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En México la caricatura hace su aparición en 1826, también en la prensa, con el objetivo de criticar los excesos de políticos, caciques y dictadores.

Este sentir que le dio vida, la ha mantenido presente en los diarios y revistas de todo el país, gracias a la credibilidad de sus mensajes y al humor que le inyecta que no es otra cosa, que la crítica a la condición humana.

Toda la crítica humorística que se ha producido a lo largo de estos años, se puede apreciar en el único Museo de la Caricatura en el mundo, se ubica en la calle de Donceles 99, Col Centro.

Historia de la caricatura en México

En 1826, el italiano Claudio Linati introduce al país una litografía e imprime el periódico El Iris, el cual publica la primera caricatura con el título Tiranía

Cuando Porfirio Díaz llega a la presidencia en 1876, comienza un proceso de acumulación de riqueza por parte de un reducido grupo, lo que despierta el descontento de la clase ilustrada incapaz de ignorar la miseria y la sed de justicia del pueblo.

En medio del anonimato, los caricaturistas convierten sus dibujos en armas ideológicas, al ayudar al movimiento contra la dictadura. Esto provocó que durante ocho años redactores y caricaturistas, sufrieran la intolerancia de Díaz. Pero, ni amenazas ni cárcel lograron terminar con la caricatura.

Con el paso del tiempo, grabadores como José Guadalupe Posadas, se unieron a los periodistas críticos. Es entonces cuando Posadas publica en el Gil Blas Cómico (895-1897) y El Diablito Rojo (1906-1910), las clásicas calaveras que representan la fiel imagen del pueblo mexicano.

En 1911 Díaz es desterrado y México entra a la convulsionada época del Caudillismo. Es entonces, cuando se fortalecen los periódicos de gran formato y en sus páginas comienzan a publicarse historias como El Chupamirto de Jesús Acosta Cabrera.

Durante los siguientes sexenios, la crítica a través del cartón ha perdurado y se ha fortalecido al grado de formar parte de los editoriales.

Historia del Real Colegio de Cristo

El Real Colegio de Cristo, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, guarda en sus cimientos vestigios prehispánicos de varias épocas por lo que se le ha relacionado con los restos del templo Mayor de Tenochtitlán –localizado a una calle de este edificio-

Cuando Porfirio Díaz llega a la presidencia en 1876, comienza un proceso de acumulación de riqueza por parte de un reducido grupo, lo que despierta el descontento de la clase ilustrada incapaz de ignorar la miseria y la sed de justicia del pueblo.

Construido durante la Colonia, a finales del siglo XVI, este edificio se cimienta en los restos del siglo XVI. La fachada destaca por ser una bella muestra del barroco mexicano. El inmueble sufrió algunas intervenciones durante los siglos XVIII y XIX, XX.

Cristóbal Vargas Valadez dispuso en el último codicio de su testamento la creación de un colegio con el nombre De Cristo, con el fin de dar sustento a un pequeño grupo de alumnos para su formación.

En el siglo XX, como consecuencia de la aplicación de la Ley Lerdo de 1856, se dispuso la adjudicación de las casas-vecindad al inquilino principal, derecho que al parecer nadie admitió, por lo cual se remató la propiedad en 1857 y fue adquirida por el coronel Francisco Iniestra.

En 1928 se realiza una restauración del Colegio en el que se adaptaron y vendieron despachos y el 9 de febrero de 1931 el inmueble fue declarado monumento histórico.

El Colegio de Cristo, ya como patrimonio de la nación fue restaurado a solicitud de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y entregado en comodato a esta sociedad y al salón de la Plástica Mexicana el 19 de marzo de 1987.

Actualmente el Museo resguarda 1500 caricaturas originales que datan desde 1826 a la fecha. Este recinto sirve también para exposiciones temporales de diversos temas con obras de destacados autores tanto nacionales como internacionales.

