Sapos: Habeis
ese capitulo de los simpsons? pues es verdad...
Animales psicotrópicos
La piel de
sapos y ranas ha sido empleada por los indígenas americanos desde
muy antiguo para curar enfermedades o envenenar flechas (las secreciones
de las ranas de la familia Dendrobatidae son mortales), pero los chamanes
también la han empleado para producir alucinaciones. Los indios
matse, en Perú, se inyectan con sus flechas el fluido que segrega
una rana arborícola, que secan al fuego.
Nosotros vamos
a tratar sobre las secreciones producidas por los sapos verdaderos de la
familia Bufonidae.
La referencia
más antigua conocida sobre el uso de los alucinógenos de
estos anfibios es la de una tribu de indios colombianos que utilizan la
piel seca del "Bufo marinus" como base para un rapé o polvo, que
toman a través de la nariz.
Este animal
es además uno de los preferidos por los iniciados en este mundo.
El animal en estado de alerta secreta una abundante mucosidad en la que
participan las glándulas parotoideas (insertas en la nuca), responsables
directas del contenido tóxico y alucinógeno del mucus; entonces
es cuando se lame la piel del animal.
Hasta tal
punto ha llegado a extenderse esta "moda" que en los estados norteamericanos
de Georgia y Carolina del Norte se han promulgado leyes que prohíben
lamer pieles de sapos.
También
se consumen las pieles y secreciones secas fumadas mezcladas con tabaco.
En el desierto
de Sonora, en Arizona, se encuentra el "Bufo alvarius", el sapo más
alucinógeno que existe. Su veneno provoca fuertes alucinaciones
y en dosis no muy altas puede ser mortal.
No se conoce
si en el mundo occidental en la Edad Media se tenía constancia de
estas propiedades, pero algunos pueden empezar a replantearse el cuento
del príncipe y el sapo. Así que cuando la princesita besó
al sapo y vio al príncipe puede que lo que en realidad encontrase
fuera un simple mendigo que pasaba por allí.
El principio
activo de los sapos es el DMT, descubierto primitivamente por la ciencia
en las semillas de un árbol llamado Anadenanthera.
Se trata de
un derivado de la Triptamina que pertenece a la clase de alcaloides indólicos,
derivado a su vez del aminoácido Triptofano, que se encuentra en
todo el reino animal.
El DMT de
los sapos es la Bufotenina, derivada igualmente del triptófano.
Al consumir
DMT, se entra en un trance de alrededor de 10 minutos, los efectos se desarrollan
casi inmediatamente después de haberlo consumido, se desarrollan
alucinaciones y encuentros con el "Dome" (espacio en el cual se "viaja"
al consumir DMT), al cabo de 30 minutos, los efectos habrán disminuido
notablemente aunque se presentaran sensaciones de euforia en el cuerpo
y algunas visiones al cerrar los ojos. Las alucinaciones bajo efectos del
DMT son también auditivas , se escuchan intensos sonidos de extrañas
y desconocidas precedencias.
Esta droga
también provoca crispamiento de los músculos, ligeras convulsiones,
falta de coordinación muscular, seguidos por náuseas y un
sueño inquieto.
Si ya de por
sí es peligroso consumir los alucinógenos de los sapos por
los potentes venenos que los acompañan en las especies americanas,
más lo es en las especies europeas.
Las proporciones
relativas de alucinógenos con respecto a las de toxinas son mucho
menores que en las especies americanas, es decir, el moco de los sapos
europeos tiene mucho más veneno que psicotrópicos; "Bufo
bufo" y "Bufo calamita" son las dos especies presentes en la Península
Ibérica, lamer sus secreciones es verdaderamente peligroso.
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