16. Teo. Trinidad. Teología trinitaria en el Concilio Vaticano II
16. Teología de la Trinidad  

TEOLOGÍA TRINITARIA EN EL CONCILIO VATICANO II.

La teología Conciliar no abordó el tema trinitario, que estaba suficientemente dilucidado y aclarado de siglos anteriores. Lo que sí hace es iluminarlo con una teología menos estática y más dinámica. No busca definiciones ni descripciones de la Trinidad, presenta la Trinidad como Dios abierto a los hombres y en diálogo con ellos. La Trinidad se articula y explica como una comunión tripersonal, una eterna cohesión, una unidad de amor radical, en permanente auto-donación. De ahí las relaciones de origen mutuo, basadas en el amor. En resumen, el Concilio ve en éstas un modelo supremo de lo que debe ser la Iglesia y lo que debe ser el hombre.

Encontramos referencias trinitarias destacables en los planteamientos de diferentes e importantes documentos Conciliares. Normalmente se ubican al principio de los mismos; sirviendo de encuadre general y punto de partida a los grandes problemas humanos y eclesiales del momento. En Lumen Gentium 2-5, Ad Gentes 2-5, Gaudium et Spes 12-17 y 22, Dei Verbum 3-4 o Sacrosanctum Concilium 5-7 encontramos algunas de éstas referencias esenciales para la construcción de los documentos.

La Lumen Gentium 2-5 (LG) es Constitución dogmática sobre la Iglesia. Fue aprobada en la tercera etapa Conciliar, con una abrumadora mayoría, en noviembre del 64. Éste documento recoge el pensamiento de algunos teólogos destacados, entre los que encontramos especialmente a Henry de Lubac y a Congar, llevados a las aulas conciliares y a las sesiones de la mano de Juan XXIII y Pablo VI. Los dos últimos capítulos de la LG tratan de escatología y mariología respectivamente. Se añadieron por razones que ahora no vamos a entrar. El resto recoge la eclesiología deseada por los Padres conciliares.

La LG dice en su número 2 que la voluntad de Dios Padre eterno es la salvación de los hombres. De ahí la creación y la elevación del hombre para participar de la vida divina. A pesar del pecado, el hombre no fue abandonado, y Dios estableció convocar, a quienes creen en Cristo, en la Santa Iglesia Católica. Esta Iglesia fue preparada y prefigurada, constituida desde el Espíritu Santo. Al final todos los hombres serán congregados en una Iglesia universal, en la casa del Padre. Es interesante ver como la Trinidad es expresada en aplicación a la salvación de los hombres y a la Iglesia. En el número 3 alude a Cristo, al Hijo enviado del Padre, cómo desde su fecundidad, vida y palabra, se manifiesta y tiene lugar la comunidad eclesial, el grupo de los seguidores del Señor están vinculados en una unión indisoluble y eterna con Él. El número 4 nos descubre al Espíritu Santo como vivificador y santificador de la Iglesia, desde Pentecostés. El Espíritu habita en la Iglesia y en los fieles, ora en ellos, guía a toda la Iglesia hacia la verdad, la unifica en la comunión y el ministerio, y la mantiene rejuvenecida y renovada constantemente. Termina este texto diciendo que "Y así toda la iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

El segundo documento que mencionamos es el decreto Ad Gentes números 4 y 5, sobre la actividad misionera de la Iglesia. Posteriormente ha sido desarrollada y actualizada por la exhortación "Evangelii Nuntiandi", del Papa Pablo VI en el año 75, dedicada a la Evangelización en el mundo contemporáneo. El documento AG fue aprobado en la última sesión conciliar, en la cuarta, en Diciembre del 65, con la clausura del Concilio. Para el estudio de la Trinidad es importante destacar como el documento, en esos números dos al cinco, aborda la cuestión trinitaria desde la misión de Dios para los hombres. Los principios doctrinales parten del Padre y sus designios, el texto explica en éste número segundo la vocación trinitaria al amor respectivo, la creación e invitación a los hombres a participar con Él. El número tres alude a la misión del Hijo en la realización de la salvación del género humano. El Hijo es enviado por el Padre como mediador entre Dios y los hombres, se encarnó, sirvió y dio su vida por los hombres. En el numero cuarto elabora y explica la misión del Espíritu Santo: presente en la concepción de María, asistiendo a Cristo en la oración, siendo enviado por el Hijo para los hombres y su Iglesia. En el número cinco, articula el Concilio la misión de la iglesia, que en último extremo es atraer a los hombres al Padre, desde la obediencia al mandato de Cristo y movida por la gracia y caridad del Espíritu Santo.

