EL MATRIMONIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

En la Biblia y en la cultura hebrea encontramos una concepción del matrimonio no muy distinta a otros pueblos vecinos como Babilonia, Egipto, Persia o Asiria. Son culturas en las que la relación hombre y mujer procede de unos arquetipos divinos y unos relatos originarios mitológicos sobre la sexualidad, la fecundidad, el amor o el matrimonio. Así, el matrimonio se tiende a ver en esas culturas como reflejo de la realidad divina. Esos pueblos cuentan además con una serie de acciones rituales para atraer la bondad del don divino, y así se quiere captar la fecundidad como don divino con magia y mediante relaciones sexuales diferentes: el Rey con las sacerdotisas, los hombres con las prostitutas sagradas,...etc.

En este contexto el pueblo hebreo es una excepción dado su monolatría y monoteísmo. Sólo hay un Dios y sólo a Él hay que dar culto, por tanto todas las consideraciones sobre el matrimonio y la sexualidad quedarán desacralizadas, serán consideradas creación de Dios y sometidas a su Ley, no son divinidades, y las prácticas de sus vecinos son idolátricas para los hebreos.

En el libro del Génesis encontramos ya referencias y relatos a propósito del matrimonio, son conocidos y corresponden a los capítulos primero y segundo, la creación del hombre y la mujer. En el relato del capítulo segundo, 18-24, posiblemente más antiguo que el anterior, vemos la conocida narración de la costilla de Adán. Dios hizo dormir a Adán y le arrancó una costilla con la que modeló a la mujer, hay una idea de recuperación de la unidad perdida. Las frases de suceden: "esta sí que es carne de mi carne", "por eso dejará el hombre a su padre y a su madre", "serán una sola carne". Son textos que tratan de explicar el porqué de la sexualidad y del sentido del matrimonio, su intención es etiológica, Dios ha creado todo, incluido al hombre y a la mujer con su sexualidad.

En Gn 1, 27-28, un texto más tardío, aparece la indicación de que Dios creó al hombre, "hombre y mujer los creó", en una idea de semejanza con Dios, y de igualdad entre ellos. De todos los seres de la creación el hombre y la mujer son distintos a todos los demás, e iguales entre sí. La invitación matrimonial sigue: "creced y multiplicaos" les da la gracia de la fecundidad, que debemos entender como una bendición sobre las personas. De estos relatos del Génesis podemos deducir al menos dos principios para el matrimonio: la especial igualdad y solidaridad, compañía ideal del hombre y la mujer, y la idea de fecundidad, de procreación, como una bendición de Dios.

Otro tema que nos interesa comentar es la poligamia, una práctica frecuente en los pueblos cananeos, y que también practicaron los judíos. La poligamia es el matrimonio con varias esposas, seguramente estuvo motivado por la necesidad de supervivencia, ante una alta mortalidad femenina en el parto, la poligamia garantizaba mejor la educación a los hijos y la supervivencia en la procreación. El mundo Bíblico lo acepta, pero también lo critica, tal y como aparece en Gn 4, 19; donde la monogamia es un linaje bendecido, y la poligamia un linaje maldecido. En general se desconfía, y esa práctica, ejercitada entre otros por Abraham, va decayendo en siglos venideros, entre otras cosas por la sedentarización y la rivalidad posible entre los hijos. Vinculada con la poligamia está el concubinato, que ejerce Abraham y Jacob, al tener relaciones con otras mujeres, esclavas o no, con la intención de tener más hijos. Estas prácticas poligámicas sólo obligaban al mantenimiento de las esposas y los hijos, por lo que lo habitual era tener una mujer y gracias. Sólo las personas con recursos podían permitirse el lujo de tener esclavos, concubinas,...etc

El matrimonio entre parientes, la endogamia, tan al uso en otros pueblos como el Egipcio, es aceptado y fomentado en algunos textos, no olvidemos que estamos en grupos cerrados, clanes que viven juntos. Lo que sí parece que hay un rechazo constante es al matrimonio entre parientes de sangre en línea directa: padres con hijas o nietas,... El incesto está terminantemente prohibido, incluso entre hermanos. Es curioso que entre primos se aconseje el matrimonio, pero entre hermanos se desestima totalmente.

