Ngormi Shaolin - Biblioteca de Sutras
Sakka-Panha Sutta
El Sermón del Rey de los Dioses.

Esto he oído:

En cierta ocasión el Bhagavad moraba en Magadha, al este de Rajagaha, en la gruta de Indasala, situada en la montaña Vediya, al norte de Ambasanda, la villa de los brahmanes. Es por ese entonces, que surgió en Sakka, el rey de los dioses, el deseo de estar con el Bendito, y se preguntó:

¿Dónde estará en estos momentos el Iluminado?

Al ver que éste se encontraba en la citada gruta, se dirigió a los otros dioses y a Pañcasikha, el joven músico celestial, en estos términos:

¿Qué os parece si vamos a ver al Santo?

¡Así sea! dijeron todos.

Pañcasikha fue a buscar su lira de madera de vilva roja y en conjunto enfilaron hacia la residencia del Budha, a cuyas cercanías llegaron en el mismo tiempo en que tarda una persona de doblar su brazo extendido o en extender su brazo doblado. En el preciso instante en que arribó la comitiva, la montaña Vediya y la vecina localidad de Ambasanda, parecieron bañadas de un brillo tan esplendoroso que los habitantes de los alrededores se maravillaron de este fenómeno. Sakka, rey de los dioses, le dijo al músico celestial:

Pañcasikha, los Preceptos son difíciles de abordar por los seres como nosotros. Ellos están mayormente en retiro, absortos en meditación, deleitados en éxtasis. ¿Por qué no te acercas tú, en son de conciliación?Luego iremos los demás.

Pañcasikha tomó su lira y, aproximándose a la gruta, empezó a tocar su instrumento, a la vez que cantaba un tema cuya letra se refería al Budha, a la Doctrina, a los Santos y al amor. Al oír esta canción, el Budha le dijo al músico:

El sonido de tus cuerdas, Pañcasikha, armoniza con tus palabras. Pero ¿cuándo has compuesto esas estrofas?

Hace mucho Señor, cuando vos morabas en Uruvela, sobre las riberas del Neranjara, al pie de la higuera de tu Iluminación. En ese entonces, yo estaba enamorado de Baddha Suriya-vaccasa, la hija de Timbaru rey de los músicos celestiales. No obstante, ella anhelaba el cariño de Sikkhaddhi, el hijo del cochero Matali y como yo no podía ganarla por ningún medio, tomé mi lira y canté junto a la casa del padre de ella esta canción. Terminado el tema, siguió relatando Pañcasikha, Baddha Suriyavaccasa se dirigió a mí en estos términos:

Aún no he tenido oportunidad de ver cara a cara al Bhagavad que nombras, pero he oído hablar de él cuando bailé en la sala de los Treinta y Tres. Ya que has alabado al Santo, me gustaría encontrarme contigo. Entonces, Señor fue como pude relacionarme con ella. Sakka, al ver que Pañcasikha y el Budha dialogaban complacidos el uno del otro, se acercó diciendo:

Sakka, rey de los dioses, junto con sus ministros y su séquito, desea rendir homenaje al Señor. Que la felicidad sea con vosotros, contestó el Bendito, porque ella es el deseo de los dioses, hombres, titanes, serpientes, músicos celestiales, y otros seres comunes.

En el momento en que el Budha daba la bienvenida al rey de los dioses, el espacio de la gruta pareció ensancharse al infinito mientras que se desvanecían todas las tinieblas, hasta las de los rincones más recónditos. El Tathagata se dirigió a Sakka en estos términos:

¡Es maravilloso, que vos, venerable, tan ocupado como estás con tus obligaciones, hayas podido venir hasta aquí! Durante mucho tiempo, Señor, anhelaba verte. Una vez, cuando estabas en Sàvatthì, te fui a visitar, pero tú estabas absorto en meditación y le
dejé saludos para ti a la hermana Bhunjati. ¿Te los dio ella?

En efecto, Sakka; aún recuerdo sus palabras, por que salí de meditación cuando todavía no se había apagado el sonido de las ruedas de tu carroza.

