Un soplo de eternidad

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Filosofía

Federico Engels

Leninismo

Lenin desarrolla y aplica el marxismo - Elaboración de los problemas del materialismo dialéctico por Lenin - El partidismo en filosofía - Las luchas filosóficas en el periodo de reacción - Materialismo y empiriocriticismo - La materia y la conciencia - Lenin acerca del problema de la verdad - La práctica como fuente y fin de la verdad objetiva - A propósito de la dialéctica como teoría y método de conocimiento - Las crisis en la física y los caminos para superarla -

Lenin desarrolla y aplica el marxismo

A finales del siglo XIX el capitalismo entra en una nueva fase, la superior, de su desenvolvimiento histórico: el periodo del imperialismo. Dicho paso acentúa la lucha de clases del proletariado contra la burguesía. Por obra de la peculiaridad del desarrollo histórico, a finales del siglo XIX y principios del XX el centro del movimiento revolucionario mundial se desplaza a Rusia. Guiada por un partido marxista de nuevo tipo que se crea bajo la dirección de Vladimir Ilich Ulianov (1870-1924), la clase obrera de Rusia pasa a ser el destacamento avanzado del movimiento obrero mundial. Se desarrolla la filosofía marxista, sobre todo, en la pluma de Lenin.

El surgimiento de la etapa leninista de la filosofía marxista también está vinculado indisolublemente con los adelantos en las distintas esferas del saber, de modo particular con la revolución en las ciencias naturales acaecida en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX.

La necesidad de defender y desarrollar la filosofía marxista también venía impuesta porque en las condiciones del imperialismo se había endurecido la ofensiva de la reacción en el terreno ideológico, filosofía incluida.

Lenin desarrolló el marxismo, sus bases filosóficas, en indisoluble conexión con la práctica de la lucha revolucionaria de la clase obrera y de otros estamentos trabajadores de distintos países.

El leninismo, que representa la teoría científica del movimiento obrero revolucionario moderno y generaliza la experiencia de la lucha revolucionaria y de las conquistas científicas de todos los países, ostenta carácter internacional. Lenin escribió ya a comienzos del siglo XX: "Nosotros no consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible: estamos convencidos, por el contrario, de que esta teoría no ha hecho sino colocar las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben impulsar en todos sentidos, siempre que no quieran quedar rezagados de la vida. Creemos que para los socialistas rusos es particularmente necesario impulsar independientemente la teoría de Marx, porque esta teoría da solamente los principios directivos generales, que se aplican en particular a Inglaterra de un modo distinto que a Francia; a Francia, de un modo distinto que a Alemania; a Alemania de un modo distinto que a Rusia".

Elaboración de los problemas del materialismo dialéctico por Lenin

Lenin comienza ya a elaborar los problemas del materialismo dialéctico en sus primeras obras de crítica del populismo. Esta crítica no se circunscribe a analizar las concepciones económicas y políticas de Mijailovski y otros populistas liberales de la década de los 90, sino que se extiende al estudio de la base filosófica de esta corriente, una variedad de positivismo. Mijailovski, el máximo representante del populismo liberal sostiene que el marxismo "no está fundamentado filosóficamente". Lenin desmiente esa afirmación y establece que Marx creó una filosofía que inaugura una nueva época en la trayectoria del pensamiento humano. En ¿Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo luchan contra los socialdemócratas? (1894), A qué herencia renunciamos (1897), El desarrollo del capitalismo en Rusia (1894) y otras obras dedicadas a la crítica del populismo, Lenin, al tiempo que analiza las concepciones idealistas de los populistas y su método metafísico, elabora una serie de importantísimos problemas del materialismo dialéctico.

En sus construcciones filosóficas, los populistas partían de la proposición positivista relativa a la incognoscibilidad del mundo. La ciencia, decía Mijailovski, "no es propensa en absoluto a ver en las verdades una copia fiel de la realidad". Dice sin circunloquios que para ella lo mismo da que, por sí mismo, nuestro conocimiento de la naturaleza sea cierto o ilusiorio. Mijailovski propone sustituir el concepto de verdad objetiva por el de "satisfacción de la necesidad cognoscitiva de la naturaleza humana". Lenin critica estas concepciones agnósticas y muestra que, desde el punto de vista del marxismo, el cometido de la ciencia reside en reflejar la realidad del modo más completo, multilateral y concreto. "Jamás marxista alguno ha basado sus concepciones socialdemócratas en algo que no fuera la conformidad de la teoría con la realidad y con la historia de determinadas relaciones socioeconómicas". La práctica iba a ser el criterio de la autenticidad de las concepciones marxistas sobre el proceso sociohistórico de Rusia y la que pusiera de manifiesta la falsedad de los asertos subjetivistas de los populistas.

