INTRODUCCIÓN AL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO.

La palabra matrimonio significa etimológicamente, "relación con la madre", la tarea de maternidad, frente al patrimonio, que es tarea de paternidad. El origen del matrimonio está fundamentalmente en la institución humana que precisa del cuidado de los niños pequeños. En las características de nuestra especie, los infantes no se valen por sí mismos hasta pasado largo tiempo, dependiendo de sus padres, o en sustitución, del grupo social. El hombre como animal social, como naturaleza social construye sus relaciones primeras a partir del núcleo familiar, el punto de partida del matrimonio como institución está en lo esencial y elemental del hombre, la necesidad de perpetuar la especie, no sólo teniendo hijos, sino cuidándolos, y en la perspectiva más racional educándolos y formándolos.

Esto hace que estemos ante una institución basada en la naturaleza, que invita a la unión del hombre y la mujer, a la perpetuación de la especie con los hijos, cuidados y alimentados, hasta que puedan valerse por si mismos, entonces tomarán la decisión de nuevo de buscar cónyuge. El Matrimonio así establecido tiene su fundamento y base en la sexualidad del hombre, que constituido como varón y hembra desarrollan su vida de pareja comprometiéndose en el amor y la fidelidad. El cónyuge es algo personal, posesionado, cuyo desenvolvimiento en la vida se va a hacer conjuntamente. Tanto el amor como la fidelidad aparecen como elementos, no sólo necesarios en los matrimonios creyentes, sino que la misma psicología y educación de los hijos se habla de estabilidad y de equilibrio en la relación como la mejor receta de convivencia y de crecimiento en el educando.

Por eso el Matrimonio es una institución natural en el hombre, no existe pueblo donde no se desarrollen lazos especiales entre los cónyuges, y de éstos con los hijos. En los pueblos donde no se produce estos lazos tan sólidos, suelen responder a razones de supervivencia, los hijos son cuidados por el clan, o se hacen necesarias las relaciones sexuales entre varios miembros, separando la sexualidad de la procreación; pero lo evidente es que hay unas relaciones especiales entre los esposos, y de éstos hacia los hijos. Es lógico que siendo así, en todos los pueblos y culturas, el matrimonio sea vivido como iniciación a la familia y como celebración festiva. Incluso en Occidente, a pesar de la secularización social de las costumbres, se mantiene la práctica del matrimonio sacramentado, incluso goza de buena salud entre los no creyentes. La crisis del Matrimonio está más bien en el modelo familiar elegido: con cambios en los compromisos hacia los hijos, o hacia el cónyuge, y con nuevos y distintos miembros.

El cristianismo hace también del Matrimonio una expresión sagrada del amor de Dios a los hombres y a su Iglesia. Es una institución heredada tanto de la práctica matrimonial judía, como de las costumbres y el derecho romano. Por supuesto también han influido en este sacramento las costumbres y rituales de los pueblos germánicos, y no podía ser de otro modo. Es una institución humana esencial, y en todos los pueblos se celebra con interés e idiosincrasia.