LA CRISTOLOGÍA DE LOS PADRES APOSTÓLICOS.

La Iglesia primitiva se encuentra sin una cultura filosófica determinada, están predicando desde lo que Cristo dijo e hizo. A falta de una filosofía emplean el simbolismo bíblico. Frente a la Iglesia van surgiendo grupos heréticos judeocristianos, que rechazan la divinidad de Cristo y la doctrina trinitaria. Estamos hablando de los ebionitas, celintianos y elkasitas, que afirman a Jesucristo como un gran profeta, que recibió del bautista la sabiduría de Dios, la "ruah" y poco más. Suelen rechazar a San Pablo, como un renegado que huye del Judaísmo. En el fondo son grupos que no están convertidos al cristianismo, son aún demasiado judaizantes, y confunden el monoteísmo con la fe trinitaria.

Otros grupos heréticos son los docetas. Son Judíos, pero en éste caso cercanos a mezclar la filosofía, el platonismo y algunas mitologías pseudocristianas. Son grupos gnósticos, sincretistas, entre los que nos podemos encontrar con los Marcionitas o los Valentinianos. Entre sus tesis encontramos un dualismo creacionista. En la explicación de Cristo aluden a un Dios que manda al espíritu y al logos para enseñar a los hombres a liberarse de la materia. Cristo sería un eón enviado por Dios para mostrar a la humanidad el camino para liberarse de la materia, haciendo una catarsis. Para ellos la emanación es esencial, Jesús no tendría un cuerpo real. En su exagerado odio a la materia prohíben el matrimonio por ser reproductor de la misma.

Los Padres Apostólicos se oponen a éstos grupos defendiendo la preexistencia y la eternidad del Hijo y su encarnación. Usan para ello un lenguaje "pneumatológico", (pneuma es espíritu en griego), extraño para nosotros, "el hijo de Dios pre-existente o eterno, que es espíritu divino, se unió a la naturaleza humana en el Cristo histórico". Es una cristología del Espíritu, muy primitiva. Algunos de éstos autores hablan de la habitación del Cristo pneumático pre-existente en el hombre Jesús. Otros prefieren hablar de cristología pneumática pero de encarnación, dejando así a Cristo más claro su ser de hombre completo.

San Ignacio de Antioquía afirma, desde una teología joánica: "Cristo era junto al Padre antes de los siglos, y al fin apareció, procedió de un Padre, estaba junto al Uno, y volvió a Él". También San Policarpo anatematiza a los que huyen de confesar que Jesucristo vino en la carne. "El espíritu que era se hizo carne".

Están empleando terminología Bíblica, cultura semita, aunque pretenden responder a consideraciones que se les escapan, de un mundo helénico y platónico.