particulares e inmediatos, sino también de los intereses generales
de la mayoría de la sociedad. Se da, de este modo, un paso decisivo
para superar la conciencia pequeñoburguesa definida en torno
al oficio, el gremio, la empresa separada, etc.
La lucha en la esfera económica comprende las condiciones objetivas
necesarias para elevar su potencia hasta el nivel político del
poder del Capital. Desafía el sistema dictatorial de la Fábrica-Estado
y le opone la autonomía del proletariado como clase. Aun agrupando
a una minoría activa del proletariado, la R-GGOO significa la
socavación práctica del dominio espiritual de la burguesía:
es el movimiento de levantamiento de sus sepultureros.
La unión del conjunto de trabajadores/as en los complejos económicos
posibilita que se haga sentir el peso del proletariado efectivamente
central, tanto en la lucha de clases como en la dinamización
de la conciencia de clase. Sin esto, l@s restantes trabajadores/las
son, por su condición, presa fácil de la dominación
ideológica y de la impotencia. La reconcentración de las
fuerzas proletarias en unidades superiores a las de los sindicatos posibilita
introducir en la lucha de clases a los segmentos proletarios aislados
en el tejido microempresarial tanto agrario como industrial y comercial.
Además, la concentración de fuerzas es la base para
la lucha de clase ofensiva, para conquistar cambios substanciales,
para un programa antagonista contra el capitalismo.
2.4. Las divisiones por remuneración y oficio
La especialización por ramo o proceso permite al Capital una
jerarquización de las remuneraciones del trabajo, que aparecen
como desigualdades "disimuladas" por la diversidad de estratos
y categorías profesionales establecidos según sus funciones
laborales en el proceso de producción-distribución.
Considerando unitariamente el proceso económico-social, puede
calcularse la productividad media en jornada normal por cada puesto
de trabajo, diferenciando estos no por oficio, sino según el
nivel de cualificación necesario. Sobre esta base pueden homogeneizarse
los salarios/sueldos y reducirse la diferenciación en la remuneración
según las diferencias objetivas de la composición y duración
del tiempo de trabajo. Estas incluirán no sólo el cálculo
de las horas de trabajo y un baremo de la intensidad y de la cualificación
que requiere el trabajo; evidentemente existirán complementos
por peligrosidad, nocturnidad, etc. Se aplicará la norma: a trabajo
equivalente, remuneración equivalente.
De esta manera se suprimirá la jerarquización capitalista,
realizada en función de la importancia del trabajo para la efectivación
de los procesos de valorización del capital, no en función
de la productividad del trabajo y de su composición y características
reales. Con el combate de la jerarquización capitalista de las
remuneraciones perderá sentido la existencia del mando profesionalizado
netamente improductivo y se suprimirá también la separación
(remuneración, categorías, calidad de las condiciones
de trabajo) entre trabajo productivo e improductivo en general (entre
el personal inmediatamente productivo y el personal administrativo y
técnico). Con este combate no sólo se potencia la unidad
de l@s trabajadores/as al tiempo que se busca la elevación del
poder económico de la clase, sino que además se cuestiona
prácticamente la base económica de la jerarquía
de poder en las unidades productivas. Sin privilegios no sólo
se suprimen gastos improductivos que consumen una parte de la plusvalía
procedente de la explotación obrera, sino que además se
suprimen los pivotes prácticos del mando patronal. En la práctica,
esta lucha, al tender a aplicar la regulación de la remuneración
según el tiempo y demás cualidades objetivas del trabajo
realizado, se orienta a establecer las bases económicas de la
organización socialista de la producción.