En su crítica del método populista, Lenin señala sus rasgos: idealismo en la comprensión de la historia, subjetivismo, eclecticismo, visión metafísica. El método populista de estudio de la sociedad consistía en exteriorizar y seleccionar los fenómenos "deseables" y desechar los "indeseables". Hay que tomar, decía Mijailovski, lo mejor de cada época, concierna a las formas medievales o a la vida moderna; no es esto cosa de principio, sino de comodidad práctica. De tal suerte admitía una asociación arbitraria, mecánica, de fenómenos diversos, con un desdén absoluto para el nexo objetivo interno.

El subjetivismo de la concepción populista determinaba su eclecticismo. Los ideólogos populistas profesaban la llamada teoría de los factores, según la cual existen distintos factores que condicionan en igual medida el desarrollo social. El marxismo, en su análisis de los fenómenos sociales, supera el punto de vista de la simple interacción de los factores. La dialéctica materialista, decía Lenin, exige destacar de la multiplicidad de los fenómenos sociales el factor básico, decisivo. Marx señala las relaciones de producción como las fundamentales, las que condicionan todas las demás relaciones sociales.

El partidismo en filosofía

En la fase siguiente de la lucha revolucionaria, cuando los principales objetivos de la crítica era la ideología del "marxismo legal" y la del oportunismo, surgido éste entre la socialdemocracia de Occidente y posteriormente en Rusia, Lenin combatió resueltamente los intentos de conjugar el marxismo y el neokantismo y sometió a crítica esta corriente de la filosofía burguesa a la sazón en boga.

Dado que los neokantianos y sus discípulos rusos contraponían ciencia e ideología, verdad e interés de clase, y abogaban, de palabra, por el "desinterés" del conocimiento científico, Lenin dedicó en este periodo particular atención a la crítica del objetivismo burgués y a la fundamentación del principio del partidismo de la teoría en general y de la filosofía en particular.

En sus trabajos Contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve (1899), Una vez más a propósito de la teoría de la realización (1899), El capitalismo en la agricultura (1899) y otros, Lenin analiza la tesis neokantiana de Struve acerca de la independencia de la teoría respecto a la práctica y de la disociación que se da entre ellas, y subraya el nexo orgánico que une la filosofía marxista con la práctica revolucionaria del proletariado y la política de su partido, fundamenta el principio del partidismo de la concepción del mundo y opone al objetivismo de los "marxistas legales" el punto de vista del partidismo proletario. En respuesta al aserto de Struve sobre el carácter "polémico" y "tendencioso" del sistema de Marx, afirma que este sistema ofrece una representación precisa de las contradicciones del capitalismo, contradicciones que existen en la realidad, y que el "carácter polémico" del sistema marxista es un reflejo preciso del "carácter polémico" del propio capitalismo.

El partidismo de la concepción marxista del mundo, lejos de contradecir el conocimiento objetivo del mundo, es el supuesto para el conocimiento más profundo de la realidad. El proletariado y su partido revolucionario están interesados en un conocimiento preciso y objetivo de las leyes del desarrollo social. Lenin muestra que el "objetivismo" expresa el punto de vista burgués, que examina unilateralmente el progreso capitalista, y que no es más que forma de manifestación del subjetivismo clasista burgués. Struve pretendía situarse "por encima de las clases" en la valoración del desarrollo del capitalismo en Rusia. En realidad, era un panegirista del capitalismo, y una prueba palmaria de ello nos la da en su consigna: "Aprendamos del capitalismo".

La diferencia cardinal entre el partidismo proletario, que conlleva una auténtica objetividad científica, y el objetivismo burgués, que encubre los verdaderos intereses de la burguesía, queda netamente expresada en estas palabras de Lenin: "El objetivista habla de la necesidad de un proceso histórico dado; el materialista hace constar con precisión que existen la formación económico-social dada y las relaciones antagónicas engendrada por ella. Al demostrar la necesidad de una serie dad de hechos, el objetivista siempre corre el riesgo de convertirse en un apologista de estos hechos; el materialista pone al desnudo las contradicciones de clase, y, al proceder así, fija ya su posición. El objetivista habla de "tendencias históricas insuperables"; el materialista habla de la clase que "dirige" el régimen económico dado, creando determinadas formas de relación de las otras clases. Como vemos, el materialista es, por una parte, más consecuente que el objetivista y aplica su objetivismo con la mayor profundidad y plenitud. No se limita a señalar la necesidad del proceso, sino que determina con exactitud qué formación económico-social es precisamente la que da su contenido a ese proceso, qué clase, precisamente, determina esa necesidad".

