Mundo Editorial
Cómo acceder al
mundo editorial
Publicar
Es difícil publicar. Es
difícil que una editorial apueste por un autor todavía
desconocido. Es difícil conseguir una oportunidad. ¡Pero jamás
imposible! Los responsables de las grandes editoriales aseguran
que leen todos los manuscritos que les llegan. ¡Todos! Y a todos
les contestan. Además, hay muchísimas pequeñas y medianas
editoriales que siempre son más accesibles para abrirse camino a
través de ellas. Publicar es una carrera de fondo y la única
fórmula válida es la perseverancia.
A la hora de intentar "vender" un manuscrito, lo
primero es buscar la editorial en la que pueda encajar la obra.
La mayoría de ellas aconseja descartar directamente algunos
géneros como el cuento, con gran tradición en América Latina,
en el Reino Unido y en Cataluña, pero que tiene poca salida en
castellano. Los grandes agentes editoriales argumentan que los
cuentos no funcionan debido a los hábitos de lectura y al
esfuerzo que supone enfrentarse a argumentos y personajes
diferentes cada pocas páginas. El resultado es que prefieren
apostar por los géneros tradicionales.
En cualquier caso, lograr el apadrinamiento de las editoriales no
es la única vía para publicar. Una buena alternativa son los
premios literarios, que siempre suponen promoción de la lectura
y el descubrimiento de nuevos autores. Pero tampoco todos los
premios están al alcance de cualquiera. Algunos de los
convocados por editoriales están concedidos de antemano, porque
el editor prefiere asegurarse la venta; por eso, lo más
recomendable para los escritores desconocidos es presentarse a
premios pequeños que les permitan publicar. Un galardón y una
obra publicada siempre son una apreciada tarjeta de
presentación.
Otra opción es enviar los manuscritos a las agencias
editoriales. Ellos representan los derechos de autor y se ocupan
de buscar al editor adecuado que publique la obra de sus
representados, de defender sus derechos en el país de origen y
en el extranjero, de revisar los contratos y de las adaptaciones
al cine. Algunas editoriales trabajan básicamente con agentes;
les dan preferencia porque estas agencias ya han realizado la
primera criba de selección y saben cómo y dónde
"colocar" las obras.
La alternativa más accesible son las revistas. Además de las
principales cabeceras de los quioscos, hay multitud de pequeñas
y medianas publicaciones creadas específicamente para difundir
poemas y relatos de todos los escritores (tanto profesionales
como aficionados) que quieran participar y reúnan un mínimo de
calidad.
Éstas son las formas más o menos convencionales de sacar las
obras a la luz y al conocimiento ajeno. Frente a ellas quedan los
cauces alternativos que van desde la autoedición a la difusión
del manuscrito por Internet.
Del manuscrito a la
librería
En esta película sólo
hay un protagonista: el manuscrito. Si la obra tiene fuerza, ha
madurado y puede defenderse por sí misma, es el momento de
apostar por ella y de lanzarla al ruedo literario. Es entonces
cuando se desarrolla el argumento, aparecen los actores
secundarios y el resto del reparto. Se acabó el proceso de
creación; hay que buscar una editorial que quiera publicarla, y
empieza el tortuoso camino de las gestiones.
El manuscrito es la única tarjeta de presentación. El primer
paso es vestirlo y adecentarlo lo mejor posible para la
burocracia de la industria editorial, como si fuera a una
entrevista de trabajo. Antes de emprender la carrera hay que
hacer una última revisión del texto para partir con la
seguridad de que la obra está bien acabada y pulida.
Acabado del manuscrito
Algunos escritores
inexpertos, ansiosos de ver publicada su obra, la envían recién
terminada a una editorial, sin revisarla e incluso cargada de
faltas de ortografía y tipografía. Esto es un grave error, ya
que las editoriales, que están inundadas de manuscritos,
rechazan inmediatamente los que tienen defectos de presentación.
Por otra parte, la obra necesita reposar. Cuando se termina una
obra creativa lo mejor es guardarla en un cajón y olvidarse de
ella durante unos meses. Se debe esperar el tiempo necesario que
permita al autor volver a retomar su texto con una mirada nueva,
fresca y mucho más objetiva; esto le permitirá hacer una
autocrítica distanciada para volver a corregir el escrito y, si
hace falta, re-elabolarlo.
