25. Teo. sacramentos de la misión. El orden sacerdotal en la Reforma y Contrarreforma.
25. Teo. sacramentos de la misión  

EL ORDEN SACERDOTAL EN LA REFORMA Y CONTRARREFORMA.

La reforma protestante trae consideraciones nuevas al sacramento del Orden sacerdotal. Este será negado como sacramento y se rechazará toda idea de sacerdocio sagrado. Sin embargo se respetará el ministerio, cuya función se considera necesaria para la comunidad cristiana. Lutero desde la Escritura no encuentra justificación para entender que Cristo instituyera el sacramento del Orden en la Última Cena. También rechaza la noción e idea de sacerdote, haciendo una fuerte crítica a su sacralización. Sólo podemos hablar de un único sacerdocio que es el de Cristo, el sacerdocio que se debe entender es el común que reciben todos los bautizados, pero no el de Orden. Lutero iguala a todos los cristianos en su sacerdocio, negando el sacerdocio especifico.

También Lutero entiende que el ministerio es algo funcional, que no tiene todo cristiano, y que es desarrollado por algunos. En el fondo está desacralizando el sacramento para reducirlo a un ejercicio y acción concreta en la comunidad cristiana. Esto lo admite desde el ministerio de autoridad o de presidencia, pero lo niega en cuanto sacramento específico. No vinculará tampoco el sacerdocio con la Eucaristía, sino con la función de predicar y en el ejercicio de la palabra.

Calvino rechazará la idea de episcopado, aceptada por el luteranismo, todo girará en torno al Presbítero, de ahí que en sus iglesias se hable de "prebiterianismo", no existiendo la idea de sacerdote. Otro tanto sucede con algunas otras comunidades protestantes, donde el papel principal corresponde al Obispo, hablando de "episcopalianas", normalmente ligadas a las reformas anglicanas posteriores. Habrá también un rechazo al sacerdocio como orden y como consagración sacramental, admitiendo sólo la función ministerial de la predicación de la palabra.

El Concilio contestará todas estas disensiones protestantes, y lo hará en la sesión XXIII de 15 julio de 1563, donde recoge la doctrina sobre el sacramento del Orden. Habla en el capítulo primero de la unidad entre el sacrificio y el sacerdocio, con un nuevo sacerdocio visible y externo instituido por Jesucristo y que fue dado a los apóstoles y sus sucesores. Menciona en el capítulo segundo y tercero sobre las siete órdenes y la defensa del verdadero sacramento del Orden. El sacerdocio para Trento imprime carácter, y no es meramente temporal. Indica también el capitulo cuarto que los Obispos son superiores a los sacerdotes, estando en la cima de la jerarquía eclesiástica. Esta ordenación no requiere del consentimiento o autorización del pueblo, ni de institución secular ninguna.

A continuación desarrolla Trento los cánones, en concreto ocho donde expresa sus anatemas. En sentido positivo afirma que es verdadero sacerdocio visible y externo, con potestad para consagrar. Hay grados y diferentes órdenes, es verdaderamente sacramento. En el sacramento se recibe verdaderamente el Espíritu Santo e imprime carácter. Habla de la existencia de una jerarquía: Obispos, Presbíteros y ministros, siendo superiores los Obispos, que son además designados por la autoridad del Romano Pontífice. No deja claro del todo la relación entre los Obispos y el Papa, tampoco entra en profundidad en la diferencia entre Presbíteros y Obispos, que podría ser comprendida todavía como jurisdiccional y no sacerdotal.

La teología posterior a Trento profundizó sobre este sacramento. Se dudaba sobre algunos grados del sacramento del Orden, los nuevos órdenes son discutidos en cuanto su sacramentalidad. También subdiaconado es asimilado en parte al diaconado, estudiando las fuentes y su situación. En cuanto al episcopado se sigue afirmando su superioridad al presbiterado, tanto por escritos y la tradición apostólica como por el carácter de sumo sacerdote que asumía el Obispo.

No podemos olvidar que Trento trajo verdaderamente una reforma para la Iglesia católica, se atenderá más a las necesidades y la formación del clero. Si antiguamente habían existido incluso clérigos sin misión concreta, ahora será muy decisiva su vinculación al Obispo y el encargo pastoral. La formación en los Seminarios, cerca del Obispo y de algunos sacerdotes especialmente prudentes, comenzará a realizarse. La exigencia del celibato será más rigurosa, dado que era todavía una asignatura pendiente de muchos clérigos, se intentará y asumirá una mayor seriedad y coherencia en la vida cristiana de los sacerdotes, mejorando su formación y capacitación. En esto fue muy de destacar el papel que jugó la Compañía de Jesús, los franciscanos y otras órdenes religiosas.

Todo esto se irá realizando de manera muy lenta, y sólo en el siglo XIX y XX podemos hablar de una regeneración generalizada entre los sacerdotes.

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