En una obra posterior, Materialismo y empiriocriticismo, Lenin elabora el problema del partidismo en filosofía. Las corrientes, los partidos fundamentales en filosofía son el materialismo y el idealismo. El partidismo en filosofía es ante todo la aplicación consecuente de una de estas dos posibles soluciones del problema cardinal de la filosofía. Y puesto que la contienda entre el materialismo y el idealismo deriva de la colisión entre las clases, es expresión de la polémica ideológica entre clases, la batalla del materialismo marxista contra el idealismo enmascardo (el machismo) también es parte integrante de la lucha del proletariado contra la burguesía. "Detrás del escolasticismo gnoseológico del empiriocriticismo -escribió Lenin- no se puede menos de ver la lucha de los partidos en filosofía, lucha que expresa, en última instancia, las tendencias y la ideología de las clases enemigas dentro de la sociedad contemporánea. El papel objetivo, de clase del empiriocriticismo se reduce por completo a servir a los dideístas en su lucha contra el materialismo en general y contra el materialismo histórico en particular".

Las luchas filosóficas en el periodo de reacción

Dentro del legado filosófico de Lenin tiene particular significación el libro Materialismo y empiriocriticismo. Ya desde finales del siglo XIX se propagaban ampliamente entre la intelectualidad rusa y occidental corrientes idealistas, en particular el empiriocriticismo (machismo), que se presentaba como la filosofía de la ciencia natural moderna y pretendía estar por encima del materialismo y del idealismo.

En Rusia, ya antes de la revolución de 1905, esta línea filosófica la propagaban el profesor burgués Lsévich, el futuro líder de los socialistas revolucionarios Chernov y el socialdemócrata Bogdánov; otros fueron Bazárov y Lunacharski; Yushkévich, Valentínov y otros.

Materialismo y empiriocriticismo

Lenin combatió el revisionismo, en particular a los adeptos del machismo dentro de la socialdemocracia, en el artículo Marxismo y revisionismo (1908). Aquel mismo año escribió Materialismo y empiriocriticismo, publicado en mayo de 1909 y dirigido especialmente contra esta filosofía. Defender la filosofía del marxismo frente a los machistas rusos no fue el único objetivo de este libro. Era imposible desenmascarar a estos últimos sin criticar las concepciones filosóficas de sus aliados eurooccidentales, los líderes de la II Internacional, que propendían ostensiblemente hacia el machismo (F. Adler) o que lo miraban con ojos conciliadores (K. Kautsky), y sus maestros: Mach, Avenarius y otros filósofos empiriocriticistas burgueses.

En Materialismo y empiriocriticismo Lenin centra su atención en el problema cardinal de la filosofía: la relación entre conciencia y materia, ante todo el aspecto gnoseológico de esta relación, la teoría del reflejo. Existían razones históricas para hacerlo. Marx y Engels, decía Lenin, "...hicieron en sus obras más hincapié en lo dialéctico que en lo materialista del materialismo dialéctico e insistieron más en lo histórico que en lo materialista del materialismo histórico". Lenin actuaba en un periodo histórico en que la filosofía burguesa se especializaba particularmente en gnoseología. De ahí que ante todo dedicara su libro a la defensa y desarrollo del basamento materialista de la filosofía del marxismo en controversia con la gnoseología idealista.

Lenin somete a crítica el juicio de Avenarius, absolutamente erróneo, según el cual las sensaciones se encuentran fuera del hombre, fuera de su sistema nervioso. Las sensaciones "existen en nosotros, suscitadas por el efecto de las cosas en nuestros órganos de los sentidos". La fisiología materialista había demostrado a principios del siglo XX que las sensaciones son función del sistema nervioso central, al que están subordinados los órganos de los sentidos, sus receptores. Avenarius tuvo que reconocer que en esta cuestión estaba en "desacuerdo" con la psicología "dominante".

