(En italiano)
Al final de esta gozosa
celebraci�n eucar�stica, quiero daros las gracias a todos vosotros,
queridos j�venes, que hab�is venido en gran n�mero de lugares cercanos y
lejanos, como disc�pulos de Jes�s, para escuchar su palabra. Al partir de este monte de las
Bienaventuranzas, cada uno de vosotros debe ser mensajero del Evangelio de
las bienaventuranzas. Saludo, en particular, a los j�venes
neocatecumenales, que est�n aqu� en gran n�mero procedentes de todas
partes del mundo. A todos os digo: Cristo os
acompa�e por los caminos del mundo. Tambi�n os acompa�e Mar�a,
que, como recordar� ma�ana en Nazaret, con su �s�� cooper� al gran
misterio de la Encarnaci�n, cuyo bimilenario estamos celebrando durante
este A�o jubilar. �Dios os bendiga!. (En franc�s) Saludo cordialmente a los j�venes
de lengua francesa presentes en este magn�fico encuentro durante el cual,
en este monte, hemos podido escuchar otra vez la buena nueva de las
bienaventuranzas. Os espero en Roma para la Jornada mundial de la juventud. (En alem�n) Dirijo un saludo cordial a los j�venes
y a los peregrinos de lengua alemana. El monte de las Bienaventuranzas nos
recuerda la exigencia de nuestra vida cristiana: el programa del serm�n de
la Monta�a. Que vuestro testimonio personal sea un ejemplo vivo de lo que
Jes�s predic� en este lugar. (En espa�ol) Saludo con gran alegr�a a todos
los j�venes presentes de lengua espa�ola. Aqu�, en Galilea, Jes�s mismo
nos ha ense�ado el camino de las bienaventuranzas. Que la fuerza y la
belleza de esta ense�anza llene vuestras vidas. Jes�s os llama a todos
vosotros a ser �pescadores de hombres�. �l os dice a cada uno de
vosotros: ��Ven y s�gueme!�. No teng�is miedo a responder a esta
llamada, porque �l es vuestra fuerza. En agosto os espero en Roma, para la
Jornada mundial de la juventud. (En ingl�s) A los j�venes procedentes de
los lugares del mundo de lengua inglesa, y a todos vosotros, os digo: sed
dignos seguidores de Cristo. Seg�n el esp�ritu de las bienaventuranzas,
sed la luz del mundo. Doy las gracias a cuantos han participado en la
preparaci�n de esta estupenda misa. �Dios os bendiga a todos!. (En polaco) Queridos j�venes provenientes
de Polonia, vuestra presencia aqu� me alegra mucho. Es un signo de
esperanza para nuestra patria. As�, muchos de vosotros est�is sentados hoy
a los pies de Jes�s, que es la esperanza de la familia humana. De sus
labios hab�is escuchado lo que significa ser realmente bienaventurados; lo
que significa cumplir los mandamientos y vivir seg�n el esp�ritu de las
bienaventuranzas. No teng�is miedo a decir �s�� a Jes�s y a seguirlo
como sus disc�pulos. Entonces vuestro coraz�n se llenar� de alegr�a y os
transformar�is en una bienaventuranza para Polonia y para el mundo. Eso es
lo que os deseo de todo coraz�n. (En hebreo) A los j�venes de lengua hebrea
os digo: sed constructores de paz. �Dios est� con vosotros!. (En �rabe) A los j�venes de lengua �rabe
os digo: sed constructores de paz. �Dios est� con vosotros!. Al final, el Santo Padre hizo el
siguiente llamamiento en favor de la paz en Etiop�a: En estos d�as pienso con
esperanza en las iniciativas de la Organizaci�n para la unidad africana
encaminadas a restablecer la paz entre Etiop�a y Eritrea. Estos esfuerzos
han llevado a una fase muy delicada. Se trata de encontrar el camino que
conduce a las condiciones necesarias para el bienestar y el progreso de los
pueblos de la regi�n entera, ya muy afectados por el hambre. Pidamos a Dios
que en esta parte del mundo se encuentre una soluci�n justa. |