La cruz ya era conocida por los antiguos mayas; representaba el viaje al inframundo y luego al reino de las estrellas. Todo esto quedaba manifestado en su árbol sagrado “La Ceiba”, existe entre nosotros las palabras de uno de los más grandes maestros de aquellas tierras húmedas que vivió entre mayas y olmecas entregando su esfuerzo a la preservación que nos sigue gratificando al recordar sus palabras en cada una de sus poesías, el maestro Carlos Pellicer se calificaba así:
Aparte de poeta de su entorno se desarrollo como museografo creando así el parque de la Venta en su natal San Juan Bautista hoy Villahermosa rescatando cientos de piezas de la cultura Olmeca entre ellos las Cabezas Colosales , de la misma manera creó el museo de Tepoztlán, Casa museo Frida Kahlo en Coyoacán y el museo de antropología de Tabasco.
Vivió en los fértiles valles del río más caudaloso de México “El Usumacinta” y así se refería a el:
Porque de el fondo del río
he sacado mi mano y la he puesto a cantar.