Según Lenin, la sensación es la imagen subjetiva del mundo objetivo. Es decir, el contenido de las sensaciones lo determinan los objetos que opoeran sobre nuestros sentidos. Ahora bien, la sensación no es una copia especular de las cosas. Depende de la estructura de nuestros órganos de los sentidos, de sus particularidades en cada hombre, del estado concreto del organismo que las posee. Por cuanto nuestro sistema nervioso es él mismo un objeto material, fruto de un prolongado desarrollo de la materia, este factor subjetivo de la sensación también viene determinado en última instancia por el mundo material. Partiendo de los adelantos de la física, que a fines del siglo XIX había demostrado la naturaleza electromagnética de la luz, Lenin escribe que las ciencias naturales "explican las distintas sensaciones de color por la diferente longitud de las ondas luminosas, existentes fuera de la retina humana, fuera del hombre e independientemente de él. Y eso es precisamente materialismo: la materia, al excitar nuestros órganos de los sentidos, suscita la sensación. La sensación depende del cerebro, de los nervios, de la retina, etc., es decir, de la materia organizada de determinada manera. La existencia de la materia no depende de la sensación".

Lenin plantea por primera vez en la literatura marxista el problema del salto en el desarrollo de las formas del reflejo al aparecer la vida en la Tierra. En la naturaleza inorgánica no hay sensaciones. Con el nacimiento de la vida aparecen formas de reflejo de la realidad inherentes a los organismos vivos, como la excitación, y luego, la sensación. Ahora bien, ¿es este salto de la materia insensible a la sensible algo "súbito", no preparado por el desarrollo anterior? Lenin rechaza esa hipótesis de Mach como intento de levantar un muro insalvable entre la materia sensible y la materia insensible. Todo salto cualitativo viene preparado por una evolución anterior, y toda nueva cualidad está ligada a la vieja. Por tanto, a la sensación como forma de reflejo en una fase inferior del desarrollo la precede algo semejante a ella. Lenin señala claramente que la sensación está ligada tan sólo a las formas superiores de la materia, y "en los cimientos del edificio mismo de la materia" únicamente puede suponerse la existencia de una facultad parecida a la sensación: el reflejo. De tal suerte, según Lenin el desarrollo de la materia desde sus formas inferiores hasta las superiores es, al mismo tiempo, el desarrollo de la facultad inherente a toda la materia de reflejar los fenómenos exteriores en el estado interno de los cuerpos, facultad que a través de la excitación y la sensación alcanza su expresión suprema en el pensamiento del hombre.

Al mismo tiempo que defiende la teoría del reflejo, Lenin combate tanto la identificación machista, es decir, humista-berkeliana, de sensación y objeto, como su ruptura, su contraposición kantiana característica, por ejemplo, de la "teoría de los símbolos" de Helmholtz. En su crítica de esta teoría, que Pléjanov había enfocado un tiempo de modo acrítico, Lenin muestra la diferencia radical entre conceptos como imagen, reflejo, etc., de un lado, y signo convencional, símbolo, jeroglífico, de otro. Las imágenes, las copias, etc., pueden ser imprecisas, pero parecidas al objeto, tienen semejanza con él y, y por ello, proporcionan en principio un conocimiento cierto de los objetos. En cambio, puede ser que los signos convencionales, los símbolos, los jeroglíficos no tengan ningún parecido con el objeto. En el primer caso, el punto de vista es el del materialismo, ya que se admite la existencia de las cosas y su cognoscibilidad. En el segundo, puede producirse una desviación con respecto al materialismo al poner en duda la posibilidad del conocimiento del mundo y el hecho mismo de que existan objetos exteriores, puesto que "los signos o símbolos son plenamente posibles con relación a unos objetos ficticios".

La materia y la conciencia

Un importante elemento del desarrollo leniniano del materialismo dialéctico es su análisis de las categorías filosóficas centrales: materia y conciencia. Lenin señala que es característico del idealismo renunciar totalmente al concepto de materia, o admitirlo como secundario, reducible al concepto de "conciencia", de "espíritu", de "psíquico", etc. Por ejemplo, Berkeley, al socaire de la crítica del concepto especulativo de sustancia, rechaza arbitrariamente el concepto de materia por cuanto, dice, en su reconocimiento se erigen todas las conclusiones "funestas" de los ateos. Sus seguidores machistas sostenían que la materia era una "conexión regular de los elementos (de las sensaciones)", "grupos más o menos constantes de percepciones sensoriales", etc. En todas estas definiciones, la materia era, de un modo o de otro, algo secundario con respecto a la conciencia.

En contraposición a los idealistas, todos los materialistas definen a la materia como primordial respecto de la conciencia. Ahora bien, admitir la materia como primordial, por más que sea cierto, no agota la esencia de la cuestión. De ahí que Lenin, partiendo del materialismo dialéctico, defina científicamente la materia como "la realidad objetiva, existente independientemente de la conciencia humana y reflajada por ésta".