El siguiente paso es entregar una copia de la obra a amigos,
familiares o compañeros y pedirles que hagan críticas y
puntualizaciones, así como que señalen los errores
ortográficos, tipográficos o sintácticos (no sin antes
prevenirles contra las descalificaciones generales, las
adulaciones y las omisiones). Una vez recogidas todas las
anotaciones de los lectores cercanos, se estudian, se cambia lo
que se considere conveniente y, con todas las correcciones
hechas, se muestra el resultado a un especialista en ortografía
y corrección. Una vez finalizado este proceso, es el momento de
guardarla en el cajón otro par de meses.
Cuando se retome la obra ha de ser ya para hacer las correcciones
finales: cambiar un verbo, suprimir un adjetivo o modificar una
expresión. De esta forma, quedaría lista la presentación
definitiva.
Procesadores
de textos
Escribir
en un ordenador con un procesador de texto ha facilitado
inmensamente el trabajo del escritor y acortado y mejorado el
trayecto de la obra a la imprenta. Además de permitirnos
ejecutar todas las correcciones del copiar-pegar, suprimir,
cambiar el orden de las frases o párrafos, sustituir palabras,
etc. en cuestión de segundo, la tecnología ya permite que la
obra se pueda enviar directamente, en un disquete, CD-Rom e
incluso por internet, a la editorial y a la imprenta para su
publicación. Las herramientas de los procesadores de texto
ofrecen muchas posibilidades para el diseño y la edición,
incluido un diccionario que detecta y corrige todas las faltas
ortográficas y tipográficas y señala las posibles
incorrecciones sintácticas y gramáticales.
Word y WordPerfect son los procesadores de textos más populares,
aunque hay muchos más. Características más sobresalientes a la
hora de elegir programa:
Autocorrección: corrige automáticamente errores
frecuentes ortográficos o de mecanografía, tales como el olvido
de las mayúsculas.
Autotexto: permite acelerar las entradas de texto al
expandir elementos basados en abreviaturas.
Corrector ortográfico incorporado: detecta errores y
sugiere correcciones rápidamente.
Elegir tamaños y estilos de escritura, márgenes,
tabulaciones, insertar tablas y gráficos, con sólo hacer un
clic.
Presentación preliminar, totalmente editable
Y, sobre todo, que sea compatible con programas de
maquetación tanto en MacIntosh como en Windows.
Estos programas se complementan con otros de autoedición
concebidos expresamente para el diseño y la maquetación de
libros, revistas y publicidad. El escritor los podrá utilizar
cuando quiera ir más allá de la creación literaria y desee
realizar una autoedición. Los software de diseño gráfico más
utilizados en la edición española son el QuarkXPress y el
PageMaker. Con ellos se realizan la mayoría de periódicos,
revistas y libros que salen al mercado.
Presentación
Sólo hay una regla de oro, y
es facilitar la lectura del manuscrito. Hay que presentarlo de la
forma más limpia, ordenada y clara que sea posible. Para
conseguirlo, se deben respetar las normas estándar
internacionales:
Escrito a máquina o a ordenador, sin faltas ortográficas
ni tipográficas y, por supuesto, sin tachaduras estos son
los errores imperdonables que descalificarían al autor antes de
empezar la lectura.
Escribir 60 signos por línea (por signos se entiende tanto
caracteres como espacios) y 25 líneas por página; el resultado
es de 1.500 signos por página.
Cambiar de página al comienzo de capítulo.
Escribir los folios por una sola cara, con márgenes a cada
lado y con un interlineado doble que permita realizar
correcciones y anotaciones.
Todas las páginas tienen que estar debidamente numeradas.
El papel debe ser el clásico: blanco y de 80 gramos.
Prescindir de papel reciclado, de lujo o de colores.
Encuadernar el manuscrito, al menos con cartulina,
plástico y gusanillo.
Utilizar la tipografía más sencilla posible para
facilitar su legibilidad. Las florituras góticas son incómodas
para la lectura y provocan desinterés y cansancio en el lector.
No hay que olvidar que el interesado en que el manuscrito se lea
es el propio autor.
