17. Cristología. La cristologia escolástica y neoescolástica.
17. Cristología  

LA CRISTOLOGIA ESCOLÁSTICA Y NEOESCOLÁSTICA.

En la Teología Medieval, y a lo largo de esos siglos, se va a separar la Soteriología de la Cristología. Cristo será estudiado en una perspectiva metafísica, importa su sustancia, su esencia, su forma, su naturaleza, pero se pierde de vista lo que dijo y lo que hizo. Las respuestas de la teología no las responde Cristo, sino que la filosofía y el derecho sustituyeron a la Biblia. El amor a las Escrituras Santas, que tuvieron los Padres de la Iglesia, se va a ir difuminado, elaborando una teología más especulativa y alejada de lo salvífico. El resultado de ésta práctica será el distanciamiento de la cristología de la espiritualidad. Cristo tiende a desaparecer de la vida cristiana cotidiana, es sustituido en muchas ocasiones por devociones populares, santos, intermediarios o indulgencias; entre otras cosas porque la idea que se hacen de Cristo es la de un juez, alejado y terrible para los hombres, es el representante de la ley, del orden religioso y justo, incluso supersticioso. Es un Señor feudal, un Rey de los del mundo, más que lugar de encuentro con Dios Padre y con el perdón.

Como la ofensa hecha a Dios era infinita, solo alguien infinito podía rescatarnos. Ese es Cristo, pero quedaba difuminada la imagen de misericordia, que era reemplazada por la de Señor y Rey. La vida cristiana medieval perdió toda su radicalidad y fuerza, salvo excepciones contadas: San Francisco o Santo Domingo, entre otros.. Por eso ha sido necesario recientemente recuperar la figura de Cristo, su mensaje y su obra de salvación como algo que forma parte de un todo. Separar a Cristo de la salvación es dejar a Jesucristo en manos de un médico forense, que estudia el cuerpo muerto sin comprender su estilo y ser en la vida. Este fue el error del neoescolasticismo.

Dentro del panorama teológico medieval podríamos estudiar muchos autores muy interesantes, destacamos sobremanera la obra de Santo Tomás de Aquino, que en todos los órdenes de los estudios teológicos desarrolla e integra la fe cristiana con la filosofía de Aristóteles. Santo Tomás parte de una teología descendente, primero es Dios Uno y luego Trino. Sus estudios no se centraron en la figura de Jesús, aunque luego sí lo recoja como el camino para acceder al Padre. La Trinidad y la Cristología se van a distanciar a nivel teológico. No obstante, Santo Tomás es un fuerte deudor de la tradición agustiniana, y a pesar del aristotelismo, que lo acercaba de nuevo a posturas nestorianas, se mantiene fiel a la fe de la Iglesia, cuya dogmática se encuentra cerrada.

Santo Tomás desarrolla la cuestión de la subsistencia, el constitutivo formal de la persona. La Cristología se empobrece, aunque mantiene una relación entre Cristo, salvación y doctrina del cuerpo místico. Esto es debido a que la Cristología centrada en la relación hipóstática perdía la frescura evangélica y su implicación con el presente humano. La disociación trinitaria y cristológica de la vida concreta de los hombres convertía a Cristo en un misterio con implicaciones metafísicas. El trabajo estaba centrado en sus perfecciones de su naturaleza humana, pero se olvidaba la "kénosis", la dinámica en la que estaba escrito el evangelio, la fuerza de la transformación.

La teología neotomista posterior encorsetó aun más a Cristo. Se estudiaba sin dejar manifestarse al maestro, se perdía el sentido real de Jesucristo. La cristología se había colmado con la metafísica. La pregunta constante de la escolástica de quién es Jesús en si mismo, demuestra lo descentrada que está la teología. Es el interrogante ontológico el que cuenta, se le aísla de la tradición Bíblica, dejando sin contestar quién es Cristo con los demás, en relación, con los hombres, como hombre, vivo...

Los comentaristas y seguidores del neotomismo, posteriores a la reforma del siglo XVI, reducirán la Iglesia a una pretensión jurídica, y la cristología a la discusión especulativa sobre el constitutivo último formal de la unión hipostática, subsistencia-persona. Si en la "Summa Theologica" Santo Tomás mantenía el plan de Dios Uno y Trino en la historia de salvación, esta perspectiva se atenuó y casi desapareció en siglos posteriores.

Es notable como en los siglos XVII y XVIII hay de nuevo intentos de recuperar la viveza patrística, pero el neoescolasticismo se vuelve a imponer a finales del siglo XIX. Es verdad y hay que reconocer que estos Escolásticos mantuvieron la fe y la constancia en las afirmaciones dogmáticas de los concilios ecuménicos definitorios del dogma, pero había que recuperar a Cristo, sacarlo de la metafísica y que volviera a hablar por sí mismo.

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