Lenin define la conciencia como facultad particular de la materia altamente organizada, como función del cerebro; su esencia consiste en reflejar el mundo. Esta definición es radicalmente opuesta a la interpretación idealista de la conciencia como primaria respecto a la materia. Asimismo, también deslinda el materialismo dialéctico de una comprensión simplista de la conciencia como función de toda la materia, característica de diversos representantes del materialismo premarxiano.

En estas definiciones de Lenin, la conciencia y la materia se definen una mediante otra. Bogdánov se indignaba y argüía que estas definiciones eran "simples repeticiones" de la fórmula relativa a los caracteres primario de la materia y secundario de la conciencia. Respondiendo a Bogdánov, Lenin expone una fina idea dialéctica que tiene excepcional importancia para comprender todas las categorías polares: "...en el fondo no es posible dar otra definición de los dos últimos conceptos de la gnoseología sino indicando cuál de ellos es considerado primario. ¿Qué es dar una "definición"? Es, ante todo, encajar un concepto dado en otro más amplio. Por ejemplo, cuano yo defino: el asno es un animal, encajo el concepto "asno" en otro concepto más amplio. Preguntémonos ahora si existen conceptos más amplios con los que pudiera operar la teoría del conocimiento, que los conceptos de ser y pensar, materia y sensación, lo físico y lo psíquico. No. Estos son los conceptos de extrema amplitud, los más amplios, más allá de los cuales, en realidad (si no se tiene en cuenta modificaciones siempre posibles de la terminología) no ha ido hasta ahora la gnoseología. Solamente el charlatanismo o la indigencia intelectual supina puede exigir una "definición" tal de estas dos "series" de conceptos de extrema amplitud que no consista en una "simple repetición": lo uno o lo otro es considerado primario".

Ahora bien, la contrariedad entre conciencia y materia es inseparable de su unidad, y presupone que dentro de ésta la materia es lo primario. En consecuencia, Lenin otorga particular atención a la interconexión dialéctica de estos conceptos filosóficos fundamentales. La contrariedad entre conciencia y materia es, en suma, relativa, pues la conciencia es una facultad de la materia y pertenece ella misma al mundo material. Contraponer de un modo absoluto la conciencia y la materia significa caer en el dualismo. Sin embargo, al aclarar la relación entre conciencia y materia, inlcuida su vertiente gnoseológica, ese contraste debe ser absoluto.

Los límites de la necesidad absoluta y de la verdad absoluta de esta antítesis relativa son precisamente los límites que determinan la dirección de las investigaciones gnoseológicas. Operar fuera de estos límites con la antítesis entre la materia y el espíritu, entre lo físico y lo psíquico, como una antítesis absoluta, sería un craso error.

Lenin acerca del problema de la verdad

Engels había tenido que combatir la comprensión dogmática de la verdad al modo de metafísicos como Dühring, autor que veía en cualquier verdad "una verdad eterna de última instancia", vale decir, una verdad absoluta. Engels subraya en el Anti-Dühring el carácter relativo de la verdad. A comienzos del siglo XX era necesaria ante todo la crítica de la interpretación relativista de la verdad. Para los machistas, la verdad era sólo relativa, y por ello negaban la verdad absoluta y objetiva. En su análisis de esta concepción, Lenin escribe que "el relativismo, como base de la teoría del conocimiento, es no sólo admitir la relatividad de nuestros conocimientos, sino también negar toda medida o modelo objetivo, existente independientemente del hombre, medida o modelo al que se acerca nuestro conocimiento relativo".

Lenin separa en dos el problema de la veracidad de nuestros conocimientos: 1) ¿existe una verdad objetiva? 2) si es así, la representaciones humanas ¿pueden expresarla de una vez, por entero, absolutamente, o sólo aproximadamente, relativamente? La respuesta a la segunda pregunta es la solución al problema de la correlación entre la verdad absoluta y la relativa. Al analizar estas cuestiones, Lenin hace hincapié en la prueba del carácter objetivo de la verdad y subraya el momento absoluto en ella.

Los machistas, que negaban la objetividad de la verdad, decían que ésta dependía de la humanidad. Por ejemplo, Bogdánov sostenía que la verdad era la "forma organizadora de la experiencia humana". Para él la objetividad de la verdad consistía en la significación universal de ésta. Lenin muestra que la definición de Bogdánov permite dar como verdaderos los dogmas de la religión, ya que, en un mundo de avasallamiento social, estos dogmas tenían una "significación universal", más vasta que las verdades de la ciencia. En la definición de Bogdánov está ausente el mundo objetivo, razón por la cual tampoco queda espacio para la objetividad de la verdad en el sentido auténtico, materialista. Reconocer la objetividad de la verdad, dice Lenin, y aceptar el punto de vista del materialismo en la teoría del conocimiento, son cosas equivalentes. En efecto, ser materialista en gnoseología significa admitir la existencia objetivamente real del mundo exterior y su reflejo en la cabeza del hombre. En consecuencia, el materialismo entiende por verdad, ante todo, el reflejo fiel del mundo objetivo en la conciencia, la concordancia de la idea con el objeto.

