LOS MINISTERIOS LAICALES.

También desde el Concilio se han querido ir recuperando los ministerios laicales en la Iglesia, como una realidad existente y que debía ser tomada más en cuenta. En los últimos tiempos habían sido relegados a una parte más del proceso de formación y de acercamiento de los candidatos al sacerdocio. Hoy se valoran por sí mismos, como necesarios e importantes en la comunidad cristiana.

Estos ministerios fundamentalmente han sido reconocidos dos: lector y acólito. El primero tendría por función animar a la comunidad cristiana en su encuentro con la Palabra revelada, y el segundo atender a la comunidad cristiana en la comunión eucarística, llevando la comunión a los enfermos, etc. Existen otros muchos ministerios laicales que comprobamos su ejercicio en las comunidades cristianas, al menos otros dos: el ministerio de catequista y ministerio de la caridad. Atendiendo a la Iglesia en la enseñanza y en el amor.

Su recuperación propone que se instauren y se ejerzan vivamente en las comunidades cristianas, enriqueciendo y edificando la comunidad cristiana. Estos ministerios los debe ejercer el laicado no con exclusividad, puesto que su función principal es la transformación de las estructuras del mundo en los ámbitos en los que se sitúe: escuela, trabajo, familia o presencia pública. Estos ministerios completan la vocación laical, son una llamada de Dios al servicio de la comunidad cristiana, sin renuncia a su vocación laical específica.