Señor, dijo Sakka; de los dioses del reino de los Treinta y Tres he oído que, cada vez que aparece el Tathagata en este mundo, crecen las huestes celestiales, en detrimento de las infernales. Y yo mismo he comprobado esto: había una vez una hija del clan de los Sakya, en Kapilavastu, de nombre Gopika, ella era devota del Budha, de la Doctrina y de la Orden, además de ser un modelo de virtud, aunque rechazaba su naturaleza femenina. Por eso cuando desencarnó fue recibida entre nosotros como un varón, conocido a partir de entonces con el nombre de Gopaka, el hijo de los dioses.

Pero, prosiguió Sakka, como tres monjes, que se habían disciplinado bajo la guía del Señor, renacieron en el rango inferior de los músicos celestiales, siguiendo por lo tanto, encerrados en la prisión de sus sentidos. Gopaka les recriminó: ¿Dónde estaban vuestros oídos, cuando escuchaban la exposición de la Doctrina por parte del Budha? ¡Yo, no habiendo sido más que una devota, me he convertido ahora en una divinidad, hijo de Sakka, mientras que vosotros, que habéis llevado una vida santa, sólo sois sirvientes de los Treinta y Tres!

De los tres monjes increpados, continuó exponiendo Sakka, dos de ellos recuperaron enseguida su conciencia y pasaron al mundo de Brahma, el otro se quedó en el nivel inferior, incapaz de romper sus lazos sensuales. Entonces, Gopaka compuso los siguientes versos:

Yo era Gopika, la devota del Señor,
creía en el Budha, en la Ley
y servía a la Orden
sujetándome con placer a sus Preceptos.
Cuando desencarné, renací en el
poderoso y espléndido Trayastrimsa
donde me conocen como Gopaka.
Pero, entre los músicos celestiales,
he visto a los monjes de Gotama,
a quienes otrora humildemente ofrecí
comida y bebida.
¿Por qué, les pregunté, no habéis entrado
en la Ley del Budha,
la Doctrina que reconocen todos
los que tienen ojos para ver?
De vuestra Orden es de donde
he tomado la Enseñanza
que me convirtió en el hijo de Sakka
un habitante del Trayastrimsa.
Pero, vosotros, aun escogiendo lo mejor,
la insuperable vida de pureza
habéis aparecido en un nivel inferior,
cual inapropiado renacimiento.
¡Qué triste es veros,
seguidores del Sendero superior,
transformados en músicos celestiales
y sirvientes de los dioses!
Mirad qué diferencia:
¡yo no he sido más que un ama de casa
y ahora soy una divinidad gozando los deleites del Cielo!

Estas estrofas de Gopaka impactaron a sus oyentes y ellos replicaron ¡hagamos un esfuerzo porque si no estaremos condenados a ser aquí nada más que siervos de los demás!

Entonces, dos de los músicos celestiales evocaron la Doctrina del Budha, purificando así sus pensamientos desapegándose de los lazos mundanos. Y, de la misma manera en que un elefante es capaz de romper sus cadenas, ellos desecharon los impedimentos que como un yugo pone Mara para dejar atrás el reino de los Treinta y Tres, es decir, trascendieron todas las pasiones.

Asombrado por esta visión Vasava, jefe de los dioses y las huestes celestiales, preguntó: ¿ Cómo es posible que estos seres, renacidos en una esfera inferior, ascendieron tanto?

Gopaka, continuó relatando Sakka, viendo su agitación, le respondió a Vasava, el Budha por su Sabiduría, es como una divinidad entre los hombres porque ha conquistado los deseos sensuales. Estos, sus discípulos, al renacer, olvidaron la Doctrina, pero yo los incité a evocarla, y dos de ellos enfilaron hacia el Sendero del Perfecto Conocimiento, que ninguna duda puede obstaculizar. ¡ Rindamos honores al Bendito que ha cruzado la corriente, alcanzando la victoria!. De la misma manera, hoy sus discípulos han arribado al cielo de Brahma.

Entonces, Señor prosiguió diciendo Sakka, Gopaka, dirigiéndose a Vasava, lo invitó: El Sendero del Budha es también nuestra búsqueda, vayamos hacia él para resolver todos los interrogantes que nos preocupan.

Así, estimulado por Gopaka, fue como yo, Sakka, que hacía mucho que quería ver al Budha, resolví ir a tu encuentro.