Lenin evidencia luego el indisoluble vínculo que existe entre el carácter objetivo y absoluto de la verdad y la obligación para todo materialista de admitir la verdad absoluta. "Ser materialista -les objeta Lenin- significa reconocer la verdad objetiva, que nos es descubierta por los órganos de los sentidos. Reconocer la verdad objetiva, es decir, independiente del hombre y de la humanidad, significa admitir de una manera o de otra la verdad absoluta".

Lenin puso al descubierto la trabazón dialéctica entre la verdd absoluta y la relativa. De un lado, la verdad absoluta -y esto lo subraya Engels- se compone de verdades relativas. De otro -y esto lo subraya Lenin- toda verdad relativa contiene la verdad absoluta. La verdad relativa es un reflejo aproximadamente fiel de la realidad; la verdad absoluta, el reflejo incondicionadamente fiel. Si nuestra representación del objeto es una representación objetivamente verdadera, por fuerza contiene, en tanto que es relativamente precisa en conjunto, elementos, momentos, granos de verdad absoluta. Lenin hace hincapié en que "cada verdad científica contiene, a despecho de su relatividad, elementos de verdad absoluta".

Lenin plantea también la proposición concerniente a la movilidad, la convencionalidad, del límite entre la verdad relativa y la verdad absoluta. A medida que progresan nuestros conocimientos, la verdad relativa se convierte en verdad absoluta; no hay entre ellas un límite insalvable.

La práctica como fuente y fin de la verdad objetiva

El papel que la práctica desempeña en el conocimiento es una de las cuestiones más importantes desarrolladas en Materialismo y empiriocriticismo.

Los machistas no rechazaban explícitamente el papel de la práctica, de la experiencia, en el conocimiento del mundo, e incluso empleaban este concepto en su filosofía. Empiriocriticismo significa crítica de lo empírico, de la experiencia. Ahora bien, ¿qué entiende el empiriocriticismo por experiencia? Lenin muestra que Mach y Avenarius entienden la experiencia de modo agnóstico, al estilo de Hume, esto es, como conjunto de sensaciones que no se sabe de dónde aparecen, tras las cuales no hay objetos del mundo material que las hayan suscitado.

Bajo la palabra "experiencia", señala Lenin, pueden cobijarse tanto la línea materialista como la línea idealista de la filosofía. Al criticar los principios básicos del pragmatismo, que por entonces comenzaba a estar de moda, Lenin señala que esta corriente, aunque exalta la experiencia, la práctica, "deduce con toda facilidad, de todo lo anterior, un Dios para fines prácticos, sólo para la práctica, sin la menor metafísica, sin transponer de ninguna manera los límites de la experiencia". En consecuencia, todo se reduce a qué se entiende por experiencia, por práctica, al contenido que se deposita en estos conceptos.

En esta controversia con los machistas, Lenin subraya en primer término el carácter material de la práctica humana, condicionado por la materialidad del mundo, al que pertenecen tanto los hombres mismos como los objetos sobre los que ejercen su actividad. Si Feuerbach entendía la práctica como actividad fisiológica, es decir, de un modo muy reducido e incompleto y sin tener en cuenta lo principal en ella, Lenin la entiende como el conjunto todo de la actividad material de los hombres: la producción social, la lucha de clases, la práctica del experimento y de la observación científicos. "...En la práctica, que nos sirve de criterio en la teoría del conocimiento -dice-, hay que incluir asimismo la práctica de las observaciones y descubrimientos astronómicos, etc.".

