La ciudad de los Dioses.- a solo una hora de Indios Verdes en la ciudad de México se localiza lo que fue la ciudad estado más dominante e influyente del período preclásico tardío y del clásico temprano (200 a.C. - 750 d.C.) - Teotihuacan - fue aquí donde nació el quinto sol, el actual donde vivimos. Los dioses según la leyenda derramaron su sangre para crear todo lo visible, un ciclo que ya se había efectuado durante 4 veces. En esta ocasión crean a los seres que les pueden responder y adorar, los seres humanos. Por esta razón el hombre decide agradecer de la misma manera dando origen al ritual del sacrificio humano.
Aunque
ya estaba abandonada esta ciudad ya era conocida en la época de
la conquista española, pero el despertar del interés por
rescatar los vestigios de antiguas civilizaciones no se da hasta principios
de siglo, el arqueólogo Leopoldo Batres convenció
a Porfirio Díaz para que subsidiará la restauración
de la pirámide más alta de Mesoamérica,
llamada pirámide del sol que después de 1200
años resurgía para impresionar a propios y extraños.
Posteriormente a mediados de los ´50 Jorge Acosta (el mismo que trabajó en Tula) restauró la llamada Calzada de los Muertos y la pirámide de la luna dando como resultado una de las ciudades prehispánicas más grandes conocidas, en su apogeo albergaba a más de 250,000 habitantes. Sin exagerar solo se tiene explorado el 15% de la totalidad de la zona.
Un
edificio de suma importancia ubicado en la ciudadela es la pirámide
de Quetzalcóatl, es uno de los edificios más bellos
del México prehispánico debido a las representaciones
en altorrelieve ubicadas ahí de esa deidad acompañado de
otras de Tlaloc (Siempre que vean anteojeras se trata del
dios de la lluvia).
Estas representaciones no estaban al aire libre cuando fueron descubiertas, pertenecen a una etapa constructiva anterior que Acosta descubrió mediante la estatigrafía. Realizó una perforación en la etapa más reciente con lo que descubrió que esa etapa se encontraba apoyada por otras dos pirámides laterales, en una de cuyas fachadas se encuentran los altorrelieves ya mencionados.
Todo Mexicano debe estar por lo menos alguna vez en esta ciudad y si
eres extranjero ven y conoce lo que se logró mediante el cientos
de años sin la presencia de la cultura occiental.
En el sudoeste del estado tenemos a Malinalco, como a cuarenta minutos de Toluca se halla este sitio arqueológico que aparte da nombre a la población que ahí se encuentra. Para llegar ahí desde la ciudad de México o incluso desde Toluca deben tomar el camión que los lleve a Tenango del Valle y bajarse en la desviación a Malinalco. Pueden tomar un taxi o un pesero, sale exactamente lo mismo (en costo) por lo que se recomienda el taxi.
Una
vez en el pueblo encontramos una similitud con Tepoztlán
en Morelos, sin embargo, el paisaje cambia a formaciones
rocosas erosionadas con el transcurso de los millones de años, la
zona arqueológica no esta junto, deben subir y subir un cerro por
un camino bien construido pero igual de cansado, además para alguien
tan huevón como nosotros nos cuesta trabajo.
Una vez arriba y después de recuperar la respiración conocimos una zona pequeña, sin embargo, muy interesante. Dominada por los Aztecas era el punto de observación y control para lugares de tierra más caliente que brindaba un mayor comercio, su estratégica ubicación les permitía esto, se ve todo...
Malinalco
es un centro ceremonial ubicado en el cerro de los ídolos,
donde se rendía culto al sol, recinto de la ordenes Aztecas
Quauhtli- Ocelotl (Aguila y tigre), mensajeros del
sol. El templo principal único en América,
esta labrado en un solo bloque de roca y contiene magnificas esculturas
zoomorfas (en forma de animales).
Cabe destacar el monolito de un guerrero saliendo de las fauces de un
jaguar, es una de las piezas mejor conservadas del altiplano central Mexicano,
esta pieza custodia un cuarto en que encontramos otras piezas de igual
importancia aunque no se puede pasar se llegan a apreciar bastante bien.
Tenango del Valle a las faldas del cerro Tetepetl (cerro de piedra) alberga los vestigios de Teotenago, bueno, para llegar ahí tomamos el pesero que parte del centro de Malinalco y se va puebleando hasta llegar ahí (cobra 9 pesos). Si llegan desde la ciudad de México, en la terminal de Observatorio hay camiones de segunda que tienen como terminal a Tenango.
Pueden antes conocer el manantial de "San Pedrito" como le llaman los lugareños, en la antigüedad abastecia de agua a toda la zona y en la actualidad solo abastece a los perritos que van pasando por ahí, este solo es el comienzo de adivinen... otra subida ... casi morimos, la recompensa fue la vista panorámica del pueblo que se tiene durante todo el trayecto. En esta cima precisamente se halla Teotenango, un sitio arqueológico bastante monumental.
Ya una vez en la zona apreciamos un lugar igual de monumental que Teotihuacan, bueno eso de que apreciamos es solo un decir, Memo estrenaba piel y se resguardo en los rayos que le otorgaba el sol, sin soltar prenda retozaba de felicidad por lo que no vio nada más que amor.
Habitada
inicialmente por gente Otomí hacia mediados del período
clásico (600 d.C.), ellos no habitaron la parte alta del cerro,
estaban junto al manantial de San Pedro, el lugar se llamaba
Ojo de agua. Luego a la caída de Teotihuacan
empezaron a ganar terreno al cerro, la caída de la ciudad
de los dioses trajo migraciones masivas que se nota en la arquitectura
del lugar.
Luego llegaron los Chichimecas del norte del país para luego llamarse Matlanzincas (los que hacen redes) hacia el 1100 d.C. luego son conquistados por los Aztecas en 1350 y es habitada hasta 1570 bien entrada la colonia (la caída de Tenochtitlan fue en 1521).
Hay
muy pocos relieves que nos enseñen la historia del lugar pero los
pocos que hay son muy descriptivos, primero en la plaza principal esta
el monolito del jaguar, este al igual que en Xochicalco
representa el regístro de un eclipse total de sol, el monstruo de
la noche devora al dador de vida.
El culto de Quetzalcóatl también se hace presente aquí, hasta tiene una pirámide donde se le rendía culto, aquí hay un monolito que refleja su culto mediante una serpiente emplumada y la clásica representación de Venus mediante una estrella brillante.
Saliéndonos por un momento de los sitios arqueológicos
encontramos ya de regreso a la ciudad de México: la
marqueza, lugar donde nos detuvimos a comer y vaya que comimos,
les podemos asegurar que la cecina, el chorizo verde, la tortilla verdes
así como los nopales y algunos otros alimentos típicos mexicanos
son difícilmente superables a los preparados ahí, parece
que las manos de estas mujeres (las que preparan la comida) fueron hechas
para eso. Eso si, si piensan regresar en camión, en la noche y en
domingo, mejor no coman tanto como nosotros ya que nuestra costumbre de
quedar hasta la llenisimos, los camiones a en la tarde vienen a reventar
y ahí parados sin aire que respirar. Por suerte logramos sobrevivir.