Una vez determinadas con idéntico criterio la productividad,
cualificación, etc., del trabajo improductivo que realiza el
personal administrativo, técnico y de mando, este se remunerará
siguiendo una única estructura de categorías profesionales
con la correspondiente remuneración. Esta estructuración
debe contemplar a su vez categorías profesionales únicas
para medir el trabajo productivo, el administrativo, el técnico,
el de transporte, etc. de tal modo que las distintas remuneraciones
sean objetivamente contrastables. Se procurará la menor división
posible de las categorías, limitando la variación a las
que se refieren a la cualificación profesional (peón,
peón especialista, oficiales, etc.), es decir, constituyendo
categorías genéricas de producción, de
tal modo que la distinción por función (peón productivo,
peón administrativo, etc.) sólo tendrá sentido
desde la perspectiva del deber del capitalista para con las condiciones
de trabajo particulares ante un conflicto individual o parcial. Esta
supresión de la división especializadora por criterios
capitalistas es a la vez una construcción de la unidad subyacente
de la clase en la actividad laboral cotidiana.
Por supuesto, también hay que luchar contra las jerarquías
en la remuneración que existen entre las empresas, derivadas
p.e. de convenios de empresa. En un mismo complejo de producción
el proceso de valorización es un todo. Los mayores salarios y
condiciones de trabajo de una empresa central son el resultado indirecto
de salarios inferiores y peores condiciones laborales en las empresas
periféricas o más pequeñas. Si las interrelaciones
objetivas existentes por complejo productivo determinan un proceso social
indivisible de producción y distribución, toda
la masa trabajadora implicada en este proceso debe tener las mismas
condiciones laborales en general (igualdad intersectorial).
Las distinciones por oficio pasarán a un plano secundario,
que sólo será importante para la determinación
de los complementos salariales por peligrosidad, toxicidad, penosidad.
En estas compensaciones deben incluirse, para lograr la igualdad real,
de complementos que comprendan todas las diferenciaciones provocadas
por los distintos tipos de trabajo.
2.5. Las divisiones por convenios
Como ya dijimos, los sindicatos modernos se caracterizan por integrarse
en la organización de la producción capitalista. Asumen
sus principios orgánicos de especialización. Esto, además
de efectivizarse en la estructura orgánica que adopta el sindicato,
se efectiviza en la política sindical de negociación de
convenios y acuerdos. Dado que no es admisible luchar por medidas revolucionarias
tendentes a remunerar el trabajo según la medida del tiempo y
a organizar la sociedad según el principio de satisfacer las
necesidades individuales ("a cada cual según sus necesidades,
de cada cual según sus capacidades"), la política
sindical consiste en tentativas de compensar las características
propias del capitalismo dejado a su libre albedrío. Pero esto
sólo pueden realizarlo multiplicando los planos de negociación,
tanto territorialmente como profesionalmente; los acuerdos más
específicos necesitan las condiciones de los más generales,
los de ámbito más reducido enmiendan los de ámbito
más amplio. El resultado de esta política reformista es
la división por marcos de negociación y la jerarquización
de l@s trabajadores/as según sus condiciones económicas
de trabajo (principalmente salariales, pero también en el plano
del nivel de inversión obligado en medidas de seguridad, etc.)
o sus condiciones de vida (seguridad social, protecciones por desempleo,
pensiones, etc.).
La constante en todos los convenios es la tendencia a la especialización
por rama profesional e incluso por proceso productivo particular, intensificándose
la fragmentación de arriba a abajo, es decir, cuanto más
próximo al control de la clase obrera está el marco de
negociación colectiva más fragmentado está, provocando
nuestra división institucionalizada. Otra característica
muy importante y clara que mencionamos anteriormente, es la separación
entre industria y comercio, entre clase obrera industrial y emplead@s,
que se manifiesta también en la estructura de los convenios.
Aunque los convenios industriales estatales tienen a veces carácter
integrador, e incluso incluyen cierta parte de la distribución,
los otros convenios provinciales e interprovinciales menores tienden
a desintegrar cada vez más, a especializar. Así, p.e.,
dentro de la construcción se excluyen ramas del metal que fabrican
enrejado, y se divide entre construcción de edificaciones y obras
públicas, materiales prefabricados para la construcción,
derivados del cemento, etc.
En unos sectores la división se realiza mediante un criterio
de especialización progresiva, como en la construcción,
y en otros la división es más bien resultado de la reducción
al ramo profesional, como en el metal, que sin embargo está integrado
en parte importante en Galiza en los complejos navales..
