23. Teo. sacramentos iniciación. Ritual del bautismo hoy.
23. Teo. sacramentos iniciación  

RITUAL DEL BAUTISMO HOY.

La celebración más habitual del sacramento del Bautismo es la que suele hacerse con un niño o varios niños en condiciones habituales. Se consideran casos especiales los que hacen referencia a la urgencia por causa de posible fallecimiento. En estos casos se omiten algunos signos menores. Si la persona no muere, están prevista una celebración de recepción para recibir en la Iglesia al niño ya bautizado en tales circunstancias especiales, realizando algunos gestos menores que faltaron.

Otra circunstancia poco habitual es el Bautismo de adultos, donde la voluntad de recibir la gracia es manifestada por el bautizando, que hace él mismo la profesión de su fe. Normalmente, estos rituales para adultos se celebran presidiendo el Obispo de la Diócesis y son reservados en la fiesta especial de la Vigilia Pascual, normalmente en la Catedral Metropolitana. En el caso de los niños bautizados, la celebración debería reservarse al tiempo Pascual, salvo que algunas circunstancias especiales aconsejen lo contrario. No es adecuado, salvo excepción, bautizar en Cuaresma.

En el ritual del Bautismo para niños, en condiciones normales, podemos ver varias partes: una acogida, la liturgia de la palabra, la liturgia del bautismo, y la despedida. Este esquema es común para todas las celebraciones sacramentales en la Iglesia, conformando la dialéctica palabra y gesto como elementos centrales de la misma. Aludimos sólo a los aspectos más específicos de la celebración bautismal, dado que los demás suelen repetirse en la Eucaristía.

En el rito de acogida se realiza, entre otras cosas, el interrogatorio. Se pregunta a los padres el nombre del hijo y lo que piden para él, se les recuerda la obligación de educarles en la fe. Los padrinos también son interrogados como ayudantes en esta tarea, y se signa a los niños con la cruz. Tradicionalmente los padrinos quedaban a cargo de estos niños si se producía la muerte de los padres, y mantenían la obligación de educarlos en la fe, siendo garantes, junto con los padres del compromiso adquirido de catequizar al niño conforme a la fe recibida y profesada.

Tras la liturgia de la palabra, casi al final se realiza la oración de exorcismo y la unción prebautismal. Son oraciones que continúan con una unción en el pecho del niño con aceite, podría omitirse, pero entonces sería sustituido por la imposición de manos en silencio. Estos signos finalizan la palabra, son gestos de acogida de lo expuesto. Se aleja el mal y se muestra la alianza en Cristo que se va a realizar.

La liturgia del sacramento se inicia con la bendición e invocación sobre el agua, recordando los gestos y momentos en los que el agua fue símbolo de salvación en la tradición Biblica. Tras la bendición se hace la renuncia al mal y al pecado y se hace la profesión de fe por los padres y padrinos. Esta profesión de fe será repetida por el bautizado, renovando aquella promesa hecha por los padres y padrinos. Antes de ser bautizado se les pregunta de nuevo a los padres y padrinos si quieren que sea bautizado el niño, y ante la afirmación realiza el gesto con la Palabra: "Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", junto con la triple inmersión o efusión de agua.

Seguidamente se procede a la unción con el Santo Crisma, signo de la participación en Cristo, en su realeza, profetismo y sacerdocio. La unción se hace en la coronilla del niño. Tras una breve oración se viste de blanco al niño, signo de su dignidad de cristiano, y de la resurrección recibida. Los familiares podrían llevar esta vestidura blanca semejante, indicando que se pertenece a la misma comunidad. Antiguamente los cristianos recién bautizados participaban de la Eucaristía vestidos de blanco durante la semana siguiente de Pascua de resurrección, tras la vigilia Pascual en al que habían sido bautizados. Se llamaba a esta semana "in albis", blanca. Posteriormente se entrega el cirio a padres y padrinos, se enciende desde el cirio pascual y se sigue con una breve oración sobre la luz. A continuación el "efeta", haciendo el gesto de abrir los oídos y los labios al niño.

Al final de la celebración se da la bendición especial para las madres, padres y presentes. Antiguamente, al finalizar, había una costumbre que consistía en llevar al niño al altar, signo de Cristo en la mesa de la cruz.

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