25. Teo. sacramentos de la misión. El matrimonio en la Iglesia antigua.
25. Teo. sacramentos de la misión  

EL MATRIMONIO EN LA IGLESIA ANTIGUA.

La visión que la Iglesia antigua tiene sobre el matrimonio es más bien negativa, dado el recelo que despierta la sexualidad en el contexto cultural helénico. Esta concepción negativa no es originariamente cristiana sino que está tomada de la filosofía griega, que entienden la sexualidad y el matrimonio como algo instintivo y mediocre, frente a la capacidad para razonar y pensar, que sería superior. No es de extrañar que el estoicismo entienda la sexualidad como un goce superfluo, suplantador de la razón y esclavizante. El gnosticismo y las religiones orientales e iránicas parten del dualismo en las cosas, incluido el hombre, que es cuerpo y alma, materia y espíritu, en el fondo mal y bien. El cuerpo, la materia y su reproducción, son negativas y fuente de carnalidad, mientras que el espíritu es superior. En estos grupos la encarnación de Jesús presenta muchos problemas, y la sexualidad y el matrimonio son vistas como pecado del hombre.

En los Padres de la Iglesia se filtra un cierto recelo contra la sexualidad y el matrimonio, pero nunca lo condenan, y por contra lo defienden frente a otras posturas exageradas. Para estos pensadores cristianos el matrimonio tiene una función principal de procreación: tener hijos. En segundo lugar aparece la ayuda conyugal, y en tercero la concupiscencia, para resolverla y no morir abrasados. Estos serán los fines del matrimonio, que aún consideramos en una perspectiva tradicional, no debemos olvidar que están formulados desde unas claves históricas muy concretas.

La sexualidad es colocada junto con el pecado original, latiendo el principio de superioridad de la virginidad frente al matrimonio. Otros autores corrigen algunas cuestiones algo más. Por ejemplo, San Agustín entiende que el matrimonio es signo de la unión entre Cristo y la Iglesia, por eso lo considera bueno y aceptable, aunque el celibato sea mejor y superior. Reconoce tres bienes en el matrimonio, los hijos, la fidelidad y el "sacramentum", es decir, el que estemos ante un signo de la unidad de Cristo y la Iglesia, indicador también la indisolubilidad. San Agustín es pesimista en cuanto al sexo, considera que el pecado original se transmite en el acto sexual, necesario para procrear. Los otros fines sí que son imprescindibles: fidelidad e indisolubilidad en la vida matrimonial, cuya misión principal consistirá en educar a los hijos, además de engendrarlos. La prole es un bien importante, aunque su falta tampoco es considerada grave. La esterilidad, o la virginidad en el matrimonio es aceptada por los cristianos de la época. San Agustín afirma que la gracia que produce el sacramento, el signo del Matrimonio es desde su significado, por eso es un signo y un juramento. Un signo sagrado de la presencia de Dios, y un juramento de fidelidad y de indisolubilidad entre los esposos.

En cuanto a la forma de celebrar el sacramento, se incorporaron a las primitivas tradiciones judías aspectos culturales del Derecho Romano. El matrimonio romano se celebraba en un solo momento, no en dos. Aunque es verdad, que hasta nuestros días han seguido perdurando los esponsales, el encuentro de las familias y los acuerdos sobre la celebración. El matrimonio romano se hacía en un solo momento, y lo central era el consentimiento, el deseo de los esposos. En este esquema el divorcio estaba generalizado, se deshacía el matrimonio por acuerdo de los esposos. El cristianismo negó el divorcio en las Iglesias Occidentales, siendo un signo para toda la vida, pero en Oriente se admitió la posibilidad de que finalizado lo que significa, el amor de Cristo a su Iglesia, se procediera a su disolución o divorcio.

En esta época, las bodas también podían realizarse privadamente, bastando la voluntad de los esposos. En los esponsales se entregaba un signo de alianza, que era el anillo y debía haber un consentimiento previo. Se va imponiendo también la costumbre del velo en la novia, signo de virginidad rota por el matrimonio, y momento especial de bendición de la Iglesia sobre los esposos. La Iglesia se va dando unas normas mínimas que rompen las costumbres romanas. Se prohibe el matrimonio para los menores de 12 años y el incesto, práctica no del todo ausente en la sociedad romana. El cristianismo además reconocía el matrimonio entre esclavos y entre esclavos y libres, hecho que rompía de nuevo con la práctica romana de no reconocer el matrimonio de los esclavos. Rechazarán la poligamia, que consideran poco digna, distanciándose también de las costumbres de algunos pueblos sometidos al Imperio que sí lo mantenían. En estos primeros siglos de cristianismo era necesario el consentimiento del Obispo para contraer matrimonio, especialmente en las comunidades no muy grandes, con el tiempo este consentimiento desapareció.

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