EL ORDEN SACERDOTAL EN LA IGLESIA MEDIEVAL.

A lo largo del periodo medieval, que abarca casi mil años, se van asentando las órdenes mayores y menores. Se unifican los criterios gracias a las sucesivas reformas acometidas, siendo especialmente importante la de Carlomagno, que no la única. Sin duda, un momento determinante fue la Escolástica, cuyo interés teológico se centró en el sacramento del Orden sacerdotal, pero desde la fundamentación eucarística y su sentido sacrificial.

San Isidoro de Sevilla ya plantea la vinculación del ministerio a la Eucaristía, la afirmación central es que los sacerdotes son iguales a los Obispos puesto que tanto unos como otros pueden celebrar la Eucaristía. Habla sin embargo de grados, cuya supremacía corresponde a los Obispos, que pueden crismar en la frente para conferir el Espíritu Santo.

Pedro Lombardo analiza y reconstruye las notas fundamentales del sacramento del Orden, de hecho será decisivo y determinante en la teología posterior, al igual que Santo Tomás de Aquino. Pedro Lombardo define el sacramento del Orden como un signo sagrado que confiere la gracia al que lo recibe, considera que lo son las siete órdenes sagradas. Vincula de nuevo el Orden a la Eucaristía, principalmente en el sacerdote o presbítero, que no puede celebrar separado de la Iglesia. La función principal del sacerdote es la de presidir y santificar la Iglesia. No hace distinción entre episcopado y presbiterado en la potestad de orden, aunque sí los distingue por la potestad de jurisdicción.

Santo Tomás de Aquino no trata este sacramento de manera sistemática en la "Summa Theologica", dado que falleció antes de terminar esta magna obra. Indirectamente si conocemos su pensamiento, que claramente vuelve a relacionar con la Eucaristía. Para Santo Tomás lo principal es la potestad de consagrar del sacerdote, facultad que no se le puede quitar de ninguna manera. Indica también que la máxima categoría entre las órdenes ministeriales corresponde al sacerdote, por su capacidad para consagrar, el diaconado es Orden porque lo propio es servir al sacerdote en dicha celebración. Considera Santo Tomás que la obra del sacerdote es acción de Cristo y de la Iglesia. En la consagración el sacerdote es constituido como instrumento del Señor para obrar siempre en su nombre, y de manera especial en la Eucaristía. El sacerdote es instrumento de Cristo, obra en su nombre por la potestad conferida. El sacerdote cuando ejerce las funciones sacerdotales actúa como la persona de Cristo: "in persona Christi", haciendo así presente la acción también de la Iglesia: "in persona ecclesiae".

El episcopado en Santo Tomás no es superior al Presbítero en cuanto cuerpo sacramental de Cristo, pero sí hay que afirmar que es Orden. Su superioridad estará en la potestad de jurisdicción, con capacidad para ejercer perpetuamente el gobierno pastoral en la Iglesia.