En su investigación del papel de la práctica como critero de la certidumbre para nuestros conocimientos, Lenin revela toda la incosistencia de los "criterios" de la verdad que proponían los subjetivistas, a saber: a) el "éxito", la "utilidad"; y b) el "principio de la economía de pensamiento". Lenin plantea el problema así: ¿son ciertas nuestras representaciones porque tienen éxito, porque reportan utilidad o, viceversa, tienen éxito y reportan utilidad porque son ciertas, es decir, porque guardan concordancia con la realidad objetiva? Los subjetivistas entienden que si una representación comporta utilidad, éxito, "vivencias biológicamente útiles, esa representación es cierta independientemente de que se corresponda o no con la realidad objetiva. "Para el solipsista -escribe Lenin- el "éxito" es todo lo que yo necesito en la práctica, la cual puede ser examinada aparte de la teoría del conocimiento". Para el materialista, "el conocimiento puede ser biológicamente útil, útil en la práctica del hombre, en la conservación de la vida, en la conservación de la especie, únicamente cuando refleja la verdad objetiva, independiente del hombre. Para el materialista, el "éxito" de la práctica humana demuestra la correspondencia de nuestras representaciones a la naturaleza objetiva de las cosas que percibimos. Lenin concluye: "El pensamiento del hombre es "económico" cuando refleja con acierto la verdad objetiva, y de criterio de esta certidumbre sirva la práctica, el experimento, la industria".

Al desarrollar la doctrina marxista de la práctica como verificadora de la certidumbre de nuestros conocimientos, Lenin presenta la proposición del carácter absoluto y relarivo del criterio de la práctica. Este criterio es absoluto para muchas de nuestras representaciones, es decir, las demuestra como verdades absolutas. Así, la práctica demuestra de modo absoluto como cierta la representación de la existencia de las cosas independientemente de la conciencia (y, de tal suerte, la razón del materialismo). Pero, al mismo tiempo, el criterio de la práctica es relativo, esto es, demuestra que nuestros conocimientos no son en conjunto más que una verdad relativa. Este criterio es relativo porque el mundo se encuentra en desarrollo, cambia, lo que comporta modificaciones en las representaciones que tenemos de él y porque en cada etapa la práctica humana es limitada y no puede ofrecer aún una respuesta exhaustiva a muchos de los interrogantes planteados por el desarrollo anterior. Lenin señala que "el criterio de la práctica no puede nunca, en el fondo, conrirmar o refutar completamente una representación humana, cualquiera que sea. Este criterio también es lo bastante "impreciso" para impedir que los conocimientos del hombre se conviertan en algo "absoluto"; al mismo tiempo, es lo bastante preciso para sostener una lucha implacable contra todas las variedades de idealismo y agnosticismo".

A propósito de la dialéctica como teoría y método de conocimiento

La dialéctica es la ciencia, no sólo del mundo exterior, sino también del conocimiento humano. Sus leyes son leyes comunes para el mundo material y para el mundo espiritual; justamente por ello rige como teoría científica y método de conocimiento. Este aspecto de la dialéctica también se desarrolla en las obras leninianas: En torno a la dialéctica; Cuadernos filosóficos y otros. Lenin fundamenta la proposición relativa a la unidad de la dialéctica, la gnoseología y la lógica, y elabora la lógica dialéctica en lucha contra la sofística de los oportunistas.

La correlación entre la dialéctica, gnoseología y lógica es la correlación entre los distintos aspectos del materialismo dialéctico. La gnoseología es la ciencia que trata de la relación de la conciencia con el mundo objetivo, del conocimiento del mundo por el hombre. La dialéctica es interiormente inherente al objeto de esta ciencia: el proceso del conocimiento. "La dialéctica es, en general, inherente a todo el conocimiento del hombre", observa Lenin. Por lo tanto, la gnoseología, la ciencia que estudia ese proceso espontáneamente dialéctico, sólo puede adquirir un carácter auténticamente científico mediante una aplicación consciente de la dialéctica materialista. Por ello, según Lenin, la dialéctica "engloba lo que hoy se llama teoría del conocimiento o gnoseología, ciencia que debe enfocar también históricamente su objeto, investigando y sintetizando los orígenes y el desarrollo del conocimiento y el paso del no conocimiento al conocimiento".

Para analizar de un modo más profundo la naturaleza y la vida social es preciso poner al descubierto la concatenación universal de los fenómenos, su carácter contradictorio y movimiento incesante, la transformación de unos en otros. En suma, la lógica debe partir de la dialéctica objetiva de los procesos del mundo real y pone al pensamiento en concordancia con ellos.

Esta coincidencia, empero, no es identidad compleat, absoluta. De hecho la dialéctica incluye en sí misma la lógica dialéctica, pero no se reduce a ella, ya que su objeto no es sólo nuestro pensamiento, sino también el mundo objetivo. Por otra parte, la lógica no es únicamente la lógica dialéctica, es también la lógica formal, tanto la tradicional como la moderna, la matemática.

