22. Intro. liturgia sacramental. Jesucristo como sacramento del Padre.
22. Intro. liturgia sacramental  

JESUCRISTO COMO SACRAMENTO DEL PADRE.

Esta primera gran afirmación de la teología sacramental está construida desde una teología dinámica y cristocéntrica, relacional y mediadora. Jesucristo es el sacramento original que encarna en su vida el amor profundo, comprometido y gratuito de Dios Padre para con la humanidad. Las celebraciones litúrgicas y sacramentales deben entenderse siempre como memorial de la vida de Jesús, que desde su Encarnación hasta su Pasión en la muerte y la resurrección manifiesta ser un signo único y maravilloso de Dios. Su sacramentalidad la realiza perfectamente, dada su naturaleza humana y divina a la vez, es el perfecto mediador entre Dios y los hombres.

San Agustín señalaba que los sacramentos son acciones del mismo Cristo, que es realmente el Único y gran Mediador. Las demás mediaciones las consideramos supeditadas a la anterior. La mediación imperfecta del sacerdote o de la comunidad pecadora, gracias a la mediación realizada por Cristo, se convierte en una verdadera acción de Dios. Y así, cuando bautiza un sacerdote, o celebra una comunidad, lo hace perfectamente, no por sus méritos, sino por la mediación de Cristo. Ahí podemos verdaderamente afirmar que es Cristo el que bautiza.

Lo relevante de nuestras celebraciones no es la situación anímica o existencial del hombre, que tampoco debe ser despreciado, sino que lo central es el misterio que se celebra, que no es otro que Cristo amando al hombre. Es importante recuperar la imagen trinitaria original de la vida celebrativa en la Iglesia. Celebramos siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y las celebraciones deben centrarse en esas claves. Tampoco conviene olvidar la pneumatología en la vida celebrativa, ha sido la gran recuperada por el Vaticano II para la vida de fe cotidiana de muchos cristianos. La comunidad cristiana naciente no podía celebrar sin el Espíritu, por eso hasta Pentecostés no le era posible repetir fielmente el misterio de Cristo muerto y resucitado.

La sacramentalidad de Cristo está vinculada con su funcionalidad. Nos estamos refiriendo a las funciones sacerdotales, proféticas y reales de Jesús, que extiende a todo bautizado. La función sacerdotal, supone la mediación universal. Es decir, Cristo muere no sólo por el pueblo Judío, sino por todos los hombres, de ayer y del futuro. Su función mediadora es extendida universalmente, rompiendo con el tribalismo tan característico de los hombres. Toda cultura y todo hombre, de cualquier tiempo y lugar, está llamado a la vida sacramental. San Pablo extiende a todo el cosmos la mediación y sacramentalidad de Cristo.

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