John Locke nació en Inglaterra y tuvo diversas ocupaciones a lo largo de su vida. Fue médico personal
del conde de Shaftesbury, activista político (en 1683 debió exiliarse temporalmente en Holanda) y filósofo, autor de
Ensayos sobre el entendimiento humano, publicado en 1690. Las ideas propuestas en este ensayo fueron fundamentales
para la creación de la escuela filosófica conocida como
empirismo inglés, según la cual todo conocimiento procede
de los órganos de los sentidos.
Locke sostenía que en el momento del nacimiento la mente es una
tabula rasa, o sea, una pizarra en blanco en la
que nada hay; todas las ideas se forman a partir de los procesos sensoriales de la visión, el oído, el gusto, el tacto
y el olfato.
Para Locke todas las ideas proceden de la experiencia. Esta doctrina de la pizarra en blanco contradice directamente
las enseñanzas de Platón y la teoría de las ideas innatas y rivaliza además con el innatismo.
Le interesaba saber donde o cuando empieza el pensamiento y razonamiento humano. La respuesta de Locke fue la siguiente:
"Cuando un niño puede verse a sí mismo desde fuera, como si fuese otra persona y puede hablar en tercera persona de sí
mismo, ahí empieza el pensamiento humano".
Locke ha servido de inspiración a aquellos psicólogos que subrayan la importancia de los aspectos adquiridos de la conducta.
Toda su teoría giraba principalmente en torno del aprendizaje. Así el conductismo, como escuela psicológica, descansa
básicamente en la tradición inaugurada por Locke.