Estas primeras normas ya quedan reflejadas en los relatos del Exodo, en la Alianza con Yahvé se configura también la normativa sobre el matrimonio. El adulterio queda como una abominación terrible, y se entiende como un robo de algo perteneciente al hombre y a Dios. La ruptura del matrimonio, el divorcio, parece que está aceptado por parte del varón, la mujer está relegada a la autoridad paternal primero y marital después.

Los profetas emplearán frecuentemente la idea de matrimonio como exigencia de Alianza, es decir, igual que Yahvé sella un pacto con su pueblo, así también el hombre y la mujer se desposan. La Alianza que establece Dios no es algo meramente político, sino que debe implicarlos afectivamente y en todos los aspectos de la vida. El mejor modelo es el Matrimonio, que debe basarse en la fidelidad y el amor. La infidelidad provocará la ruptura y el dolor. Tenemos los textos de Os 1-3 que trata y hace este paralelismo entre la relación de Dios y su pueblo y la de la mujer prostituta en el matrimonio, o Jeremías en los capítulos 2, 3 y 31, Ezequiel 16 y 23, y casi todo el segundo Isaías, capítulos 40 al 55. Un elemento que deducimos es la noción de matrimonio como lugar para el perdón, que junto con la fidelidad son acciones de Dios que el hombre debe imitar.

El judaísmo posterior al exilio tendrá nuevos problemas. El contacto de los hebreos con otros pueblos y la posibilidad de matrimonios mixtos, formados por alguien judío y gentil, ocasiona una endogamia racial. La tendencia es defender las costumbres y la fe judía por encima de todo. En ese contexto se sitúan dos textos muy significativos en el AT, como son el libro de Tobías y el Cantar de los Cantares. Sobre el primero hay que decir que está tratando el problema principal del matrimonio y la endogamia, hay una idea de indisolubilidad que late en el fondo del relato, y claramente hay monogamia. La razón de ser del matrimonio está totalmente clara: la ayuda mutua y la procreación. En el Cantar de los Cantares nos encontramos con un texto antiguo sobre el amor humano, que se ha venido a entender como una metáfora sobre el amor de Dios e Israel. Lo que cierto es que es un texto muy profano, donde se exalta el amor humano en un contexto cultural y social de bodas, posiblemente contiene parte de un antiguo ritual de matrimonio Judío. Podemos deducir que la boda es el resumen de la historia de amor de los esposos, la fuerza y el amor entre los esposos es poderosa.

Las tradiciones judías en la celebración del Matrimonio hablan de Alianza entre dos familias, la novia era entregada a la familia del novio, y a cambio pagaba un rescate, una dote, un dinero como compensación. Ese dinero pertenecía al matrimonio, pero si la novia era repudiada se le debía devolver. La edad del matrimonio era la pubertad, en torno a los doce años, por eso intervenían las familias, independientemente de los esposos, y contando con las necesidades patrimoniales. Sólo con el cristianismo, y tardíamente, se retrasó la edad de matrimonio hacia los veinte años, para asegurar el consentimiento de los esposos. La celebración hebrea constaba de dos etapas. En la primera se hacía la promesa o esponsales, era el compromiso de casarse y se resolvían las cuestiones económicas. Aproximadamente un año más tarde se celebraba el matrimonio propiamente dicho, con el inicio de la vida en común. Si los esponsales se rompían se debía indemnizar y devolver el dinero entregado. El ritual de ese matrimonio constaba de varias partes, se acudía en procesión a casa de la novia, allí se realizaba el compromiso, la fórmula de casamiento, que se escribía en una tablilla. Después se iniciaba un cortejo nupcial hacia la casa del novio, donde bailaban y cantaban. Más tarde se continuaba con el banquete que podía durar varios días, según posibilidades. Las familias gastaban prácticamente el presupuesto familiar en casar a los hijos e hijas.