19. Escatología. La escatología medieval. La parusía y la resurrección de los muertos.
19. Escatología  

LA ESCATOLOGÍA MEDIEVAL. LA PARUSÍA Y LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS.

La parusía, la segunda venida del Señor en gloria y majestad, es un tema que va perdiendo fuerza a lo largo de la Edad Media. El sentido de venida gloriosa se transforma en juicio terrible. Es notable como en la Alta Edad Media, en torno al año mil, resurgen con fuerza los milenarismos, doctrinas que afirmaban que el fin del mundo tendría lugar a los mil años de cristianismo, interpretando consignas del libro del Apocalipsis. Tampoco podemos decir que en torno al milenio hubiera una conciencia de espera generalizada en el Occidente cristiano. Más bien cualquier escatología colectiva tenderá a repetir lo anteriormente dicho, sin aportar ninguna novedad al pensamiento.

Los cambios se dan al final del periodo medieval, y sólo con un mayor interés por la escatología individual, en detrimento de la colectiva. La experiencia del final del medievo es la enfermedad y la plaga por la peste bubónica, que causa miles de muertos en el Occidente europeo. El tema artístico es la "danza de la muerte" La conciencia de comunidad en la Iglesia está debilitad, por eso la escatología colectiva no mejora. El interés se centra en la escatología individual. Así responde la Constitución "Benedictus Deus", escrita por el papa Benedicto XII en el 1336, donde formula la más interesante doctrina sobre escatología hasta el Vaticano II, aunque está centrada en la escatología individual, por lo que apenas menciona el juicio final.

El problema de una antropología dualista griega incapaz de comprender y asimilar la antropología unitaria hebrea continuaba en la patrología tardía. Por eso el mundo cristiano medieval va a heredar ambas, intentando conciliar la fe revelada con los filósofos Platón primero, y Aristóteles después. Si el hombre es cuerpo y alma, resucitarán los dos a la vez, pero esto será al final de los tiempos, porque antes habrá resucitado el alma. El problema era para ellos, entre otras cosas, temporal. Aunque hoy lo percibamos como un problema que surge por un mal planteamiento de la trascendencia de la resurrección, la dialéctica de las culturas griega y judía, que se esquistaba. La antropología griega de fondo chocaba constantemente con la antropología de la resurrección colectiva, propia del mundo Judío: si los que mueren ahora son juzgados, ¿para qué esperar a una resurrección final de los muertos? La resurrección colectiva sobraba, importaba la salvación individual. Se reafirmaba mucho la escatología individual, a pesar de que la revelación en la Biblia afirmaba más la escatología colectiva.

La conciliación del tema está en proponer una dualidad temporal. Primero resucita el alma, y más tarde, en la resurrección del final de los tiempos, los cuerpos. El problema de esta solución, es que deformaba la antropología unitaria hebrea, reafirmando la dualidad cuerpo y alma del mundo griego. Crea otro problema nuevo, y es el tiempo intermedio. Es sin embargo, la concepción que ha llegado tradicionalmente a nosotros, y que ratifica Benedicto XII en el siglo XIV.

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