Recibido por el Budha, éste le invitó a preguntar todo lo que quisiese, entonces, Sakka expuso así su primera inquietud:

¿Cuáles son, Señor, los obstáculos que les impiden tanto a los dioses, como a los hombres, a los titanes, a las serpientes, a los músicos celestiales y a todos los seres comunes vivir en una relación que excluya la hostilidad, la violencia, y la crueldad?

Los impedimentos principales, Sakka, son la envidia y el egoísmo. Cuando ellos no están presentes, las criaturas pueden convivir en armonía y paz.

¿Y cuál es el origen del agrado y del desagrado?

El deseo es lo que origina el agrado y el desagrado. Cuando no hay deseo, tampoco hay aceptación ni rechazo.

¿Y qué es lo que da nacimiento al deseo?

El deseo nace de los puntos de vista erróneos. Cuando los puntos de vista son correctos, el deseo no tiene lugar.

¿Y cómo surgen los puntos de vista erróneos?

Los puntos de vista erróneos surgen de la multiplicidad de la percepción. Cuando cesa la diversidad, se extinguen los puntos de vista erróneos.

¿Y cómo, Señor, debe conducirse un monje para transitar por el Sendero que lleva a la disolución de la diversidad?

Existen, Sakka, dos tipos de felicidad: aquélla que luego de obtenida produce consecuencias nefastas, como son todos los objetivos mundanos, que una vez en posesión de ellos se transforman en fuente de insatisfacción y la felicidad que comprende la naturaleza evanescente que caracteriza a todo lo que pertenece a la esfera fenoménica.

Existen, también, prosiguió Budha dos tipos de aflicción, aquélla que surge de la frustración, debido a la autoindulgencia con que nos dejamos arrastrar por la sensualidad y la aflicción que experimenta un discípulo cuando, a pesar de sus esfuerzos, aún no puede eliminar todas las corrupciones de su personalidad.

Existen, además, señaló el Iluminado, dos tipos de indiferencia: aquélla que germina en la ilusión y da brotes tales como la estupidez y la torpeza, y la indiferencia que nace de la ecuanimidad y se sustenta en el discernimiento y el desapego.

Así, Sakka concluyó el Bendito, si un monje quiere perseverar en el Sendero que conduce a la destrucción de la multiplicidad, debe disciplinarse en discernir entre un tipo y otro, tanto de felicidad, como de aflicción y de indiferencia. De esta manera, hará que se incrementen sus estados positivos y disminuyan los negativos.

¿Y cómo, Señor, debe conducirse un monje para estar de acuerdo con las Reglas de la Orden?

Existen, Sakka, dos tipos de actos, aquellos que engendran malas consecuencias, como robar o matar y los actos que ayudan a reconocer la propiedad y la vida ajenas, como abstenerse de tomar nada de lo que no es dado y no destruir o dañar a ninguna criatura viviente.

Existen, también, continuó diciendo el Budha, dos tipos de palabras, aquéllas que hieren a uno mismo y a los demás, como la mentira, el insulto, la calumnia y la frivolidad, y las palabras que reconfortan moralmente a todos, creando armonía entre los individuos y los grupos sociales.

Existe, además expuso el Tathagata, dos tipos de propósitos, aquellos que persiguen logros convencionales y los que sólo buscan lo esencial que está detrás de toda apariencia.

Así, Sakka, concluyó el Bendito, un monje para encontrar la Verdad debe orientar sus actos, palabras, y propósitos hacia el respeto de sí mismo y de los demás, de esta manera, hará que se incrementen sus estados positivos y disminuyan los negativos. ¿Y cómo, Señor, preguntó el rey de los dioses, debe comportarse un monje frente a los objetos de los sentidos?

Sakka, siguiendo un razonamiento similar a los casos anteriores, no existen aquellas visiones, olores, sabores, sonidos, texturas, e ideas que esclavizan a los órganos y aquellos que no los esclavizan, es la actitud del monje, de apego o desapego hacia los objetos de los sentidos lo que marca la diferencia, porque no es posible eliminar ni los órganos de los sentidos que existen en el ser humano, ni los objetos que existen en el mundo.

¿ Señor, tienen todos los ascetas la misma Doctrina, obedecen el mismo Código moral, siguen el mismo Sendero espiritual?

No. Sakka, existen distintos estados o niveles de conciencia y cuando los seres se identifican con cualquiera de ellos, entonces obstinada y tenazmente defienden su opinión, Esta es la Verdad, todo lo demás es mentira, por eso Sakka hay tantas doctrinas tantos códigos de moralidad y tantos senderos de espiritualidad.