El tercer documento que examinamos es Gaudium et Spes 12 al 17 y el número 22. Esta Constitución Pastoral trata de la Iglesia en el mundo actual, fue aprobada en la última etapa del Concilio, también en Diciembre del 65. Es promulgado solemnemente como Constitución pastoral. Este documento, con un espíritu y talante positivo, dialogante con el mundo, presenta en los números 12 al 17 algunas referencias a la Trinidad, pero lo hace de manera indirecta, está abordando la dignidad de la persona humana, el hombre creado a imagen y semejanza de Dios, en comunidad y como hombre y mujer. Es un reflejo de la Trinidad Santa. Continúa el Concilio hablando del pecado, la libertad, la conciencia o la capacidad del hombre para responder a su dignidad y a la de los demás, imagen y reflejo de Dios. Estamos en un contexto antropológico, la Trinidad inhabita el corazón del hombre, el hombre está invitado a escuchar. En el número 22, alude finalmente a Cristo, el nuevo modelo de hombre, imagen perfecta de Dios invisible. Cristo muere por todos los hombres, el Espíritu Santo se ofrece a todos para que se asocien al Misterio Pascual. Todo este número 22 es vital para nuestro desarrollo posterior de la antropología teológica, que ya descubrimos trinitaria y cristológica.

No vamos a estudiar DV números 3 y 4, porque ya lo hicimos cuando vimos la teología de la revelación. Nos basta simplemente indicar como aparece de nuevo la trinidad en una dimensión viva y dinámica, económica y deseando el diálogo amoroso con los hombres.

Finalmente nos vamos al ultimo texto Vamos al texto de la Sacrosanctum Concilium, números 5-7. Estamos ante el primer documento aprobado por el Concilio, en la primera sesión conciliar, en el Diciembre del 63. Se nota en éste documento una teología aún no tan evolucionada como la última del Concilio, bastante más avanzada y transformada. Esta Constitución sobre Liturgia recoge en estos números 5 al 7 la naturaleza de la Liturgia, enganchada en la obra de salvación de Cristo, que enviado por el Padre y ungido por el Espíritu Santo es Mediador entre Dios y los hombres, Él nos redime muriendo y resucitando a una vida nueva. Esa obra de redención la continuamos en la Iglesia con la realización de la liturgia. Por eso Cristo está siempre presente en ella, con el Padre y el Espíritu. Es evidente, la Iglesia realiza su fe en un encuentro con Dios. El misterio celebrativo se hace en el nombre de la Trinidad Santa, bajo su presencia e invocación. La fórmula trinitaria está presente innumerables veces en los ritos y las palabras de la celebración, en el inicio, en las oraciones, en los prefacios, las doxologías, bendiciones,... Constantemente se celebra en la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo.

El Concilio, sin necesidad de replantear el dogma trinitario, lo vuelve a colocar en la dinámica de la relación con los hombres y con la Iglesia. Es interesante constatar como la vida cristiana particular sigue considerando éste misterio como alejado de los hombres, especialmente en lo referente a la presencia del Espíritu Santo. Es importante recuperar para la vida pastoral de la comunidad cristiana la presencia trinitaria, viva y dinámica, relacionada con los hombres, con la vida litúrgica, con la Iglesia, con la creación y el mundo. El Concilio no puede ser letra muerta, hay que hacerlo vida en nuestra vida cristiana.

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