La Caricatura en la Historia

La caricatura, en su sentido moderno, nació en Bolonia a finales del siglo XVI, en la escuela de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci. Los estudiantes de esta academia se divertían haciendo retratos de los visitantes bajo la apariencia de animales u objetos inanimados, esto llegó a ser compartido por Gianlorenzo Bernini. El grabador Pier Leone Ghezzi, que trabajaba en Roma, continuó esa tradición y, por un módico precio, caricaturizaba a los turistas. Lo que estos artistas italianos hacían eran retratos humorísticos para uso privado y casi nunca resultaban satíricos o maliciosos, en este sentido Giandomenico Tiepolo también incursionó en el género de la caricatura.

En España ciertos trabajos de Goya tienen visos de fuerte caricatura, aunque es en la primera mitad del siglo XX que se consolida una especie de escuela española de caricatura teniendo entre sus exponentes a Luis Bagaría, éste trabajó junto a Opisso y Junceda en la célebre revista Cu-cut!.

En Inglaterra es que se evidencia el surgimiento de la caricatura política, ya el pintor William Hogarth entre los siglos XVII y XVIII realizó ilustraciones burlonas de crítica social, decididamente dedicados a la caricatura estuvieron George Cruikshank (siglo XVII), James Gillray ( siglos XVIII-XIX)y su coetáneo Thomas Rowlandson, Max Beerbohm (siglo XIX), Steve Bell y el célebre John Tenniel quien, a más de hacerse mundialmente conocido por las ilustraciones dedicadas a Alicia en el País de las Maravillas fue uno de los más destacados caricaturistas de la revista "Punch".

Posiblemente el caricaturista político estadounidense más notable del siglo XIX fue Thomas Nast, creador de los símbolos de los partidos Republicano y Demócrata, el elefante y el asno, respectivamente. En ese siglo también destacaron Joseph Keppler, fundador (en 1826) y editor del semanario humorístico "Puck", y su socio Bernhard Gillam, quienes atacaron la corrupción de los dirigentes políticos, así como a los muchos empresarios adinerados de la época, a estos se sumó el también estadounidense Garry Trudeau, en el siglo XX se destacaron David Levine, Sam Viviano y Al Hirschfeld.

Sin dudas el máximo exponente de la caricatura ha sido el francés decimonónico Honoré Daumier quien trabajó junto a Achille Devéria, Raffet y Gerard este último más conocido por su pseudónimo Grandville en las revistas Le Silhoutte y Le Charivari; la maestría genial de Daumier es alcanzada también por Gustave Doré, siendo dignos de mencionar Gavarni (Guillaume Sulpice Chevalier), André Gill y sus trabajos en la revista Le Père Duchêne ilustré", encontrándose en Toulouse-Lautrec también elementos de caricatura, mientras el crítico y escritor Jules Husson Champfleury escribía la primer Historia de la caricatura.

En la Italia de la primera mitad de siglo XX el pintor Ottone Rosai recurrió a formas caricaturescas.

En la Austria de fines de la Belle Époque, sobresalieron los ilustradores de la revista satírica Simplizissimus.

Durante la Alemania de Weimar los integrantes de la Nueva Objetividad (por ejemplo Grosz) realizaron obras pictóricas e ilustraciones de fuerte estilo caricaturezco, algo semejante realizó el pintor expresionista belga James Ensor. En la Alemania actual sobresale el hiperrealista Sebastian Kruger.

En México desde el siglo XIX descollaron valiosos caricaturistas: Juan Guadalupe Posada, Eduardo del Río, Constantino Escalante y el contemporáneo Miguel Covarrubias. Así como nuevas generaciones de caricaturistas como Alonso, Altamirano, Art, As, Castre, Emmanuel, Florez, Jacobo Acosta, Orvañanos, Jorge López, José Luis, Rocko, Román, Merlín, Paco Baca, Luis Borja, Romero, Santillán, Terrazas, Waldo.

 


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