¿Señor, todos los ascetas alcanzan el mismo grado de pureza?

No, Sakka, el grado de pureza está en relación directa al grado de liberación que se ha conquistado, Liberación que no es sino de la codicia, la cual hace que una persona conserve esas impresas que lo sujetan al incesante renacimiento en las esferas del dolor.

Señor, gracias a tus respuestas, he podido vencer las dudas que me acosaban, dudas que no pudieron disipar las respuestas de otros predicadores.

¿A quiénes has consultado, Sakka?

He consultado, Señor, a los que se consideraban brahmanes y vivían solitariamente en ermitas y bosques. Pero ellos, en lugar de contestar a mis preguntas procedieron a interrogarme acerca de mi condición de rey de los dioses y de las pautas que me llevaron a este estado. Entonces, les prediqué la Doctrina y se convirtieron en discípulos míos, en lugar de yo en un seguidor de ellos, no obstante, ahora con deleite he podido entrar en la corriente de la santidad y si no retrocedo, poner rumbo a la Iluminación.

¿Recuerdas, Sakka alguna vez anterior haber experimentado un sentimiento de satisfacción similar al de hoy?

Sí, Bendito fue en ocasión de una batalla librada entre los dioses y los titanes, en la que resultamos vencedores nosotros, pero esa satisfacción, mezclada con sentimientos y pensamientos bélicos no es la que conduce al cese de las pasiones ni al conocimiento, como es la paz interior que surge de escuchar la exposición de la Doctrina directamente de tus labios.

¿Pero, Sakka qué indicios te sugieren que has ingresado en la corriente de la santidad?

Señor, en primer lugar por el hecho de haber renacido en una esfera superior, en segundo lugar por el hecho de poder encarnar en este mundo a voluntad, vistiendo las características que yo deseo, en tercer lugar por el hecho de deleitarme con la Ley, en cuarto lugar, por el hecho de haber incrementado mi conocimiento, en quinto lugar, por el hecho de que al partir de este nivel de dolor, volveré a ser una divinidad y finalmente por el hecho de que el cielo será mi morada definitiva.

Estos seis indicios, Señor, son los que me sugieren que he ingresado en la corriente de la santidad. Entonces Sakka compuso los siguientes versos:

En procura del Tathagata
he vagado durante mucho tiempo
con la mente perturbada por dudas
que nadie podía resolver.
Busqué la asistencia de
los solitarios brahmanes
creyendo que eran Iluminados
para preguntarles ¿Qué hace que
un hombre se realice espiritualmente,
qué hace que fracase en su empeño?
Pero ellos no conocían ningún medio.
En lugar de obtener una respuesta,
cuando percibieron que tenían
a una divinidad delante de ellos,
fui yo el interrogado,
acerca de mi condición y del método
que me llevó a este estado.
Entonces, les enseñé lo que sabía.
No obstante, por fin he visto al Budha,
y su sabiduría me ha quitado
todas las dudas y temores.
Él, el Incomparable, a quién venero,
me ha extraído el dardo de la codicia
que envenenaba mi existencia.

A continuación, Sakka se dirigió a Pañcasikha en estos términos:

Pañcasikha, tu servicio fue el que ha permitido presentarme ante el Budha. Por eso te designo rey de los músicos celestiales y te doy por compañera a Baddha-Suriya-vaccasa, la doncella del sol. Luego, Sakka, tocando la tierra con la mano, profirió el triple homenaje solemne:

¡Honra al Señor, el Santo, el plenamente Iluminado!
¡Honra al Señor, el Santo, el plenamente Iluminado!
¡Honra al Señor, el Santo, el plenamente Iluminado!

Mientras Sakka, seguido de su comitiva, emitía este saludo, se abrió, en todos los presente el Ojo de la Ley y percibieron que todo lo fenoménico por tener un origen también está sujeto a la disolución. Estas fueron las preguntas que el rey de los dioses inferiores le efectuó al Budha, y las correspondientes respuestas. Por eso, esta exposición también se llama "Las preguntas de Sakka".

Recomendado
 
Ngormi Shaolin - Biblioteca de Sutras
Ngormi Shaolin - Biblioteca de Sutras
Hosted by www.Geocities.ws

1