Emilio Inzaurraga

En marzo de 1854 ingresó al servicio Emilio Inzaurraga, quien trabajó allí hasta 1858.

En su obra "La Taquigrafía Práctica", Inzaurraga comenta: "Mediante la actuación eficaz de aquellos dos jóvenes" -se refiere a los hijos de Masini- "preparados y dirigidos por un maestro tan competente, fueron tomadas y publicadas íntegramente, por primera vez, las sesiones de aquel Cuerpo.- En presencia del buen éxito obtenido con aquel ensayo en el Parlamento, el señor Masini, más entusiasmado que antes con el nuevo sistema, se empeñó en enseñárnoslo eligiéndonos con ese objeto, previo examen de entre los empleados de la Secretaría del Senado uruguayo, haciéndonos eximir de la obligación de asistir a la Oficina, conservando el sueldo de que gozábamos, a condición de que consagráramos al estudio de la Taquigrafía el mayor tiempo de que pudiéramos disponer".

A partir de ese momento, Inzaurraga tiene la enorme responsabilidad de tomar las primeras sesiones de la Asamblea General Constituyente y Legislativa. En la carátula de un "Diario de Sesiones" del Senado que aún se conserva, del día 12 de marzo de ese año, escribió: "Sesión tomada taquigráficamente y traducida únicamente por el que suscribe para optar al empleo de taquígrafo del Senado de la República Oriental del Uruguay". Durante siete horas había sido único e imparcial testigo de aquella Asamblea reunida para recibir al coronel Venancio Flores, único sobreviviente del triunvirato Lavalleja-Rivera-Flores, e investirlo de la banda presidencial.

Recién en 1856 Inzaurraga es designado oficialmente para ocupar ese cargo técnico.

A partir de ese momento, Luis Masini pudo contar con un excelente colaborador para poner al día el "Diario de Sesiones". Continuaron trabajando durante el receso en el domicilio de Inzaurraga, hasta que a principios de 1857 las fuerzas leales al Gobierno ocupan su casa -su situación política era comprometida debido a sus convicciones- y destruyen las traducciones que estaban listas para ser publicadas y los originales taquigráficos.

En una nota enviada al Senado en junio de 1858, Masini expresa: "Ambos hemos trabajado constantemente en ese año" -1856- "para concluir el Diario de Sesiones, pasando largas vigilias; y estando a punto de felicitarnos del éxito, un suceso fatal vino a destruir esa prueba de nuestro empeño, pues existiendo en la casa de Inzaurraga la mayor parte de las sesiones traducidas durante el receso, éste ausente, tuvo lugar en su casa en la pasada crisis revolucionaria un movimiento hostil a la autoridad; por cuyo motivo estas sesiones cayeron en poder de los bravos nacionales que defendieron el orden y las instituciones y en la mayoría del campo sirvieron de envoltura a paquetes de cartuchos para los cantones, donde, reconociéndolas, tuve por bien empleado mi empeñoso afán".

En 1958, Berro, Presidente del Senado, separó "de su puesto al Taquígrafo don Emilio Inzaurraga, por su complicidad en los últimos acontecimientos". Entonces, Inzaurraga emigró a Buenos Aires e inició su actividad en el Congreso argentino.

Al faltar Inzaurraga, Luis Masini no pudo hacerse cargo solo de la versión taquigráfica de los debates del Senado, por lo que solicitó colaboradores. Entre ellos fueron designados Manuel M. De la Bandera y Federico Acosta y Lara, que aprendieron la sistematización de Escobar. Este método continuó aprendiéndose por trasmisión oral o por medio de manuscritos, hasta que en 1916 Mateo Magariños Borja edita su "Método Teórico-Práctico de Taquigrafía", única obra impresa del sistema Escobar.

Manuel M. De la Bandera había aprendido el sistema con Masini, y a los pocos meses estaba en condiciones de desempeñarse con solvencia. En 1859 presentó una nota al Senado, solicitando el cargo: "Comprendiendo que un solo Taquígrafo no podría en manera alguna llevar la redacción de las sesiones, puesto que aún siendo dos y buenos, sería indispensable trabajar día y noche, me resolví al más constante, laborioso y asiduo estudio para obtener la posesión del arte con la perfección debida para ser útil a mi país en una profesión tan poco ejercida en él.- En efecto, estudiando y practicando la Taquigrafía durante los siete meses del receso y escribiendo en ese tiempo tanto como lo que en un estudio regular pudiera escribirse en dos o más años, he logrado perfeccionarme lo bastante para poderme presentar a Vuestra Honorabilidad solicitando el puesto de Taquígrafo.- Dispuesto a dar la prueba de suficiencia que Vuestra Honorabilidad quiera imponerme, suplico al Honorable Senado se sirva conferirme el empleo de Taquígrafo, dignándose tener presente que soy oriental, de estado casado; y que la patria no debe mirar con indiferencia los esfuerzos de aquellos de sus hijos que con empeño extraordinario llegan a perfeccionarse en lasa ciencias o las artes".

No se le exigió prueba de suficiencia, pues sus trabajos anteriores durante las deliberaciones del Senado fueron suficientes.

En 1865, por razones más políticas que administrativas, Masini es alejado momentáneamente de su cargo; al mes siguiente es reingresado.

En 1868, Manuel M. De la Bandera acompaña al general Caraballo, Comandante Supremo de las Fuerzas de Campaña, en calidad de secretario particular. Como pasó el tiempo y nada se sabía de De la Bandera, la Presidencia del Senado solicita informes al Gobierno acerca de su paradero. El Poder Ejecutivo contesta en estos términos: "el señor De la Bandera fue nombrado por el Gobierno, Secretario del Comandante General de Campaña, en cuyo carácter se hallaba a su lado cuando aquel jefe levantó la bandera de la rebelión, constándole al Gobierno que aún continúa en el mismo puesto, y siendo esto de notoriedad pública". Por ese motivo, el Senado exonera de su cargo a Manuel M. De la Bandera.

Al quedar Masini nuevamente solo, es designado Federico Acosta y Lara. Al regresar Manuel M. De la Bandera y reclamar su puesto, el Senado se ve en la obligación de crear un nuevo cargo de Taquígrafo.

A fines de 1871, Masini tuvo que abandonar sus funciones debido a que el intenso trabajo de todos esos años había minado su salud. Concurría a la oficina solamente para ordenar la labor de sus compañeros. Falleció en enero de 1872, a los 37 años, cuando recién comenzaba a dar frutos su labor al frente del Cuerpo de Taquígrafos. Sin embargo, tuvo la fortuna de que el servicio taquigráfico del Senado quedara definitivamente constituido.

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