Lo mismo sucede con la correlación entre dialéctica y teoría del conocimiento. La dialéctica engloba la teoría del conocimiento: el proceso de conocimiento no puede ser comprendido acertadamente sin un enfoque dialéctico del mismo, ya que las leyes generales de la dialéctica son al mismo tiempo las leyes del conocimiento.

Los viejos materialistas (y, en ocasiones, algunos marxistas) propenden a rechazar sin más los razonamientos de los idealistas, sin analizar el origen de sus equivocadas ideas acerca de la relación entre el ser y el pensar. Lenin enseña a discernir las causas sociales y gnoseológicas que engendran las concepciones erróneas (entre ellas, las filosóficas). La crítica del idealismo y la religión será incompleta si no tiene en cuenta las raíces gnoseológicas de estas concepciones, raíces que brotan de la complejidad y la contrariedad del proceso del conocimiento. "El idealismo filosófico, desde el punto de vista del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es un desarrollo (abultamiento, hinchazón) unilateal, exagerado... de uno de los pequeños rasgos, de uno de los aspectos, de una de las facetas del conocimiento en algo absoluto separado de la materia, de la naturaleza, en algo divinizado".

Las crisis en la física y los caminos para superarla

El machismo estaba relacionado con una determinada tendencia de la física de comienzos del siglo XX, entre cuyos representantes se hallan el propio Ernest Mach, Henri Poincaré, Pierre Duhem, Wilhelm Ostwald y otros científicos. Lenin caracterizó certeramente esta escuela de "idealismo físico"; para él, la crisis de la física era una epidemia idealista que se propagó entre parte de los físicos. "La esencia de la crisis de la física contemporánea -escribió Lenin- consiste en que se han desquiciado las viejas leyes y los principios fundamentales, en que se repudia la realidad objetiva existente fuera de la conciencia, es decir, en que se sustituye el materialismo por el idealismo y el agnosticismo". De esta suerte, la crisis en la física había que entenderla ante todo como crisis de sus bases filosóficas. La discordancia entre el carácter dialéctico de los procesos de la naturaleza descubiertos por la física contemporánea y la envejecida concepción metafísica de la naturaleza era el terreno en que había nacido y del que se alimentaba el "idealismo físico" de comienzos del siglo XX. Concretando esta tesis general, Lenin indica dos causas gnoseológicas que condicionan directamente la aparición del "idealismo físico" de aquel periodo.

La primera era la matematización de la física teórica. El creciente empleo de las matemáticas en la física es un índice irrefutable de su progreso: las matemáticas amplían de forma gigantesca las posibilidades de conocimiento de las leyes de la naturaleza, el marco de la previsión científica. No obstante, este progreso envuelve cierto rasgo, en particular para los especialistas en la aplicación de las matemáticas a la física. Los científicos empiezan a creer que su misión no es reflejar un proceso real, sino inventar un esquema matemático "cómodo" que "describa" del modo más sencillo posible el conjunto de los datos experimentales posibles.

"Los grandes avances de las ciencias naturales -escribió Lenin- y la aproximación a los elementos homogéneos y simples de la materia que tienen leyes de movimiento susceptibles de transcripción matemática hacen olvidar la materia a los matemáticos. "La materia desaparece", quedan sólo ecuaciones. En esta nueva etapa de desarrollo renace, creyérase que de manera nueva, la vieja idea kantiana de que la razón dicta las leyes de la naturaleza".

La segunda causa condicionante del "idealismo físico" fue el cambio fundamental operado en la física de finales del siglo XIX y principios del XX y la difusión subsiguiente de las ideas del relativismo. Los cambios radicales en las concepciones físicas obedecían ante todo al desarrollo de dos de sus ramas: la teoría de los procesos electromagnéticos y la atomística. Hasta fines del siglo XIX, los físicos estaban convencidos de que la mecánica clásica de Galileo y Newton tenían valor universal. Durante largo tiempo la consideraron aplicable por entero no sólo a los cuerpos corrientes, sino también a la electricidad y al éter. fluido hipotético, medio ingrávido y continuo, transmisor de la interacción eléctica y magnética entre los cuerpos. La física del siglo XX creía que, tarde o temprano, todos los procesos de la naturaleza podrían ser reducidos a la interacción mecánica de las partículas ínfimas tales como los átomos, las partículas del éter, etc.

En periodos semejantes es fácil caer en el relativismo, es decir, en una negación unilateral de todos los principios anteriores como si una "hecatombe general" los barriera para dejar tan sólo de ellos un montón de "ruinas".

Si se desconoce la dialéctica, el relativismo puede conducir al idealismo, cosa que ocurrió precisamente a la mayoría de los idealistas "físicos" de principios del siglo XX.

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