Y por supuesto, siempre hay que enviar copias; ¡jamás el
original!
Cubierta:
El manuscrito se tiene que presentar con una cubierta dura, que
puede ser de cartulina de 150 a 240 gramos, o un plástico duro.
En la cubierta debe aparecer:
El título de la obra.
El género: novela, poesía, relatos, ensayo, etc.
Nombre, dirección y teléfono.
Escribirlo todo en versales resaltando el título, y utilizar de
nuevo la tipografía más sencilla. Un consejo para no meter la
pata: no mencionar al editor en la portada (no está bien visto).
Carta de presentación y currículum
Un manuscrito siempre debe de ir acompañado por una mínima
carta de presentación y un currículum vitae.
La carta debe ser concisa, neutra y educada, y sin caer en
las alabanzas gratuitas ni en el peloteo, que siempre resultan
empalagosos. Jamás hay que defender el manuscrito, argumentarlo,
y mucho menos ensalzarlo (no se trata de contar la propia vida ni
de hacer una declaración de intenciones).
Al editor no le interesan otros detalles que la edad, la
profesión y si el autor ha publicado o escrito otras obras.
Aunque la calidad del libro es la única que determinará su
publicación, cuanta más información profesional ofrezca el
autor, mejor. A veces alguien puede enviar a una editorial el
manuscrito menos adecuado para que se publique (por ejemplo, un
libro de cuentos, que en castellano tiene pocas salidas); pero si
a la editorial le gusta cómo escribe el autor, y sabe que tiene
otros trabajos hechos, se los puede pedir para leerlos.
Contacto
El
procedimiento más habitual y práctico para los que desean
publicar un trabajo en cualquier medio de comunicación, es
llamar primero por teléfono, preguntar por el redactor jefe o
por el jefe de la sección que más se adapte al tema del
escrito, y proponerle el reportaje o la entrevista para ver si le
interesa; es la ocasión de demostrar la importancia,
exclusividad y originalidad del artículo o reportaje (pero sin
excederse).
Entrega y
Posibilidades
El autor
puede tener el tema ya escrito, o solamente un proyecto para
trabajar sobre él.
· Si el reportaje o la entrevista están hechos, y al redactor
jefe le interesa, éste pedirá que se le envíe para leerlo y
revisarlo. En ese caso, establecido ya el primer contacto,
conviene llevar el trabajo en mano para realizar el primer
intercambio de impresiones. De esta forma el colaborador siempre
puede vender mejor su trabajo y su experiencia profesional, sobre
todo si es desconocido en el medio. La entrega de la
colaboración no garantiza nada; dependerá de la calidad del
trabajo y de que se adapte a la línea de la publicación; será
estudiado en el consejo de redacción y, si no interesa, se
devolverá o se avisará al autor (aunque es conveniente que
éste siempre siga el proceso en que se encuentra su obra). Si el
trabajo resulta aceptado, se acuerda su precio y se lleva a cabo
la publicación. Lo más difícil es introducirse, eso que se
llama meter la cabeza; cuando se consigue, existen
más posibilidades de que la publicación encargue otros
reportajes al autor.
· La otra forma de presentar colaboraciones es proponer un tema,
sin elaborar, a una publicación a la que le pueda interesar.
Colaboraciones
Literarias
Las
colaboraciones literarias son tanto más difíciles de vender
cuanto más importante sea el medio de comunicación. El primer
paso es conocer los medios existentes, e indagar cuáles podrían
aceptar el tipo de trabajo que queremos enviar. Esta búsqueda
hay que realizarla entre publicaciones especializadas; sin
embargo, hay que tener en cuenta que en las revistas culturales
más prestigiosas es muy difícil encontrar una oportunidad, ya
que reciben muchos relatos y poemarios sin previo contacto a los
que no pueden dar salida; pero, al margen de las grandes
cabeceras dedicadas a la literatura, en España hay más de
trescientas revistas, la mayoría desconocidas y locales, que
publican relatos, poemas, cuentos y todo tipo de creación.
Currículum
Los
artículos publicados siempre hay que guardarlos, pues son una
carta de presentación y un aval de experiencia profesional;
forman parte del currículum del escritor.