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DOS MILLONES DE APOSTOLES PARA EL NUEVO MILENIO
Juan Pablo II concluye las Jornadas Mundiales de la Juventud

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Homil�a de Juan Pablo II en la Misa de Clausura de la XV Jornada Mundial de la Juventud � Tor Vergata, Roma 20 de agosto del 2000

Palabras del Papa en el �ngelus final de la XV Jornada Mundial de la Juventud

Discurso de Juan Pablo II en la Gran Vigilia de Tor Vergata, 19 de agosto del 2000

Rito de Acogida de los J�venes de Roma e Italia en la Plaza de San Juan de Letr�n, 15 de agosto de 2000

Rito de Acogida de los J�venes de los cinco continente en la Plaza San Pedro, 15 de agosto de 2000

Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la Plaza San Pedro, 15 de agosto de 2000

 

ROMA, 20 agosto (ZENIT.org).- �Sois el coraz�n joven de la Iglesia, id por todo el mundo y llevad la paz�. Esta es la consigna que dej� esta ma�ana Juan Pablo II a los m�s de dos millones de j�venes que participaron en la eucarist�a final de estas hist�ricas Jornadas Mundiales de la Juventud, el mayor encuentro que ha vivido la Ciudad Eterna en toda su historia.

Hasta Toronto
La despedida del Papa de estos muchachos y muchachas entusiastas, a pesar de haber pasado dos d�as sin dormir, y de haber caminado decenas de kil�metros bajo un sol literalmente insoportable --m�s de mil tuvieron que recibir atenci�n m�dica-- no fue un �adi�s�, sino m�s bien un �hasta luego�. Antes de despedirse les volvi� a dar cita para el verano del a�o 2002, donde el obispo de Roma volver� a encontrarse con la juventud del mundo, pero en esa ocasi�n en las latitudes canadienses de Toronto.

Apretados en la inmensa explanada de Tor Vergata, los m�s de dos millones de �centinelas de la ma�ana� --como les hab�a definido en la noche anterior el Papa--, ofrecieron una acogida estupenda a Juan Pablo II, despu�s de una noche pasada por el suelo pr�cticamente sin cerrar los ojos. Hab�an pasado las horas en la misma explanada, cantando, hablando, rezando, jugando... Pero todav�a eran capaces de gritar. ��Viva el Papa!� y de correr como locos detr�s del �papam�vil�.

Al inicio de la celebraci�n, cuatro j�venes trajeron una piedra procedente de cuatro iglesias colocadas en los puntos cardinales de la tierra. La piedra del norte, proced�a de Churchill Hudson Bay; la del sur de Punta Arena; la de occidente de Samoa Appia; y la del Este de Taraua.

��Tambi�n vosotros quer�is marcharos?� La pregunta sobre la que gir� la homil�a del Papa retomaba unas de las palabras mas duras de Jes�s en todo el evangelio: ��Tambi�n vosotros quer�is marcharos?�. Cristo las pronunci� despu�s de que la muchedumbre se escandalizara tras definirse as� mismo como el �pan de la vida�.

�La pregunta de Cristo sobrepasa los siglos y llega hasta nosotros, nos interpela personalmente y nos pide una decisi�n --dijo el Papa dirigi�ndose al oc�ano juvenil que ten�a en frente--. �Cu�l es nuestra respuesta? Queridos j�venes, si estamos aqu� hoy es porque nos vemos reflejados en la afirmaci�n del ap�stol Pedro: "Se�or, �a qui�n vamos a acudir? T� tienes palabras de vida eterna"�.

�En la pregunta de Pedro: "�A qui�n vamos a acudir?" est� ya la respuesta sobre el camino que se debe recorrer --aclar� el sucesor de Pedro--. Es el camino que lleva a Cristo. Y el divino Maestro es accesible personalmente; en efecto, est� presente sobre el altar en la realidad de su cuerpo y de su sangre�.

�S�, queridos amigos, �Cristo nos ama y nos ama siempre! --grit� el Papa arrancando aplausos-- Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. �l no nos cierra nunca los brazos de su misericordia�.

Cristo es la necesidad que clama a gritos la sociedad actual, constat� Juan Pablo II y en especial �los j�venes, tentados a menudo por los espejismos de una vida f�cil y c�moda, por la droga y el hedonismo, que llevan despu�s a la espiral de la desesperaci�n, del sin-sentido, de la violencia. Es urgente cambiar de rumbo y dirigirse a Cristo, que es tambi�n el camino de la justicia, de la solidaridad, del compromiso por una sociedad y un futuro dignos del hombre�.

�A Jes�s no le gustan las medias tintas y no duda en apremiarnos con la pregunta: "�Tambi�n vosotros quer�is marcharos?" --concluy� en la homil�a el Papa--. Con Pedro, ante Cristo, Pan de vida, tambi�n hoy nosotros queremos repetir: "Se�or, �a qui�n vamos a acudir? T� tienes palabras de vida eterna"�.

Mensaje final del Foro de los J�venes Al concluir la eucarist�a, se leyeron las conclusiones del Foro Internacional de J�venes, que reuni� a 400 representantes de todos los pa�ses y de los movimientos y organizaciones cat�licas internacionales. En el texto, los muchachos expresan su adhesi�n al mandato del Papa de ser
signo de contradicci�n y de vivir la fidelidad a su amigo, Jes�s.

La celebraci�n concluy� con la despedida del Papa antes de rezar la oraci�n mariana del �Angelus�. Agradeci� al cardenal James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el enorme esfuerzo que ha realizado en la organizaci�n de este encuentro y, tras definir a los j�venes �mi alegr�a y corona�, dio  cita a todos, de nuevo, en Toronto. 

La despedida
Lleg� de este modo el momento de las despedidas. Juan Pablo II, conmovido con la participaci�n de los j�venes, dej� espacio a las confidencias. �Sois el coraz�n joven de la Iglesia: id por todo el mundo y llevad la paz. El Se�or est� vivo, el Se�or ha resucitado, camino con vosotros. Sed sus testigos entre vuestros coet�neos en el alba del nuevo milenio�.

En ese momento, comenz� la aventura del regreso de estos j�venes a sus casas. Ante todo, tuvieron que caminar unos diez kil�metros bajo el tremendo sol de mediod�a para poder llegar a Roma. Hab�an pasado las noches de esa semana durmiendo por el suelo de escuelas, parroquias, cuarteles.
Despu�s tendr�an que afrontar largas horas de autob�s, avi�n, barco,
tren... para poder regresar a sus pa�ses. El cansancio, sin embargo, no hab�a desdibujado su sonrisa.
 

3� Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Merced (Burriana - Castell�n - Espa�a)

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