La estructura por federaciones sindicales es la base para estructurar
consecuentemente esta forma de reglamentación de las condiciones
de la fuerza de trabajo, amoldada a la división jurídica
del trabajo efectuada por el capital. La negociación colectiva
acaba siendo una mera adecuación entre las estructuras sindicales
y la organización de la producción propia del capitalismo,
de tal modo que la especialización de los convenios y la fragmentación
acaban apareciendo ante los ojos de la burocracia y dirigentes sindicales
y de la clase obrera misma como algo natural y espontáneo, ocultando
sus verdaderos principios. La clase obrera debe comprender que la oposición
a su propia división pasa por la superación de las estructuras
sindicales.
La R-GGOO lucha por convenios de complejo económico. En las
empresas que realicen actividades diversas, se seguirá el convenio
mejor para l@s trabajadores/as. La práctica reivindicativa de
la R-GGOO debe combatir la especialización y la jerarquización
que conlleva, buscando la igualdad social real en función del
trabajo y de las necesidades. Esta práctica significa la descomposición
de las condiciones económicas de la explotación de clase.
La negociación no puede, por lo tanto, seguir siendo tal. La
R-GGOO debe plantearse su lucha no como un mecanismo de presión
al servicio de la negociación, sino como una demostración
de poder destinada a imponerse por sí misma la asunción
de las reivindicaciones. Es decir, la R-GGOO es un movimiento de apropiación
revolucionaria del proletariado de sus condiciones de trabajo y de vida,
de lucha por la construcción del poder proletario y la democracia
obrera.
2.6. La participación institucional
Si defendemos la organización unitaria de l@s trabajadores/as
por complejo económico, consecuentemente nos oponemos a la actual
fragmentación establecida por los convenios (como a la estructura
de las federaciones industriales de los sindicatos) y a la fragmentación
de las estructuras representativas oficiales.
Esto nos proporciona una razón objetiva más para plantear
la necesidad de combatir las actuales formas institucionales, además
de por ser mecanismos de dominación del capital sobre el trabajo.
La concesión de autonomía y respeto a los sindicatos y
a la negociación legal por parte del Capital está circunscrita
al mantenimiento general de la sumisión a sus intereses de valorización.
Además se comprende la necesidad de construir unidades delegativas
más amplias, que deben de superar la negociación institucionalizada
actual y sus bases orgánicas sindicalistas. Y que estas nuevas
unidades delegativas de la clase sólo pueden ser levantadas y
mantenidas por la unidad en fuerza y en conciencia de la clase misma.
Proponemos la formación de Consejos Obreros permanentes en
todos los complejos de producción, que sean electos sin control
patronal y en los que estén representados los colectivos de trabajadores/as
de todas las empresas implicadas. Est@s delegad@s serán electos
en número proporcional al número de plantilla efectiva,
y ampliados o reducidos según este criterio. De este modo, este
órgano unitario podrá actuar como centralizador de la
combatividad y de la información, ser un órgano centralizado
en el que exista elección proporcional y autonomía respecto
de los asuntos específicos de cada empresa o rama (federalismo)
y al mismo tiempo toma de decisiones por mayorías que afecten
a toda a clase. Los recursos para su funcionamiento procederán
de las aportaciones periódicas del conjunto de trabajadores/as.
Según se intensifique la lucha de clases, estos centros movilizadores
acabarán convirtiéndose en órganos del poder del
proletariado contra el poder patronal y estatal, y unificándose
a nivel nacional y luego internacional.
Como todas las conquistas históricas, el reconocimiento tácito
o formal, por parte de la patronal y del Estado, de los organismos y
organizaciones de la clase obrera y de sus objetivos y marcos de acción,
será resultado de la lucha constante y dura de la clase obrera.
No existe otra salida ni existirá. Y la contradicción
entre estas formas de organización y acción de la clase
y la existencia misma del capitalismo decadente convertirá esta
lucha por la organización autónoma permanente de la clase,
unida a la lucha por reivindicaciones inmediatas, en una lucha revolucionaria
por el poder proletario y a transformación comunista del conjunto
de la sociedad.
Siguiente >>
|