16. Teo. Trinidad. Teología del Espíritu Santo en el NT
16. Teología de la Trinidad  

TEOLOGÍA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL NT

La teología del Espíritu Santo o Pneumatología está presente en el NT junto con las grandes catequesis trinitario bautismales. Tiene un lugar propio y diferente, no es una prolongación psicológica de la Iglesia, ni un atributo de la divinidad, es Dios mismo con una relación propia y distinta a la del Hijo y a la del Padre. El Espíritu Santo cubre la función asistencial que le corresponde, tiene personalidad propia y distinta a la del Padre y a la del Hijo, aún siendo Dios mismo. La referencia de Cristo y el envío del Paráclito, el Abogado, el Defensor, el Consolador, el que os ayudará a recordar todo, está presente en los relatos Evangélicos.

El Espíritu Santo es artífice de la referencia directa a los tiempos mesiánicos. Ya estaba presente en el AT, Is 61, 1, que dibujaba un Mesías lleno de Espíritu en el futuro reino. Lucas 4, 18 recoge este texto de Isaías. En Mc 3, 28-30; Lc 12, 10 y Mt 12, 31, se habla de que la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada. Es una referencia a la libertad de autoexclusión de los hombres ante el pecado y frente Dios. Interpretamos estos textos desde el código socio-religioso del milagro, Dios sólo actúa para confirmar al justo, el que se cierra a la acción de Dios se queda fuera.

En el Evangelista Lucas, la acción del espíritu es llamada frecuentemente "dunamis", como una virtud del Altísimo, "el Espíritu os inspirará lo que habréis de decir", y lo llama promesa de Dios. El mismo libro de los Hechos es considerado como el Evangelio del Espíritu Santo, que es el verdadero y constante protagonista del relato. Podemos afirmar desde la Palabra que toda la vida de la Iglesia es una acción extraordinaria del Espíritu Santo: es el que mueve la Iglesia naciente. La imposición de las manos, como gesto y costumbre Judía para dar la primogenitura, es repetido por los apóstoles como gesto de la trasmisión y comunicación del Espíritu Santo. La iglesia es esencialmente "pneumatológica", (pneuma =espíritu, soplo). Cristo pone los cimientos, es la piedra angular, pero la vida de esa Iglesia se hace mediante su Espíritu. Si perdemos esta referencia al Espíritu Santo en la vida de la Iglesia correremos el riesgo de "normativizar" en exceso nuestra vida comunitaria y eclesial.

La Iglesia de Hechos y de San Pablo es consciente de su vinculación con la fuerza de Dios, con la persona del Espíritu, el Abogado y Defensor. El criterio de discernimiento de la presencia carismática y plural del Espíritu es el amor, el primero de los frutos de Dios. Por eso los carismas son del Espíritu cuando crean comunión, ayudan en el amor fraterno, son pacientes y fieles en el tiempo,... El Espíritu tiene una presencia muy especial, en San Pablo, lo llama frecuentemente Espíritu del Padre, Espíritu Santo o Espíritu de Cristo, expresando así los frutos y carismas propios que produce. Le atribuye funciones diferentes a las de Cristo, gime en nosotros, vive en nosotros,...

La literatura joánica construye la doctrina trinitaria más perfecta del NT. Es el único que habla del Paráclito, proporcionando unos conceptos distintos a los empleados en otros textos. En San Juan, Cristo sigue viviendo en sus discípulos, y lo hace por medio del Paráclito, así aparece ratificado en Jn 14, 15-17: Jesús es abogado ante el Padre, y el Espíritu lo es ante los hombres. Es significativo que este Espíritu Santo no haga nuevas revelaciones, sino que confirma la verdad, desde el recordar y entender lo que Cristo nos dice, tal como menciona Jn 14, 23. No hay por tanto, nuevas verdades, sino que el Espíritu dará testimonio en sus discípulos, tendrá un especial trabajo en la misión. Finalmente el Espíritu tiene la función de guiarnos hacia la verdad completa, según indica Jn 16, 12-15, es un camino de acercamiento. Nadie puede atribuirse ninguna nueva revelación, sino que hay que dejarse guiar por el Espíritu Santo y penetrar más y más en el mensaje y la Verdad que es Cristo. La función de inspirar a la Iglesia naciente, y más tarde de asistirla en su fidelidad y misión son centrales para la comprensión del Misterio Trinitario y de la Iglesia, comprendido desde una perspectiva dinámica, no estática.

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